Volcán Sierra Nevada
|
Bajamos de la laguna Espejo en una tirada larga, y nos fuimos a las termas de Malalcahuello no a relajarnos, sino a preguntar si podíamos dejar el jeep estacionado ahí mientras íbamos al volcán. Muy amablemente nos dijeron que sí.
El día anterior habíamos subido a la laguna, ahora habíamos bajado y teníamos que comenzar a subir de inmediato, el día estaba caluroso y abochornado, no se preveía una jornada muy seductora.
Ya teníamos las mochilas puestas y habíamos comenzado a caminar cuando un tipo que andaba en una camioneta y que trabajaba en el lugar haciendo alguna cosa, nos dijo que no era necesario caminar desde tan abajo, que siguiendo un camino de no sé qué y subiendo hasta no sé dónde podíamos ahorrarnos unas buenas horas. Se ganó mi simpatía inmediata. Fernanda entró con él a la recepción de las termas para recibir una explicación más detallada, yo me quedé afuera conversando con su ayudante, creo, amenamente sobre cosas de montaña. Al rato salió Fernanda y me dijo que podíamos avanzar más en auto. Yo feliz.
Nos despedimos de nuestros nuevos mejores amigos de la vida y partimos, con la intención de ganar algunos metros, todo sirve, ya teníamos encima dos semanas de viaje y varias cumbres, y a esta edad el cuerpo se resiente.
Fuimos encontrando los puntos descritos, los caminos recomendados, y comenzamos a ganar altura, el camino seguía y seguía, ya estábamos conformes con la caminata ahorrada, pero continuábamos avanzando, hasta que mucho rato después, encontramos un portón.
Para ahorrar detalles, subimos tanto que quedamos a menos de mil metros de desnivel de la cumbre, y lo que se anticipaba como una jornada demoledora, terminó siendo un paseo, ya que encontramos una hermosa planicie verde adornada de árboles, plantas y araucarias, donde armamos la carpa al lado del jeep. Si Diosito nos quiere mucho creo yo...
Pasamos una tarde regalona, con vistas hermosas y con un cielo algo nublado que más una suave brisa mitigaban el calor. Fue perfecto. Quedamos listos para intentar el cerro al día siguiente.
Partimos de noche, creo que fue la única vez que partimos oscuro, aunque oscuro no estaba, la luna iluminaba cual ampolleta celestial el hermoso paisaje. Hasta que entramos al bosque claro. El primer tramo era por la continuación del camino vehicular, así que era imposible perderse, o eso pensábamos, y teníamos la idea de salir al filo justo con las primeras luces del amanecer. A ver si le apuntábamos.
Hicimos tranquilos el tramo oscuro, poco a poco comenzó a aclarar, las siluetas de las copas de los árboles se hicieron más visibles, la luz comenzó a inundarlo todo, se comenzaron a escuchar más pajaritos, y nos dimos cuenta de que estábamos casi saliendo al filo norte del volcán. Nos asomamos al filo y ganamos una espectacular visual en todas direcciones, araucarias enrojecidas por las primeras luces del amanecer, el Tolhuaca y el Lonquimay con sus nieves anaranjadas... no quiero hacer el intento de escribir las sensaciones de ese momento porque no me va a resultar... fue mágico.
Pasado el embobamiento matinal comenzamos a subir por el filo norte del Sierra Nevada, esa ruta que no habíamos considerado para nada porque Fernanda me había dicho que le tincaba fea, y que estaba resultando la más hermosa de todas las que habíamos hecho este verano. Un filo claro con visual en todas direcciones, una ruta sencilla, pero de tan simple, muy elegante. Una línea directa, sin vueltas y recovecos. Hermosa.
Subiendo y subiendo, descansando un par de veces, llegamos al comienzo del cono final, acá el sendero va entre rocas y la pendiente aumenta, llegamos a la cima de un pináculo y al otro lado tuvimos que hacer algunas maniobras para bajar esquivando un corto planchón de hielo duro, tan corto que nos dio flojera sacar los crampones solo para ese tramo. Al otro lado una subida por una pequeña quebrada, y al ganar la parte superior apareció la nieve. Había que realizar un traverse, y al final subir de manera directa por una pendiente bastante pronunciada. Acá si nos pusimos los crampones.
Nos fuimos felices sintiendo el crujido de nuestros pasos, sonido tan familiar y agradable, llegamos a la parte donde la pendiente aumenta, un tramo fuerte incluso, de unos 60 grados, luego un traverse y otra subida hasta la base de una canaleta de acarreos seca. Terreno entretenido. La ruta, aunque fácil, estaba variada y dinámica. Muy entretenida.
Le pedí a Fernanda que me diera varios metros de distancia por si caía alguna piedra, pero el trayecto fue menos complicado de lo que parecía. Llegué arriba, y al solcito me quedé esperando a la cordada. Al rato llegó, y me mostró un Inreach que se había encontrado botado. Yo no lo vi...
La subida continúa por senderos, acarreos, y algunos pasos rocosos muy simples, hasta llegar a ¿la cumbre?
Una pirca gigante acompañada de un mástil cumbrero parecía indicar el punto más alto, pero al mirar más al sur se veía otra punta evidentemente más alta. Para estar seguros se nos ocurrió mirar un track que teníamos, y este acababa donde estábamos parados, pero ni ahí, era evidente que la cumbre era la otra punta, y, además, el camino se veía tranquilo. Nos demoramos menos de quince minutos creo en llegar a la cumbre real, marcada con una pirca, y donde hacia el sur ya no hay nada más que subir, era claramente el punto más alto, también según en mapa, y con una nueva hermosa vista, nos abrazamos por la última cumbre de este periplo veraniego.
Mucha alegría, yo estaba muy contento de por fin, haber dedicado tiempo a subir volcanes sureños. Podíamos ver la laguna espejo más abajo, incluso algunas carpas, y varios otros volcanes en todas direcciones. El día estaba soleado y sin viento, era temprano, no teníamos apuro, nos quedamos mucho rato en la cumbre.
Mientras sacaba fotos con el zoom vi algunas personas llegar a la antecumbre, la de la pirca, me ganó la curiosidad de saber si continuarían hasta la cumbre, o se quedarían solo allí, me parecía una tontera no recorrer esos quince minutos después de hacer el 98% de la ruta, pero no fueron, se quedaron allá, y se devolvieron.
Con algo de pena y después de disfrutar mucho, comenzamos a bajar. Todo salió bien, salvo que nos perdimos en el bosque, pero al final de una u otra forma llegamos a la carpa a disfrutar de esta hermosa ascensión.
Linda montaña, linda ruta, lindos paisajes. Muy recomendado. Al día siguiente comenzamos el regreso a la apestosa ciudad.
PD: Ubicamos al dueño del Inreach y se lo mandamos de vuelta. La buena obra del día.
Autor: Elvis Acevedo Riquelme.
"El hombre más irresistible sobre la Tierra, es el soñador cuyos sueños se han hecho realidad..."
Tania Blixen.