Cerro Pedro Zanni
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Estaba en mi trabajo intentando disimular que hacia algo productivo, cuando de la nada me llego un whatsapp de Daniel Pérez. Esta vez no era para hablar de la edición de alguna ruta para Andeshandbook, sino que Daniel, me invitaba a una salida al cerro. Después de cómo 10.000 años que nos conocemos, por fin me invito a una.
Con Daniel nos conocemos hace años, casi a pura virtualidad eso si. Trabajando ambos para Andeshandbook, el como parte del equipo de editores, yo por esos tiempos como parte del Directorio. Siempre nos llevamos bien, siempre pensamos bastante similar en cuanto a la dirección que debía tener un proyecto como Andeshandbook. Me hubiera hecho falta un compañero así en el Directorio, donde siempre mi opinión estaba en minoría y perdía todas las votaciones por paliza.
Pasaron los años, renuncie a Andeshandbook cuando el proyecto tomo un camino comercial que a mi no me interesaba, e incluso durante dos años tampoco mande mas aportes a la web. Una amiga me hizo entender que independiente de lo que pensara de la ONG, mis aportes podían ser útiles a las personas; a quienes buscan alternativas para ir a la montaña. Le encontré razón, y volví a compartir información, pero me di el lujo de pedir que mis rutas las editara solo una persona, de las pocas que conservan aun la visión original de Andeshandbook, si pues, Daniel Pérez, el “Pulento Daniel”. Eso duro un tiempo, lamentablemente igual deje de compartir información a través de esa web pero eso es harina de otro costal.
Daniel es un buen tipo, a pesar de ser abogado, pero nunca me había invitado a un cerro, bueno, una vez, a una salida que era justo para el 19-O, si, el sábado siguiente al inicio del Estallido Social. Manso ojito. Ahora quería ir al valle del río Las Cuevas, o Matienzo como también se le conoce. Su idea era explorar algunos de los pasos fronterizos que eventualmente permitirán pasar al lado chileno, a los sectores prohibidos por la maldita comunidad Cano Gallegos. La idea me pareció buena, pero yo quería subir un cerro, así que le dije que me sumaba, pero que mientras ellos exploraban yo podía subir la Punta Zani, cerro pequeño, pero con buena vista que hace rato tenía ganas de visitar. Acepto sin problemas.
Los otros integrantes de la salida serian Alex Honold - si, el mismo - mas conocido en Chile como Agustín Ferrer, con quien mas de alguna vez habíamos intercambiado mails por temas de montaña, pero que no conocía en persona, y Damir Mandakovic, un chico de las nuevas generaciones del CAU al que si había tenido la oportunidad de conocer cuando fue a buscar su ejemplar del libro de Gastón Oyarzún que re-editamos el 2019.
Todos chicos del todopoderoso Club Andino Universitario, aquel heredero de la Rama de Montaña de la Universidad Católica, cuna de ochomilistas y "guías" del empresariado chilensis que van a jugar a ser escaladores al Himalaya, albergue de "montañeros" que trabajan haciendo "No deje Rastro" a empresas como AngloAmerican, donde aún se huele el olor de aquella pipa excesivamente sobrevalorada, si, esa pipa; aquella pipa; LA pipa...
Mas yo, un simple y humilde quiltro alpino sin ningún brillo... :)
Nos juntamos cerca de Tobalaba bastante tarde para lo que uno esta acostumbrado, pero el viaje era corto y la aproximación también, así que no había necesidad de madrugar. En el viaje nos pusimos al día de muchas cosas y entramos un poco mas en confianza, lo que fue bastante fácil; puros cabros buenos y de trato fácil, se armo un grupo muy agradable.
Llegamos al Paso Fronterizo Los Libertadores. Mucho tiempo que no andaba por acá, por lo que lo encontré totalmente cambiado, muy moderno y bonito quedo, no se si tan eficiente, pero de que tira pinta, tira pinta.
Pasamos pal otro lado. Incluso dentro del túnel uno se da cuenta cuando cambia de país. Hay que reconocer que el lado nuestro esta bastante bien mantenido. Pasamos a la caseta del gendarme argentino para avisar de nuestra actividad, y después nos devolvimos unos metros para estacionar prácticamente al lado del túnel. Por fin a caminar.
Después de acomodarnos las mochilas y los últimos detalles comenzamos la marcha. Fueron un par de horas bastante relajadas, por un valle principalmente plano, y muy amplio, con bastante sol, pero con una brisa que ayudaba a no freírse. Llegamos al punto donde Daniel me indico que se acampaba para la Punta Zani, pero decidí seguir con los chicos que necesitaban acampar más al fondo, y devolverme al otro día para subir el cerro.
