Cerro Morro Escondido
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Bueno, y empezó el 2007, y como los dos últimos años la idea fue comenzarlo en el Valle del Mesoncito, salida que además serviría de preparación - o sea, mover un poco las bisagras antes de... - para la Expedición de Febrero al Tupungato.
Y así partimos, Nolberto Alarcón, Julio Artigas, Fernando Yánez (Ramuch) y Elvis Acevedo (Perros Alpinos). Las ideas eran varias, yo iba al Morro a completar la trilogía, Nolberto y Fernando en un principio al Punta Chile, y Julio probablemente se unía a otro grupo de la Ramuch que iba al Mohai, es lo bueno de ese valle, da para elegir en el momento.
Foto: Nolberto aproximándose al "Diedro Este" |
La partida el sábado fue madrugadora, los dos grupos se toparon al cargar bencina y después cuando nos estacionamos en las cercanías del "Choriboulder", a esa altura ya hacia bastante calor. Salimos de los autos algo tarde pero el día no estuvo tan caluroso. Yo, como no me gusta caminar en fila a lo “milico” me quedé atrás del grupo principal, que marchaba aplicadito uno tras otro a ritmo marcial. Si parecían dominós, se caía el primero, se caían todos... |
Caminando más solo aproveché de practicar los consejos de una amiga sobre“espiritualidad” en la montaña, encontrarse con uno mismo y todas esa cosas. No se si me resultó pero a pesar de llegar más tarde que el resto al lugar del Vivac, llegué bastante tranquilo y el pique se me hizo más corto que otras veces, en fin, vaya a saber uno.
Entre 17:00 y 20:00 hrs, se instalaron los vivac y las carpas, se comió y hechó la talla un rato. Los dos grupos acampando juntos, pero con total independencia de objetivos. A esa altura Nolberto se había entusiasmado con el Morro y contagiado a Fernando. Ya no iría solo.
La noche fue tranquila, instalé mi vivac exactamente en la misma terraza que use hace un año, Nolberto instalo su súper“sarcófago” y todos se repartieron por ahí. Dormí poco, primero hacía calor, después me quedé mirando estrellas, y cuando me dió sueño, salió la luna, verdadera ampolleta pegada en el cielo, hermosa sin duda pero no me dejó dormir. El Valle en su parte baja estaba cubierto con un manto de nubes blancas, espectacular vista.
Foto: Diedro Este. |
Como a las 02:30 me llega un piedrazo con sospechosa puntería, era la señal que le había pedido a Nolberto, ya que yo no tenia alarma y estaba un poco escondido. Una hora después ya estábamos caminando, la nieve en términos de cocina “en su punto”, exquisita para cramponear. De nuevo me fui en la volada de quedarme un poco atrás, la noche estaba preciosa, incluso las nubes que comenzaban a entrar le daban un toque mágico. Julio, Nolberto y Fernando iban más adelante, el resto del grupo de la Chile partiría un poco más tarde. Caminaba mirando he imaginando figuras en la nieve cuando reparé en que el cielo ya se encontraba totalmente tapado. |
Seguí la marcha un poco mas rápido para alcanzar a mis compañeros, es eso comienza a plumillar, !Que onda! , ni ahí con empezar el año rebotando. Plumillaba con mas fuerza pero continué avanzando hasta encontrarme con Julio que venía de vuelta, conversamos un rato, ya estaba más claro y parecía que las nubes comenzaban a dispersarse, había mucha estática en el aire, se sentía y se escuchaba al levantar cualquier objeto metálico.
Paro de plumillar y lo convencí de que siguiéramos. Así lo hicimos hasta alcanzar a Nolberto y Fernando que estaban en un descanso. Cuando estábamos por empezar a caminar entra otra nube, se cubre todo y dale nieve de nuevo, !uff!, que lata, el Morro y sus vecinos tapados por las nubes. Esta vez nieva con más fuerza, Julio decide volver, con "Nolo" y "Kiwi" decidimos esperar...
