Nevado Sierra Blanca

Nevado Sierra Blanca

 

 

  • Altitud: 4.997 msnm.
  • Ubicación: Glaciar Juncal Sur - RM.
  • Fecha: Febrero del 2006.
  • Integrantes:
    • Fernando Fainberg (Invitado)
    • Elvis Acevedo (P. Alpinos)
  • Ruta: Cara NE - Primer Ascenso.
  • Expedición: Glaciar Juncal Sur 2006.

En septiembre de 2005 llegó a mis manos un mapa, más bien dicho un bosquejo de varias zonas de los Andes centrales, una de ellas, de la amplia meseta glaciar que componen los glaciares Olivares Alfa, Beta, Gamma y el Juncal Sur. Una de las mayores masas glaciares de Chile fuera de los Hielos Patagónicos.

Frente a mí estaba la posibilidad de intentar cerros con pocos ascensos y visitar una de las zonas más hermosas de la cordillera, de aparente cercanía y fácil logística.

Durante varios meses trabajé en reunir información y un equipo que quisiera acompañarme a una aventura que a todas luces no garantizaba el éxito.

El Team

Foto: Fainberg, Acevedo y Caro en la Vega Honda.

Los datos sobre el sector eran mínimos y mis dos primeras ideas para internarme a la zona murieron a raíz de los requisitos de Codelco Andina, hasta que se dio la posibilidad de ingresar por el valle de Olivares, lo que implicaba 54 kms que no estaban contemplados al principio.

En Diciembre teníamos proyecto y equipo formado. Nuestros objetivos serían las montañas que componen la Sierra Blanca; es decir, el Nevado Sierra Blanca (Federación), el Picarte y el Nevado de Olivares, y el equipo estaría integrado por Fernando Fainberg, Juan Carlos Caro y Elvis Acevedo.

En Enero resolvimos los últimos detalles que implicaban los permisos con el Ministerio de Bienes Nacionales y el contacto con Don Walter Saavedra, nuestro arriero, que se encargaría de trasportar nuestra carga 27 kms al interior del valle del río Olivares.

Día 1: El día de partida, 4 de febrero. Con él apoyo logístico de Fabián Acevedo en el trasporte llegamos a la caseta de guardias de GENER S.A., mostramos los permisos correspondientes, pasamos sin problemas y avanzamos por un excelente camino de ripio hasta la bocatoma, donde nos encontramos con Don Walter, su hijo el “Vela” y uno de sus nietos, para el cual era su primer viaje.

Cargamos las mulas y comenzamos por fin, después de un montón de problemas resueltos en el camino, a sentir la simple sensación de caminar con una pequeña mochila en la espalda.

Cerro Tronco

Foto: Cerro Tronco, desde la Vega Honda.

El primer día avanzamos 16 km hasta la Vega Honda, por un valle amplio y hermoso. Esta vega está a la altura de Piedra Numerada en el vecino valle del río Molina. En este lugar hicimos un vivac disfrutando la simpleza de la montaña.

Desde acá teníamos hermosas vistas en diversas direcciones, como la cara sur del cerro Tronco y la Sierra del Coironal. Además aprovechamos de jugar un rato en unas palestras de roca cercanas al campamento y compartir con Don Walter y su hijo divertidas historias de arrieros y cordilleras al calor de una fogata.

Día 2: Despertamos temprano, teníamos que llegar al fondo del valle, lo que implicaba cruzar el río Olivares, tema no menor en mi caso dada mi escasa capacidad de supervivencia en el agua. Sin embargo Don Walter encontró el mejor lugar para cruzar y gracias a uno de sus caballos y su experta guía, apenas nos mojamos los zapatos a pesar del crecido caudal del río.

Lo demás fue un tranquilo y gratificante caminar hasta el lugar de campamento, entre dos hermosas lagunas, al pie de la impresionante pared de la Loma Rabona. Nos despedimos de nuestro querido arriero y sus acompañantes. Quedamos de acuerdo para el regreso, cuando llegáramos de vuelta de nuestra expedición.

