Travesía Sierra del Isidora

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  • Altitud: 2557 msnm.
  • Ubicación: San José de Maipo - RM.
  • Fecha: Agosto - septiembre del 2019.
  • Integrantes:
    • Elvis Acevedo (P. Alpinos)
  • Ruta: Travesía Norte-Sur.

Hace rato tenía ganas de conectar todas las cumbres de la Sierra del Isidora (nombre que le puse yo, aclaro, no es oficial) de norte a sur, en un recorrido que se me hacía bastante bonito e interesante. Ya había estado en varias, sino en la mayoría de las cumbres que componen el recorrido, pero de manera individual, así que conectarlas todas era un objetivo interesante y tranquilo, que me tenía bastante entusiasmado. Y así nomás, partí a finales de agosto, algo preocupado por lo seco que se veía todo el recorrido, este 2019 ha sido muy seco, y las montañas estaban por lo mismo, casi descubiertas de nieve. Me llevé varios litros de agua, aunque sabía que no me alcanzaba para el recorrido total, pero confiaba en poder regular hasta encontrarme algún manchonsito de nieve por ahí…

Tomé un taxi en San José de Maipo que por siete lucresias me dejó afuera de la central que está por el camino viejo que llega a San José. Es esa casa de máquinas que se ve desde el camino principal cuando uno va o viene desde el Cajón del Maipo. En este punto, y lo había observado montón de veces desde la micro, pensaba tomar un filo que me llevaría a una antena, que también había visto desde el camino, y desde ahí, todo era recorrer filos y filos entre una cumbre y otra.

Me costó un poco abajo, la vegetación era algo densa y un par de senderos que encontré no iban a ningún lado, pero luego de algunos arañazos y palos en la testa logré salir a terreno más abierto, conectar la mencionada loma, y comenzar a subir y subir en dirección a la antena. El terreno es algo erosionado, con algunas pasadas por rocas y vegetación algo incómodas pero que no ofrecen mayor dificultad, y que seguramente tienen mejores alternativas a las que usé yo. En la primera parada que hice para desabrigarme un poco, me zampé medio litro de jugo al seco. Entendí que necesitaba encontrar nieve...

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Foto: Morro Blanco y Morro Isidora desde el NE.

Al poco rato llegué a la antena, ni idea para qué sirve, bueno, a mí me sirvió como punto de referencia, que buen chiste, en fin. Bastante basura y desorden alrededor de las instalaciones, como suele pasar en estas construcciones.

Desde aquí venía una subida que se veía tranquila al principio, pero que en el último tercio se puso algo pesada por lo erosionado del terreno. Al ganar altura se abrían también las vistas hacia otras montañas de la zona, como el Peladeros y el Piuquencillo, y se veía también todo San José de Maipo. Incluso podía identificar con facilidad mi casa, y las ganas de estar tomándome una cerveza en el patio en vez de estar acá subiendo entre piedras y tierra.

Morro Blanco (1853m GPS - 1902m IGM)

Terminé con esta primera subida y venía un tramo más plano, desde donde se veía la primera pequeña cumbre del día, el Morro Blanco, de 1853m, marcado así en el Mapa IGM del sector. Para quien refleje su ego en las cumbres que sube, el Morrito Blanquito no será nada, una loma, un cototo, una espinilla en el filo que va al Isidora, a mí me da igual, está marcado en el Mapa IGM y es distinguible desde el camino, y visible desde la ventana de mi casa, por lo que le tengo cariño, me da lo mismo si es chico o grande.

Tomé algunas fotos, me comí un sanguche, y fui por el Morro, después venía el filo que va al Morro Isidora, y en algunas partes se veía cansador por las piedras. Mi objetivo del día era llegar al portezuelo que separa el Isidora del Morro Sucio, donde está el camino vehicular que sube desde El Toyo, y el que use para subir el Isidora la primera vez, y para eso faltaba bastante aún.

