Punta Rouliez
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Una de las cosas que más me gusta hacer en las montañas, es tomar cerveza, pero aparte de eso, es buscar cerros sin -o con pocos ascensos- o rutas diferentes. Pero en este ámbito de cosas no todo deben ser ascensos técnicos, me gusta mucho explorar y subir cerros olvidados, aunque sean fáciles, después de haber investigado lo que más pude, y llegar a alguna cumbre para encontrar un roñoso testimonio olvidado hace décadas…
Después de ambas etapas, la de investigar primero y subir el cerro después, viene una tercera; la de difusión. Si, no es ego, como gran cantidad de personas o “montañistas” con autoestima baja puedan creer, no es eso, sino es la real necesidad de documentar nuestras montañas, valles, accesos, e intentar rescatar la mayor cantidad de información posible de las décadas anteriores, cuando no era tan fácil dejar registros, antes de que esa información termine de perderse.
Hubo montañas que eran destinos recurrentes antaño, otras muy a la mano recibieron sus primeros ascensos y quedaron en el olvido, lamentablemente porque la gente siempre va donde mismo. Pero parte de esa falta de creatividad al escoger objetivos, viene dada por la poca información disponible para decidir dónde ir, cosa que en los últimos 20 años gracias a internet y páginas web dedicadas a entregar información de cerros y rutas ha mejorado muchísimo.
Foto: Cruce de esteros durante la aproximación. |
Y a pesar de lo mucho que ha mejorado la difusión, seguimos teniendo montañas perdidas, olvidadas, con pocos ascensos, o que lisa y llanamente ni siquiera sabemos bien donde están…
Maravilloso, estresante pero maravilloso…
Me ha tocado participar de ascensos -propios, o en grupos de trabajo- a montañas que estaban completamente fuera de la órbita del conocimiento general, y ver como después de darlas a conocer, se han trasformado en destino recurrente para los montañeros durante los fines de semana. Alegría multiplicada por dos.
Si, por dos. Primero, ver como por el solo hecho de compartir información ya sea a través de un relato, o de una ficha en las webs antes mencionadas, aumentas las posibilidades que tienen los demás al momento de buscar objetivos de montaña, y dos, que aquellas montañas que estuvieron tantos años olvidadas, sin recibir visitas, vuelvan a sentir pasos por sus laderas y gritos de alegría en sus cumbres.
Así fue con cerros como el Punta Ventanas, Gastón, Rotario y Puente Alto etc. Las personas creen que la información siempre estuvo ahí, pues no, hubo personas que la buscaron, fueron a terreno, rebotaron en más de algún caso, regresaron, investigaron y redescubrieron esas montañas, disponibles ahora para todos. No existe la generación espontánea de conocimiento…
Foto: Vista al frente; valle del estero Yeguas Muertas. |
Y sin embargo no todo siempre es éxito. Algunos cerros perdidos todavía no aparecen, algunos como el Quilpué…
El 2009 fui al sector de Termas del Plomo - Paso Piuquenes, mezclado con un grupo de amigos del DAV. En esta oportunidad subí el Gastón mientras mis compañeros de salida resolvían a medias en terreno, y 100% una vez en la ciudad, el misterio de Rotario y el Puente Alto. Buena salida, tres montañas sacadas del olvido en un solo fin de semana.
Ahora que lo pienso han pasado nueve años, como pasa el tiempo...
Pero no encontramos el Quilpué.
El sector aledaño al Paso Piuquenes tiene muchas puntas de prominencia media, donde solo el Rotario y el Puente Alto están identificadas con un nombre, bueno, está el Mirador del Piuquenes y el Quilpué, pero ambos han sido un dolor de cabeza. He subido varias de estas puntas, y otros grupos también, encontrando pircas en varias de ellas, sin testimonios lamentablemente, pero lo que indica que casi con toda seguridad fueron muy visitadas en algún momento, ya que son de fácil acceso y con muy buenas vistas.
Por ahí uno de estos grupos dijo haber subido el Quilpué, pero sin testimonios de por medio, o sea, ¿por tincada?, pues así no sirve mucho.
Foto: Elija su "5000"... |
Un solo antecedente claro tengo para seguir buscándolo. Es una cumbre amplia, donde pueden caber al menos unas 17 personas, no es un cerro puntudo. Eso lo sé por la mala costumbre que tengo de investigar. Y bueno, este relato no es del Quilpué, si se fijaron en el título, es de otra de tantas puntas que subí buscando al Quilpué.
A principios de año habíamos estado conversando con la Nati Seguel -la súper experta en primeros auxilios montañeses- sobre subir alguna cosa, y decidimos partir al sector de Termas del Plomo. En lo más profundo de mi corazón albergaba la esperanza de encontrar una lata oxidada con una tarjeta borrosa donde solo se pudiera leer algo como “Ce… Q….é”. Aunque a estas alturas creo que eso no va a pasar, al menos esta vez, no pasó.
A pesar de eso, esta vez mirando y documentando la zona con más prolijidad, me di cuenta que tiene mucho más que ofrecer que el trekking al Paso Piuquenes, el Rotario y el Puente Alto. Son muchas las cumbres de media montaña que pueden hacer de esta zona un terreno fértil para el excursionismo, y un buen lugar -por lo duro que se vuelve en época invernal- para esa necesaria transición entre montañismo sencillo, y el de mayor dificultad.
Natalia me pasó a buscar a San José de Maipo, y de ahí nos fuimos sin problemas hasta Termas del Plomo. Estaba helado Juan, así que después de abrigarnos un poco partimos caminando en la que sabíamos que iba a ser una jornada corta de acercamiento.
