Cerro Tarija - Cumbre SO
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Habían pasado algunos días desde que nos encontramos en Bolivia con Fernanda, habíamos subido el Austria y ahora, ante las pocas posibilidades de ir por el Ilusión y el Ilusioncita, ya que estaban muy secos, decidimos ir por el Tarija.
Yo lo había subido dos veces, pero Fernanda era primera vez que estaba en la zona, así que para que no fuera simplemente una repetición para mí, le agregamos pasar por la cumbre principal, y la SO, levemente más baja y que casi nadie visita.
Cuando uno ve al Tarija desde el campamento, la cumbre SO, que es el cacho de la derecha, incluso parece más alto, pero es solo un juego de perspectiva, ya que la cumbre principal -la de la izquierda- no es visible desde abajo, ya que se encuentra un poco más atrás.
Así que sabiendo que la subida era sencilla, por huella marcada y todo eso, no nos pegamos un gran madrugón, sino más bien salimos con las primeras luces.
Recorrimos el clarísimo sendero que lleva hasta el glaciar, me sorprendió lo duro que estaba el hielo en el primer tercio de la ruta, un verdadero resbalín, de poca pendiente, pero con malas perspectivas en caso de llegar a resbalar.
Ganamos la primera parte hasta conectar la huella que comienza a subir, en un comienzo también bastante cargada al hielo duro, pero en la medida que ganamos altura el hielo quedo atrás y el tránsito fue más por nieve dura, donde los crampones entraban con facilidad.
Poco más arriba nos llegó el solcito, la visual se abría en todas direcciones, y era muy evidente lo seco de la temporada por las condiciones de algunas montañas y sus rutas. Después de un par de horas llegamos a la parte superior, y esquivando una que otra grieta salimos arriba, cerca ya de la base de la cumbre.
Había unas personas celebrando en una planicie más abajo de la cumbre, seguramente para protegerse un poco del viento, cruzamos saludos y seguimos subiendo hasta llegar al punto más alto del Tarija, por tercera vez para mí, y primera para Fernanda.
El día estaba perfecto, algo de viento, cielos despejados, buena temperatura en general, la vista nos mostraba un Pequeño Alpamayo muy seco, con un farellón rocoso en la parte superior que obligaba a realizar un traverse para poder esquivarlo, recordaba que nosotros pasamos de largo en esa zona subiendo fuerte y derecho por pura nieve.
Se veían varias cordadas en el Pequeño Alpamayo, algunas ya bajando, así que después de un rato y sacar algunas fotos decidimos ir por la cumbre SO del Tarija.
Bajamos en dirección a la otra cumbre de la montaña, pasamos por un sector de fuerte pendiente y llegamos a la base del torreón final, una grieta grande y un sector algo caótico de bloques de hielo justo en la base de la pared rocosa nos desanimaron de continuar por allí, rodeamos por la derecha y encontramos una linda pendiente de nieve con bastante inclinación que parecía llegar a la parte superior, bajo esta pendiente una grieta grande esperaba a quien tuviera el descuido de resbalar. Optamos por usar la cuerda en este sector, al final ya la teníamos en la mochila.
Puse una estaca y Fernanda me aseguró desde ella, la subida no presentó dificultades, pero la precaución nunca sobra tan lejos de casa. Salí a la parte superior, unas trepadas por roca y a cobrar, cumbre SO del Tarija, de abajo había pensado que sería mas difícil, pero estuvo tranquila la parte final.
Para la bajada aseguré a Fernanda y después bajé sin problemas, ordené la cuerda y guardé las cosas, después traveseamos por nieve blanda para retomar la huella de la ruta normal, y la seguimos por un rato.
Yo no quería bajar por la parte del hielo duro, así que antes de entrar en él seguimos de largo, por algunas huellas de otras personas que seguramente pensaron igual, y luego fuerte y derecho pon un terreno con micropenitentes que hicieron el descenso más tranquilo.
Llegamos a la salida del glaciar, nos desequipamos y regresamos por la huellita feliz a nuestro campamento, aun nos quedaba tiempo para algunas cosas más.
Autor: Elvis Acevedo Riquelme.
“Por mucho que recorramos el mundo detrás de la belleza, nunca la encontraremos si no la llevamos con nosotros”
Louis Audobert.