Trekking del Ausangate

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  • Altitud: 5.070 msnm. (Paso Campa)
  • Ubicación: Cordillera Vilcanota - Perú.
  • Fecha: Junio del 2023.
  • Integrantes:
    • Elvis Acevedo (P. Alpinos)
  • Ruta: Circuito desde Upis a Pacchanta.
  • Expedición: Cordillera Vilcanota 2023.

De regreso en Huaraz después de mis paseos por las quebradas Quilcayhuanca y Cojup, fui al terminal de buses a recibir a mi cordada Romina Guevara, con quien teníamos buenos planes para tres semanas en Perú. Con Romina había estado hace algunos años escalando en la cordillera Quimsa Cruz, en Bolivia, más otras tantas cosas en Chile, así que era alguien conocida para mi.

Para resumir, después de una noche de alcohol y jarana, hicimos un intento al Yanapacha, donde el clima estuvo bastante malo, pero principalmente Romina se sintió mal. Pensamos que podía ser la altura, algo no tan descabellado, pero se ponía peor la cosa. Le arrendamos un burro para que le bajara la mochila y decidimos volver, estaba muy débil porque había estado vomitando mucho.

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Foto: Yanapaccha.

Salimos tarde a la curva 21 del camino, donde uno se baja para comenzar la aproximación, pocas perspectivas se veían de que pudiéramos volver a Huaraz, y, milagro, pasa una camioneta, y, milagro doble, paran y nos llevan.

Llegamos a Yungay y agarramos la última combi hasta Huaraz, fui a dejar mi mochila al hostal que estaba a solo dos cuadras para volver a buscar la de Romina, y cuando estaba en eso me llaman por teléfono y me dicen unas señoras que vendían dulces en el terminal, que la habían visto tan mal que llamaron una ambulancia, al rato me llama una enfermera y me dice que se la llevan al hospital de Huaraz.

Partí volando y bueno, para resumir, le vino un patatús que la tenía al borde del coma diabético, y ahí se quedó internada un montón de días, donde tuve que estar yendo y viniendo, haciendo trámites, llevándole cosas, y básicamente acompañándola mientras llegaba el papá. Se sintió mejor, después peor, la pasaron a la UCI, y al final se mejoró, pero de que fue un susto lo fue...

Con el papá hicimos buenas migas y aprovechamos de tomar mucha cerveza para bajar las tensiones, cuando ya supe que estaba fuera de peligro, un día antes de que la dieran de alta, cambié mis planes y decidí volver a Lima, y desde ahí volar a Cusco, ya estaba algo saturado de Huaraz...

Me fui a despedir al hospital (el alta fue al día siguiente) me despedí del papá y tomé un bus a la capital, me comí unas donas con un café y conecté el vuelo a Cusco, capital del imperio Inca y que todo el mundo escribe con zeta, cuando en Cusco mismo todo el mundo la escribe con ese.

Llegué, agarré un taxi, y me fui a Pariwana Hostel, buen alojamiento para carretear más no tanto si se quiere descansar. Me pasaron esas cosas que me pasan siempre, había reservado en el hostal de Lima y no la de Cusco, pero, en fin, cosas de ser algo distraído.

Me acomodé y salí a beber y comer algo, pero beber principalmente, no me había dado cuenta, pero los días en Huaraz con la Romi enferma me habían dejado algo cansado y tenso, lo bueno es que ya iba volando de vuelta a Chile sana y salva. Zafó olímpicamente.

Estaba en Cusco -con ese- y mis planes eran visitar las cordilleras Vilcanota y la Raya, así que después de algunos días de juerga decidí que era momento de volver a las montañas.

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Foto: Cusco.

Me tomé un minibús desde Cusco a Tinke, y ahí un taxi hasta "Upis Camping", porque "Upis solo" está bastante más abajo. Básicamente el pueblo es Upis, el otro lugar al que llaman Upis Camping es el inicio del trekking, pero son solo un par de casas y nada más. Antes la caminata comenzaba en Tinke, pero ahora se puede llegar en taxi a Upis Camping y menos mal, por que el primer día por un camino vehicular de tierra a todo sol por un terreno más seco que zapato en el techo tendría muy poco de bonito, salvo las vistas del Ausangate y el Cayagnate. Aquí me di cuenta de que toda la vida pronuncié mal el nombre del cerro, yo le decía Ausagante, y es, Ausangate. Eso en cosas que a nadie le importan...

