Nevado Vallunaraju

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  • Altitud: 5.725 msnm.
  • Ubicación: Cordillera Blanca - Perú.
  • Fecha: Julio del 2019.
  • Integrantes:
    • Elvis Acevedo (P. Alpinos)
    • Andrés Parra (DAV)
  • Ruta: Cara Oeste.
  • Expedición: Cordillera Blanca 2019.

Huaraz... aquí estoy nuevamente caminando por unas calles que ya me resultan completamente familiares, es cuarta vez que estoy en esta ciudad, puerta de entrada a un montón de sectores de las cordilleras Blanca y Huayhuash. Esta vez tuve ganas de variar y en un principio quería ir a la cordillera Vilcanota a través de Cusco, pero al final con solo una semana de tiempo quise aprovechar lo mejor posible los días para volver al menos con un par de cerritos bonitos. La vida del montañista asalariado…

Mi compañero en este viaje fue un amigo del legendario y administrativamente todopoderoso Club Alemán Andino, el DAV. “Parrita”; Andrés Parra, fue quien se decidió a ir a pasar penurias a cordilleras lejanas.

Nos juntamos con Parrita en el aeropuerto, el llegó primero así que no vi sus bolsos cuando los entregó, solo cuando nos bajamos en Lima no pude dejar de sorprenderme por la cantidad de cosas que llevó.

Después de dar un poco de jugo buscando el nuevo terminal de Molviltours, nos dedicamos a esperar pacientemente la hora de salida del bus que nos llevaría a Huaraz, y cuyo viaje se llevó a cabo sin inconvenientes. El plan era hace algún cerrito bueno para aclimatar un poco, y le propuse a Andrés ir por el Vallunaraju, que en mis viajes anteriores solo había visto a lo lejos pero nunca había pescado mucho, es un cerro frecuentemente ascendido, por montañistas y turistas con guía, pero desde Huaraz se ve muy lindo con sus dos puntudas cumbres, además es un cerro cercano que podíamos abordar en dos días, o tres si queríamos aprovechar de estar más tiempo en altura para aclimatar mejor.

Negociamos un taxi y nos fuimos a la quebrada Llaca, por un camino de tierra no tan malo como nos habían dicho que era, el día estaba nublado y frío, y cuando estuvimos listos para partir, lloviznaba un poco. El camino al campo base es un sendero largo en permanente subida, por terreno de vegetación baja y algo de barro. Un par de horas después de empezar a subir el cielo fue abriendo y terminamos llegando al campamento con sol y un azul intenso en las alturas, lo que nos dio hermosas vistas del Ranrapalca y el Ocschapalca.

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Foto: Campo base con el Ranrapalca y el Ocshapalca de telón de fondo.

Había solo un par de carpas, y sus ocupantes estaban guardados en ellas, tampoco vimos bajar a nadie desde la montaña. Nosotros armamos la nuestra, ordenamos nuestras cosas y nos pusimos a comer, para después de dejar todo más menos listo para el día siguiente, irnos al sobre.

Cumbre.

Nos levantamos tempranito, y ya caminábamos bajo la luz de las linternas cuando vimos tres luces más debajo de nosotros. En el primer tramo hay que ir por sectores rocosos bien señalizados con pircas de piedra, pero debido a la oscuridad hay que ir atentos a encontrarlas para no quedar metido en algún tramo más expuesto. Un rato por este terreno nos dejó a los pies del glaciar, donde nos equipamos con crampones y todas esas cosas que a la gente les encanta usar por que los hace ver más “montañistas”.

Los italianos que eran tres, la hicieron corta, se encordaron y partieron. Algo de huella quedaba a pesar de las nevadas, y el terreno se veía sencillo y muy clásico (glaciar con pocas grietas), así que le dije a Andrés que subiéramos sin cuerda y la usáramos solo si era necesario.

Como “Parrita” se estaba demorando mucho en ponerse los crampones y me estaba entrando el frío, le dije que iba a partir despacito para entrar algo en calor, y me fui detrás de los italianos a los que perdí de vista detrás de una loma. Cuando llegué a ellos, estaban perdidos, ya no había huella y no sabían para donde ir, yo me había ido despacito esperando que encontraran la ruta, pero parece que ellos me estaban esperando a mí. Se quedaron completamente parados.

Miré el terreno, había un sector con algunas grietas en formación, y después la pendiente terminaba en una especia de murallón que hacia la derecha era vertical, y hacia la izquierda tenía una pendiente más suave, era el único lugar por el que se podía avanzar con cierta lógica en dirección a la cumbre, así que después de pasar arriba de las grietas partí para allá abriendo huella en una nieve no tan pesada, que llegaba poco más arriba del tobillo.

