Cerro Pobre Cristo
|
Cuando comenzamos el ascenso del Laram Kotta, habíamos hablado de seguir después hacia la cumbre del Pobre Cristo, ese era el plan original, ahora, estando en la cumbre del primero, no sabía si Jaime y mi hermano tendrían ganas de seguir, suelen ser bastante dados a devolverse luego. Estaba por preguntarles, con algo de temor a una respuesta negativa, cuando nació de ellos mismos seguir con el segundo cerro del día. Genial pensé, démosle nomas.
Estuvimos un buen rato en la cumbre del Laram Kotta, estaba helado pero el día estaba despejado en nuestra zona, y nuboso hacia otras más lejanas, lo que formaba un manto de nubes sobre el que daban ganas de saltar.
El Laram y el Pobre Cristo están unidos por un largo filo de pocas dificultades. Para ir por el segundo tuvimos que devolvernos hasta el punto por donde conectamos el filo durante la subida, y continuar nuestra ruta en dirección a la segunda cumbre que queríamos subir ese día.
Foto: Nubes sobre las montañas de Quimsa Cruz. |
Estábamos en etapa de aclimatación antes de entrar a la zona glaciar por los objetivos que me habían hecho volar hasta acá, pero sumar dos cumbres en la zona, con las hermosas vistas que además tenían era saldo a favor. Ya teníamos una.
Partimos de vuelta por el filo en dirección al Pobre Cristo. Me adelante un poco, el recorrido era sencillo, los chicos a la vista algunas decenas de metros más atrás. Fui atento a no confundirme de cumbre por alguna mala jugada de las perspectivas, sabía que después del Pobre Cristo venía una cumbre sin nombre ni ascenso, pero ya bastante más alejada, y el Pobre Cristo tiene una especie de mordedura en la base del triangulo final que lo hace fácilmente identificable a lo lejos. Esperaba verlo para estar seguro de llegar a la cumbre correcta y no terminar parado en cualquier parte del filo.
Subiendo y subiendo el filo se ensancho un poco, y a mi derecha - según sentido de marcha - divise la muesca que estaba buscando, mire hacia arriba y me di cuenta de que estábamos listos…
Foto: Filo desde el Laram Kotta hacia el Pobre Cristo. Al fondo, la inescalada Torre Jihuana. |
Llegamos a la cumbre en un lapsus de unos 15 minutos, más contentos imposible. Disfrutamos la vista, descansamos un rato, fotos, y después de desechar la idea de continuar por el filo para una tercera cumbre por lo avanzado de la hora, comenzamos el regreso.
Para bajar nos devolvimos por el filo hasta el punto donde salimos de la ladera, y nos mandamos por las huellas directo para abajo. No sé en qué punto nos desviamos pero terminamos metidos en nieve muy honda, y termine bajando por otro lado para volver a encontrarme con mis compañeros en el pueblo.
Durante la tarde además de descansar, organizamos las cosas para la segunda parte del viaje, la de los objetivos fuertes. Guardamos algunas cosas en la enfermería del pueblo para la vuelta, distribuimos los pesos y quedamos listos para hacer el primer porteo al día siguiente.
Fue un día duro. Usamos el camino del lado norte de la laguna, amplio y cómodo cuando lo use al regreso de los cerros el 2016, pero ahora estaba nevado, y tuvimos que abrir huella desde casi el comienzo de la ruta. En algunos tramos la pendiente que se iba directo al agua hacia tomarse las cosas con calma, el peso de la mochila no ayudaba mucho.
Foto: Laguna Laram Kotta. |
Rodeamos la laguna y salimos al valle de acceso a la zona glaciar, con bastante nieve aun. Recuerdo el 2016 cuando lo vimos a lo lejos y parecía un valle ideal para armar un campamento de esos cómodos, en un lugar plano, seco, con agua cerca, y la desilusión al recorrerlo y darse cuenta que estaba lleno de vegas, piedras, y desniveles que dejaban muy pocas opciones para un campamento.
Pero esta vez nuestro objetivo estaba más al fondo, en una laguna que se forma justo bajo la zona glaciar, que recordaba perfectamente del ascenso del San Francisco. Lo que no recordaba era el tipo de terreno que podríamos encontrar alrededor, pero asumí con esperanza que algún planito íbamos a poder ubicar.
Plano plano plano, así como plano no encontramos, pero de alguna forma nos logramos acomodar cerca de la laguna, en uno de los pocos espacios secos y no barrosos que había. Muy lindo todo el sector, pero algo hostil y poco amigable a la hora de acampar. Quedamos con una vista de la laguna Laram Kotta eso sí, de pelos…
En los días posteriores nos dimos cuenta que el glaciar no estaba en tan malas condiciones como el 2016, pero esta vez era todo lo contrario, estaba con una cantidad tal de nieve que en el primer intento nos dimos cuenta que tendríamos que hundirnos mucho para hacer algún cerro. Esto sumado a la tormenta que se metió nos hizo abortar la primera tentativa.
Foto: Campamento Base. |
Tuvimos tiempo para un segundo intento. Bastante alto llegamos tratando de zamparnos una primera absoluta en el sector, pero el esfuerzo de abrir una larga huella hundidos casi hasta la rodilla, mas las dificultades finales, la hora, el sol excesivo esta vez (nos quejamos porque si y por qué no) hizo que parte del grupo quisiera bajar a poco menos de 100 metros al ojo de la cumbre, y con eso todos bajamos nomas, andamos en grupo.
Para mi el regreso fue una mezcla de alegría y tristeza. La alegría obvia que da el solo hecho de viajar, estar en las montañas, compartir con personas que viven en condiciones tan rudas y tan aisladas, pero que al mirarlas solo irradian la felicidad de estar donde quieren estar, y la tristeza de saber que cumplía ya una etapa de años con un excelente grupo humano, pero que ya estaba terminando, y la de no haber logrado los objetivos que me habían motivado a viajar tan lejos.
Excusas para volver me sobran...
Autor: Elvis Acevedo.
"En nuestros días, ya no existe la noche, ni el frío, ni el viento, ni las estrellas, todo se ha neutralizado ¿Donde está el ritmo de la vida?, todo va tan aprisa, y hace tanto ruido..."
Gastón Rébuffat.