Llegamos a un lugar donde no tuvimos tan claro por donde seguir. Se veía un sendero que evitaba cruzar el río, pero por una ladera que al menos a la distancia, no se veía muy amigable, al otro lado del cauce el valle iba plano y feliz, pero el río venia bastante corrientoso por la hora. Aquí nos quedamos un rato pensando que hacer, Daniel cruzo el río un par de veces para ver como estaba, y mientras se mojaba los pies Damir encontró un agradable lugar para vivaquear sin necesidad de mojarse; verde y plano. Ahí decidimos quedarnos. Para el tema agua regresamos con Agustín unos minutos a cargar las botellas de todos en una vertiente bastante moribunda que habíamos pasado, ya que el río venia igual que mi mente. Completamente turbio.
Después de un rato ya estábamos acomodados en un agradable lugar hablando de una y mil cosas, cocinando y viendo pasar los minutos sin hacer nada. Era un lugar y una salida completamente ideales para haber llevado unos cuatro o cinco sixpack de chelas, pero como era primera vez que iba con los chicos no quise dar mala impresión…
Foto: Disfrutando el difícil arte de no hacer nada... |
Después de una agradable tarde - a la que le faltaron unas cervezas - quedamos de acuerdo en que los chicos madrugarían para ir al fondo del valle a buscar el Paso de los Contrabandistas, y yo dormiría un poco más para volver por el valle y subir la Punta Zani. Nos encontraríamos en la base del cerro.
Noche estrellada y agradable, los muchachos despertaron temprano, ordenaron sus cosas y partieron; no mucho rato después, cuando un agradable sol ya me entibiaba el saco de dormir, salí remoloneando de él para encender la cocinilla y hacer un doble moka choca. Me quede un rato disfrutando las sensaciones de un sol tibio que de a poco comenzaba a iluminar el valle, de un rico café, y de unas galletas tritón re-molidas, antes de comenzar a armar la mochila.
Cuando estuve listo caminé de vuelta por el mismo sendero que recorrimos ayer, y cuando vi la silueta de la Punta Zani comencé a ir directo hasta su base, hasta que tuve que buscar un lugar cómodo para cruzar el río, que venia bastante más amigable que el día anterior. No pude evitar sacarme los zapatos para cruzar, pero el agua se sentía bastante fresca, agradable para unos pies cansados. Ya al otro lado enfile directamente al nacimiento del filo SO de la Punta Zani, donde también nacía un claro sendero.
Desde el comienzo del sendero pude ver algunas carpas acampando cerca del estero que viene desde el cerro Matienzo. Pensé en dejar la mochila en alguna parte y recogerla a la vuelta, pero al final me dije: “bueh, vengo a entrenar”. Y partí para arriba con todo el peso.
La subida por el filo es tranquila, a mitad de camino hay unas pasadas rocosas que con mochila grande tuve que hacer con algo mas de atención, luego el sendero se pierde un poco entre piedras y gendarmes, pero termina retomando el filo y volviendo a ser un sendero claro en el ultimo tercio de la subida. Sentado en algún descanso me alcanzo un grupo que yo pensé que venia desde las carpas, los deje pasar, mas adelante los volví a pillar, y cuando esperaba que hablaran en argentino, me hablaron en chilensis. Mira donde nos vinimos a encontrar entre compatriotas. Dejé que los chicos se fueran primero, ellos sin peso iban mas rápido, me fui a la cola y volvimos a juntarnos todos en la cumbre.
Compartimos un rato hasta que ellos empezaron el descenso, yo decidí quedarme más, pues tenía que hacer algo de hora para no llegar tan temprano al punto de reunión con los chicos. Habíamos quedado de acuerdo en juntarnos a las 15:00 hrs. Saque fotos, grabé, me dormí una siesta. El día estaba muy agradable, poco viento y mucho sol, a pesar de eso, estaba bastante helado. En algún momento Eolo considero que llevaba mucho rato ahí y comenzó a soplar con mas intensidad. Decidí bajar.
Para la bajada use un sendero casi directo que va por la ladera oeste y no por el filo, por tierra blanda, que lo hace muy agradable para la bajada, pero seria una tortura para la subida. Llegue rápido a la base del cerro, donde busque un lugar verde para tirarme un rato a esperar a los muchachos. Luego miré hacia el río, a unas centenas de metros de mi posición, y vi otro lugar verde, pero con algo de sombra producto de una roca grande, decidí ir para allá, y que buena idea fue por que cuando caminaba en dirección al lugar, vi tres cabezas que ya pasaban de largo, y eran mis compañeros que ya venían de vuelta. Si me quedo donde estaba no los veo pasar.
Nos juntamos, nos contamos todo y caminamos de regreso al auto, salve el gorro de Daniel que se había volado y volvimos sin inconvenientes a Santiago salvo la desorganización del complejo fronterizo, donde unos dicen una cosa y otros dicen otra. Muy bonito quedo, pero…
Nos despedimos estando ya en Santiago, después de un relajado fin de semana donde pude conocer un valle al que no había ido, y donde como siempre nacen 1000 proyectos más. Buen grupo, ojalá se repita en algún momento.
Autor: Elvis Acevedo.
Agradecimientos: A Daniel Pérez por la foto panorámica y la de presentación.
"Si he visto más lejos, es porque estoy sentado en hombros de gigantes..."
Isaac Newton.