Punta Sin Nombre
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Algo de historia:
La Punta Sin Nombre es un enorme macizo ubicado en el Monumento Natural el Morado, eleva su rocosa estructura hasta los 3659 msnm. Es un cerro escasamente visitado y sobre el cual hay poquísima información, de hecho algunos mapas ni siquiera lo registran.
Sobre sus rutas, hasta Septiembre del 2006 las que se podrían considerar “normales” son la que suben desde el Valle del Yeso, y la que lo hace desde el Valle de Morales, que pasa por su cumbre siguiendo el filo sur, y que fue abierta por Iván Vigouroux el año 1965, pero en esa oportunidad, la cumbre del “Sin Nombre” fue solo parte del recorrido de la apertura del Filo Sur del Cerro San Francisco, donde también se pasa por la cumbre del Punta Canaletas, y al contrario de lo que sucede con esta última, que a veces es visitada por quienes escalan la pared sur del San Francisco y que en la bajada pasan por ella, el olvidado “Sin nombre” queda fuera de ese recorrido, lo que en parte explica sus pocos ascensos.
Foto: En la portería de Conaf. |
Tres intentos: En septiembre del 2006 realizamos el primer intento a su Pared Este, Juan Carlos Caro, Jaime Wastavino, Paula Salgado, Elvis Acevedo y Fabián Acevedo en el apoyo logístico (Transporte). En esa oportunidad claramente subestimamos el cerro, fuimos en solo dos días y quedamos absolutamente cortos de tiempo, a unos 200 mts de la cumbre, también habíamos subestimado la altura del cerro, calculándole unos 3300 msnm aprox. |
Cabe recordar para beneficio nuestro que ningún mapa de los pocos que muestran al “Sin Nombre” le adjudica alguna altura, por lo que nuestra estimación fue completa y científicamente al ojo.
A finales de Junio y principios de Julio del 2007, volvimos a la montaña con un grupo fuerte y motivado, casi fotocopia del anterior, Jaime Wastavino, Juan Carlos Caro, y los hermanos Acevedo. En esa oportunidad intentamos en dos cordadas dos rutas diferentes, un poco más a la derecha de la línea que seguimos el 2006.
Sin entrar en detalles basta decir que todos fallamos rotundamente, la montaña nos mandaba de vuelta por segunda vez en lo que fue una batalla limpia, cara a cara, simplemente no pudimos, nada más que decir, duro golpe al orgullo, volvimos muy resentidos, Juan Carlos perdió un guante, yo mis lentes, y además me esguince la rodilla, todo mal.
Tozudos y porfiados como nosotros solos en Agosto caminábamos nuevamente a la base de la Pared Este del “Sin Nombre”, esta vez, Jorge Figueroa y Elvis Acevedo, basta decir que una suave pero constante nevazón ni siquiera nos dio la oportunidad de iniciar el ataque a la cumbre. Punta Sin Nombre 3 – Perros Alpinos 0, ya era boleta...
Foto: Campo Base en la congelada laguna. |
El que la sigue... Aburridos ya de tanto mal resultado decidimos darle un último intento aprovechando el largo fin de semana de fiestas patrias, la inéscalada Pared Este de la Punta Sin Nombre vería nuestro último esfuerzo por ascenderla. Jaime Wastavino, Juan Carlos Caro, Elvis Acevedo y Gianna Wastavino en el apoyo. El primer día con algunas nubes inofensivas que ayudaban a mitigar el calor, logramos ubicar sin inconvenientes nuestro campamento en la congelada Laguna de Morales. |
Llegamos temprano, lo que nos permitió descansar bien y planificar el día siguiente, teníamos clarísima la línea que queríamos seguir gracias a las fotos que tomamos con Juan Carlos desde la Punta Rodríguez.