Foto: Campamento, con el cerro Pirámide de telón de fondo. |
No suelo ser muy ordenado, pero como la búsqueda del Quilpué me tiene con las pelotas hinchadas, decidí partir de manera ordenada subiendo las prominencias más destacadas del sector aledaño al Paso Piuquenes, de sur a norte. Para tener cierto control creo.
Así que después de un corto rato de subida, con un día bastante frío, y con una vista maravillosa que mostraba mucha más nieve de lo esperado, y auguraba un invierno potente que nunca llegó, armamos la carpa en una planicie con vista a la P-3456, y justo atrás, la P-3567, las dos prominencias más destacadas del sector SO en estudio. Dale color...
Mi idea era armar la carpa y partir de una, pero Natalia decidió que tenía hambre y quiso comer antes. Se demoró poco en zamparse unas tres minutos gourmet, y una vez que decidió que ya no tenía hambre partimos.
Pasamos a cargar agua en uno de tantos esteritos que caen de las partas altas del sector y enfilamos derecho por unos acarreos sencillos mientras ganábamos una espléndida vista del sector del glaciar Bello y todas las cumbres de esa zona. Agarramos un sendero claro que se internaba por la quebrada en dirección al Paso Piuquenes, el cual no pillamos en la parte baja. Hay muchos senderos por acá, pero este nos alejaba del objetivo así que en algún punto decidí salir y subir directo en dirección a la P-3455 que permanecía a la vista.
Me detuve cuando gané el primer filo, a esperar a Natalia y abrigarme un poco, el clima estaba cambiando, del sol helado de la mañana ahora estábamos con un manto de nubes altas que aumentaba en densidad, mucho viento y una sensación térmica bastante baja. Me alcanzó Natalia, conversamos, algunas fotos, comimos algo y continuamos.
Foto: Las vistas desde este sector son tremendas. Cerro Casa de Piedra. |
Directo por un acarreo iba cuando ya la ventolera se puso ruda, la temperatura se fue a pique junto con las ganas de seguir. Natalia decidió bajar, yo, más porfiado, le di para arriba asumiendo que no faltaba mucho.
No faltaba mucho, pero tampoco poco, onda, faltaba lo suficientemente poco como para que no me dieran ganas de bajar, y lo suficientemente mucho como para helarme entero… ¿Se entendió?
Hacía frío Lucho, tenía los dedos de las manos bastante insensibles, ergo, cuando bajara y la circulación volviera, me iban a doler…, como duelen esos dedos recirculando sangre…, a los que les ha pasado saben de qué hablo. Duele.
El día terminó por nublarse, el viento se hizo dueño del entorno y los grados celsius positivos decidieron irse a dormir, el acarreo terminó por ponerse blando, y el idiota decidió seguir subiendo…
Y llegué a la cumbre, y cuando llego a una cumbre ni todo el dolor del mundo me logra amargar la sensación de alegría…, excepto el de los dedos…
Foto: Cumbre, la pirca ya estaba... |
Había una pirca, tal cual me lo había imaginado, pero no encontré nada en ella, solo las piedras que dejaban claro que antes hubo otros. Saqué fotos, disfruté lo que quedaba de vista y decidí bajar, sabiendo que la vuelta igual iba a ser rápida. Y fue sin inconvenientes salvo los minutos que me senté en una piedra a lanzar improperios al viento mientras me volvía la sangre a los dedos. Si el viento se lleva las palabras, a alguien en algún lugar del mundo le cayó una lluvia de chuchadas… |
Pasé un poco de largo, pero llegué a la carpa con las luces del atardecer. La Nata salió a recibirme y conversamos un rato de las sensaciones del día, luego, cuando cayó la noche nos metimos a la carpa para que no nos aplastara, y evitar el frío que se suponía iba a ser mucho y al final no fue tanto, pero tampoco poco, entre Tongoy y los Vilos, en fin, se entiende...
Comimos bastante y nos fuimos al sobre, para amanecer al otro día con un cielo totalmente despejado y un día hermoso. Haciendo todo con lentitud extrema y relajada bajamos al auto y de vuelta a la ciudad.
PD: Cuando fui el año 2009 junto a gente del DAV y MUC a la zona a buscar el Quilpué (entre otros), yo subí el Gastón, mientras otros dos equipos ascendían las cumbres al norte y al sur del Paso Piuquenes, las cuales no sabíamos cómo se llamaban en ese momento.
El “Equipo Sur” encontró testimonios, donde salía un nombre: Don Fernando Rouliez. Eduardo Atalah y Beatriz Delgado se dieron el trabajo de buscarlo y tuvieron éxito, pudiendo reunirse con él y conocer bien la historia de ambas montañas. Don Fernando las había ascendido décadas atrás. Ahí supimos que eran el Rotario y el Puente Alto.
Foto: Atardecer desde el campamento. |
No pretendo andar bautizando cumbres cuando no soy el primero en subirlas o cuando ya tienen un nombre, pero no es el caso de la P-3456 de la cual no hay ningún antecedente de cómo pudieron haberla llamado alguna vez. Por lo mismo, y solo a modo histórico para no nombrar el cerro con una "P" y su altura, la llamé Punta Fernando Rouliez, como un sencillo homenaje a otro de tantos montañeros olvidados y que dejaron un par de líneas escritas en la historia de nuestros cerros.
Autor: Elvis Acevedo Riquelme.
"Lo que haces hoy, puede mejorar todas tus mañanas..."
Ralph Marston.