Cerro Pastén

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  • Altitud: 4.357 msnm.
  • Ubicación: Paso Piuquenes - RM.
  • Fecha: Enero del 2024.
  • Integrantes:
    • Elvis Acevedo (P. Alpinos)
    • Francisca Cox (Invitada)
  • Ruta: Cara NO.

Nombrado así en honor de don Mario Pastén, célebre arriero chileno de la década de los 30 que prestó servicios a muchas expediciones, principalmente en el Aconcagua, y que terminó subiendo dicha montaña participando así la séptima ascensión absoluta al techo de América y primera chilena, además de la primera al Cuerno, vecino del Aconcagua. Todo un arriero montañero. El cerro Pastén a pesar de su ubicación es una de esas pequeñas montañas a las que nadie le da pelota.

Su primer ascenso -registrado al menos- lo hizo Evelio Echevarría recién el año 97, y desde aquella fecha con seguridad tiene dos o tres más, pero en pleno 2024 una montaña con menos de diez ascensiones sigue siendo una joya digna de visitar, sea fácil o difícil. Lujos que tenemos en los Andes y que hay que aprovechar.

Todo el sector que rodea el Paso Piuquenes tiene muchas de estas montañas, ahora todos saben que existen el Rotario y el Puente Alto al norte y sur del hito fronterizo, y la gente cree que siempre hemos conocido esos nombres, pero fue recién el año 2010, cuando con amigos del DAV fuimos a la zona y subimos en diferentes grupos aquellos cerros, más el Gastón.

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Foto: El parque no parque… al menos la escultura les quedó bonita…

En ese momento no teníamos idea de cual era cual, y de eso solo poco más de diez años, que no es tanto tiempo en términos de montañas.

Hoy son cerros que se suben regularmente, y lamentablemente, pocos han tenido la curiosidad de subir cerros vecinos, a pesar de eso con los años se han podido descubrir antecedentes suficientes para ir nombrándolos de a poco, Pastén, Mirador del Piuquenes, Quilpué -que yo creo que no está bien ubicado- o el horriblemente “bautizado” cerro Caprinos, que yo creo que es el Quilpué, pero eso es otro tema...

Son siete u ocho cumbres que hacen de la zona un paraíso del trekking con unas vistas soberbias al corazón de los Andes centrales. Así que tras algunas conversaciones digitales decidimos con Francisca Cox, ir a meternos a ese sector para comenzar el año.

Salimos un sábado temprano, o no tanto, y nos tragamos los kilómetros hasta Termas del Plomo a punta de buena conversa sobre planes de montañas y cosas varias, llegamos a la entrada del parque que no tenemos idea que servicios de parque entrega, y llegamos a las termas mismas con bastante gente acampando en el lugar, como era de suponer para la fecha.

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Foto: Vistas durante el ascenso.

Arreglamos las mochilas y comenzamos a caminar para encontrar el sendero que va al Paso Piuquenes.

Teniendo en cuenta lo bueno que fue el año anterior en nevadas, los ríos este 2024 están bajando raudos y jubilosos en todas partes, y el río Yeso siempre, incluso en años secos, es un río de caudal respetable, pensé en eso cuando planificamos venir para este lado, pero la verdad en casi todas partes hay que cruzar algún curso de agua, así que bueno, nada que hacer.

Pasamos donde primero encontramos que estaba un poco mejor, básicamente de flojos, por no caminar un poco más hasta el lugar donde realmente si se veía mejor, como sea, salvo algún piquero frustrado de Francisca y un poco de tensión en la zona más profunda, pasamos, mojados, pero pasamos, pero muy mojados, así que la primera parte de la caminata íbamos muy fresquitos de la cintura para abajo.

La aproximación fue corta, después de hacer un traverse algo latero conectamos el sendero que va al hito fronterizo, y de ahí en un par de horas llegamos a la cota de 3.500 metros donde hay unos buenos lugares para vivaquear, y al lado del agua. Como era temprano, decidimos dejar las cosas ahí y partir de inmediato en busca del Pastén.

Subimos por el zigzag que lleva al "descanso de los burros" donde obviamente yo me detuve a descansar, y seguimos. Un resfrío mal cuidado de verano, a los que nunca les doy pelota, me tenía la nariz bastante tapada y como decía mi abuela, el pecho tomado, así que subía de manera bastante penosa mientras intentaba acortarle distancia a la cordada que iba a velocidad luz.

Ya debajo del cordón fronterizo y con el Rotario, el Puente Alto y el Pastén a la vista, le sugerí a Francisca que subiéramos directo por la cara NO, para evitar ir a darnos la vuelta al paso fronterizo y el Puente Alto.

La ruta, así como motivante no era, en general la única duda era que tan maldito sería el acarreo final en la escala de acarreos malditos, desde abajo a la parte final yo le aposté a un csm-5, pero en terreno creo que anduvo por 7, tierra fina de esa en que se resbalan los pies y te quedas pegado pensando en lo que podrías estar haciendo en otra parte.