Pensé que me demoraría poco al Morro Blanco, pero el terreno, de grandes piedras con vegetación saliendo por todas partes, hizo de un tramo corto algo bastante latero. Como sea, llegué a la primera cumbre del día, donde me di tiempo de sacar algunas fotos, coordenadas, y dejar un monolito de piedra. Luego, comencé a bajar para conectar la subida que debía llevarme por segunda vez a la cumbre del Morro Isidora.

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Foto: El Plomo desde la cumbre del Morro Blanco.

Morro Isidora (2375m IGM)

Llegué abajo y comencé a subir, y la verdad, no me di ni cuenta cuando estaba arriba. Este tramo desde abajo pensé que me demandaría más esfuerzo, pero salió rápido, y llegué a la parte norte de la amplia meseta cumbrera del cerro tutelar de San José de Maipo, ese que se ve completamente frontal desde la zapla, perdón, desde la plaza.

Fui pasando rocas y caminando de un lado a otro hasta que vi la pirca cumbrera. Hice una en mi ascenso anterior, porque no encontré ninguna aquella vez, pero ahora me parecía que estaba más grande, eso me alegró, que cada persona que suba agregue algunas piedritas más para que termine siendo una gran pirca cumbrera.

Paré un rato a descansar en la cumbre, estaba contento, todo este primer tramo era terreno nuevo, ahora venía una parte de la travesía conocida para mí, me quedaba recorrer parte del filo pasando por algunas cumbres menores hasta llegar al portezuelo y buscar un lugar para acampar.

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Foto: Cumbre del Morro Isidora.

Cerro Iglesias (2273m), Morro del Peumo NE (2264m), Morro del Peumo SO (2274m)

Partí desde el Isidora recorriendo el filo y pasando por estas tres cumbres secundarias que quedan en el recorrido, viendo como el sol comenzaba a bajar de a poco, y alegría mía, algunos manchones de nieve escondidos entre las piedras.

Pasé por todas ellas agrandando las pircas que había hecho la primera vez que anduve por estos lados, me quedé bastante rato en cada una, sabía que ya estaba al lado del lugar destinado para acampar, no tenía apuro, el paisaje, la temperatura, la vista, todo era perfecto, me sentía muy bien de estar ahí, y de no haber visto gente durante un día entero...

Escogí un lugar para instalar mi carpita, y me dediqué a ver la puesta de sol tomando un mate imaginario, si, imaginario, porque se me olvidó llevar…

Desperté temprano, la noche estuvo algo helada, pero sin viento. Tomé desayuno al solcito, y fui a sacar nieve de un planchón para poder fundir, solo para darme cuenta de que estaba dura como palo. Decidí parar a fundir más adelante, sabía que las cercanías del Yerba Buena era el último lugar donde había visto algo de nieve, quizá al avanzar por el filo tendría mejor visual para el resto del recorrido.

Morro Sucio (2428m GPS - 2424 IGM)

Partí hacia la cumbre del Morro Sucio, que es un cerro muy identificable desde cumbres vecinas, porque se ve una especie de conteiner blanco en su cumbre. Yo no sabía lo que era, lo había visto a lo lejos, y me imaginaba que era un refugio de arrieros o algo así.

Me equivoqué de ruta y di jugo un rato por unos acarreos hasta que retomé el camino correcto; a la salida del campamento hay un sendero claro, pero después se pierde en la subida, la cual es bastante evidente en todo caso, me perdí por gil nomás…

Encontré un manchón de nieve que ahora que hacía más calor estaba derritiéndose, formando un surco barroso por donde se intuía agua fresca, pero no se veía. Algo que no he mencionado, tenía poco gas, así que no quería usarlo en derretir nieve, por eso me empeñaba en buscar algún pequeño hilo de agua producto del derretimiento. Eso me pasó en mi afán por ir eliminando conchos que sobran. Ahora no parecía tan buena idea.