Esta vez estudiamos bien nuestro itinerario, desde abajo reconocíamos varios “hitos” de la posible ruta, los que habíamos bautizado de diferentes formas para poder guiarnos, el clima se veía estable, la motivación era altísima, solo queríamos subir. Después de comer y tomar once nos fuimos al sobre, conscientes de que se venía una jornada dura.
03:00 am, suena el despertador, es el celular de Jaime que con tantas luces y sonidos parece discoteca portátil, nada que hacer, imposible no despertarse. Rezongamos un poco y comenzamos los preparativos, desayuno, agua, equipo, lo de siempre, pasadas las 04:00 am ya estamos afuera, listos, nos damos ánimo y enfilamos hacia el primer tramo de la ruta, “El Gran Nevero”.
Foto: Amanece desde el "Gran Nevero", al fondo el Cerro Corona. |
Llamamos así a la primera parte, un nevero de 600 o 700 mts de desnivel que nos permitió acercarnos a la zona más complicada. Si la nieve hubiese estado blanda habría sido un tramo muy desgastante, pero todo comenzó a salir bien desde el principio, el nevero se encontraba en excelentes condiciones para usar crampones y eso nos permitió un avance rápido, el que regulamos para llegar a la parte más compleja con luz día. Una gran “Piedra Triangular” nos indicaba el lugar donde deberíamos salir del “Gran Nevero” y entrar al segundo hito de la ruta, “El Primer Canalón”. |
El “Primer Canalón” es el tramo de la ruta donde se produce un cambio de escenario, ya no podíamos seguir ascendiendo cómoda y fácilmente por un nevero, ahora entraban en juego las rocas y pendientes más pronunciadas, además de tramos de exposición alta, ya que debajo nuestro ahora estaban los resaltes rocosos por donde habíamos realizado el segundo intento y sabíamos el tipo de terreno que nos esperaba en caso de una caída.
Sin embargo, acostumbrados a movernos con bastante confianza por este tipo de pendientes seguimos ascendiendo sin asegurar, a esta altura ya nos había alcanzado el sol, pero la nieve no se reblandeció de manera excesiva.
El avance siguió con un buen ritmo, arriba, al final del canalón, se veía la gran roca que nos indicaba el siguiente tramo de la escalada.
Teníamos tan estudiada la ruta, que reconocíamos fácilmente los sectores que íbamos recorriendo, esa gran piedra de color claro que veíamos nos indicaba el lugar donde comenzaba “El Traverse”.
Foto: "Gran Nevero" y comienzo del "Primer Canalón". |
Superar “El Traverse” nos permitía ponernos en línea recta con la cumbre, no muy largo, era un punto en que un resbalón tendría sin lugar a dudas un mal final, debajo nuestro la pala de nieve era corta, no más de unos 20 metros, por lo que el tiempo que tendríamos en caso de caer para practicar una autodetención era muy escaso. Por lo mismo lo superamos bastante tranquilos, ansiosos por ver lo que venía, desde aquí no teníamos visual hacia arriba, era temprano aún, el cielo se mostraba casi libre de nubes y el ánimo estaba altísimo. |
Después del traverse, por lo que habíamos visto en las fotos, pensábamos que venía una fácil pendiente con rocas, pero nos llevamos una gran sorpresa al encontrarnos con un murallón de terreno mixto y fuerte pendiente al que tuvimos que bautizar “in situ”, se ganó el nombre, “El Murallón de los Perros”.
"El Murallón de los Perros" fue un tramo que no teníamos contemplado, pero que escalamos con ganas.
Un muro de nieve y roca de unos 60º de promedio con tramos de 70º nos obligó a poner y sacar los piolets del arnés varias veces, tuvimos que subirlo bastante concentrados, buscado las mejores pasadas entre tanta roca y palas de nieve, los crampones crujían pero se aferraban firmemente a cada pequeña regleta mientras las manos buscaban apoyos firmes, muchas rocas de gran tamaño se encontraban débilmente sujetas a la nieve, varias cayeron a gran velocidad.
