Punta Universitaria

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  • Altitud: 3927 msnm.
  • Ubicación: Valle del estero Aparejo - RM.
  • Fecha: Noviembre del 2020.
  • Integrantes:
    • Juan Carlos Caro (P. Alpinos)
    • Elvis Acevedo (P. Alpinos)
    • Wilson Acevedo (P. Acevedo)
  • Ruta: Directa cara Oeste.

Año irónico el 2020, quizá el año donde he tenido más tiempo libre, ya que en marzo me mandaron a trabajar desde la casa, y ahí estuve seis meses, atrasándome en todos mis proyectos que necesitan trabajo presencial en el laboratorio, pero disfrutando también de este paréntesis forzado; lamentando eso si la situación de tantos…

Ya se habían relajado las cuarentenas y apenas pude me había embolsado la cumbre del Coyesillo, al poco rato, y esta vez con Juan Carlos como cordada después de mucho tiempo, más Wilson como nueva contratación, habíamos realizado un muy buen ascenso al cerro Ciervo, algo pesado quizá para las piernas después de tantos meses de inactividad. A nadie le gustan los acarreos, pero después del Ciervo como que veo una piedra y me dan ganas de llorar. La parte superior eso sí, bastante entretenida, trepada expuesta en la espectacular roca de los Andes Centrales, que si no se desarma hay que darle las gracias

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Foto: Punta Universitaria.

El grupo anduvo acoplado y lo pasamos bien, así que no había motivo para no repetir, claro que pensamos en algo un poco más relajado, y que nos permitiera seguir completando cumbres de una zona que teníamos algo descuidada. Optamos por ir de una buena vez al Punta Universitaria.

Cerro tranquilo que nos auguraba una aproximación corta y relajada, con tiempo para rezongar en el campamento, tomar cerveza y mirar el paisaje sin pensar en nada más que en seguir respirando. Todo lo que queríamos después de la masacre del Ciervo. Cuando uno va cumpliendo años, comienza a intercalar salidas rudas con cerros relajados.

Wilson y JC llegaron a mi casa cada uno con su auto, y ahí nos organizamos en el Samurái de Willy, dejando el lujoso BMW de JC en mi casa, como para sacarle fotos, ya que yo ni siquiera tengo auto.

Partimos tranquilos, nos comimos los kilómetros y temprano estábamos en la entrada del valle, con la triangular imagen del Aparejo de telón de fondo. Impresionante y simétrico (desde lejos) pero algo seco para la fecha, y para su composición, más cargada para el yeso que para la roca; quizá el próximo año.

Frutillas congeladas mediante, comenzamos la caminata por el viejo camino vehicular, cortado a ratos por piedras que con la paciencia de un monje van cayendo año tras año y juntándose unas con otras. La caminata es tranquila y disfrutona, las vistas hermosas, el día despejado, pero sin calor, una leve brisa ayudaba a mantener controlada la temperatura. Todo perfecto, más aun sabiendo que la mochila cargaba unas buenas cervezas para la llegada al campamento.

Luego de algunas horas y después de buscar un poco entre tanta piedra, encontramos un lugar para armar la fiel y a estas alturas bastante maltratada VE-25 de Juan Carlos, cerca de una lagunita, y a metros del comienzo de la subida. Lo primero, poner a enfriar las latas. Obvio

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Foto: Campamento con el Aparejo de telón de fondo…

El resto de la tarde se nos fue entre cerveza, puchos, comida, siestas, lectura, fotos, etc. etc., en un valle realmente muy lindo, que no habíamos visitado antes. Siempre es muy genial andar por lugares por primera vez, independiente que uno sepa cómo son por fotos y todo eso, no hay como la sensación de caminar por lugares diferentes.

Quedamos de levantarnos tempranito pero no tanto, para que poh…

Sonó el despertador y con una eficiencia que ya comienza a resultarme extraña (en el Ciervo también nos levantamos de una) preparamos desayuno y arreglamos las cosas para partir; cámara, jugo, y alguna tontera para comer en el camino. Con las primeras luces, partimos.

Básicamente los dos primeros tercios son puro acarreo cuando está seco, una mezcla de tierra seca y piedras chicas, sencillo, pero no digamos que muy motivante. Subimos y subimos intentando no meternos en algún terreno equivocado, ya que la ruta no es tan obvia, aunque tiene su lógica; subir y subir hasta llegar al filo.