Apliqué ingeniería para inventar algo que pudiera recibir el agua, y dejando la mochila en el lugar partí a la cumbre del Morro Sucio solo con la cámara de fotos y el GPS.

El cerro no es feo, ninguno lo es, pero la cumbre está contaminada por la construcción abandonada de algo que no sé qué función habrá cumplido alguna vez. Un conteiner blanco, rayado, con algunas granadas de humo alrededor, y bloques de cemento que quizá albergaron más equipos o se fabricaron sin llegar a usarse. Estuve un rato y bajé a ver cuánta agua había recolectado mi invento.

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Foto: Morro Sucio (der) y Yerba Buena (izq).

Casi llené la botella… de barro, así que no me quedo más que resignarme a gastar gas.

Yerba Buena (2499m GPS - 2448 IGM)

Ordené mis cosas y partí, sabía que hasta el Yerba Buena había manchones de nieve, pero no sabía si más allá encontraría, la visual desde las cumbres que había ido pasando no me permitía ver mucho, pero los cerros más lejanos se veían completamente secos, lo que me llevó a tomar la decisión de fundir nieve de una buena vez y sacarme el problema de encima.

Pare justo antes de la subida final al Yerba Buena, y me dediqué un rato a llenar mis botellas con agua que me tenía que durar hasta el final del trayecto.  Esta parada, más el tiempo que perdí cuando subía hacia el Morro Sucio, me tenían con la sensación de ir atrasado en mis planes, que implicaban para hoy llegar al filo que separa al Morro Buitrero y el San Roque.

Terminada la faena comencé a subir hasta divisar el mismo palito (un bambú creo) que la vez pasada que subí el Yerba Buena estaba en el suelo, y me dediqué a dejarlo bien parado entre unas rocas. Y así llegué por segunda vez a esta cumbre, con un día despejado y mucho sol, pero con un viento que lo hacía más agradable, diferente a la vez pasada que llegué con un día nublado y muy helado.

Me quedé un rato, saqué algunas fotos y miré lo que venía, entraba en terreno “desconocido” nuevamente. Mi idea era ir al Alto de la Yareta, y desde él desviarme sin mochila en un ataque rápido al Papagayo, luego volver, y terminar el recorrido en las cercanías del San Roque. Uno hace planes nomás…

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Foto: Visual desde la cumbre del Yerba Buena.

Alto de la Yareta o Cruzada las Hormigas (2557m GPS - 2532 IGM)

Bajé un poco y comencé a subir por un sendero bastante claro. La primera parte muy agradable y bonita, es genial caminar por filos, se tienen muy buenas vistas para todos lados.

El último tramo se pone rocoso, pero sencillo, rocas sueltas y algo de acarreos dejan en poco rato en la cumbre del Alto de la Yareta, o Cruzada las Hormigas, lo llaman de las dos formas, ni idea porque, podría ser Alto de las Hormigas o Cruzada de las Yaretas, aunque a mí me gusta Alto de las Yaretas, porque si nomás, no tengo argumentos para sostener nada, pero en la cumbre no vi hormigas cruzando para ningún lado, aunque la verdad tampoco habían Yaretas…

Bonita cumbre, más filuda que las otras, aunque no da para decir que es puntuda. Aquí lo de siempre, algunas fotos, coordenadas etc., y mirar el Papagayo, que se veía taaaan cerca el desgraciado…

Papagayo (2440m)

Dudé un poco, básicamente porque había que bajar bastante, y yo había pensado que ambos cerros estaban conectados por algún filo que me permitiría mantenerme a una altura pareja, pero al final me largué con todo nomás, sin mochila ni nada, solo los bastones. Bajé a un portezuelo y luego a un mini valle que se forma entre ambos cerros, bajé bastante, o sea, pensar en subir de nuevo ya me estaba dando lata, y miraba hacia adelante y faltaba más que la… mucho.

