Travesía Integral de la Cordillera Rubiana
|
Cuando el año pasado fuimos por algunas montañas de la cordillera Huemulina, en la VI región, le dimos vueltas a la idea de realizar la travesía completa de las cumbres de la vecina cordillera Rubiana; todo un hermoso sector de media montaña adornado en su base por un simplemente increíble bosque de robles de hojas rojas, amarillas, naranjas, y todas las tonalidades similares que uno se pueda imaginar.
Habíamos pensado ir el fin de semana del 1° de mayo, pero la primera lluvia del año nos hizo suspender los planes. De todas formas, logramos partir solo un par de semanas después con destino al parque Alto Huemul.
Mayo es el mes ideal para visitar la zona si se quiere disfrutar del espectáculo de los bosques enrojecidos, aunque sin duda el lugar es hermoso todo el año.
Salimos de Santiago lo más temprano que pudimos, ideal sería para nosotros tener donde alojar más cerca del parque la noche anterior para acortar el viaje del primer día, pero como no teníamos contactos gastamos buena parte del día uno solo en el viaje desde Santiago.
Llegamos a San Fernando y continuamos hacia las Sierras de Bellavista, pasamos a buscar la llave al negocio de siempre y continuamos internándonos hacia el sector cordillerano. El camino no estaba en tan buen estado como otras veces, mostraba señales de la lluvia caída un par de semanas atrás, pero por lo demás era transitable.
Fuimos pasando los portones y llegamos a la entrada donde conversamos con el flaco que siempre está ahí, nos registramos y continuamos.
La primera parada fue en el sector de camping Rondadero, donde identificamos el lugar por el que debíamos comenzar a subir, dejamos las mochilas y a Cristina que se quedó descansando, mientras con Fernanda íbamos a dejar el jeep al sector de camping de Casa Rodante, o cerca de ahí, que iba a ser nuestro lugar de salida al final de la travesía.
Foto: Cerro Rondadero, al comienzo de la travesía. |
Dejamos el jeep y regresamos caminando unos cuantos kilómetros, que terminaron siendo una caminata muy agradable por el medio del bosque, con un hermoso día de sol otoñal. Pasamos a buscar agua al estero Rondadero y nos juntamos con Cristina que ya estaba algo impaciente por la demora. Nos acomodamos las mochilas y comenzamos a caminar.
La idea para este primer día, que se nos fue casi entero solo en traslados en auto, era alcanzar a subir todo lo que pudiéramos para ganar un poco de tiempo, y que el segundo día no fuera tan pesado. Alcanzamos a subir unas dos horas y el sol ya comenzó a acercarse al horizonte, así que buscamos un lugar de campamento en la entrada de un bosquecillo, con una estupenda vista de las montañas del sector.
Fue una acampada muy agradable, después de tomarnos unas cervezas y comer, mirar el cielo y hablar cualquier cosa, nos fuimos al sobre.
La levantada fue temprano, hoy debíamos avanzar todo lo que pudiéramos, ojalá hasta la laguna Fría, que en el mapa IGM se llama laguna Guzmán. Era un buen tramo el que debíamos hacer, pero había mucho entusiasmo.
Foto: Primer campamento. |
Rondadero. Un cerro imaginario.
Tipo 07:30 ya estábamos caminando, siguiendo un claro sendero que se internaba en el bosque y pronto salía a campo abierto, donde a lo lejos podíamos ver el cerro Pellejo, nuestro punto de salida. La subida algo monótona, pero con hermosas vistas, nos llevó en casi dos horas justas a la cumbre del Rondadero, la primera del día y de la travesía, que, a decir verdad, sino tuviera una pirca de piedras sería imposible de reconocer, ya que de cumbre tiene poco o nada, es solo una roca en un filo. Otro invento de montaña…
El Rondadero no es una montaña, no tiene como serlo, al igual que la Punta Carancho, la Punta Sarucha, el Arriero Chico, y tantas cumbres que algunos han ido inventando la verdad no sé porque, pero no nos vamos a meter en polémicas, pasamos por ella y listo, seguimos…
Alto de la Plaza norte y sur.
Continuamos por el filo rumbo al Alto de la Plaza y sus dos cumbres, que en realidad son los dos torreones más sobresalientes de un sector muy rocoso. Ya en las cercanías del punto más alto el filo exigió ir buscando la pasada entre gendarmes y pináculos rocosos, bastante más divertido, pero también más cansador con mochila grande. Subiendo, bajando, y a veces retrocediendo, llegamos a la primera cumbre, la sur, y luego a la norte, aunque en la práctica es solo una cumbre amplia con dos puntos máximos casi iguales. Están tan cerca uno del otro que no tiene sentido no visitar ambos. Segunda cumbre del día.
