Volcán Tinguiririca
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Después de resolver toda la majamama de enredos, testimonios equivocados y pircas sobrantes en la cumbre del Azufreras, comenzamos la marcha hacia nuestro segundo objetivo del día, el Volcán Tinguiririca.
Para esto comenzamos a bajar por el filo norte del Azufreras, bastante angosto. Era cómodo caminar por el borde del cráter, pero no media más de medio metro. A la izquierda las laderas de piedra dura típica de los volcanes, y a la derecha, una caída larga hasta el fondo del cráter, bastante larga, hartos metros pasarían antes de pegarse con algo. Como es lógico según las leyes de Murphy, el viento soplaba de Oeste a Este, o sea, empujaba hacia el abismo.
Así le dimos por algunos minutos, sin vislumbrar bien si venia una buena bajada hacia el portezuelo Tinguiririca - Azufreras, o tendríamos que largarnos pendiente abajo por terreno duro y apestoso.
Foto: Dejando atrás los penitentes, con la cumbre a la vista... |
Al poco rato resolvimos la duda. Esta vez por fin - como pocas - se nos dio la mejor opción. Una pendiente de tierra blanda nos llevó en pocos minutos a la base del Tinguiririca, donde empezamos a buscar la mejor metida al glaciar, por terreno de nieve y hielo tapado de tierra. Encontramos la pasada, nos pusimos crampones y a darle. Subimos por algunos metros duros pero cómodos, hasta salir de la zona sucia y poder entrar al glaciar mismo, donde nos esperaban unos grandes y bonitos penitentes de buen tamaño, de metro y medio para arriba. |
La cumbre se veía cerca, pero el avance no era tan rápido como quisiéramos. A pesar de eso acortábamos distancia, siempre buscando las mejores y más simples pasadas a través del laberinto de hielo. Corrían pequeños riachuelos producto del sol por todas partes, también se formaban pequeños pozones, había que tener cuidado de no meter la pata al agua, lo que igual paso un par de veces.
Avanzamos directo al norte, o sea, directo a la cumbre. En la medida que ganábamos metros los penitentes iban disminuyendo su tamaño hasta desaparecer y dejar una pendiente de nieve abierta en todo el último tercio del glaciar, esto nos permitió avanzar rápido por algunos momentos, hasta que pillamos las primeras grietas. Estás no eran muy grandes y tenían puentes firmes, tampoco eran muchas, por lo que no perdíamos mucho tiempo en ellas. Sin embargo al avanzar apareció la primera de un tamaño un poco más respetable, a pesar de eso y siempre con buenos puentes, la pasamos con facilidad.
Estaba despejado y había bastante sol, pero producto del viento la temperatura no ascendía mucho, por lo que no nos preocupaba que los puentes pudieran reblandecerse en la bajada. Ya faltando poco para salir del glaciar y pasar a lo seco, nos topamos el grietón, la que no falta, la grande, de un tamaño más que intimidante y no descubierta del todo. Nos hicimos a un lado del borde abierto, metimos piolet y este no tocaba fondo solido, “Es que hay nieve fresca” le dije al Juan Carlos, que no me miraba con cara de muy convencido, pero pisé fuerte y no pasó nada, un par de pasos más y la grieta quedó atrás. |
De ahí llegamos a un tramo con nieve fresca. Progresamos rápido con los crampones hasta llegar a los seco. Esta parte fue latera, terreno seco, duro y resbaloso, pero sabíamos que era poco, que cada paso que diéramos nos acercaba metro a metro a la cumbre, y así fue, a eso de las 14:30 horas aprox nos tiramos al lado del monolito que marca la cumbre, intentando evitar un poco el fuerte viento que había.
Ptas' que estábamos contentos, objetivo de la salida cumplido, la visual hacia el norte nos regalaba vistas a proyectos que nos ha sido difícil concretar debido a las empresas de la zona, principalmente Hydro-Chile y su mala voluntad.
La Sierra del Brujo, el Volcán Palomo, el Alto del Azufre y las Puntillas del Azufre, el Cerro Moño directamente al Este, sin ascensiones al parecer, un objetivo de primera, como casi todos los cerros de esta zona, sin ascensos o con solo algunos pocos, salvo el Palomo que recibe mas visitas. Parece que es el único cerro que los Rancaguinos son capaces de ver en esa zona.
Foto: Juan Carlos Caro en la cumbre del Tinguiririca. |
El viento amainó y pudimos estar bastante rato disfrutando las vistas que nos regalaba la cumbre, no podía faltar el pucho y el relajo fue total. Unos duraznos, algunas galletas y el buen salame para recuperar grasa perdida, no habíamos comido nada desde el desayuno, hacía bastantes horas ya. Sacamos todas las fotos que pudimos, en todas direcciones, pensando en futuros proyectos. Cambié las pilas para poder hacer algunas grabaciones de video con la cámara, igual hacía frío producto del viento así que las pilas se descargaban rápido. |
Vimos los testimonios y dejamos el nuestro, ninguna nube, al contrario de días anteriores hoy no se nublo, hoy salió todo perfecto, el Tinguiririca nos recibía gustoso de nuestra visita, o eso parecía el menos.
Después de un rato decidimos comenzar a bajar, sabíamos que nos quedaba un largo trayecto hasta el campamento. Esquivamos la parte de las grietas bajando más cargados a nuestra derecha, por el borde del glaciar, aprovechando unos neveros con algo de hielo por donde era fácil cramponear.
De todas formas tuvimos que volver a entrar al glaciar en la zona de los penitentes, en dirección al portezuelo que separa el Tinguiririca del Azufreras. Nos costó un poco encontrar la pasada más sencilla entre tanto penitente, tierra y quebradas, pero después de un rato estábamos bajo el filo norte del Azufreras.
Foto: Bajando por el Glaciar Sur del Tinguiririca. |
Decidimos subir y bajar de nuevo pasando por la cumbre del Azufreras. Mejor terreno conocido. Pensamos en rodear pero no sabíamos el terreno que nos íbamos a encontrar, duro, blando, fácil, etc. Ni ahí con improvisar, estábamos bastante cansados para eso. Subimos de nuevo, no fue tan largo pero había nubes y un viento infernal que a todo momento empujaba hacia el abismo del cráter. Caminar por ese angosto filo no fue sencillo, pero al final tranquilos y helados salimos arriba. |
Bajamos un poco a la derecha y cruzamos hacia el Este todo el nevero de la parte alta del cerro, latero, con agua, penitentes, pero lo último donde íbamos a usar crampones, después conectábamos los acarreos, y según nosotros, volaríamos hasta abajo.
La bajada se hizo larga larga, piedras y más piedras, de todos los portes, ninguna firme, pero paso a paso acortamos distancia y llegamos a la carpa con las últimas luces del día, con esto terminaba nuestra actividad en la zona y podíamos volver de lo más contentos.
Foto: Último campamento antes de volver a Termas del Flaco. |
La vuelta la hicimos en dos días, con un campamento intermedio en la laguna que esta poco antes del portezuelo que baja al Cajón del Guanaco. Se puede hacer de un viaje pero la idea nuestra es disfrutar un poco también, no andar corriendo por las montañas, mas que mal, son nuestras vacaciones...
Al segundo día llegamos a las termas, muy buen ambiente, nos tomamos hartas cervezas, comimos hartas empanadas y al final, Carabineros nos dio permiso para bajar esa misma noche a San Fernando, y de ahí, a la nuestra querida y contaminada capital...
Autor: Elvis Acevedo.
"Prefiero una libertad peligrosa, que una esclavitud tranquila..."
Lionel Terray.