Volcán Cari Launa
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Después del ascenso del Colorado, decidimos continuar nuestro periplo maulino con el volcán Cari Launa, que era como el objetivo principal del viaje. Habíamos vivaqueado en su base, quedando listos para comenzar el ascenso.
Cuando lo miré desde la cumbre del Colorado, me pareció un infernal acarreo empinado de piedras sueltas que se te meten en los pies, pero la visual desde la base lo hacía parecer más amigable, salvo en el tramo final a la cumbre que de nuevo se veía empinado y suelto. Habría que ver en terreno como era la cosa.
Despertamos y después de un buen café partimos -ya con luz- al volcán. Habíamos decidido la tarde anterior subir por un sector de vegas, muy verde y bonito, hasta llegar al filo que se desprende de la cumbre y que termina bajando casi hasta el paso fronterizo. Este tramo fue amigable, aunque a veces un poco incómodo por lo húmedo y resbaloso, pero en general estuvo fácil y no nos demoramos mucho en llegar al filo.
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Acá me junté con Willy y esperamos a Fernanda, la vista era muy linda en todas direcciones, el día estaba despejado y con un sol agradable, pero acá estábamos más expuestos al viento. Hacia el otro lado se veía la laguna Cari Launa, y un sector de lavas dacíticas muy llamativo, mudo testimonio de épocas más activas para este volcán.
Ya reunidos todos continuamos por el filo, me gustan las rutas por filos y aristas, son estéticas, permiten tener muy buenas vistas y no hay como perderse, aunque son más expuestas al viento, que ahora nos golpeaba con bastante fuerza.
Con algunas subidas y bajadas nos acercamos al cono final de la cumbre, de lejos parecía un acarreo insubible, de 90 grados y suelto, pero todo se ve más empinado de frente, esa lección me la aprendí hace rato. En la medida que nos acercamos a la base, la pendiente cedió, y el terreno que parecía un castigo del infierno por toda una vida de pecados, se trasformó en algo amigable y común. Nada del otro mundo.
Fuimos ganando altura, alguna zona un poco más suelta requirió atención para no tirar piedras al que venía atrás, un sector con incrustaciones de obsidiana me llamó mucho la atención, eran muchas sobresaliendo del terreno y bastante filudas, se veían muy lindas.
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Por algunos resaltes un poco más parados llegamos a la base de la cumbre, Willy se mandó por un terreno que no parecía muy buena idea, por la izquierda, yo porfiado me fui por la derecha, aunque se veía peor parecía ceder un poco más adelante. Y así fue, después de algunas piedras sueltas hasta rastros de sendero encontramos, volvimos al filo principal, y pocos metros allá, llegamos a la cumbre… alegría alegría, Willy apareció pocos minutos después sin novedades…
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Cumbre, la segunda de este mini viaje, muy linda, vista hermosa, día soleado y con viento fuerte a ratos, pero que en la cumbre estaba amigable, como para poder disfrutar. Estuvimos harto rato, sacamos hartas fotos, y como siempre, con pocas ganas, comenzamos a bajar.
El descenso no tuvo contratiempos, cortamos derecho hacia abajo por algún lugar de no sé dónde, y salimos bien cerca del jeep, y acá, entre agüita, pasto y cervezas, se nos fue el resto de la tarde. Mañana íbamos por otro cerrito, había que aprovechar el vuelito…
Autor: Elvis Acevedo Riquelme.
“Mi corazón permanecerá donde mi cuerpo no podrá volver nunca más”
John Forbes.