Punta Desconocida
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El Alto de La Posada era otro de esos cerros de los cuales vi una foto cuando niño y nunca me imaginé subiendo. Sin embargo con el tiempo esa visual cambio y comencé a sentir las ganas de un cerro que te llama. Habiendo tenido buenas experiencias en el sector de Los Andes, en el Santa Elena y el Gloria, y después de un par de fallidas intentonas de convencer a alguno de mis compañeros, Claudio Correa cayó.
Organizamos todo y partimos en el Suzuki Baleno de Claudio -el “Piñiñento”- que ya nos había servido en otras tantas oportunidades rumbo a la cordillera, hacia la ciudad de Los Andes, en busca del Alto de La Posada. El viaje se sintió corto, matizado por las mismas viejas canciones de los ochenta que tantas veces hemos escuchado. Llegamos a los pies de la Cuesta Caracoles y cuando volvimos un poco identificamos claramente el cerro, buscamos un lugar donde estacionarnos cerca de unas construcciones abandonadas y partimos.
Foto: Claudio en un descanso, al fondo el Parva del Inca. |
El camino se veía más o menos claro y no parecía ser una jornada muy larga la que se nos venía hasta el Campamento. No teníamos claro donde quedaba, pero sabíamos que era cerca del comienzo de la canaleta. El cruce del puente semidestruido, con el río pasando con gran fuerza bajo mis pies fue complejo para mi, no tengo problemas con la altura, pero la sensación de ver agua corriendo bajo mío me urge, dada mi ya conocida poca capacidad de supervivencia en el liquido elemento. |
Pendientes de tierra y acarreos matizaron la subida hasta el campamento base, con un día muy soleado, caluroso y de poco viento. Llegamos temprano; como a las dos de la tarde ya estábamos instalados comiendo y observando el paisaje, todo en un ambiente muy relajado.
Teníamos señal de celular, así que hicimos las respectivas llamadas a nuestras familias y lo que mejor nos sale, dormimos toda la tarde tirados en unas rocas como lagartijas, abrazados por un tibio sol. Antes de dormir nos acercamos un poco al inicio de la canaleta para no dar jugo al día siguiente y luego volvimos a la carpa, comimos, y al sobre.
Nos levantamos temprano el día de cumbre, no recuerdo la hora pero estaba oscuro aún, teníamos claro por donde tomar la canaleta principal y rápidamente entramos a ella, subiendo por nieve dura y dispareja. Una vez dentro de la canaleta fue un subir constante, sin muchas opciones de desviarse para ninguna parte, pero las luces del amanecer nos comenzaban a mostrar las magníficas montañas del sector, el gigante Aconcagua, el Parva del Inca, el Aguja, el Bastión y tantos otros. El día completamente despejado y el ritmo de marcha muy cómodo, un derrumbe de piedras a nuestra derecha nos avisó que no nos relajáramos y nos mantuviéramos atentos.
Foto: Gloria, Glorieta, Barile, Aguja, Bastión, Juan Olmos... |
Me adelanté un poco, pero a ratos paraba para esperar a mi compañero y cuando lo veía seguía la marcha. Desde abajo habíamos divisado a un grupo bastante más adelante que nosotros, en la parte final de la canaleta. Cuando el sol ya nos alumbraba, sorpresivamente me topé con uno de ellos, había abortado el ascenso, me contó que eran de un club de la zona y habían subido la noche anterior, intentando el ascenso de un viaje, sin campamento. Pero el sueño y el agotamiento le habían ganado. |
Aproveche de esperar a Claudio y cuando me alcanzó proseguí la subida mientras el descansaba un poco. Llegué a la parte superior del canalón, a una especie de portezuelo que me dejaba ver una hermosa panorámica de los cerros de más al sur, y también vi la cumbre, aún lejos.
Este cerro es algo confuso en ese sentido, tiene como cuatro cumbres claramente independientes, pero pertenecientes al mismo macizo, y todos le dan nombres aleatorios, yo me guié por lo que me dijo el tipo de abajo y fui en busca de la segunda, haciendo un travesía algo expuesta. Ahí me topé con los otros dos montañistas del grupo local, estaban medio perdidos y lateados, de echo uno decidió volver y al otro lo convencí de que fuéramos a la cumbre, que no se preocupara por la bajada porque nos devolveríamos todos juntos.
Foto: Claudio y Elvis en la cumbre. |
Accedió, y comenzamos la última parte de la subida mientras Claudio nos seguía de cerca. No fue un trayecto muy largo el que tuvimos que recorrer, un poco de nieve blanda en la cúpula final y pisé la cumbre del Alto de La Posada (Punta Desconocida), o eso pensábamos en ese momento. Feliz esperé a los muchachos y cuando llegaron nos fundimos en un fuerte abrazo por una aventura más, sacamos fotos, escribimos unos pequeños testimonios y los guardamos en una cajita verde que marcaba la cumbre, el cielo despejado nos regalaba una hermosa visual de los cerros y valles de la zona. Estuvimos un buen rato antes de bajar, trayecto que resultó bastante agobiador por lo sopeada que se puso la nieve de la canaleta, el sol fuertísimo y nada de sombra, pero a la larga llegamos a la carpa, nos cambiamos de ropa, nos secamos, comimos algo y descansamos antes de comenzar la bajada a Santiago. |
PD: Los nombres de las cumbres de este sector son algo confusos, después de investigar un tiempo la mejor conclusión a la que se pudo llegar es que la primera cumbre de Norte a Sur corresponde al Alto de la Posada, la cual al estar en ella da la impresión de no estar en una cumbre, pero que tiene varias "Cajas de Cumbre" y testimonios, y la segunda cumbre, donde llegaron los autores de este relato, se conoce como Punta Desconocida, unos 100 metros más alta que el Alto de la Posada.
Se recomienda hacer las dos cumbres en el mismo viaje debido a su cercanía.
Autor: Elvis Acevedo R.
"Hoy, antes del alba, subí a las montañas, miré los cielos llenos de luminarias y le dije a mi espíritu: Cuando conozcamos todos estos mundos y el placer y la sabiduría que contienen, ¿estaremos tranquilos y satisfechos?, Y mi espíritu dijo: No, ganaremos esas alturas sólo para seguir adelante..."
Walt Whitman.