Eran aproximadamente las 13:00 hrs, así que con la mitad del día por delante decidimos realizar un porteo para adelantar un poco de carga y reconocer la ruta.

Nevado Sierra Blanca

Foto: Nevado Sierra Blanca, mal llamado cerro Federación.

Mucho no reconocimos ya que nos equivocamos en la subida y terminamos escalando por una pared no muy complicada, pero sí bastante expuesta. Además el peso de las mochilas lo hizo bastante agotador.

Sin embargo salimos arriba de la pared y dejamos nuestro depósito, no muy arriba, pero depósito al fin y al cabo. Además en la bajada dimos con la subida correcta, donde habían unos cables de acero de una vieja mina, y los restos de un antiguo refugio destruido, así que al día siguiente no perderíamos tiempo buscando por donde subir.

Día 3: Nuestro plan era avanzar con todo el resto de nuestro equipo hasta el costado este del glaciar Juncal Sur, volver a buscar el depósito, y regresar al glaciar e instalar nuestro Campamento Base (CB). Si no conocíamos el lugar lo menos que podíamos hacer era ser optimistas. La dura realidad fue bastante distinta.

Avanzamos con mucho peso en la espalda por terrenos de acarreos, quebradas y pendientes de tierra lisa y dura como roca. A eso de las 15:00 hrs y con una lejana vista del Nevado Sierra Blanca, decidimos, o mejor dicho, asumimos que no estaríamos ni cerca de llegar al glaciar ese día, ya que aún teníamos que volver al depósito, así que buscamos un lugar apto para un improvisado vivac.

Dejamos las cosas y regresamos a buscar sólo lo justo y necesario; el viaje hasta el glaciar iba a ser más duro de lo esperado, así que había que reducir equipo técnico y comida. Nos quedaríamos sólo con lo indispensable.

Glaciar Juncal Sur

Foto: Glaciar Juncal Sur y Cerro Juncal Chico.

A eso de las 18:00 hrs estábamos de vuelta, comiendo y disfrutando del espectáculo de ver el valle tapado de nubes varios cientos de metros debajo nuestro, y la luna iluminando todo a través de una tenue capa de neblina dispersa. Fue una grata noche; estaba siendo duro, pero íbamos avanzando.

Día 4: Despertamos con la convicción de instalar nuestro CB a como diera lugar; no más depósitos ni porteos, avanzaríamos con todo lo necesario en las mochilas de un solo viaje. Así, después de un grato desayuno y ya con luz natural, comenzamos la marcha.

Se notaba el cambio de paisaje, aparecían los primeros manchones de nieve y la visual comenzaba a abrirse hacia todos lados.

Por fin veíamos la parte alta de la Loma Rabona a nuestra altura, e incluso un poco más abajo. Cruzamos algunos frescos riachuelos hasta que por fin lo vimos, lejos aún, pero parecía estar al alcance de la mano, el glaciar Juncal Sur y todo el séquito de montañas que lo protegen, los Olivares Alfa, Beta y Gamma, escondidos a la mirada común del hombre.

Inmenso paisaje, se respiraba soledad, y nosotros ahí, como verdaderos intrusos en un lugar que no nos correspondía. Sabía que faltaba muchísimo, pero estaba feliz de estar ahí, de ver que lo que había soñado por meses mirando un simple bosquejo en un papel, era real, existía, no era producto de mi loca imaginación.

Sierra Blanca

Foto: Primer intento al Nevado Sierra Blanca.

Durante algunas horas más seguimos avanzando en dirección al glaciar, bastante abajo aún respecto a nuestra posición, hasta que decidimos descender en línea recta por una serie de acarreos y encontrar algún lugar para nuestra carpa.

No encontramos nada muy bueno. El resto del día se nos fue preparando una terraza y armando una mega poderosa pirca que nos protegiera si el clima se ponía travieso. Estábamos al borde del glaciar Juncal Sur, ahora sí podíamos pensar en subir cerros.

