Timesguida
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En Chile, el Timesguida, con sus modestos 4089 metros, pasaría bastante desapercibido, sin embargo, en el Alto Atlas, es nada menos que la segunda altura de la cadena, superado solo por el Toubkal. La suerte de quedar en el lugar correcto.
Para nosotros era una ascensión sencilla, ya que enlazaríamos su cumbre después de haber escalado la canaleta NE del Ras a través de las suaves pendientes que los unen.
Estando ya en la cumbre del Ras teníamos buena vista del Timesguida. Ancho, amplio, con una cumbre que es una meseta de varias decenas de metros, y varias pircas cumbreras de piedra que se ven desde lejos. Una vez que descansamos en la cumbre del Ras, y que nos dimos cuenta que no íbamos a entrar en calor, decidimos partir hacia la segunda cumbre del día.
Veíamos hacia abajo un par de filas de montañeros que se dirigían al “Times”, pero venían subiendo por su ruta normal, desde el Tizi N’Ouagane, y esta ruta no pasa por la cumbre del Ras, no directamente al menos, pero estando tan cerca uno de otro, pensaba que todas esas personas irían primero al Timesguida y después al Ras, al revés de nosotros.
Bajamos del Ras, por algo así como un sendero, llegamos al punto más bajo del collado y comenzamos a subir; el terreno iba por camino seco, piedras y nieve, muy cómodo. Subía muy tranquilo, el día anterior habíamos hecho una hermosa travesía, hoy, escalado una hermosa canaleta, y ahora todavía podíamos seguir sumando cumbres en estas montañas tan lejanas, iba despacio, el día estaba frío pero con un cielo azul intenso, ni una nube, ninguna posibilidad de mal clima, la vista se adentraba en algunas direcciones por kilómetros y kilómetros de planicies donde a los lejos se veía el Anti Atlas, o se adivinaban los comienzos del desierto del Sahara. Iba lento, esperando que los que venían más abajo me alcanzaran y me comenzaran a pasar, pero a pesar de lo lento que iba, no sucedió.
Y llegamos a la cumbre, y nuestro sueño de entrar en calor se desvanecía con cada brisa helada que nos llegaba, pero no importa, estábamos felices, esa felicidad “cumbrera” que es diferente a todas las demás felicidades.
Foto: Meseta cumbrera del Timesguida. |
Vinieron las fotos, comer, robarme un par de piedritas (fueron cuatro, pero pequeñitas…), y buscarse algún refugio del viento entre las pircas cumbreras para aprovechar un poco el solcito y pegarse una pestañeada. En eso estábamos cuando comenzaron a llegar los demás montañeros y clientes con sus guías que habíamos visto desde la cumbre del Ras.
Al rato había mucha gente en la cumbre, por suerte esta es amplia, parecía un poco una Torre de Babel, se escuchaba italiano, español, marroquí, coa, jerigonzio, algo de alemán creo, pero todos expresaban lo mismo, felicidad y alegría, para eso no se necesitan palabras, es el idioma universal de los gestos y las sonrisas lo único necesario.
Compartimos un poco y comenzamos el regreso, muy bonito, muy azul el cielo, muy lindo el sol, pero calentaba poco, y el viento se hacía fuerte en sus dominios.
Foto: Timesguida. |
Nos fuimos atrás de una fila de clientes con su guía a la cabeza, al contrario de lo que pensé en un principio, nadie fue al Ras, todos subieron el Timesguida y comenzaron la bajada de inmediato. Caminaba atrás de un flaco que llevaba el piolet tan mal puesto en la mochila que temí que si se tropezaba se lo iba a terminar clavando en el hígado, otro llevaba los crampones mal colgados de manera similar, pero esos se le iban a clavar en el apéndice, además iban tropezando y resbalando en algunos tramos medio erosionados, lo comentamos con mi hermano, decidimos no meternos, además que no nos iban a pescar, los turistas de montaña suelen ser bastante orgullosos cuando se les corrige algo, y menos un chileno punga venido del otro lado del mundo.
Por suerte para nosotros se pararon en un punto a no sé qué y los pudimos adelantar, porque eran tantos que de otra forma era imposible. Saludamos al guía, al que habíamos visto en el refugio y conversado un poco, muy simpático el, gente local que conoce mucho sus montañas. Aprovechando su español le comente rapidito lo del piolet y seguí mi camino.
Nos fuimos rápido para llegar al portezuelo, pero la ruta de bajada no era un sendero tan sencillo, tenía algunas partes donde había que destrepar, tramos fáciles, pero que requerían ir atentos, y que de subida deben ser bastante entretenidos, dándole al ascenso algo más de dinamismo. No es tan aburrida la ruta normal del cerro.
Foto: Igger N’Abdeli. |
Entre trepe y trepe llegamos al Tizi N’Ouagane, a nuestra izquierda el valle Assif N’Issougouane, donde está el refugio, y a la derecha, en el valle Issif Tatklast, el que me quedé mirando un buen rato, ya que desde ese valle parten las rutas al Igger N’Abdeli, que también son unas hermosas canaletas que terminan en un inmenso plateau cumbrero, pero se veía algo lejos, sería necesario instalar un segundo campamento. Lo descarté por esta vez, quizá en un próximo viaje…
Algo que me llamó poderosamente la atención, fueron las formas de algunas montañas, en general, la forma de los valles, tipos de roca etc., podrían hasta ser parecidos a la zona central de Chile, pero estas montañas anchas, muy amplias, como el Igger N’Abdeli, el Aguelzim o el Affella, que terminan en amplias mesetas cumbreras, y que forman muchas canaletas en sus paredes, no era algo que recordara de las montañas sudamericanas, creo que ni en Argentina, Perú, Bolivia o Ecuador, y menos en Chile, vi formas de ese tipo, no tan grandes al menos. Fue algo que me quedo en la memoria.
Y bueno, estando en el portezuelo teníamos la opción de bajar al refugio a comer y descansar, pero no, era temprano, el día frío pero muy estable, y nosotros nos sentíamos fuertes y animados, no, el refugio podía esperar, aun nos quedaba fuelle para una cumbre más…
Autor: Elvis Acevedo.
“Una vez al año ve a algún lugar en el que nunca hayas estado antes...”
Dalai Lama.