Cerro Retumbadero Norte
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Desperté tempranísimo, como a las 05:00 de la mañana, para que tanto dirán algunos, bueno, tuve que armar la mochila a esa hora por que la noche anterior me comí tres chorrillanas, me tomé muchas cervezas y otras cosas más con mis compañeros del glorioso Laboratorio de Neurobiología Celular y Molecular de la Facultad de Medicina Norte de la Universidad de Chile, los más malos que hay pa' la pelota...
Irresponsable dirán algunos, puede ser pero filo, la cosa es que a las 07:00 horas ya estaba en la micro camino al punto de reunión recriminándome mi falta de disciplina, listo para encontrarme con mis tres compañeros de salida, tres viejos conocidos míos, mi cordada, Nolberto Alarcón, más Jaime Wastavino y el infaltable ejemplar marino Claudio "Lobogodoy" Correa, por lo tanto para mí un grupo familiar y fuerte en que me sentía muy cómodo.
El viaje en dos autos fue muy agradable y sin mayores sobresaltos, con solo una parada en San José a disfrutar del aire y comprar algunas cosas. Una vez llegando a destino, dejamos los autos en el refugio Lo Valdés, donde amablemente nos permitieron estacionarnos lejos de algún "amigo de lo ajeno" que pudiera andar por ahí. Unos últimos ajustes y tipín 10:15 horas comienza la verdadera historia.
Foto: 24 años, tiempos aquellos... |
En un comienzo la subida fue por lomas terrosas con vegetación achaparrada y mucho calor, es decir, apestosa. Hicimos algunos zigzag hasta toparnos con una quebrada que a esa altura no podíamos cruzar (abajo se podía pero no sabíamos), así que en ese momento comenzamos a subir derechito para arriba hacia donde comenzaban las primeras formaciones rocosas con sus respectivos acarreos. Nolberto, Jaime y Claudio rodearon una gran roca por la izquierda y yo, más porfiado, me fui solo por la derecha. Entre acarreos y saltitos por las piedras salí arriba y me encontré con mis compañeros al otro lado, después de un buen esfuerzo con la mochila bastante cargada. Ahí paramos a descansar un rato y analizamos nuestras mejores opciones de alcanzar el filo. |
Estudiamos un poco el terreno y decidimos seguir la idea de Nolberto, de realizar un traverse por un terreno inestable y cruzar al otro lado de la quebrada para comenzar a subir de nuevo, y así no más fue. No de manera fácil logramos alcanzar un terreno más seguro para comenzar a ganar altura de nuevo, nos quedaba bastante aún y el sol estaba fuerte, pero bueno, había que darle no más. Creo que fue como a las dos de la tarde que alcanzamos la primera parte del filo, ahora veíamos hacia el otro lado (sur), una inmensa quebrada y el "Filo de las Amarillas al fondo", nuevamente nos detuvimos para descansar un poco y llegar a un consenso de por donde seguir mientras me tomaba el agua de Claudio.
Tomar el filo secundario que estaba a nuestra izquierda nos llevaba directamente al filo principal, pero era un filo rocoso que implicaría gatear un rato con todo el peso en la espalda, lo otro era bajar un poco y subir por una ladera de piedras sueltas con algunos zigzag para llegar al mismo destino.
Nolberto, el zigzageador del grupo, tomó esa opción, y los otros tres nos fuimos por el filo manteniendo siempre contacto visual. La subida bastante cómoda pero agotadora nos dejó después de una hora y media en el filo principal, llegamos juntos con Nolberto, y el resto solo un par de minutos más tarde, a esa altura ya no hacía calor, el viento comenzaba a soplar con más intensidad, y en el horizonte veíamos al astro rey enrojecido lanzando sus últimos rayos de luz. Mas al sur ya eran visibles el Vega y el Corona; recordaba con nostalgia mis aventuras por esas laderas y filos rocosos.
