Cerro Purgatorio
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Un cerro del que siempre escuché cuando era niño fue el Purgatorio. Cuando uno empieza en esto de subir cerros y con la poca o casi nula información que existía antes para quienes no perteneciéramos a un Club formal, hablar del Purgatorio era para mi sinónimo de una gran aventura, de esas infantiles.
Sin embargo a pesar de una infancia bastante aventurera, nunca pude ir a visitar esta cumbre que tanto que me llamaba la atención, incluso ya con varios años de montañas en el cuerpo y mirándolo al otro lado del camino, cada vez que viajaba al Cajón, nunca dejé de pensar en él, hasta que un día cualquiera del 2005, bastante grandecitos ya, simplemente decidimos ir...
Foto: El Altar y El Plomo a la distancia... |
Algunos telefonazos y mails durante la semana bastaron para armar el grupo, Nolberto Alarcón, Jaime Wastavino y Juan Carlos Caro. Nos reunimos y enfilamos en el auto de Nolberto rumbo al Cajón, nos salimos del camino principal hasta conectar el viejo camino que viene desde Pirque y llegar a la pintoresca escuelita del sector, muy linda. Al lado de esta comenzaba el camino que debíamos tomar, pedimos autorización para entrar y no nos pusieron problema alguno, incluso nos dejaron estacionar dentro del camino privado. |
Después de preparar las cosas comenzamos a caminar, el primer tramo del sendero es muy grato, avanza entre bosques de distintos tipos de árboles y arbustos, se siente un grato olor que evoca recuerdos de infancia y las hojas secas crujen al pisarlas.
Tranquila, pero constantemente ganamos altura con un ritmo de marcha fuerte, la vegetación comenzó a ceder terreno y las vistas se abrieron en todas direcciones. Atravesamos un amplio sector horizontal lleno de pasto, daban ganas de armar un camping ahí mismo. Seguimos y conectamos el filo oeste del cerro, aquí paramos por primera vez a descansar un rato y comer algo, sacar algunas fotos y conversar.
Foto: El grupo en la cumbre. |
El día era grato, despejado, con algunas nubes que ayudaban a mantener el ambiente fresco, la sensación de ejercicio resultaba agradable. Continuamos la marcha directo a un sector de rocas donde hubo que trepar un poco, saliendo de aquí ya estábamos muy cerca de la cumbre, sin embargo había que perder un poco de altura para tomar la última subida, que en unos 30 minutos nos dejó en el punto final, con una hermosa antena, y una hermosa caja metálica que parece cualquier $%&%$...
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Disfrutamos un rato la linda vista, descansamos de la subida y conversamos de diferentes cosas, aprovechamos la señal celular y llamamos a las familias para luego iniciar la bajada.
Cuando llegamos al auto estaba bastante nublado y hacia algo de frío, pero eso no impidió que pudiéramos disfrutar de unos buenos panes amasados y bebidas en el local de la entrada.
Luego al auto y de vuelta a la ciudad después de haber tenido un buen día de montaña.
Autor: Elvis Acevedo.
"Quien siente la montaña no necesita explicaciones y mientras existan paredes, agujas y aristas, habrá quien las escale, disfrutando de lo que hace, aunque no comprenda exactamente el por qué"
Josep Manuel Anglada.