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Iba sin lentes ópticos, así que le daba solo por intuición , me dejaba guiar por la experiencia de haber transitado tantas veces en terrenos así, o eso quería pensar, hasta que a lo lejos vi restos de lo que evidentemente eran huellas tapadas por las últimas nevadas. Más tranquilo bajé el ritmo para esperar a Andrés que venía a la cola de los italianos, los que ahora que tenían el camino marcado venían subiendo a toda máquina, ahora…

Los dejé pasar y también a Andrés para que se fuera primero, me dolía algo el estómago y no tenía interés en irme muy rápido, todos esos conceptos que se escuchan mucho en Perú y Bolivia, de que poco menos que hay que hacer cumbre casi de madrugada no me valen mucho, los glaciares se pueden recorrer básicamente a toda hora con las precauciones necesarias obviamente, y analizando bien el tipo de terreno por el que se transita, así que yo no tenía hora de llegada tope a ninguna parte. Me paseo los horarios de los guías y sus clientes…

Ya estaba aclarando y cuando llegamos al final de la primera loma comenzamos a ver el cerro completo, muy pero muy bonito, da igual si es un cerro bastante ascendido, es una montaña hermosa y vale la pena subirla.

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Foto: "Vallunarajeando"

Se vinieron horas de marcha por terreno glaciar en buenas condiciones con un par de sectores algo más expuestos, por la pendiente y las grietas, pero en general bastante sencillo, los italianos algo adelantados, pero siempre a la vista. El día estaba agradable a pesar de que nos manteníamos a la sombra, y después de un largo traverse y el comienzo de la subida que nos llevaría al portezuelo entre las dos cumbres, nos topamos a los italianos que venían de vuelta, sin cumbre, en alguna parte decidieron no seguir, al parecer en el tramo final, casi al lado de la cima.

Me entraron dudas, quizá alguna grieta muy grande, o el terreno muy peligroso, se veían bien equipados y le dieron con buen ritmo, y viniendo de tan lejos, pensaba que para devolverse era porque tenía que haber una dificultad muy grande.

No le di más caldo de cabeza y seguí subiendo, pasé por un terreno agrietado bastante feo, con un paso sobre un puente evidentemente endeble, en un sector donde la grieta era delgada, pero de una profundidad insondable. Uno nunca se acostumbra a pasar esas grietas gigantes que son abismos de decenas de metros de profundidad, siempre me impresionan.

Después de ese tramo ya estábamos llegando al portezuelo que separa las dos cumbres del Vallunaraju, con vista al tramo final, cuando “Parrita” me dice diplomáticamente “yo no punteo esa wea ni cagando”. Miré para arriba y bueno, no se veía difícil, aunque evidentemente estaba más parado que el resto del cerro, me centré más en la grieta que había que pasar antes de comenzar a subir. No era ancha, si profunda, pero había que pegarse un pequeño salto, y al otro lado no había mucho espacio para frenar, vi a mi compañero algo preocupado y le dije que usáramos la cuerda, total son tres kilos que venía cargando desde Santiago, mejor usarla, aunque fuera un rato.

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Foto: Arista final.

Pasé para adelante ante la cara larga de mi compañero, y aunque estaba con la cuerda preferí no saltar, y bajé un poco por un terreno bastante inestable para pasar la grieta en un sector donde el paso fuera más corto, la verdad digo esto para ocultar que mi elongación es bastante mala y si me estiraba mucho para saltar la grieta en la parte ancha probablemente me iba a desgarrar.

Después fuerte y derecho para arriba, parando solo para recuperarle la cuerda a Andrés, así en pocos minutos ya estábamos en la parte alta, donde después de caminar un filo angosto pero cómodo, nos zampamos la cumbre del Vallunaraju, alegría, alegría.

Llegamos arriba con un día espléndido, con pocas nubes y poco viento, la visual se adentraba kilómetros en todas direcciones mostrando montañas y más montañas; un paisaje sobrecogedor para quienes amamos esta vida de andar subiendo cerros.

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Foto: Cumbre del Vallunaraju.

Después de disfrutar un rato corto para mi gusto, se vino la bajada, que por ratos se hizo bastante pesada por el calor acumulado por las pocas nubes que pasaban sobre nosotros, pero que en un par de horas nos dejó afuera del glaciar, listos para darle por las rocas y llegar de vuelta a la carpita. Un feliz día de montaña más.

 

Autor: Elvis Acevedo Riquelme.

 

"La cosa más grandiosa de la montaña es que no tolera mentiras. Allí arriba no se puede mentir, ni tan siquiera a nosotros mismos..."

Heinrich Harrer.