Foto: Trepadas sencillas. |
Con Nolberto paramos en lo que parecía un buen lugar de campamento, pero un poco lejos de lo que habíamos estimado. Años atrás recorrí el "Filo de las Amarillas" con mi hermano, subiendo desde el refugio del cerro Vega, y recordaba pircas, sin embargo era tarde y aún se veían dedos rocosos que cruzar para llegar al amarillo filo que fue el objetivo del día en un principio. De todas maneras dejé la mochila y fui a investigar. Los gateos eran expuestos pero fáciles, hasta que... caída casi vertical de pocos metros (8 o 10 ), pero suficiente para dejar las cosas hasta ahí ese día, el lugar escogido tenía nieve, era cómodo, un poco expuesto por que estábamos en pleno filo pero... !filo! Como se dice en buen chileno por lo menos a mí ya se me había "echado la yegua", así que armamos las carpas, nos tomamos una cervecita, fundimos nieve, y a comer. Descansamos un rato y seguimos lo que se ha convertido en una tradición de nuestras salidas, nos juntamos los cuatro en una carpa a disfrutar un té, café o mate y compartir vivencias, conversar, pelar (si, ¡pelar y que!) y planificar el día que se nos venía. |
Todos de acuerdo, a las 05:00 de la mañana había que estar caminando ya, así que la levantada sería tempranito, queríamos recorrer lo que nos quedaba de filo bajo la luz de una hermosa media luna de queso y llegar al comienzo de las dificultades con luz de amanecer, la vista era hermosa y llamaba al recogimiento. (Meditación, no recoger cosas...)
03:55 de la mañana, escucho un despertador y me hago el g... pero solo algunos minutos después escucho “estay despierto cocho”, no recuerdo si fueron las palabras exactas pero entiendan, todavía estaba "Z". Bueno, había que empezar a estirarse para tomar desayuno, pancito, tecito etc., me acordé de mi compadre Juan Carlos en La Paloma, pastas tres minutos con atún, milo y pan; que desayunos más potentes. En fin, afuera no hacía mucho frío, la poca luna que había iluminaba bastante como para ver sin problemas. Miré la siniestra silueta del Retumbadero, "buenos días Sr. Retumbadero, lo hemos venido a subir... ¿nos da permiso?." uhmmm, la respuesta me sonó a un "inténtalo y después vemos", así que basta de rodeos, la hora llegó, a caminar se ha dicho.
Para evitar los dedos rocosos hicimos un traverse por el lado derecho, evitando perder mucha altura y retomando el filo algunos cientos de metros más adelante. La primera parte fue sencilla, a la luz de la luna avanzamos por laderas simples y desnudas, neveros y piedras sueltas, llegamos a tierras amarillas y el viento congelaba los ánimos, y el frío también aportaba su cuota.
Bien, lo esperado, las piedritas ya no eran piedritas y las roquitas tampoco, ya aclarecía con el majestuoso espectáculo de la Cordillera Central y estábamos al comienzo de la verdadera acción, ahora si comenzaron los gateos, el filo se angostó, y por ambos lados se veían largas caídas. Caerse a la derecha equivalía a matarse sacándose la cresta entre filudas rocas y acarreos, y caerse a la izquierda era exactamente lo mismo pero con nieve, pero para que pensar en eso. Con bastante confianza avanzamos por los primeros pináculos rocosos que querían taponearnos la pasada, poco más atrás mis otros tres compañeros. Luego de un rato me detuve para que nos juntáramos todos y me acordé que tenía que ponerme el casco. Comenzaron a aparecer pequeñas paredes de mayor dificultad, no es lo mismo hacer una pasada corta pero peluda a tres metros del suelo, que hacer la misma pasada con un precipicio abajo de uno. |
En fin, llegué al primer lugar donde quede semi atascado. Para arriba verticalidad con nieve -mmmm, nop- a la derecha, abismo -mmmm, tampoco- a la izquierda una pequeña placa media lisa que parecía conducir a algo mas arriba, mmmm "serapo". Vamos, bien tranquilito y pasito a pasito, una mano, la otra, el pie bien arriba, y ya había pasado y podía volver a caminar parado unos metros. Esperé a mis compañeros, no quería andar solo por esos lados; apareció Claudio, desde ahí compartiríamos la subida completa. En ese momento ya sabíamos que otras tres personas subían por otra ruta, los habíamos visto desde abajo.