Celebraciones varias, fotos, lo de siempre. Fui a mirar por donde seguir, se veían algunos cortes verticales en la continuación del filo, me reía pensando en la posibilidad de que la travesía se terminara acá por no poder seguir, más que mal solo había información hasta la cumbre del Alto de la Plaza. Pero no fue así, encontré una bajadita bastante tranquila que en algunos minutos nos dejó en el portezuelo bajo las cumbres del cerro.
Alto de la Vieja Sapa.
Vino un tramo largo pero sencillo de filo; me gusta caminar por filos y aristas, siempre se tiene una muy linda vista, y esta no era la excepción, ya que hacia el este se veían muchas de las grandes montañas de la zona, los volcanes Tinguiririca, Azufreras, Fray Carlos, más lejos las montañas que cierran el valle de las Termas del Flaco, se veía la Sierra de los Punzones y la impresionante Sierra del Brujo, y tantas otras. Una caminata feliz.
Foto: Vista desde la cumbre del Alto de la Plaza. |
Foto: Avanzando por el filo rumbo al Alto de la Vieja Sapa; al fondo a la derecha. |
Íbamos en dirección a la laguna Fría y al cerro Zapallo, pero inmediatamente a la derecha de nuestra ruta se veía una montaña con una prominencia más que respetable, incluso superior que las más conocidas de la zona. Decidimos pasar por ella cuando llegáramos a su base.
Antes nos paramos a descansar un rato justo cuando varias decenas de metros más abajo apareció la laguna. Descartamos la posibilidad de acampar en ella, para no bajar, porque era temprano aun, y porque la verdad no es nada tan espectacular en esta época, quizá con nieve se vea más motivante.
Seguimos subiendo y en un punto determinado tomamos un rocoso y llamativo filo que en algunos minutos nos llevó a la cumbre del Alto de la Vieja Sapa, donde había un tubito con unos testimonios que no decían nada muy útil. Basura a estas alturas, mejor dejar las cumbres limpias.
Alegría por la tercera cumbre del día, y aprovechamos de mirar bien lo que venía para comenzar a calcular donde podíamos acampar. Se veía un filo rocoso y al otro lado se intuía un buen lugar, con manchones de nieve para poder fundir, y justo bajo la cumbre del Zapallo. Siguiendo el filo y al otro lado de la cumbre también se veían posibilidades para poner la carpa.
Foto: Cumbre del Alto de la Vieja Sapa. |
Nos despedimos del Alto de la Vieja Sapa, bajamos por un sector de acarreos y nieve en el más sombrío lado oeste del cordón, y llegamos nuevamente al sol en pleno filo, continuamos y los sectores que desde la cumbre se veían más rocosos no presentaron ninguna dificultad, rápidamente llegamos al primer lugar donde habíamos pensado que se podía acampar.
Estaba ideal, plano, buena vista, nieve a la mano, realmente impecable, lo único era que nos quedaba la sensación de que podíamos avanzar un poco más ese día, pero tampoco teníamos claro cómo era el terreno más allá de la cumbre del Zapallo, así que decidimos terminar la jornada acá.
Había bastante cansancio, fue una jornada larga de sube y bajas, pero estábamos bien con el programa y las distancias calculadas. Armamos la carpa y nos dedicamos un buen rato a fundir nieve, en un comienzo era un tema importante encontrar nieve, ya que toda el agua que habíamos cargado desde el comienzo nunca nos alcanzaría para toda la travesía, pero ya en el Rondadero habíamos comenzado a encontrar manchones y rellenar las botellas con ella para que se fuera derritiendo durante el día. Al final no tuvimos problemas de abastecimiento.
Este campamento fue tanto o más agradable que el anterior, con una vista de aquellas, sin nada de viento, una puesta de sol maravillosa, que se yo, todo lo que se puede pedir cuando se anda de trekking.
Foto: Campamento 2. |
¡Lleve Zapallo, lleve Zapallo!
Nos levantamos temprano otra vez, hoy debíamos llegar al auto y volver a Santiago. Estaba oscuro aun mientras desarmábamos la carpa, pero el horizonte ya indicaba que venía el sol. Hermoso amanecer.
Comenzamos a subir y al poco rato ya estábamos en la cumbre del Zapallo, realmente acampamos al lado de ella. Son dos torreones, iguales, en el primero el mapa indicaba que estábamos en la cumbre, las fotos que había visto indicaban que era el que venía, de todas formas, teníamos que pasar por ambos, siguen siendo solo pequeños torreones rocosos que sobresalen del filo. Vimos la salida del sol desde la cumbre.
Luego venia una bajada por un sector rocoso sencillo que nos dejó nuevamente en el filo de tierra. Fernanda subió un último torreón para ver si encontraba algún testimonio, ya que en las cumbres no habíamos visto nada, pero este era notoriamente más bajo. Fue por curiosidad, pero no había nada.
