Cerro Mesoncito

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  • Altitud: 3930 msnm.
  • Ubicación: Sierra Negra - VI Región.
  • Fecha: Noviembre del 2017.
  • Integrantes:
    • Elvis Acevedo (P. Alpinos)
  • Ruta: Cara NE.
  • Expedición: Beer Machine Climbing III.

Ya llevábamos varios días en la zona de la Sierra Negra, teníamos tres cumbres en el bolsillo, con bastante trabajo y poco descanso; y viendo paisajes maravillosos en una zona de la que poco y nada sabíamos antes de ir.

Con este panorama y ya instalados en nuestro segundo campamento en el valle, dejando de lado el confort y comodidad del campamento en la laguna Caballo Muerto, partimos por el que era para mi el objetivo principal del viaje, el Cerro Budapest.

Cada vez que pude, y desde todas las perspectivas que gane en las otra cumbres, lo ametralle de fotos para después mirarlas y buscar una buena ruta diferente a la del primer ascenso. Y así di con una línea bien directa y bonita, que en la parte baja presentaba algunas dificultades por terreno mixto, y más arriba se iba simplificando.

Cerro Budapest

Foto: Cerro Budapest.

Lamentablemente mis otros tres compañeros, cuando estábamos cercanos a la base de la montaña, no se entusiasmaron tanto como yo, y optaron por intentar la ruta de la primera ascensión - que era bonita igual - pero no era lo que buscaba.

Pancho y Nico, tremendos escaladores de roca, se mostraban algo inseguros en algunos terrenos de roca suelta a pesar de su alto potencial, y Jaime, bueno, Jaime no opina y tiende a sumarse a la opción mayoritaria, así que quede en desventaja de 3 a 1.

Me decepciono un poco la actitud grupal, pensando que la suma de todos hacia del grupo uno bastante fuerte, y podíamos pensar en grande, pero al final no fue así y seguimos avanzando hasta el portezuelo que separa el Cerro Lagrimas del Budapest.

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Foto: Intento al Budapest.

Me quede algo atrás, un poco apestado, pero cambie de switch y apure el paso para alcanzar a mis compañeros y ver si necesitaban algún tipo de ayuda, ya que parecía que la ruta se escarpaba bastante en las partes superiores.

Los alcance después de superar un tramo de nieve fácil pero algo expuesto a una caída larga. Pancho y Nico se preparaban para ir ya por el primer largo de cuerda, Jaime acompañaba. Punteo Francisco tranquilo pero eficiente, sufriendo un poco por la calidad de la roca, y bueno, zona central, así es la cosa.

No se cuanto se demoro pero no fue mucho. Luego subió Nicolás, y después yo. No fue un tramo complicado, la roca - para otros parámetros - estaba bastante decente, o al menos tengo más costumbre en ese tipo de terrenos. Después de una bonita travesía haciendo rechinar los crampones en la roca, alcance a los muchachos y nos apretamos en una reunión algo estrecha, pero cómoda, desde ahí aseguramos a Jaime que nos alcanzo bastante rápido.

Estábamos justo bajo la cumbre norte, el picacho que desde lejos se ve a la izquierda de la cumbre principal. Pancho subió a ver si se podía seguir por la misma arista, pero bajo diciendo que no, mi opción era un rapel hasta el portezuelo entre ambas cumbres, desde ahí los últimos metros a la cumbre principal eran fáciles, lo sabia, lo sentía, esa cumbre me estaba esperando hacia meses, o años, desde que la vi por primera vez en una exploración en la zona, pero…

Los chicos estaban incómodos, la roca suelta no es de su gusto, bueno, del de nadie claramente, pero uno esta mas acostumbrado, sabe escoger las que aguantan, y apretar en la dirección correcta las que se mueven. En fin, la motivación grupal era dispareja, yo quería seguir y seguir pero no veía el mismo ánimo en el resto, Pancho y Nico preferían bajar y Jaime para variar no decía nada.

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Foto: Travesía en el Budapest.

Me trague la pena de no seguir por el cerro que mas me interesaba, pero éramos un grupo y además no podía seguir solo, tendría que usar la cuerda, la que también debían usar los chicos para bajar, o sea, imposible. Rapelamos, llegamos al punto donde empezamos el primer largo y desde ahí en libre para abajo.

Durante toda la mañana había escuchado a mis compañeros hablar de la travesía Budapest-Mesoncito, yo me había hecho el loco pensando que primero había que llegar al Buda y después vemos, pero el equipo se veía bastante confiado y seguro.

Después del rebote en el Budapest y bajando, pensé que ya no nos quedaban muchos días para mas cosas, era la ultima chance de hacer algo y el Mesoncito estaba ahí, al alcance de la mano. Al ser mas bajo que el Buda era casi una travesía que haría perder poca altura hasta llegar a la base de una canaleta de unos 150 metros que dejaba en el plateau cumbrero. Y además lo habíamos hablado toda la mañana.

Pegue un grito, dije ¡Vamos al Mesón!!, Jaime apaño de una, ¡yo voy! dijo, estaba justo detrás de mi, Nico miro y no dijo nada creo, o no escuche. Pancho había bajado muy rápido sacándonos ventaja. Me asome a un promontorio de nieve para tener buena visual del recorrido, y cuando vi que era factible, decidí ir por el.

Le di con todo, Jaime partió detrás mío, pensé que los chicos también. Iba por la base del Budapest mirando mis ideas de rutas anteriores, buenas todas, pero para la otra.

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Foto: Retirada desde el Budapest.