Conversando con el chofer pasó rápido el trayecto y llegamos a Upis Camping, nos despedimos y bajé por un claro sendero hacia donde suponía comenzaba el trekking, había algunas casas y clásico, se escuchaban unos perros, no se veía nadie, pero fue solo cosa de minutos para que me salieran a cobrar, no es mucho la verdad, y te dan un boleto bien bonito que sirve de recuerdo.

Pregunté para donde era la cosa y luego de algunas indicaciones partí, era el comienzo del famoso trekking del Ausangate.

Día 1:

Tomé el claro sendero y con una vista soberbia de la mole glaciada del Ausangate y su cara noroeste, comencé a subir en dirección al paso Arapa, con un paisaje seco y un día despejado de sol y poco viento, sin embargo, no hacia calor, el trekking va permanentemente sobre los 3.500 metros, así que la temperatura se mantiene bastante agradable.

Llegué al paso -o Abra- en un par de horas, acá me encontré a dos chicas del país vasco, cosa que me dejaron muy claro cuando les pregunté si eran de España. Conversamos un rato y mientras ellas se quedaron descansando yo seguí mi camino. Desde el Abra ahora el camino era mayormente bajada, por un sendero bien marcado, que después de otro par de horas me llevó a otro valle donde puede ver un poco más de verde y descansar a la orilla de un riachuelo.

El sendero continúa bordeando la laguna Vinococha y la laguna pequeña de Pucacocha (Uchuy Pucacocha), el camino era fácil y con vistas muy lindas de glaciares, lagunas y cascadas, pero se estaba haciendo un poco largo, los tramos de sendero por las orillas de las lagunas eran más difusos y con más vegetación, había un par de tramos en subida que a estas alturas se hacían pesados, y el sol bajaba rápidamente hacia el horizonte.

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Foto: Ausangate desde la laguna grande de Pucacocha.

Después de superar la segunda laguna se abrió la vista de la laguna grande de Pucacocha, y el espectacular glaciar colgante que por este lado adorna las laderas del Ausangate, sabía que el campamento estaba al final de la laguna, parecía cerca, pero la laguna era grande, y durante el trayecto por su orilla había que pasar algunos sectores de farellones rocosos algo expuestos que a estas alturas del día ya no me hacían mucha gracia.

Como sea llegué al final y encontré unas pircas donde armar la carpa, había animales y una cabaña de la cual salía humo, así que asumí que me vendrían a cobrar la cuota clásica, no importa, no es mucho, y para estas personas es bastante.

Estaba a unos 4.600 metros, en un lugar hermoso, con una vista increíble del Ausangate, la laguna, y todo alrededor, había sido un día largo, de como 20 kilómetros más menos, pero estaba contento. Al poco rato llegó una señora a cobrarme por el sitio de acampada, conversamos un rato, nos despedimos y yo terminé el día con las típicas labores de campamento, ir a buscar agua, cocinar, leer, etc., después, al tuto.

Día 2.

Mi versión del trekking iba a ser diferente a lo que uno encuentra en la literatura o internet, básicamente porque quería agregar algunas cumbres, evitar un par de lugares de campamento feos, y acortar un par de jornadas que me parecían un poco largas. Las dos primeras me resultaron, subí algunas montañas y evité los lugares menos llamativos para quedarme, todos mis campamentos fueron en lugares preciosos, pero la última me resultó más o menos, acorté una jornada, y en otra caminé el doble...

El segundo día me levanté tranquilo, cuando me llegó el sol, salí de la carpa y pude admirar aún más el hermoso lugar en que me encontraba. Tomé desayuno, preparé todo, y partí.

Normalmente hoy debería pasar dos portezuelos, uno a 4.850m y el otro a 5.090m, y después tomar una bajada bastante larga hasta el valle de Finaya, o Jampa, lugar donde no quería quedarme, así que mi opción era armar un campamento antes del segundo portezuelo, para cruzarlo al día siguiente aprovechando de subir el Palomani Riti.