Superados algunos resaltes dimos con nieve, Willy estrenando crampones y Juan Carlos avisando que no llevo porque pensó que el cerro iba a estar seco. La nieve dura nos permitió avanzar más rápido, de hecho, estaba bastante dura en algunos tramos, y en algunas pasadas la pendiente aumentaba bastante, así que JC la tuvo bastante complicada, pero de una u otra forma se las fue arreglando y avanzo a la siga de nosotros que íbamos atentos igual por si necesitaba ayuda, aunque fuera ánimo, porque mucho mas no podíamos hacer.

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Foto: Salida al filo y visual hasta la cumbre. La ruta rodea por la izquierda y sube por atrás.

Cerca del filo el terreno es de lectura menos sencilla, pero no complicado. Hicimos un traverse por rocas sueltas, siempre incomodo, hasta conectar un nevero que subía bastante, y nos permitiría ganar sus buenos metros, aunque arriba no se veía con claridad por donde seguir.

Cuando llegamos a un tapón rocoso nos desviamos a la derecha, con algunos trepes algo expuestos y pasadas de nieve más empinadas, tomando nota de a la vuelta no bajar derecho para no encontrarnos el tapón que ahora esquivamos; desde arriba no lo íbamos a ver hasta estar encima de él.

Piedras más neveros menos, Willy fue el primero en llegar al filo, y ver lo que nos faltaba recorrer hacia la izquierda para la cumbre. La vista se abre en 360 grados, maravillosa como siempre en nuestra cordillera, el viento nos pegó fuerte en esa zona, el filo angosto nos hizo poner algo más de atención. Sin mucho sufrimiento llegamos cerca de la base de la cumbre de yeso, me saque los crampones porque venía un traverse en lo que parecía tierra dura y bastante empinada, pero resulto blandita, lo que a pesar de la pendiente hizo el tramo bastante amigable. Con este paso rodeamos la cumbre para buscar la subida por su lado oeste, por un terreno suelto donde todo rodaba pendiente abajo, hasta llegar a unas piedras más firmes, y desde ahí de nuevo al filo, listos para encarar los últimos metros del pináculo final de la Punta Universitaria. Cumbre.

Ventosa, muy ventosa, hermosa. Nos reunimos arriba y disfrutamos esta segunda cumbre como equipo, con un día completamente despejado. El viento bajo mucho la temperatura, hacia bastante frío en la cumbre, pero igual estuvimos un buen rato disfrutando el momento. Un pequeño mástil de plástico, de esos que se usan para poner banderas en los autos, ensuciaba el paisaje, de la bandera ni rastro, el viento la debe haber llevado hace rato a ensuciar otro paisaje a kilómetros de ahí. Décadas atrás se entendía el tema de los testimonios, con la virtualidad e interconexión de hoy en día, ya no se justifica dejar basura en las cumbres.

Luego del disfrute, la bajada.

Cumbre

Foto: Cumbre de la Punta Universitaria.

Primero acarreo de vuelta suelto y desagradable, traverse, y bajada por el filo hasta el punto donde lo conectamos en la subida. Le apuntamos bien al lugar, sin estar muy seguros en ese momento, son tan iguales todas las piedras. Tramos algo empinados que hubo que destrepar con cuidado, en algún momento me adelante y pare para esperar a los compas, justo después de un tramo muy suelto. Avise que estaba fuera de la línea de caída de las piedras. Cayeron algunas, otras pocas, algunas más grandes, de repente una avalancha de piedras deslizándose por un canalón a unos metros de mi posición, sin peligro, pero eran tantas que pensé que en cualquier momento aparecía uno de los chicos, pero nada, solo piedras y más piedras.

Continuamos hasta salir del tramo más laberintico y darle directo hacia la carpa que ya se veía, de esos tramos que se hacen eternos. Willy se quedó un poco atrás porque se enfermó de la guatita.

Llegamos a la carpa con JC, Willy un rato después. Descansamos un rato y ordenamos tranquilamente las cosas para volver. El regreso sencillo y corto, con un sol bastante fuerte. En el auto tuvimos que cambiar de chofer porque Willy venia con la pálida estomacal. Juan Carlos pasando de un BMW a un Samurái, se tenía que esforzar para doblar, termino acalambrado.

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Foto: Lagunita que sirve básicamente para enfriar las cervezas…

Y así, regresamos de las montañas con una experiencia más que enriquece nuestras vidas. Lo pasamos bien, muy lindo el Punta Universitaria.

 

Autor: Elvis “Cocho” Acevedo.

 

“Vine aquí, buscando las respuestas, y las encontré; si, en este lugar fue donde las vi. Estaban dentro mío. En el camino recorrido fluyeron, cada interrogante respondido. Claridad la del paisaje, y en mi alma, luz, la del sol, y en mi espíritu. Omnipotencia, de la naturaleza, humildad, la mía…”

Libro: Conversaciones en la Montaña