Primer Ascenso a la Cara Sur del San Emeterio (Barros Negros)

Todos los que han estado en el Observatorio "El Infiernillo", seguramente al mirar por sobre el Cerro La Perla hacia el nor-oeste, han visto un cerro que se impone sobre los de su alrededor. Llama la atención por su pendiente sur y sus enigmáticos filos que lo hacen a uno pensar por dónde y cómo conquistarlo, sobre todo en pleno invierno cuando se encuentra recubierto de una gruesa capa de nieve lo que le da un magnífico aspecto.

El deseo de ascenderlo nació en mí desde el primer momento. Por fin después de larga contemplación, cinco años admirándole en toda época, me encontré arribando a su cumbre ¡Qué extraña sensación de triunfo!. Tuvimos un instante de descanso en esa cumbre y fuimos unánimes, mis compañeros y yo en calificarla como una buena ascensión.

Iniciamos el descenso, el bienestar invade nuestros espíritus mientras cruje la nieve bajo nuestros pies. Mi preocupación por este cerro me llevó primero a indagar si estaba escalado, por quiénes, cuándo y por dónde. Datos vagos me informaban que tenía sólo dos o tres ascensiones, pero nunca supe con certeza la ruta seguida por estas cordadas. Por fin me contacté con Orlando Marambio, socio del Mañke, el cual lo habia ascendido, no obstante la ruta seguía incierta, por lo tanto decidí en el año 1973 explorar una posible ruta directa por el sur o por el filo este. No encontrando a un compañero con tiempo disponible, fui solo.

Desde Pérez Caldera por el cajón del Plomo cruzando al cajón de Castro por el paso del mismo nombre. En esa oportunidad disfruté de un espectaculo realmente hermoso, el cerro el cual se eleva desde la laguna Turqueza desafiante con su cara sur. En esa oportunidad subí hasta un pequeño glaciar cubierto que existe por su lado sur y exploré el filo y su pared, después de esto decidí volver en otra oportunidad con algún amigo para conquistar esta hermosa cumbre.

Por fin el 22 de Diciembre de 1974, acompañado de Jorge Quinteros y Ernesto Surhoff, partimos hacia nuestro objetivo. A las 12 hrs nos internamos por el Cajón del Plomo con dirección norte hacia el Paso de Castro, a donde llegamos a las 17 hrs. Cuando mis amigos vieron el comentado "San Emeterio" quedaron impresionados y algo pesimistas e incrédulos de mis pretenciones, (después me lo contaron).

Descendimos a la Laguna de Castro donde acampamos en unas pircas hechas por los pescadores, que van a la laguna a la pesca de truchas. El día 23 a las siete de la mañana nos dispusimos a intentar nuestra ruta; ascendimos entre esteros y lagunas muy hermosas buscando la entrada a la base del cerro, encontramos la nieve en mal estado, subiendo directamente o haciendo travesías por pendientes sin mayores problemas que el enterrarnos hasta la rodilla, mirábamos hacia arriba algo indecisos en atacar la pared directamente o desviarnos al filo este que parecía ofrecer alguna ruta, pero también era una incognita. La pared presenta dos franjas horizontales de rocas y en medio hay pendientes muy pronunciadas, y su salida a la cumbre se ve no muy clara por lo que podía darnos muchos problemas.

Por fin ya en la base de las rocas nos decidimos a atacar directamente; nieve en mal estado, pasadas de escalada en roca de un tercer grado, superamos la primera franja de roca y nos encontramos en una pendiente de nieve que se encontraba muy inestable y de unos 45º de inclinación, aumentando gradualmente hasta alcanzar unos 60º al unirse a la roca donde existe hielo vidrio. Un paso de roca algo delicado nos conduce a una travesia hacia la derecha y subimos para encontrar alguna subida a la segunda franja de roca la que se veia en muchas partes extraplomada o recubierta de verglas, a la derecha existe una especie de diedro al costado de unos chorros de verglas no muy convincentes y decidimos intentar por ese lado, gracias a lo bueno de la roca subimos sin problemas colocando un clavo de seguro en medio donde nos reunimos y comentamos lo hermoso de los pasos, los que relacionamos con recuerdos de escaladas en los Alpes leídos en los libros clásicos de montaña.

Proseguimos por esta ruta superando la segunda franja donde con un buen clavo de seguro salimos en una nueva pendiente de nieve de 50 o 55º, donde tuvimos que asegurar muy bien y con bastante preocupación por la gran cantidad de nieve blanda que por su estado podía precipitarse en un alud; después de varios largos de cuerda en esta zona inestable y pasando por algunas rocas intermedias que nos daban más seguridad, arribamos a una especie de espolón de roca muy mala que subía en dirección a la cumbre, nos dio algunos problemas por la falta de buenos seguros. Después de dos o tres largos de cuerda llegamos a un filo de donde se podía ver a no más de 10 o 15 metros el punto culminante del cerro.

Nos reunimos los tres, contentos de haber alcanzado nuestro objetivo y aunque muy mojados, descansamos en la cumbre y contemplamos el hermoso espectáculo que nos circundaba. Observamos la ruta seguida por todos los que habían subido anteriormente; con sorpresa encontramos nueve ascensiones registradas en el libro de cumbre, todas por la vertiente oeste, ruta que seguramente es también muy hermosa.

Observamos el filo este, el que pensábamos elegir como ruta, se divisa muy difícil, con gendarmes o en partes como cuchilla, ruta difusa y de pura escalada, es seguramente un interesante objetivo para una nueva ruta al cerro. Hacia el norte existen canalones verticales, espolones, paredes, etc., ruta complicada, después de examinar todas las posibilidades descendemos por donde subimos, asegurando muy bien nuestros largos de cuerda:

"Tito desprende una piedra no más grande que una manzana, la que cae en la pendiente por donde habíamos subido y produce un deslisamiento de la nieve, produciendo un alud que se desliza y cae por la pared y se pierde de nuestra vista"

En la franja superior de roca tuvimos que abandonar un excelente clavo extraplano, las travesías y las pendientes inferiores nos quitaron bastante tiempo por el cuidado que debíamos poner. Por fin llegamos a una zona menos expuesta pero de nieve en muy mal estado por donde avanzamos con la nieve hasta los muslos.

Muy cansados pero contentos llegamos a nuestro campamento a las 11 de la noche, donde descansamos y nos dormimos pensando en el mañana cuando volvamos a encontrarnos en una nueva ascensión vivificante como la que terminamos de efectuar.

En la mañana con nuestro regalo de navidad en nuestro espíritu, nos aprontamos a llegar a nuestros hogares a celebrar a nuestros seres queridos.

Autor: Manuel Parrines B.

NDLR: Extraído del Anuario de Montaña FEACH 1973 -1977.

 

"Cada vez brilla una faceta nueva en el cristal, cada paso, es un nuevo paso hacia nuevas posibilidades ilimitadas..."

Kurt Diemberger.