Cerro Vega
|
El Vega; cerro que supe que existía cuando años atrás me subí hasta la entrada del cajón de Lo Valdés buscando fósiles. Lo vimos a lo lejos, no sabíamos cómo se llamaba, de hecho, nunca habíamos visto ese cajón, así que era todo un descubrimiento. Lo intentamos un par de veces años después, sin información, sin Andeshandbook, sin nada, y en nuestro mejor intento logramos llegar al portezuelo Corona - Vega, quedando tapados por un diente rocoso bastante grande.
Durante el 2004, en una de esas tardes medio ociosas de poco trabajo, me llamó al Laboratorio Juan Carlos Caro, a estas alturas compañero de un buen lote de cumbres y no cumbres. Me propuso hacer algo el fin de semana, pero como siempre no me dijo que cosa, dejando la pelota dando botes. Se me vino a la mente mi querido cerro Vega, lo llamé de vuelta y se lo propuse, aceptó y estábamos listos.
Afinamos rápidamente los detalles por teléfono, todo simple, como debe ser, reservamos pasaje en el “Turismontaña” y comenzó una nueva aventura; esta vez al cajón de Lo Valdés.
Foto: Campamento base con el mal cuidado Refugio. |
Nuestra idea era una linda canaleta en el filo norte, una que intenté alguna vez entrando de noche al cajón, y después de una helada velada durmiendo en el techo del refugio que estaba tapado por la nieve. Esa vez llegué como a 3.400 metros y me fui para abajo, me daba el sol, y las piedras que caían hacían la ruta bastante peligrosa para alguien sin casco. Sin embargo, al asomarnos en la entrada del cajón, después de superar la primera subida, nos dimos cuenta de lo poco factible de la ruta que pretendíamos por lo seco que estaba el cerro. |
Echaba pestes por el equipo extra que habíamos traído y que probablemente no usaríamos, de todas maneras, ocupamos ese día para llegar al refugio y ahí ver por donde subir.
Yo estaba cansado, la noche anterior había despedido a un buen amigo mío que se iba a Estados Unidos (El Pato Olguín) y me había retirado de la celebración a las 04:30 de la mañana, llegando a mi casa una hora después, armado la mochila, duchado, y partido a Plaza Italia para estar ahí a las 07:30 horas.
Que irresponsable dirán algunos, yo admiro mi puntualidad...
A media tarde llegamos al refugio e instalamos nuestra carpa en una de las pircas del sector. Descansamos bastante, comimos y dormimos, fuimos al refugio a conversar y tomarnos unos cafés con mi amigo Lucho Contreras y su cordada, ellos iban por el Retumbadero Alto, por el canalón de "Los Españoles", y si les daba el cuero se irían por el filo hacia el Retumbadero Norte. Además de ellos había montañistas del Club Wechupún, quienes también iban al Vega.
Foto: Cerro Vega en invierno. |
Decidimos intentar el cerro por la ladera oeste, se veía una lengua de nieve que se prolongaba hacia la parte alta del cerro, por lo menos no tendríamos que subir por acarreos. Haciendo caso omiso de mis quejas, decidimos salir temprano, no esperábamos una jornada muy larga, pero queríamos asegurar el cerro.
Rápidamente conectamos las palas de nieve, la gente del Wechupún había salido bastante más temprano al parecer ya que no los veíamos, la nieve estaba dura y el avance era agradable y efectivo, con pocas paradas; así fuimos ganando altura y mejor vista de las montañas vecinas.
Foto: Ascendiendo por la cara oeste del cerro Vega. |
Después de un par de horas de subida comenzamos a alcanzar a la gente del Wechupún y a encontrarnos con algunos resaltes rocosos, nada que dificultara mucho la subida. Ya veíamos el filo que separa las cumbres norte y sur, y empezamos a cargarnos un poco a la izquierda para ir directamente en pos de la cumbre principal. Recordaba mis intentos anteriores y pensaba lo mucho que me hubiera gustado subir este cerro con mi hermano, después de haberlo intentado dos o tres veces juntos, pero lamentablemente esta vez no estaba. |
Así nos fuimos comiendo los metros uno a uno, hasta instalarnos en lo que parecía ser la parte final del ascenso. Un leve tramo más empinado por un terreno mixto debía dejarnos casi en la cumbre, una vez superada esa dificultad solo restaba caminar un par de minutos por un terreno cómodo hasta llegar a la parte más alta.
De nuevo entré a emocionarme un poco, por tantos recuerdos acumulados, nos habíamos demorado poco más de cuatro horas, pero para mí eran años de historias por las laderas de este cerro, junto con amigos y personas queridas que ya no están para llegar a la cumbre conmigo, sin embargo, detrás mío venia mi compadre "Lobo", con el cual a esa altura ya nos proyectábamos como una cordada fuerte, afiatada y confiable. El tiempo nos daría la razón.
Después de un par de gateos y caminata estaba en la cumbre del Vega, saludé a la gente del Wechupún y a mi compadre que se reunió conmigo pocos minutos después, el abrazo fuerte y la hermosa vista de cerros como El Diablo, El Corona y el Retumbadero, además de tantos otros, una vez más, esa sensación de felicidad tan llena me embargaba, sensación que solo siento cuando estoy en la parte más alta de un cerro.
Foto: Cumbre en el Vega... |
La bajada fue fácil, llegamos temprano a la carpa y el regreso no tuvo contratiempos, el Vega fue un cerro de esos redondos, en los que todo sale bien, como reloj, ojalá todas las veces fueran así. Ya estando en Lo Valdés esperando nuestro transporte nos encontramos al Lucho, no habían completado la travesía, pero si la cumbre del Retumbadero Alto. Lamentablemente se encontró con la desagradable sorpresa de que le habían abierto el auto, como en todas partes, uno se puede encontrar de todo tipo de gente, incluso en la montaña, una pena. |
Así terminó una aventura más de montaña, aventura que nos deja un sin fin de sensaciones que nos permiten llevar mejor nuestra vida de ciudad, sensaciones que duran hasta el próximo cerro.
Autor: Elvis Acevedo Riquelme.
Resumen de las ascensiones del Grupo al Cerro Vega:
Septiembre del 2004: Juan Carlos Caro - Elvis Acevedo.
Mayo del 2008: Juan Carlos Caro - Jaime Wastavino.
Febrero del 2009: Roberto Toro + Invitados.
Mayo del 2013: Elvis Acevedo - Cristian Hernández + Invitados (Apertura Arista Oeste)
"En realidad, subió también porque le gustaba probar la gozosa fuerza de sus músculos en la lucha con las escarpadas cumbres, y luego, al dominarlas, llenarse los ojos de horizontes. Amaba los amplios espacios, y la magnífica grandeza de los Andes..."
Ciro Alegría.