Acá comenzamos a enfilar en dirección NE, lo cual era bueno, ya comenzábamos a descontar distancia con la cumbre del Pellejo, que era el punto final de la travesía.
Morro del Viejo Sapo.
Un tramo fácil de filo, con vista a la laguna Chica y muchas otras repartidas por ambos lados del filo, y encontramos una especie de atalaya, cual castillo medieval justo en el vértice donde debíamos doblar casi en noventa grados. Era que no, fuimos a la cumbre.
Se veía un poco vertical desde abajo, pero terminó siendo una subida tranquila por acarreos firmes, estaba ubicado realmente en un vértice donde confluyen varias aristas, y donde debíamos hacer un cambio de dirección hacia el Alto de las Mesas. Una buena cumbre de referencia, un buen punto de observación. Estuvimos un ratito y bajamos, ahora si ya íbamos en dirección este, directo al Alto de las Mesas, comenzaba el tramo final de la travesía.
Alto de las Mesas.
Tramo sufrido para mí, el día uno me sentía algo resfriado, pero no mucho, pero el segundo día ya me dolía la garganta, y al dolor muscular normal del cansancio, se sumaba ese típico dolor de resfrío. Iba feliz.
Como sea me las arreglé para llegar a la cumbre oeste, una meseta amplia desde donde se ve el torreón de la cumbre este, claramente más alto. Por este lado no se veía muy trepable la verdad.
Bajamos al portezuelo entre ambas cumbres y decidimos rodear por la izquierda hasta el otro lado del torreón, por donde viene la ruta normal. Fernanda terminó subiendo más directamente por la cara norte, pero la verdad el terreno no era muy amigable, con Cristina bajamos un poco más, pero nos dimos la vuelta por un sendero más cómodo, llegamos al otro lado, dejamos las mochilas y partimos a la cumbre a juntarnos con Fernanda.
Otra más.
Linda cumbre, más jalonada con pircas de piedra, el Alto de las Mesas ya es parte de los cerros más conocidos del parque, así que lo suben bastante seguido yo creo. Contento estaba, pero no me sentía muy bien, y la subida al Pellejito se veía algo larga a los ojos de alguien resfriado. Disfrutamos un rato y bajamos, comimos algo y comenzamos la subida al Pellejito.
Foto: El Morro del Viejo Sapo comienza a quedar atrás… |
Foto: Vista del tramo final de la travesía desde la cumbre del Alto de las Mesas. Se ven el Pellejito y el Pellejo, última cima del recorrido. |
Pellejito
Acá pagué mis culpas, pero no pensé que fueran tantas, me dolía la garganta, por ir subiendo respiraba más rápido, con el consiguiente dolor, tenía que parar, y así me fui todo el tiempo. Me retrasé bastante pero poco podía hacer, el dolor de garganta es algo muy desagradable. Como sea llegué a la cumbre del Pellejito, esta vez solo, las chicas ya habían partido, me habían avisado, estuvieron mucho rato.
Igual, a pesar de lo molido, disfruté la cumbre, la última nueva para mí ya que el Pellejo lo había subido hace muchos años atrás. Saqué algunas fotos y comencé a bajar tratando de no separarme tanto del resto del grupo, al menos en este tramo ya estábamos siempre a la vista.
Foto: Pellejo e innominado sur desde la cumbre del Pellejito. |
Pellejo
Lentito, pero casi sin descansar desde el Alto de la Mesa para no quedarme tan atrás, tuve que continuar. Primero una bajada, luego un sector plano y rocoso muy cómodo, y luego la subida final hasta la cumbre del Pellejo, que pensé me iba a costar mucho más, pero al final no fue tan terrible creo. Acá nos juntamos todos y celebramos la última cumbre de esta hermosa travesía.
Durante la bajada recordé algunos sectores de mi anterior ascenso al Pellejo, después me fui atento a no desviarme. La bajada fue larga, nos pillo la oscuridad cuando no quedaba tanto para llegar al bosque de robles, acá dimos un poco de jugo, pero terminamos conectando un claro sendero que nos llevó por una hermosa caminata nocturna dentro del bosque al lugar donde habíamos dejado estacionado a “Tiburón”…
Final demoledoramente feliz.
Autor: Elvis Acevedo Riquelme.
“Si no nos damos por vencidos en nuestro ascenso mas difícil, y seguimos paso a paso ascendiendo la montaña que la vida nos ha planteado, inexorablemente llegaremos la cumbre. Sera aquí, en la mayor altura que podamos alcanzar, donde encontraremos el momento y el lugar para adentrarnos en nuestra más honda profundidad existencial…”
Diálogos en la cumbre.