Día 5: Por fin un ascenso, es lo que pensaba mientras preparaba mis cosas para nuestro primer objetivo, el Nevado Sierra Blanca, o cerro Federación, de poco menos de 5.000 metros.

No partimos muy temprano, queríamos cruzar el glaciar Juncal Sur con luz de día. Al llegar a él uno de mis temores se hizo realidad, estaba absolutamente lleno de penitentes, de lado a lado.

Con bastante calma y ánimo comenzamos a cruzarlo de este a oeste, en dirección a la base del Sierra Blanca, el cual habíamos decidido intentar por un evidente nevero que luego conectaba un filo rocoso desde el cual esperábamos ver la cumbre.

SB

Foto: Abriendo ruta en el Nevado Sierra Blanca.

A pesar de lo tedioso de avanzar entre penitentes, el cruce no fue tan desesperante.

Estábamos contentos, por fin después de tantos días de marcha entrábamos en acción; la adrenalina estaba alta, estábamos subiendo cerros que contaban con muy pocas visitas en un lugar que algunos ni siquiera sabrían ubicar en un mapa.

Cuando llegamos a la base del nevero el sol iluminaba desde lo alto y la altura nos mostraba una espectacular vista del glaciar y los cordones de cerros que lo rodean, era sobrecogedor.

La hora avanzaba y continuamos el ascenso por el nevero, con una inclinación máxima de unos 50 grados, la nieve estaba inestable y blanda, era incómodo avanzar. Es fácil resbalarse en un terreno así, por eso nos pasamos a un sector de rocas, para ver si el avance se hacía más fluido, pero resultó similar.

Era un sector de roca suelta y de bastante pendiente en algunos tramos, todo inestable y rodando hacia abajo. Mientras pensaba en no ser yo mismo quien rodara, Fernando llegó arriba de la pendiente de roca y logró conectar el filo principal, ese que esperábamos nos dejara cerca de la cumbre. Pero al llegar la desilusión fue grande, aún quedaba bastante por recorrer.

Nuestra única opción a esa altura era continuar por el mismo e inestable filo rocoso, ahora lleno de gendarmes y con caídas de bastante altura a ambos lados. A pesar de todo lo intentamos, pero éste se angostó hasta que no era seguro continuar.

Parados en un lugar que parecía poder venirse abajo en cualquier momento y mirando la cumbre, bastante lejos aún, decidimos volver.

Cumbre

Foto: Llegando a la cumbre del Nevado Sierra Blanca.

Lo único rescatable de ese intento fue que pudimos ver una cara del Nevado que no podíamos ver desde el campamento porque estaba tapada por un filo secundario. Por esa cara, la NE, decimos realizar nuestro segundo intento.

Día 6: El día anterior nos había dejado bastante agotados, llevábamos 6 días de trabajo y el esfuerzo se sentía en las piernas y el cuerpo en general; sin embargo no nos quedaba mucho tiempo así que por enésima vez adaptamos la estrategia a las condiciones que se nos presentaban para aumentar las posibilidades de éxito.

Lo primero era evitar cruzar el glaciar de lado a lado todos los días por desgastador y peligroso, así que el sexto día nos movimos con equipo de vivac, con la intención de intentar nuevamente el Nevado Sierra Blanca. El segundo intento a la montaña sería por la cara NE, para eso haríamos un vivac en la orilla este del glaciar, sin volver al campamento base para no tener que cruzar el glaciar de un lado a otro.

Avanzamos durante algunas horas entre penitentes y nieve blanda internándonos por el glaciar hasta ver la cara que queríamos escalar; ubicamos una isla de rocas en medio de la nada para dejar nuestras cosas y prepararnos para nuestro último intento.

Eran las 13:00 hrs, debíamos superar los 900 metros de desnivel e incertidumbre en unas cinco horas para alcanzar a volver al vívac con luz de atardecer. Había que jugársela el todo por el todo.

Nevado del Plomo

Foto: Nevado del Plomo desde el vivac.