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Foto: Vistas durante el trekking.

Seguí por el sendero, siempre claro, alcancé sin problemas el primer portezuelo, y comencé a bajar hacia la laguna Ausangatecocha, donde se veían algunas cabañas y gente. Al poco rato llegué y claro, había que pagar otra pequeña cuota de como 20 soles, también vendían algunas cosas como bebidas y papas fritas.

El lugar era bonito, con verde y agua, así que aproveché de descansar un rato, luego comencé la subida que lleva al Paso Palomani, pero un par de cientos de metros por debajo encontré un lugar muy agradable para armar la carpa, el relato es corto, pero ya se había pasado buena parte del día, tenía luz de sobra para llegar al portezuelo, pero no tenía idea cuanto me demoraría en la bajada al otro lado, así que decidí hacer una jornada más corta.

Acampé con una hermosa vista, pero no tenía agua a mano, así que tuve que fundir nieve. El resto de la tarde se me fue en las mismas rutinas de campamento de siempre. Después, al saco y a dormir.

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Foto: Campamento 2.

Día 3.

Levantada con un hermoso día, desarmar campamento y partir, llegar al portezuelo, subir el Palomani Riti, y comenzar una larga pero larga bajada hasta el valle de Finaya, siempre por un sendero claro, y con unas vistas sublimes del Ausangate y el Nevado Mariposa. A pesar de la altura, bastante calor.

Llegué al verde valle, muy cercado, me topé con un gringo medio loco que iba no sé a dónde, pero venia en sentido contrario, conversamos un rato, fue bueno encontrarlo porque entre tanta cerca de alambre no estaba encontrando la pasada, que era por un pequeño puente de palo y un sendero que no había visto.

El valle es lindo, pero está bastante intervenido, no de manera brutal, sino más bien rústica, pero no me daban ganas de quedarme por ahí, así que al final fue una buena idea la de acampar el día anterior antes del Abra Palomani.

Al otro lado del valle se escuchaban vehículos a motor, no los veía, pero parecía haber un camino, o al menos están construyendo uno, quizá lo van a estirar hasta Pacchanta, y con eso básicamente van a matar la mitad del trekking.

Seguí subiendo por el valle, tenía un par de lugares marcados como posibles campamentos, pero los fui dejando atrás porque no me gustaron, así que seguí caminando.

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Foto: Abra Palomani.

De un momento a otro y después de superar una subida, se abrió una de las vistas más impresionantes de montaña que haya tenido, el fondo quedó tapado por el nevado Jatunhuma y sus vecinos, unas impresionantes moles de nieve y hielo verticales donde se hace muy difícil imaginar una línea de escalada que no sea 50 y 50...

Fue la vista que me acompaño el resto del día mientras seguía por el valle.

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Foto: Jatunhuma y montañas sin nombre en la cordillera Vilcanota…

Fui dejando opciones de campamento atrás, ya estaba bastante cansado, el día estaba siendo muy largo, y sin darme cuenta llegué a la gran pampa conocida como Huano Huano, en este punto debía desviarme para el campamento base del Huayruro Punco, pero el plan original era acampar acá y continuar al otro día, sin embargo el lugar era bastante feo, así que estando ahí dije, bueno, que tanto, ya vengo molido, mejor me desvío de una y me voy al CB del Huayruro, tenía la luz más menos justa...

El chiste es que para eso debía subir unos 200 metros por una ladera, y bajar al otro lado el mismo desnivel hasta Pampa Acero, lugar del citado campamento.

Después de caminar y caminar todo el día ya iba bastante cansado, así que me tomé la subida con calma, en la mitad paré para abrigarme, se me venía la noche encima, también saqué la linterna y la dejé a mano. Cuando llegué a la parte alta de la loma quedaban justo las últimas luces del día, suficiente para mirar rápido por donde bajar, y ver una hermosa visual en todas direcciones, incluido el Huayruro que me servía de referencia. En mitad de la bajada me pilló la noche cerrada, pero era terreno sencillo, llegué al valle, encontré un planito, me di el tiempo de armar bien la carpa, y luego de una jornada más larga que día lunes, me fui a dormir...