Pero decidí que era poco digno devolverse, solito me metí en el cacho, solito lo arreglo, además que o subía el Papagayo ahora, o seguramente no lo subiría nunca, por que difícilmente iría a subirlo por la ruta de Pirque…

Bajé y bajé, crucé un cauce más seco que zapato en el techo y ahora subí y subí. El terreno era fácil pero poco amigable, onda matorrales y tierra suelta, hasta que logré llegar al filo y al menos encontré roca que hacía más entretenido el avance.

Poco duró la diversión, el filo no era de fácil lectura, había que bajar, subir, trepar, destrepar, travesear etc., y cada vez que me asomaba a la parte alta podía ver que la cumbre seguía igual de lejos. Ya había asumido que me estaba demorando mucho más de lo que había calculado, y decidí no pensar que iba a hacer a la vuelta, total, ni siquiera llegaba aún a la cumbre.

Trepes más trepes menos, y una parte de filo muy angosto y divertido, llegué a la cumbre, para la cual tuve que mirar bien para asegurarme que estaba en el punto más alto del filo, pero unos restos de madera y algo de basura tipo “testimonio de muchos años”, ilegible e inútil, me confirmaron mi apreciación, solo hasta que vi más al oeste una cruz de madera….

No puede ser pensé, no estaba tan lejos, pero era evidente que la cruz estaba en un punto mucho más bajo, no me creo que la gente llegue solo hasta ahí…

Como sea, decidí ir a la cruz también, total, ya estaba ahí. Destrepe unas rocas, pasé por una garganta, subí de nuevo, y llegué a la cruz, miré hacia atrás, desde donde venia, y nada, era evidente que la cumbre estaba más allá de la cruz, no me vengan con cuentos…

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Foto: Cumbre del Papagayo desde el punto donde está la cruz de madera.

Me devolví, descansé un rato, y a pesar del esfuerzo estaba bastante contento, toda la travesía estaba resultando muy bien, un hermoso recorrido por montañas precordilleranas. Pero tenía que volver. Cuando miré hacia el Alto de las Hormigas, lo vi a kilómetros, y tenía que bajar y subir todo de nuevo, y el día ya entraba en sus horas finales. Flojera atómica, pero nada, tenía que regresar…

Para que comentar nada, la vuelta no tuvo incidentes salvo la sensación constante de lata y ahora sí, algo de cansancio. Cuando estoy en situaciones así activo una especie de bloqueo y no pienso mucho en nada, no le doy vueltas a nada, solo camino y camino, así me evito sufrir mucho.

Llegué otra vez al Cruzada de las Yaretas, mi mochila me esperaba y todo el entorno comenzaba a verse más rojizo, miré el horizonte y supe que tenía unos 45 minutos de luz para decidir qué hacer. Lo primero que hice fue algo que venía pensando en los últimos metros, me recosté y apoyé la espalda en las rocas, me comí unas galletas y me zampé medio litro de jugo al seco mirando la hermosa puesta de sol. Ahora si estaba listo para razonar.

Miré el filo que bajaba y luego subía hacia el Morro Las Heladas, se veía algo erosionado, no lo conocía, y aunque sabía que era sencillo, la última parte hacia el Morro se veía rocosa, y no quise que la oscuridad me pillara en un terreno así. Asumí el costo en tiempo por ir a la cumbre del Papagayo y que eso iba a retrasar algo mis horarios para el último día, quizá el Loma del Diablo y el Toro Seco tendrían que esperar para otra vez. Decidí vivaquear en la cumbre del Alto de las Cruzadas.

Decidí así como por cinco minutos, porque luego opté por armar la carpa. Busqué un lugar lo más apropiado posible, no pedía mucho, estaba en pleno filo, pero encontré el lugar preciso, que con un poco de trabajo quedó bastante bien, a pocos metros bajo la cumbre. Armé la carpa, muy pero muy bien asegurada, y me fui al sobre…

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Foto: Segundo campamento.