Iba en una travesía levemente descendente, en nieve blanda a ratos y decente a otros, tratando de no bajar mucho. En un momento veo un punto mucho mas abajo, me pareció extraño, era Pancho, seguía bajando, después cerré un poco los ojos y vi a Nicolás cerca de el, no habían venido, bueno pensé, Jaime viene, pare a esperarlo, lo había visto partir detrás de mi, pero pasaron como cinco minutos y no lo veía, de repente lo vi aparecer detrás de unas rocas, iba bajando también, que arrugón pensé…

Me quede solo con mi motivación, pero ya había entrado en un estado en que no hay nada que hacer, iba a seguir, no me pasa muy seguido pero cuando me pasa no tengo forma de detenerme, se me pasa el cansancio, me logro concentrar completamente en lo que estoy haciendo, imposible cometer un error, estoy 100% conectado a mi entorno, se puede caer el mundo a mi alrededor y no me distraería de lo que debo hacer.

Así seguí, los chicos pararon, pensé que iban a hacerme barra, pero se juntaron y siguieron. Pase por algunos resaltes rocosos sencillos, iba atento, sobre mi había una amplia arista rocosa, en cualquier momento podía caer algo. Aunque las zonas marcadas con avalanchas las había pasado en la base del Budapest y ahora transitaba por neveros sin huellas de desprendimientos prefería mantenerme atento.

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Foto: Salida de la canaleta del Mesoncito.

Pase otro resalte, y estaba mirando para abajo, visualizando la ruta de bajada para después, que levante la vista y vi la entrada de la canaleta a escasos metros de mi posición.

Mas ganas me dieron, le di con todo, huella hasta la rodilla en algunos tramos, paso a paso fui subiendo en línea recta, viendo cada vez mas cerca el final de la canaleta, hasta que - y para variar - casi sin darme cuenta me encontré a escasos dos metros de ella.

Estaba mas empinado y la nieve muy blanda, pensé en salir atento y sin relajarme por estar tan cerca de la cumbre, no sabia como era el terreno al otro lado, podía haber alguna pequeña cornisa y pasar volando hasta el otro lado del valle. Así que me moví a mi izquierda y salí mas pegado a una banda rocosa que me daba la seguridad de no estar en terreno flotante.

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Foto: Sierra del Brujo desde la cumbre del Mesonsito.

Pocos pasos más y todo se aplano, mire a mí alrededor, la cumbre es muy amplia, no esperaba encontrar nada cuando cerrando un poco los ojos para enfocar mejor… una pirca, siii, una pirca de cumbre…

Volé hacia ella, la mire, le tome un par de fotos y la desarme para ver que había. La clásica lata oxidada con algunos maltratados testimonios adentro. Me encanta este momento, viajar por el pasado, imaginar a quienes estuvieron antes que yo, y como generalmente me pasa, el cerro llevaba como 35 años sin visitas.

Los testimonios hablaban de tres ascenso previos, el ultimo de ellos a finales de los 70, me sentí feliz de que la montaña volviera a sentir pisadas en su cumbre, y pensé que ojala no pasen otros 40 años para una nueva visita, el Mesoncito es realmente un cerro hermoso.

Cumbre

Foto: Cumbre en el Mesoncito.

No baje nada, tampoco deje mas testimonios, ya perdí la costumbre de andar dejando papeles en los cerros, antes se justificaba, hoy con la modernidad no hace falta dejar nada para tener un registro de los ascensos de una montaña. Estuve un montón de rato. Saque fotos y fotos a las montañas del entorno, desconocidas, sin nombres, valles escondidos, un sueño…

En algún momento y con pocas ganas comencé a bajar. El descenso fue muy tranquilo, algo pesado por la nieve blanda en algunas partes, y con sus buenas decenas de metros en “pottinboard”. Estaba bastante ventoso, lo que aminoraba el calor.

Llegue al campamento feliz de la cumbre, con ganas de contarle a los chicos lo que había encontrado, estaban todos en la misma carpa, pero no me inflaron mucho, así que me fui a la mini pirca que habíamos hecho y me senté cuan largo soy a descansar un poco, el sol pegaba fuerte.

Me quite la mochila, me saque el equipo de encima, deje todo de lado y admire el paisaje. Sacando cuentas de los días que quedaban no estaba seguro de que alcanzáramos a intentar algo mas, la bajada era larga, debíamos recoger depósitos y llevarnos toda la basura, así que nos quedaba bastante trabajo. Pensando en eso me sentí mejor aun, por haber aprovechado la oportunidad de subir una montaña mas, hay que estar atentos a las oportunidades que nos dan las montañas.

Creo que al día siguiente descansamos, nos habíamos tomado pocos días de descanso en el viaje, la mayoría aprovechando algo de mal clima, así que vino bien el flojeo.

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Foto: Campamento II, se ven de izq a der: Nevado Cortaderal, Lágrimas, Budapest y Mesoncito.

Luego de eso ya comenzamos el regreso, primero a la laguna Caballo Muerto con Jaime, mientras Pancho y Nico se quedaban un día más en el Campo Alto tentando alguna cumbre más, cosa que no fructifico.

Después vinieron algunos porteos entre la Laguna Caballo Muerto, la Laguna de las Golondrinas en la entrada del valle, y finalmente las instalaciones de la Bocatoma San Andrés, donde pasamos la ultima noche vivaqueando, igual que hace dos años cuando con el "Rucio" Hernández bajábamos con congelaciones en los dedos después de escalar el Alto de los Arrieros.

Al día siguiente el apoyo logístico de mi hermano llego en forma de camioneta, y cansados y hediondos volvimos a la civilización después de dos semanas de montaña, dos semanas de pura vida…

 

Autor: Elvis Acevedo.

 

"Los cobardes agonizan muchas veces antes de morir; los valientes ni se enteran de su muerte..."

Julio Cesar.