En la medida que ganábamos metros veíamos ya la torre final del cerro, sabíamos con seguridad que sobre ella estaba la cumbre, y también lográbamos divisar el camino hacia la torre, el “Espolón de Eolo”, bautizado así ya que fue el primer tramo de la Pared donde nos llegó viento.
La ruta que habíamos pensado en la planificación implicaba salirnos del Espolón y recorrer una gran pala de nieve que nos sacaba al filo, a la izquierda del torreón final que resguarda el acceso a la cumbre, sin embargo a esta hora, esa pala se veía bastante poco amigable, blanda, inestable, y de lento recorrer.
Foto: Entrando al "Primer Canalón". |
Hacia arriba veíamos como el Espolón se ensanchaba hasta formar una canaleta corta, que avanzaba rompiendo las barreras rocosas, el “Segundo Canalón”, sin embargo este no las superaba, se terminaba antes, de ahí se venían varios metros de mala roca. Sopesamos las variables y decidimos atacar el torreón de manera directa, por lo menos el canalón de veía completo, una vez al final de este veríamos las mejores opciones para superar la parte rocosa. Era una canaleta corta, pero nos permitió entrar al meollo de las rocas donde comenzaban a verse algunas opciones. |
Al inicio a la izquierda se veía un embudo rocoso con buenos agarres, que más arriba torcía nuevamente a la izquierda y no dejaba ver lo que seguía, Jaime decidió subir por ahí. Mientras tanto con Juan Carlos decidimos recorrer lo que nos quedaba de canalón, bastante parado y con nieve polvo que se deslizaba entre las piernas. Llegamos al final, desde acá se veía bien la roca para trepar por ella, el problema era que entre la roca y la nieve se formaba un hoyo en que nos hundíamos sin lograr acercarnos a las piedras, además parecía que todo se iba a venir abajo en cualquier momento.
Después de pelear un rato decidimos asomarnos al otro lado de un pequeño filo que teníamos a mano derecha, bastante angosto, lo pasamos, desescalamos un par de metros y conectamos otra pala de nieve igual que la anterior, pero que avanzaba algunos metros más hacia arriba.
Al llegar al final la situación fue similar a como estábamos antes, pero esta vez con mayor pendiente, las terrazas que pateábamos con los pies no permanecían mucho tiempo, se deshacían al menor movimiento.
Foto: Juan Carlos llegando al final de "El Traverse" |
"Lobo" fijó su piolet entre la roca y la nieve quedando firme, se ancló a él, yo me las arreglé para sacar la cuerda y le pasé un extremo para que lo fijara al "seudo" anclaje y me amarré la otra punta al arnés, Juan Carlos se preparó para asegurarme. Forcejeando un poco con la nieve blanda logré pasarme a la roca, un traverse con un par de regletas para los crampones pero nada para las manos, solo apoyé las palmas y cargué mi peso, después de un par de metros miré hacia arriba y vi lo que faltaba, no se veía complicado pero la roca era mala, el único seguro que logré poner, se salió cuando comencé a subir. |
Las piedras estaban sueltas pero regalaban buenos agarres, solo trataba de no hacer demasiada fuerza para que no se soltaran. Después de algunos minutos salí arriba, la pendiente cedió y encontré una gran roca con muchas fisuras donde fijar la cuerda para que subiera mi compañero.
Desde ese lugar vi a Jaime y el lugar por donde subió él, y vi lo que podría haber sido un tercera opción para superar la torre, la más lógica y fácil, pero que desde abajo no la veíamos. Descansé un rato, la cumbre estaba justo sobre mí, solo a un par de minutos, Jaime un poco más arriba aún no la visitaba, solo descansaba tratando de guarecerse del viento.
Una vez que Juan Carlos me alcanzó y me comunicó que mi mochila estaba 60 mts más abajo, comenzamos a subir los últimos metros. Una sección rocosa y corta, una pala de nieve y salimos al filo principal, el que hacia el sur llega a la cumbre del Chacaya que veíamos bastante más abajo de nuestra posición, un par de piedras y a cobrar, estábamos en la cumbre de la Punta Sin Nombre, habíamos subido la Pared Este...