Otros cuantos metros por pasadas expuestas pero fáciles, subo un dedo de roca y al otro la caída es vertical, ¿Salto?, mala idea, me devuelvo un poco y desescalo algunos metros, rodeo el dedo y subo por el otro lado medio trepando-caminando entre la pared de mi izquierda y el acarreo de mi derecha, llego arriba y le grito al resto para que haga lo mismo, con Claudio hemos sacado algunos minutos a Jaime y Nolberto, pero está bien, lo importante es que nadie quede solo en el cerro.
Se nos viene la segunda gran dificultad, otro pináculo rocoso gigantesco. Nos vamos por la izquierda abrazados a la roca y pisando la nieve, hay muy pocos agarres y los que hay están mojados y resbalosos, Claudio esta justo debajo mío, si me caigo me lo llevo de seguro, de repente ¡conch...! la nieve cedió bajo el peso de mi pie izquierdo justo cuando me iba a impulsar, quedo colgado de las manos, creo que le tiré una piedra en la cabeza a Claudio, no quiero ni mirar, le pido disculpas y me dice ¡no problem! fue solo nieve por suerte, no me dijo nada mas pero creo que lo pensó...
Foto: Jaime avanzando por el filo. |
Urgidísimo me reinvento y salgo arriba, camino unos metros y me siento en una piedra. Cuesta describirlo en letras pero el corazón me latía a mil, ¿Y si no me hubiera agarrado? ufffff. Sale Claudio y no puedo evitar preguntarle, ¿Como vamos a bajar eso won?, me mira y me dice "A la vuelta cachamos", nos reímos, dentro de mí era la respuesta que esperaba. ¿Y nuestros compañeros?, pasando mil peripecias distintas, ellos no subieron por donde mismo, lo hicieron por una parte más seca pero más larga, donde Nolberto quedo colgado agarrado del piolet de Jaime. Bueno, sigamos que falta mucho. Se veía lo que parecía una cumbre, pero sabíamos dentro de nosotros que era la de atrás. Seguimos subiendo por angostas chimeneas, pináculos verticales, tratando siempre de no salirnos del filo que en algunas partes no media más de medio metro. |
En la medida que ascendíamos otro riesgo, las cornisas a la izquierda, a veces era lo único que se podía pisar, a veces era una delgada capa que cedía bajo un mínimo peso, bueno, es lo que hay pensaba. En una de tantas antecumbres dijimos con Claudio !!Llegamos!!!, y ese de ahí debe ser el Retumbadero Alto!!, !jaja! , ya que estamos aquí subámoslo, nos reíamos, sabíamos que no era así...
Seguimos avanzando, escalando y desescalando, caminando cuando se podía, y entre unas grandes rocas paramos a comer algo y tomar un poco de leche de frutilla, "donde andamos wu...ando" nos reíamos con Claudio, parecía que hubiéramos escalado juntos de siempre, los comentarios que se nos salían era "puta el cerro entretenido", de verdad lo era, recordaba el comentario de Nolberto al comienzo de las dificultades, cuando le grité que había un monolito de piedra, ¿Será el de los hermanos Planella?, ¿Y quiénes son esos?, unos que se mataron aquí...
Caso omiso. Veíamos algo que por tamaño podría ser la cumbre. Más rocas, podrida, parada, chimeneas de pendiente extraplomada, la gravedad te tira para abajo, metía el cuerpo completo y quedaba firme, a veces chao técnica y bienvenida fuerza bruta, como sea pa'rriba, y llegamos...nooo, al fondo estaba otra cumbre... pero esa si era, los tres muchachos del Pamir ya estaban ahí, por lo menos la veíamos, bien, VAMOS QUE SE PUEDE MIERDA!!!
¿Que nos quedaba?, varios gendarmes antes de la alta pirámide final, lo único que esperaba era no llegar demasiado agotado, puesto que sabíamos que la bajada iba a ser igual o más peluda que la subida. Avanzamos con Claudio hacia los pies del primer gendarme, roca media lisa con nieve, ¡Qué rico!, caída a ambos lados, sube el Claudio primero, con bastante intranquilidad lo veo estirarse al máximo para subir, me quedo pensando, y yo que soy como diez centímetros más chico, ¿Como subo?... |
Foto: Elvis, Jaime y Nolberto en la cumbre. |
Bueno, a subir, otra de las pasadas más peludas, me concentro, ¡arriba! estiro la mano para encontrar algo de que agarrarme, nada, todo liso, ¡chanfle!, no estoy muy cómodo que digamos, que hago, ¡ups!, puntita filosa y suelta, bueno, no me queda otra, miro al cielo y le pido que no me lleve tan luego, vamos, un esfuerzo y estamos arriba del primero de los gendarmes, miro al cielo de nuevo... ¡¡jeje gracias, te prometo que me voy a portar bien!!
