Cerro Pirámide Blanca
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Hace algunos días que nos encontrábamos en nuestro Campamento Base en la Laguna Chiar Kotta, en la Cordillera Real de Bolivia. Con Juan Carlos y Claudio era nuestro segundo viaje a la zona, y ya nos habíamos echado al bolsillo el Pequeño Alpamayo y rebotado en el Condoriri, y Jaime y Ricardo, que venían por primera vez, también habían sumado el Tarija y el Austria.
Así que entre cerro y cerro, nos habíamos tomado un día de descanso, donde Claudio intentaría cumplir una meta que se había propuesto antes de salir de Santiago, pescar truchas en la laguna.
Foto: Claudio aprendiendo a pescar... |
La trucha terrible de trucha... Con Ricardo decidimos acompañarlo, dichosos de poder documentar tamaña proeza, y también para reírnos un rato. Caminamos todo el borde de la laguna hasta llegar a la rivera opuesta a la de nuestro campamento, donde estaban algunas familias locales y donde esperábamos encontrar un “chofer” para navegar laguna adentro. |
Conversamos un rato con la gente hasta que un niño muy simpático se ofreció a llevarnos en su bote. Claudio con cara de entusiasmo transpiraba optimismo, no me habría imaginado nunca que el optimismo olía tan mal.
Una vez arriba del bote nos internamos en las turbulentas y torrentosas aguas de la Laguna Chiar Kotta, mas tranquilas que una taza de leche, mientras el “Pelao” Correa tiraba la línea de pesca o como se llame el cordón ese que lleva el anzuelo en la punta.
Con Ricardo sacábamos fotos y nos divertíamos remando un rato cada uno, mientras Claudio entre palabras que no se le entendían bien, intentaba aplicar algunas técnicas para mejorar la eficacia de la pesca, cosa que algo resultó, por que al rato al menos logro enganchar el anzuelo de un alga.
Ante el rotundo fracaso desembarcamos en la orilla a buscar gusanos, al parecer necesitábamos cambiar de tipo de anzuelo, pero como no encontramos, regresamos al “embarcadero” a buscar tripas de las truchas que nuestro pequeño amigo había pescado el día anterior.
Foto: La siempre necesaria compañia femenina. |
Tiene su rollo esto de remar, tan fácil que se ve en las películas, pero el viento hace lo suyo y lo complica todo. Llegué con los brazos molidos a la orilla donde destriparon al par de pobres pescados, a ver si con las tripas lográbamos atraer alguna trucha distraída, ya que las mas vivarachas claramente se estaban riendo de nosotros, o en verdad, de Claudio. |
Bueno, pescamos más algas, el viento nos giro en 180º más de una vez, desembarcamos en una lejana playa sin vestigios de vida - eso lo digo para darle un poco de emoción al relato - y cuando regresamos al embarcadero, Claudio le pregunto a la mamá de nuestro guía en cuanto nos vendía las dos truchas, cosa que tampoco funcionó por que nos dijo que eran para consumo personal...notable día.
Nos despedimos de nuestros nuevos amigos Bolivianos, y Claudio le regalo su “Catalina” a nuestro pequeño guía, que minutos después cuando ya caminábamos de vuelta a nuestro campamento, nos alcanzo con las truchas, y nos las vendió por unas cuantas monedas.
No todos son montañas ni escaladas, fue una de las partes más bonitas de este viaje, compartir con la gente local, y hacer algo poco común como meterse en bote a una laguna a 4500 mts a dar jugo.
Obviamente llegamos al Base diciendo que nos había ido bien, y cuando Claudio mostro las truchas, Juan Carlos y Jaime solo atinaron a preguntar cuanto habían costado.
En fin, ese día fuera como fuera, almorzamos truchas.