Foto: Jaime al comienzo de "El Traverse" |
Foto: "Murallón de los Perros" |
Disfrutamos un rato, sacamos un par de fotos y comenzamos a bajar, eran algo así como las 15:30 hrs, nos quedaba tiempo para bajar al menos el primer tercio con luz día. Cuando llegamos a la cuerda anclada Juan Carlos y Jaime rapelaron los 60 mts, lo que les permitió llegar a la nieve, yo debía recuperar la cuerda por lo tanto tenía que hacer un rapel de 30 mts para después tirarla.
Si bajaba por donde mismo lo habían hecho mis compañeros iba a quedar en mitad del torreón, con pocas opciones de instalar un segundo anclaje, así que mejor busque otra roca donde instalar el descuelgue y poder bajar más menos por donde había subido Jaime. Lacé una roca con una cinta plana, enrollé la cuerda, la pasé por la cinta y la tiré hacia abajo, no alcancé a ver si había llegado a la nieve o si terminaba aún en las rocas, pero lo averiguaría pronto.
Comencé el descenso tranquilo, el anclaje estaba muy firme, la cuerda no alcanzaba a llegar a la nieve pero si me cargaba a mi derecha podía conectar la pala antes de que se me acabara la cuerda, lo hice, pero la línea de bajada ya no era tan recta, mi temor era que la cuerda se hubiese atascado en algo, cuando la tire para recuperarla ¡Pafff!, no avanzó casi nada, ¡Que rabia!, con lo cansado que estaba y mis compañeros bastante más abajo.
Foto: "Espolón de Eolo". |
Foto: Escalando el Torreón final. |
Como la cuerda no corrió, lo que hice fue pasar un "prussik" por ambas para colgarme y "pendular" a mi izquierda hasta quedar en línea recta con el anclaje, lo malo es que quedaba en las rocas, bastante verticales y sin posibilidad de armar nada.
La cuerda no se "desatasco" con los tirones, por lo que finalmente tuve que escalar de nuevo hasta que encontré la piedra que la estaba aprisionando. Solté todo, limpie un poco el terreno y volví a rapelar, cuando llegué al final de la cuerda me acomodé como pude, haciendo equilibrio me desenganche y tiré, esta vez la cuerda cayo sin problemas, y junto con ella un kilo de piedras que me golpearon por todos lados. Con cuidado desescalé los metros que me faltaban para llegar a la nieve, una vez ahí todo fue más fácil, pase a buscar mi mochila y continué el descenso por nieve dura, cramponeando feliz hasta alcanzar a mis compañeros.
Foto: Cumbre!!! |
Recorrimos rápidamente el "Espolón de Eolo", cuando llegamos al inicio del "Murallón de los Perros" ya estaba oscuro, en dos rapeles superamos este escollo y gracias a Dios la cuerda no se atascó, cuando todas las probabilidades decían que así tenía que pasar producto del terreno. Superamos "La Travesía" y el "Primer Canalón", bajo este tomamos algo de jugo y nos reímos, ya habíamos pasado todos los tramos difíciles, el "Gran Nevero" era largo pero fácil, ya no habían muchas opciones de que pasara nada malo, estábamos listos!!! |
A la carpa llegamos entre 22:30 y 22:45, molidos, pero con la satisfacción de haber logrado un objetivo que nos quitó el sueño durante bastante rato, mañana podíamos levantarnos tarde, pero no tanto, debíamos trasladar nuestro campamento al inicio del valle, el trabajo aún no terminaba.
Autor: Elvis Acevedo.
"Cóndor, de ala potente y fácil para el vuelo, por Dios creado para hender el cielo, y servir de soporte a nuestro Escudo"
César Herrera.