Para quedar entre los dos gendarmes debemos desescalar el primero después de haberlo subido, estamos en eso cuando vemos a la gente del Pamir bajando por una lengua de nieve y rodeando el gendarme, ¿Qué hacemos?, vamos por abajo, unos metros por piedras sueltas, cruce de saludos, para arriba por nieve dura y al parecer estamos casi casi, una mancha de sangre en la nieve, no es poca, seguramente alguno de los montañeros del Pamir iba herido, pero nada grave.
Comenzamos a subir, veo a Claudio subiendo con bastante esfuerzo, miro a la derecha, estamos en la mitad de la pared final, camino por una rampla de nieve y subo por unos diedros, de un momento a otro se veía al otro lado, una lata, una botella, el Claudio llegando con la tremenda cara de urgido, igual a la mía seguramente ¡¡CUMBRE CONCHE.......JUJUUUUUUUUUUUJUY, ANDAAAAAALE!!, un fuerte apretón de manos y largo abrazo, toda la tensión de seis horas de ascenso acumuladas para afuera en unos segundos eternos que quedarán para siempre en mi memoria, la vista increíble lo habíamos logrado...
Foto: Jaime comenzando la bajada. |
Mientras tanto Jaime que nos vio llegar desde más abajo, un poco agotado no quería seguir, pero Nolberto lo convenció de darle para arriba, y le vino el segundo aire. Llegamos a las 11:00 de la mañana a los 3.825 metros del Retumbadero Norte, incluida siesta de 20 minutos, a las 11:30 llegaban Jaime y Nolberto. Abrazos, fotos, y la increíble vista, San José, Marmolejo, Cortaderas, Loma Larga, Mesón Alto, Morado, Mirador, Unión y tantos otros. Recordaba campamentos, cumbres pasadas, subidas y bajadas, dedicamos la cumbre a las madres acá en la tierra como en el cielo, (Era día de la Madre). |
Estaba contentísimo, pero había que bajar de ahí, sip, y se venía larga, muuuuy larga.
Capítulo aparte, podría extenderme pero no quiero latear, fue durísima, peludísima y muy cansadora, volaron piedras, pasamos filos y paredes, gendarmes y pináculos, pero hubo trabajo en equipo, teníamos que llegar los cuatro abajo como fuera. Mi otro gran momento de júbilo fue cuando después de cuatro horas y un poco más de bajada, de desescalada, donde veíamos el filo amarillo que sabíamos era seguridad pero no lográbamos alcanzar, ya sin agua hacía mucho rato, salimos con Jaime de la parte rocosa, de las reales dificultades, solo ahí me sentí más tranquilo, recordaba la subida, nunca sentí la cumbre echa solo hasta que la alcancé.
La bajada por los filos y lomas restantes fue bastante larga y tediosa, hasta llegar al campamento a las 17:00 hrs, y se acaba ahí, nooooo, había que llegar a los autos, comimos rápido, nos rehidratamos y bajamos, nos pilló la noche en la bajada, dura, oscura, buscando abajo la pasada de la quebrada, no se veía nada, cansado, molido, y un poco irritado, en ese momento Jaime sacó la cerveza más helada, refrescante y sabrosa que en mi vida había probado, con eso tuve fuerzas para seguir.
Nolberto dio con la pasada exacta, encontramos agua, se nos pegó un gato, llegamos a los autos, y el Retumbadero comenzó a ser parte del pasado...
Autor: Elvis Acevedo Riquelme.
"Las voces interiores de los hombres son distintas, incluso en situaciones iguales, porque el camino de su destino es distinto..."
Kurt Diemberger. K2 El Nudo Infinito.