Foto: Elvis en el Diedro Este. |
Pensamos que era una nube como la anterior, y que se despejaría. Y así fué, una vez que dejó de nevar se fueron las nubes y salió el sol. Ya estábamos en la base del cerro y comenzaba el ascenso. Había grietas bastante grandes y abiertas en el glaciar. A esa altura nos había alcanzado el grupo de la Ramuch, ellos iban al Punta Chile por la normal, perdiéndose la oportunidad de disfrutar de la hermosa ruta del Canalón Central. Habían pequeños penitentes que hacían en algunos tramos que la pendiente pareciera una escalera, sin embargo, cuando nos desviamos a la izquierda en busca del Diedro Este del Morro Escondido, se pusieron francamente desagradables, dificultando bastante el ascenso. |
Así y todo llegamos a la base del Diedro, se veía bonito. Empezó la discusión de quién punteaba la ruta, pero como esta vez era mi equipo, me fui yo por el primer largo.
El Diedro podría escalarse de un solo largo, pero como no sabíamos que tan extenso era, al final lo hicimos en dos. El primero lo subí por una placa de unos 60 grados creo, con bastantes regletas y buenos agarres. Iba derecho para arriba preparándome para un paso más complicado cuando reparé en unas cuantas anillas más a mi izquierda, puse un stopper y me fui en travesía para llegar a las anillas, ahí mire hacia arriba, venia un diedro mas tumbado, lo reconocí altiro gracias a las fotos que le pedí a un amigo que habia ido antes, así que supe que estaba bien por ahí.
Foto: Nolberto en el Diedro. |
Armé un anclaje termonuclear como le gustan al Nolberto y esperé a los muchachos. Fernando subió con un "Prussik" y Nolberto escalando asegurado y recogiendo el equipo. Le había cedido el segundo largo a Fernando para dividir el placer de la escalada, pero Nolberto llegó a la reunión y embalado paso de largo y... se rajó al Feña jaja... Armó una segunda reunión con un cinta alrededor de un gran bloque, lo alcanzamos y sentimos que estábamos listos, atrasados pero listos. Se venían algunos trepes fáciles y cuando llegamos arriba la sorpresa, tan puntudo que se ve desde abajo, pero es una gran meseta con muchos promontorios que podrían ser la cumbre. Empezamos a buscar alguno que tuviera una pirca o un libro y !bingo! al segundo intento encontramos una pequeña libreta con una firma del primer ascenso más varias otras. |
Nosotros no teníamos lápiz así que no pudimos firmar pero filo, estábamos en la cumbre y la alegría era mucha. La visual hacia el Freile, Punta Brasil, Punta Italia y tantos otros era hermosa, estaba medio tapado pero no hacia frío, después de un rato de fotos y abrazos comenzamos la bajada.
El primer rapel, impecable, sin ningún problema, el segundo iba igual, hasta que tiro la cuerda para recuperar y... la maldita se atasca, mil veces murphy, que rabia, íbamos tan bien. Con Fernando tuvimos que hacer un montón de peripecias para rescatarla, escalar por otro lado, montar una seudo reunión y bla bla, hasta que la recuperamos.
Foto: Nolberto, Fernando, Elvis. Cumbre del Morro Escondido. |
El resto de la bajada fue larga y pesada, el pique es largo, Feña que mete el pie en una grieta, cae una neblina que no deja ver nada, en fin, lo de siempre. Cuando llegamos al lugar del vivac no había nadie, descansamos poco, comimos algo mientras armábamos las mochilas, queríamos bajar rápido desde ahí para cruzar el puente de roca con las últimas luces del día, ya eran cerca de las 18:00 hrs y nos quedaban pocas horas de luz natural. |
Y bien, bajamos rápido y llegamos justo con la penumbra al puente, el detalle, no lo encontramos, y entre que lo comenzamos a buscar nos pilló la noche, que lata, ya pensaba quedarme a dormir ahí. Pasó mucho rato buscando entre los rocones gigantes hasta que Nolberto y Fernando dieron con la pasada justa, mientras yo pestañeaba tirado por ahí.
Seguimos caminando con la espalda media dormida y llegamos al lugar de encuentro, Julio nos estaba esperando a pesar de la hora (Gracias Julio por la paciencia), ya eran pasadas las 23:00 hrs. Nos tiramos dentro del auto, nos salimos del camino por perseguir liebres, pasamos a San José a comprar algún vituperio, y a eso de las 02:30 me pude acostar, gracias a que Julio me paso a dejar a la casa...
Y eso fue el Morro Escondido.
Autor: Elvis Acevedo R.
"Alta, alta, alturas indomables!!. Escondes en los riscos la verdadera línea de la existencia humana, la única exactitud americana, la eternidad inagotable, la vida que late con corazón de piedra"