Dormí raja, desperté solo un par de veces por que el viento estaba algo fuerte y la carpa no estaba en un lugar muy protegido que digamos, pero las rocas que tenía alrededor sumado a que la carpa es baja, hicieron que casi no se moviera, y el viento no molestara más que con el ruido que hacía al pasar entre los farellones.

Me levanté perezosamente a tomar desayuno, el sol ya se asomaba por encima de las montañas más lejanas, y me di el tiempo para mirar y reconocer tantas, desde el Nevado del Plomo muy al norte, a montañas de la VI región por el sur, y entre ellas tantas y tantas y tantas más. Seguía lamentándome por lo seco que se veía todo, a pesar de la fecha.

Desarmé el campamento y me dispuse a seguir la marcha. Comencé a bajar por un terreno de piedras sueltas donde se veía bastante bien un sendero no muy usado, decidí no perderlo, porque venía la subida al Morro las Heladas que de lejos se veía rocosa y suelta.

Morro Las Heladas (2428m)

El filo era cómodo en esta parte, bonito de hecho. A medio camino encontré una pequeña pirca que habría servido de buen lugar de campamento. Poco después comenzó una subida entre piedras por donde el sendero se mantenía bastante claro, con buen ojo y algo de instinto. Trepes locos sin dificultad y en pocos minutos estuve en la cumbre del Morro Las Heladas.

Era temprano y el día estaba muy agradable, así que me quedé un rato disfrutando la vista y las sensaciones de un hermoso día de montañas. Tomé algunas fotos y comencé a bajar por el filo que tenía que llevarme a otro filo, el que une el Morro Buitrero con el San Roque.

El sendero es tranquilo, me topé con algunas vacas y la vegetación comenzó a teñir de verde todo el entorno. Vino una subida que a estas alturas ya no me gustó tanto, y luego un traverse por debajo de la cumbre del San Roque hasta salir al filo, en el punto donde el sendero que viene del Morro Buitrero se bifurca en tres, hacia el oeste sigue al mencionado San Roque, hacia el SO evita pasar por la cumbre de este último y se va hacia el Loma del Diablo y el Toro Seco, y hacia el NO es por donde yo venía, el sendero que sigue el filo hasta el Morro las Heladas y todos los cerros que yo venía recorriendo de norte a sur.

Por la hora y porque no era tan corto ir y volver, tuve que dejar el Loma del Diablo y el Toro Seco para otra vez, y comencé a andar por el senderito que me llevaría en algunos minutos a la última cumbre de esta -según yo- entretenida travesía.

Morro Buitrero (2129m)

Y aquí estaba, por tercera vez en esta pequeña cumbre, después de los ascensos de agosto del 2015, donde acampamos en una cumbre completamente nevada, y en agosto del 2017, donde también había mucha nieve desde abajo, y ahora, en casi la misma fecha, estaba todo absolutamente seco. Triste panorama.

Disfruté un rato las sensaciones y me preparé para la bajada, ya me veía tomando una lata de Fanta al seco, más el mote con huesillos y la empanada carne-queso en la Plaza de San José, pero también recordaba que la primera parte de la bajada de este cerro es bastante latera.

Y así no más fue, ya con bastante calor me deslicé por senderos erosionados y acarreos lateros esquivando los farellones que defienden el acceso a esta cumbre, hasta llegar al hermoso y casi plano filo que lleva un sendero marcado justo al medio, el cual llega al camino vehicular que a su vez en un tranquilo caminar conduce hasta El Toyo.

Llegué al camino de autos y pasé por el puente, que tantos recuerdos me trae, para llegar al paradero a esperar la micro, he irme a San José a cumplir mi ritual alimenticio de siempre.

Muy recomendable recorrido como alternativa a la algo saturada Sierra de Ramón.

 

Autor: Elvis Acevedo.

 

"Vuélvanse adictos a andar solos, tarde o temprano les tocará caminar sin nadie..."