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Foto: Al fondo el Huayruro Punco, con las últimas luces del día…

Día 4.

Mientras estaba de acampada en Pampa de Acero me mandé la subida del Huayruro Punco, pero eso es otra historia. Con el ascenso de mi segunda montaña en la cordillera Vilcanota decidí continuar el trekking.

Volví a subir y bajar la lomita que me separaba del valle por donde va el sendero principal, y una vez que logré conectarlo de nuevo, comencé la subida hacia el Paso Campa, siempre con impresionantes vistas hacia las estéticas montañas de todo el sector. Por aquí me encontré un guía brasilero bien simpático con un par de clientes de no se donde, conversamos un buen rato y nos dimos varios datos, habíamos visitado bastantes lugares en común, Chaltén, el norte de Chile, cordilleras de Bolivia y Perú, y el Alto Atlas de Marruecos, así que sorprendidos por las coincidencias nos entretuvimos bastante rato conversando. Después nos separamos y cada uno siguió su camino.

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Foto: Cercanías del Paso Campa.

Llegué al Abra Campa rato después, el lugar está repleto de pircas, repleto pero repleto del verbo repleto, por estos lados tienen un gusto especial por poner piedras en equilibrio, parece que lo disfrutan bastante.

Desde acá comienza la bajada hacia el pueblito de Pacchanta, las montañas nevadas y los glaciares comienzan a quedar atrás, el sendero es claro, pero va por terrenos más secos y menos llamativos, fue en este punto donde descarté subir el cerro Campa ya que los glaciares -muy retrocedidos comparando con las fotos que tenía- van dejando terrenos de slabs y acarreos que se ven muy poco agradables, y los glaciares tampoco se veían en muy buenas condiciones.

Como sea decidí no mandarme de un solo viaje hasta el poblado, ya que faltaba un buen poco, no tenía ningún apuro, así que cerca del atardecer armé la carpa en un planito con pasto y al lado de un gran lago donde pasé una tarde bastante agradable, el trekking ya estaba llegando a su fin y quería disfrutar cada minuto.

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Foto: Último campamento…

Día 5.

Desperté temprano, preparé todo con la mayor calma y con un día algo nublado recorrí los últimos kilómetros hasta Pacchanta, aquí decidí buscar un lugar para quedarme, tenía ganas de probar las espectaculares termas que tiene el lugar, no tenía apuro por volver a Cusco.

Encontré un buen alojamiento, y antes de ir a las termas busqué un lugar para comer, encontré creo que el único restaurante que estaba atendiendo, y me zampé un filete de llama con papas fritas y unas cuantas cervezas mientras conversaba con el dueño y cocinero, muy amable y simpático.

Fue un momento genial, de esos que me quedan en la memoria, conociendo personas de vida sencilla y un sentido de la amabilidad difícil de encontrar en las ciudades grandes, con una cerveza en la mano y mirando la mole del Ausangate, la cual había rodeado conociéndolo por todos sus flancos.

No pude evitar recordar aquellas cervezas que nos tomamos en la vereda de una calle cualquiera en Llamac, afuera de un bazar, de vuelta de la cordillera Huayhuash, con el pelao Correa, en un viaje muy lindo. Tiendo a recordar más ese tipo de momentos que las escaladas mismas...

Pasé el día en el pueblo y al siguiente tomé un auto y bajé a Tinke, donde me topé al dueño del restaurante donde había comido el día anterior, con su hijo, y una maqueta del sistema solar de esas que uno hacía en la básica, conversamos de nuevo y nos despedimos. Fui a los carritos a tomar desayuno, y luego tomé un bus hacia Cusco, donde llegué algunas horas después, de ahí a la hostal, duchazo y fiesta...

Lindo trekking el del Ausangate.

 

Autor: Elvis Acevedo Riquelme.

 

“Pisarás el umbral de la felicidad, cuando empieces a sentirte satisfecho con apenas nada…”
Proverbio indio.