Algunos neveros adornaban un paisaje que suele ser bastante seco, lo que indica lo lindo que fue el invierno anterior, a pesar de eso, a ratos paraba, a toser, pero también para admirar como un paisaje que podría incluso ser monótono, puede ser al mismo tiempo tan hermoso y hacer sentir tantas cosas en el interior.

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Foto: Francisca en la cumbre del Pastén, de fondo, varias de las más importantes cumbres de la zona central.

Poco a poco ganamos terreno acompañados como siempre en esta zona de una ventolera a ratos fuerte y algo incómoda, las vistas se abrían mostrando varios de los gigantes de la zona central como el Loma Larga, el Mesón Alto, el siempre impresionante Casa de Piedra, y un sector que me trae muchos recuerdos, el del glaciar Bello, donde abrimos una linda ruta en el cerro homónimo, y donde con mis compas Willy “Messner” Acevedo y Juan Carlos "Lobo" Caro habíamos estado solo hace un par de años peleando en total desventaja con un infinito ejército de penitentes y grietas abismosas que nos querían tragar, en un jugado intento veraniego al Cuerno Seco, donde, no es por ser hablador, a Juan Carlos se le olvidaron los parantes de la carpa y anduvimos vivaqueando varios días, para bajar -de casualidad- justo antes de un temporal veraniego de esos que dan vuelta lanchas en Valparaíso... cosas que pasan... recuerdos que quedan.

Pocos metros antes de la cúpula final Francisca se asomó para darme ánimo, y de aburrida probablemente, yo me enderecé un poco, me acomodé la garganta algo chueca de tanto toser, y salí arriba, a la cumbre del Pastén, otro cerrito más de este hermoso sector que tenía ganas de subir.

Estaba bastante helado por el viento, pero eso no nos impidió disfrutar la espléndida vista que se abría en todas direcciones, estas montañas, sencillas, permiten disfrutar unas visuales espléndidas, el Marmolejo al sur mostrando esa cara norte que tantas ganas tengo de escalar, el Nevado Piuquenes a lo lejos, la cara SO del Pirámide, muchas montañas ya escaladas, otras intentadas y muchas otras parte de aquellos sueños que uno tiene despierto y que permiten arrancar de lo cotidiano... un paraíso.

Sacamos fotos, grabamos algún video y observamos bien para asegurarnos de que estábamos en el punto más alto, recorrimos un par de puntas a todas luces más bajas y decidimos bajar porque ya se estaba poniendo heladito.

La bajada fue tranquila, en poco rato y disfrutando de las más cálidas luces del atardecer, llegamos al vivac a comer puré con salame y pensar en el día siguiente.

La noche fue tranquila salvo por un puntapié -se supone- involuntario, que me hizo despertar pensando que la ladera se venía abajo. Buena parte de la noche tuvimos la luz de una hermosa media luna, la cual se terminó escondiendo detrás de los contrafuertes más cercanos dejándonos ver ahora, un cielo completamente estrellado. Digno espectáculo que por más veces que lo repita, no deja de impresionarme.

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Foto: Amanecer desde el vivac.

Al día siguiente flojeamos, y despertamos bastante tarde para lo que es la costumbre, pero íbamos a ir a los cerros Rotario y Puente Alto, al norte y sur respetivamente del Paso Piuquenes, así que no había necesidad de madrugar.

Repetimos buena parte del camino que hicimos el día anterior, y sin salirnos del sendero y cruzando algunos neveros porfiados que se resisten a derretirse llegamos al paso fronterizo, el cual no visitaba desde el 2011. Fue bonito llegar aquí después de tanto tiempo.

Partimos rápido al Rotario, que esta vez tenía buena parte de su pirámide final con nieve, pero los últimos metros por dónde va la ruta estaban despejados. Así, después de algunas trepadas por la placa final llegamos a la filuda cumbre. Abrazo, fotos, y disfrutar las visuales de esta segunda cumbre del fin de semana. Estaba menos ventoso que el día anterior así que pudimos relajarnos un poco más antes de comenzar la bajada para ir al Puente Alto.

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Foto: Arista final del Rotario.

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Foto: Cumbre del Rotario.

Bajamos rápido hasta el paso, y comenzamos la subida hacia el Puente Alto, al cual llegamos después de un rato, con algo más de viento, pero con un día soleado y disfrutón. Tercera cumbre de un lindo fin de semana.

Después de un rato por acarreos y senderos llegamos al lugar del vivac, ordenamos las mochilas, equivocamos el camino gracias a una sugerencia mía, cruzamos el río, esta vez por su parte menos compleja, y llegamos a Termas del Plomo donde se olían los asados a kilómetros…

Como consuelo nos pasamos a comer una empanada al clásico local de San Gabriel, y después a casa.

Muy buen fin de semana para empezar el año.

 

Autor: Elvis Acevedo Riquelme.

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“Persigo la felicidad. Y la montaña responde a mi búsqueda.”
Chantal Maudit.