Cerro Tarija
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Nos quedaba solo un día de estadía en la cordillera Real, estábamos contentos, las cumbres del Austria y del Diente, -sobre todo este último-, más el intento al Ilusión, nos dejaban más que satisfechos para el poco tiempo que tuvimos para venir, y aún podíamos rematar con algo más.
Igual estábamos algo cansados después de los tres días de actividad, más todas las horas de viaje desde Santiago, de las cuales nunca nos dimos un día para reponernos, pero ánimo sobraba y decidimos ir por el Tarija y el Pequeño Alpamayo para despedirnos de esta hermosa zona cordillerana.
Para hacer ambas cumbres decidimos hacer el último sacrificio y levantarnos de madrugada, pero nos dimos cuenta de que padecíamos el problema de la tecnología moderna.
Todos los celulares ultra-mega-modernos de mis dos compañeros estaban hace rato sin batería, el mío, todo un clásico de principios de la década tenía muy poca, y ninguno de los tres pasteles usa reloj, excelente...
Foto: Llegando a la cumbre del Tarija. |
Pusimos la alarma temprano, confiando en que la batería del celular no se descargara antes. Comimos afuera de la carpa y nos acostamos después de disfrutar mucho rato de una noche con una luna hermosa, que le daba al paisaje toda esa espectacularidad que hace que uno se sienta conforme por el solo hecho de tener la oportunidad de ver aquello... que tan pocos ven.
Bueno, la alarma no sonó y cuando despertamos ya aparecían las primeras luces del día.... nada que hacer.
Casi no tomamos desayuno para poder partir rápido, si bien no era tan mala hora, el salir tan tarde bajaba las opciones de hacer las dos cumbres, ya que no queríamos ni volver tan tarde ni volver tan molidos, andábamos en onda más "disfrutona".
Esta vez, al contrario de cuando fuimos al Diente, tomamos la huella que estaba ultra marcada al comienzo del glaciar, que no pasaba por ninguna grieta y estaba muy dura por el uso, todo un gusto. Al comienzo les saqué algo de ventaja a mis compañeros, quería subir rápido a ver si alcanzábamos a pasarnos al Pequeño Alpamayo, pero después me di cuenta que no valía la pena separarse, andábamos juntos y lo que fuéramos a subir lo subiríamos todos.
Poco antes de que nos llegaran los primeros rayos de sol nos reunimos todos, Juan Carlos pasó adelante y yo me fui cerrando el grupo, algunos metros más arriba paramos a tomar algo de jugo, sacar los lentes, bloqueador, lo típico.
La subida era muy agradable y tranquila, un paseo glaciar, el Wyoming atrapaba mi vista a cada rato, un tremendo cerro que bien vale un viaje por sí solo.
La segunda parada fue cuando llegamos al portezuelo que separa el Tarija del Wyoming, la vista que se abre hacia todas partes es tremenda, hacia los valles más lejanos, tapados por una uniforme capa de nubes, de esas a las que dan ganas de tirarse encima, y algunos colosos como el Huayna que se ven a lo lejos, más otras cumbres de formas atrevidas y muy difíciles que no supe identificar en el momento.
Aquí estuvimos otro rato, no mucho porque estábamos más expuestos al viento, así que sacamos algunas fotos y fuimos por el remate del cerro, faltaba poco, muy poco para llegar.
Nuevamente me quedé atrás, Juan Carlos abrió el último tramo, Claudio como todo el viaje al medio, la nieve estaba ideal para los crampones, el día estaba perfecto, de esos que uno siempre quiere para subir un cerro, casi sin viento y con sol.
Subimos la última pendiente que da al filo final, por este avanzamos hasta llegar a la base de la cumbre, donde está la pasada más entretenida de toda la subida.
Son solo un par de pasos por un filito muy angosto y con una vertical vista a ambos lados, para después tomar la última pendiente que no deben ser más de cinco o diez metros bastante expuestos, pero sin mayor dificultad, después de eso, a cobrar...
Llegué al punto final y detrás mío Claudio y Juan Carlos, tomamos la altura, fotos, y disfrutamos de la que iba a ser nuestra última cumbre en tierras bolivianas. No era tan tarde, pero mis compañeros no tenían ganas de seguir al Pequeño Alpamayo, y aunque lo pensé un rato, tampoco le encontré gracia a seguir solo.
Estuvimos un rato y comenzamos a bajar, con cuidado en la parte más expuesta, y con facilidad el resto, aproveché de sacar muchas fotos, sobre todo a los cerros menos considerados de la zona, como el Ilusión, el Ilusioncita, el Wyoming y el Aguja Negra, a ver si tenemos la oportunidad de volver por ellos. No andaba nadie más en el cerro, cosa que disfrutamos mucho, no de antisociales, pero en estos cerros tan visitados a veces hay verdaderas aglomeraciones de gente.
Foto: Laguna Chiar Kotta. |
El Tarija es una hermosa cumbre, sino tuviera la mala suerte de estar a la "pasada" de la ruta al Pequeño Alpamayo se le miraría con otros ojos, pero tuvo la poca fortuna de tantos cerros que son vecinos de montañas famosas que todos quieren subir, sin embargo, creo que logramos conectar con su cumbre, en esos cortos momentos en que estuvimos ahí. Para algunos será una cumbre sin mayor importancia, para nosotros, la que nos despide de nuestro viaje a Bolivia, con un día hermoso, como cuando logras sentir que un cerro te recibe y te ofrece su cumbre.
Llegamos a las carpas a buena hora, a comer, tomar vino, y disfrutar de nuestro último día en Bolivia, de un muy buen viaje que cumplió con todo lo que esperamos de una aventura de este tipo, pasarlo bien, y nada más.
Autor: Elvis Acevedo Riquelme.
Cronología de las ascensiones del grupo al Cerro Tarija:
Julio del 2012: Elvis Acevedo, Juan Carlos Caro y Claudio Correa. (cumbre principal)
Julio del 2014: Ricardo Hernández, Jaime Wastavino, Claudio Correa, Elvis Acevedo y Juan Carlos Caro. (cumbre principal)
Julio del 2023: Fernanda Weinstein y Elvis Acevedo (cumbre principal y cumbre SO)
"Hacer desaparecer la desesperación es desesperante, pues la desesperación hace a nuestra vida ser lo que es"
Erich Friedl