Nevado San Francisco
|
Ya con el Mulas Muertas, el Vicuñas, y el Boris Kraizel en el bolsillo, nos tomamos un nuevo día de descanso en Murray, día en el que nuestros queridos amigos brasileros Renata, Carlos y Marcelo volvieron a Copiapó. Con mucha pena nos despedimos de ellos. Fueron días de verdadera hermandad montañera las que vivimos en Murray junto a ellos.
En el día de descanso fuimos a investigar caminos en dirección a la base del cerro Largo, y la cara oeste del Laguna Verde, en el mapa Andeshandbook aparecen unas huellas vehiculares muy marcadas, pero en terreno algunas no eran más que la simple huella de alguna camioneta individual. Ojo al guiarse por ese mapa.
De todas formas, logramos ver por donde realizar un acercamiento a ciertas montañas menos conocidas de la zona, todo pensando en algún viaje a futuro. Fue un día provechoso. Después del paseo, vuelta al refugio a descansar y a prepararnos para el siguiente objetivo.
Foto: Explorando caminos con el “Tiburón”. De fondo, el cordón Foerster (Barrancas Blancas y Vicuñas) |
Nos gusta buscar cerros menos conocidos, pero también hay que ir sumando a los grandes clásicos de la zona, el San Francisco es uno de ellos, y aunque lo suben mucho los “comerciales” que siguen tratando de abrir la huella vehicular más y más arriba, eso no le quita su belleza propia. La montaña sigue siendo hermosa a pesar de lo que hagan los humanos en ella…
Así que elegimos el San Francisco como siguiente objetivo.
Madrugamos bastante, ya sabiendo que a “Tiburón” el frío le importa un pepino, y recorrimos la distancia entre el refugio Murray y el Paso San Francisco en plena oscuridad; tomamos el desvío que yo ya conocía en dirección sur, y avanzamos un poco más hasta donde consideramos prudente. Como ya dijimos, no nos gusta abusar de la posibilidad de subir tanto en auto, además el camino era bastante malo.
Acá nos acomodamos y comenzamos a caminar aun con oscuridad, con un cielo completamente estrellado, poco frío y poco viento. Lentamente comenzó a aclarar, el cielo hacia el este se puso más rojizo, y al rato las primeras luces del sol ya comenzaban a iluminar algunas montañas. Todo un espectáculo.
Foto: Amanece durante el ascenso. |
Pasados los primeros lomajes viene una bajada y desde acá se ve el claro sendero que en una eterna diagonal lleva al lomo superior de la montaña. Este tramo no tiene dificultades, se hace un poco largo pero la hermosa visual ayuda a que sea más llevadera la subida, también se tiene el sol en la cara por lo que cuesta un poco mirar hacia adelante. Bastante más abajo veíamos algunas cordadas y suponíamos que nos alcanzarían más tarde.
Seguí subiendo y llegué a la parte superior, donde termina la diagonal y el sendero dobla en dirección sur por un terreno muy sencillo y bastante plano. Donde comenzaron los manchones de nieve me detuve para esperar a Fernanda y descansar un poco, como era un sector encajonado no llegaba viento y estaba muy agradable.
Fernanda se demoró bastante, lo cual era extraño. Ya era bastante extraño que yo fuera subiendo primero, así que cuando llegó le pregunté cómo estaba y claro, no se sentía muy bien. Descansamos un rato, y con algo de té caliente se fue recuperando. Seguimos.
Entramos a la nieve, una huella bien marcada nos mostraba el camino a seguir y sin complicaciones llegamos a un tramo donde aumenta la pendiente en pos de la cumbre. La nieve en general estaba blanda, pero había tramos bastante duros en la subida, un cliente que iba con su guía más adelante ya se había pegado un resbalón, el guía tallaba peldaños en la nieve al más puro estilo de los años 30, ninguno tenía crampones, el terreno no era complejo, pero era una pelotudez. Nosotros paramos y nos pusimos los crampones, para eso los llevamos, además, mejor en los pies que en la espalda. Avanzamos tranquilos.
Poco a poco fuimos ganando los últimos metros, abajo no se veía nadie aun, el resto de la gente venía bastante más atrás. Seguimos subiendo, rocas por aquí, rocas por allá, y listo, cumbre en el San Francisco. Felicidad total, otra más, con una visual hermosa como siempre en las montañas. Arriba estaba bastante más ventoso, pero nos dimos el tiempo de recorrer el plateau cumbrero en todas direcciones para sacar buenas fotos, la del San Francisco es una cumbre muy amplia.
Foto: Llegando a la cumbre del nevado San Pancho… |
Foto: Vista desde la cumbre hacia laguna Verde. |
Acá estuvimos bastante rato, el día estaba completamente despejado, ideal para disfrutar la vista. Cuando ya nos dio frío comenzamos la bajada. Esta fue tranquila, nos fuimos topando mucha gente que subía, algunos parecían equipados para el Everest, parkas gigantes, botas himalayeras, los mejores mitones que se puedan comprar, pero ningún pajarito llevaba crampones…
Salimos de la nieve y nos desequipamos, enganchamos el sendero, y la bajada, aunque un poco larga ya que teníamos el jeep mucho más abajo que los demás, fue tranquila y disfrutona. Luego de eso vuelta al refugio parando a sacar fotos en todas partes; Fernanda no conocía este tramo ya que en la mañana lo habíamos recorrido en oscuridad, así que aprovechamos de admirar las lindas vistas de este tramo.
Ya en el refugio a comer y descansar pensando en lo que podíamos hacer con el tiempo que nos quedaba.
En resumen, una hermosa ascensión a una montaña maravillosa, independiente del trato casi despectivo que le dan quienes no saben ver más allá de nombres en una lista, estadísticas, tiempos cronometrados y todas esas pelotudeces, y obviamente de quienes solo ven las montañas como un lugar para hacer dinero…
Autor: Elvis Acevedo Riquelme.
“Las montañas saben como lidiar con la arrogancia”
Hermann Buhl.