Pirámide Blanca. Se nos terminaban los días de este entretenido viaje, y nos quedaba un objetivo, el Pirámide Blanca, uno de los clásicos de la zona. Partimos con Claudio, Juan Carlos y Jaime. Ricardo había estado bastante afectado por la altura toda la semana, y a eso en los últimos días se le sumo algún resfrío fuerte que le tenia la garganta en mal estado. |
Foto: Juan Carlos subiendo el Pirámide, atrás, el Cerro Diente. |
Es fome resfriarse en altura, el solo hecho de respirar se hace doloroso, así que nuestro consejo fue que dejara de respirar, pero el porfiado no quiso, sin embargo decidió marginarse del ultimo cerro de la expe.
Volvimos a recorrer el sendero que lleva al glaciar, y a conectar la huella que se dirige al Tarija, pero a medio camino nos desviamos hacia la derecha para irnos a la base del Pirámide.
El “cramponeo” fue tranquilo, el día estaba perfecto, cada cierto rato el tener que saltar grandes grietas nos despertaba un poco, los puentes estaban firmes y los saltos eran cortos, pero la vista de estos tremendos precipicios abovedados, de cientos de metros de profundidad, donde la luz se pierde hasta dar paso a un negro absoluto, hace meditar un poco de lo que podría estar haciendo en otra parte.
Pasamos por abajo del Diente, cerro que subimos el 2012, y enfilamos directo a la base de torreón cumbrero pasando por una zona de pendiente fuerte, unos 70º con hielo, que luego baja y llega a la parte seca, donde hay que sacarse los crampones y meterse a las rocas.
Foto: Torreón casi-final, que lleva a la antecumbre del Pirámide. |
Jaime y Claudio dejaron sus mochilas y partieron por un sector de acarreos lateros, yo preferí llevar mi mochila por si las moscas y meterme por una zona de rocas algo mas firmes, al final todos llegamos donde mismo, a una pared de 10 o 15 metros algo verticales que hay que superar para estar casi casi en el punto final. Cuando llegamos con Juan Carlos, Jaime y Claudio ya habían subido. Trepamos sin mayores dificultades para juntarnos con los muchachos, y encarar la último tramo hasta la cumbre. |
Son 4 o 5 metros más con bastante exposición, si uno cae a la izquierda no para hasta la laguna, pero la roca es firme y con muy buenos agarres, por lo que la trepada se hace sencilla y muy motivante, llegando a la cumbre con una vista increíble!!
Uno, dos movimientos y a cobrar, la última cumbre del viaje, todos en el Pirámide Blanca. Me alcanzo Juan Carlos y después de algunas fotos decidimos bajar para celebrar todos juntos en la antecumbre, que es más amplia y permite estar más cómodos.
Ahí junto a Claudio, Juan Carlos y Jaime, más quien escribe, nos dimos el abrazo final, cuatro Perros viejos, compañeros en muchas batallas montañeras, donde hemos vivido aventuras y desventuras, pero que al momento de los resúmenes finales, solo nos deja satisfacción y la sensación del deber cumplido, y de haberlo pasado muy pero muy bien..
Y como hay que estar a la moda, nos sacamos la “selfie” cumbrera y partimos de vuelta.
Foto: "Selfie Cumbrera" en el Pirámide Blanca. |
Un rapel para el paredón rocoso, algunos minutos y al glaciar de nuevo, lo hemos recorrido tantas veces que ya me siento cómodo y seguro en el. Saltando grietas y pateando hielo llegamos a la salida, nos sacamos los crampones y tomamos el marcado sendero que nos llevó hasta el CB, donde Ricardo nos esperaba. Habíamos decidido decirle que el cerro era feo, que no se había perdido de nada, que era fome, pero quizá la cara de alegría nos delato, y no nos quedo otra que comentarle que se había perdido una muy buena cumbre...pa la otra. |
Los días siguientes regresamos a La Paz, carreteamos de manera bastante mas moderada que el 2012, compramos algunos recuerditos y agarramos el vuelo que nos trajo de vuelta a Santiago, sin saber cuando nuestros pasos nos llevarán de nuevo a tierras y montañas Bolivianas.
Autor: Elvis Acevedo.
"Un buen escalador capaz de superar una zona en ascenso, ha de ser capaz de realizarla en descenso"
Paul Preuss.