Comenzamos traveseando en leve subida, peleando contra penitentes, nieve blanda, roca descompuesta y un sol abrasador. Fernando se adelantó y yo venía atento a Juan Carlos, que era el más cansado de los tres por el trabajo de los días anteriores; no lo quería dejar solo.

Nos distanciamos un poco pero siempre a la vista. Pasaban las horas rápido. Después de bastante esfuerzo logré llegar a un terreno rocoso por el cual pensé que sería mejor avanzar para ganar tiempo, descansé un poco y vi a mi compañero frenarse bastante rato.

Lo observé mientras pensaba, lo conozco bien, me di cuenta de lo que pasaba por su mente y supe que no iba a continuar, pero esperé que me diera una señal antes de seguir, y así fue. Nos despedimos y emprendí la marcha.

Medio escalando, medio trepando, avancé hasta que decidí volver al nevero, para lo cual tuve que meterme por trigésimo segunda vez en un campo de penitentes más grande que yo mismo. Fernando iba más arriba en su ascensión solitaria y no pretendía alcanzarlo, tampoco buscaba sus huellas ya que en este tipo de nieve no quedan bien marcadas.

Miré bien la ruta que pretendía seguir, tomé agua y me di cuenta de que me quedaba muy poca; miré la hora y me di hasta las 17:00 hrs para poder bajar con seguridad. Avancé intentando concentrarme en el metro cuadrado que tenía por delante y nada más. Intentaba no mirar hacia arriba ya que el avance parecía demasiado lento; sin embargo los metros caían uno a uno.

Me detuve donde el nevero daba paso a una línea hacia mi derecha en medio de dos bandas de roca de pésima calidad, intenté buscar algún hilo de agua para poder cargar un poco ya que no me quedaba nada; encontré una gotera y me quedé un rato aprovechando de descansar a la sombra. Vi la hora y asumí que no llegaría a las 17:00 hrs como quería, pero me sentía tranquilo y me di tiempo hasta las 18:00 hrs. Estaba cerca del filo, pero para poder conectarlo tuve que trepar por un sector muy descompuesto, las rocas que caían derribaban los penitentes como si fueran palitroques.

Punta Patricia

Foto: Cara por donde se intentó una apertura en la Punta Patricia.

Estaba bastante concentrado cuando vi a Fernando, venía de vuelta, había estado en la cumbre. Conversamos un rato y continuó su descenso. Yo avancé un rato más entre las rocas hasta que salí al filo y por fin vi a mi derecha la cumbre del Picarte; frente a mí el glaciar Olivares Gamma y a mi izquierda, la última parte del camino hasta la cima.

No me tomó más de 15 minutos recorrer lo que Fernando me había pronosticado en dos horas. Un par de trepadas y por fin, la perseguida cumbre del Nevado Sierra Blanca, toda la cuenca del Olivares y el glaciar Juncal Sur llenando mi visual.

Mis emociones fueron una mezcla de un sinfín de sentimientos diferentes, tranquilidad porque no nos iríamos con las manos vacías, emoción por lo complicado que fue armar todo este cuento y sacarlo adelante, alegría por una cumbre que había recibido antes que nosotros sólo siete visitas y que llevaba 15 años sin ser pisada, orgullo por una ruta que aunque no era de alta complejidad técnica, era nueva, y un montón de cosas más.

Encontré la libreta de cumbre muy deteriorada, con las firmas originales de personas que admiré de niño, como Manuel Bazán. Había sido firmada siete veces desde aquel primer ascenso en 1952 cuando bautizaron el cerro como Nevado Sierra Blanca, los años 1959, 1972, 1983, 1986 y 1991, más una expedición austriaca que lo subió entre los ascensos del ‘83 y el ’86, sin especificar el año, y ahora nosotros, el 2006.

La vista era hermosa, pero era tarde y había que bajar. Filmé a mí alrededor pensando en otros proyectos que tengo en mente y comencé a preparar mi descenso. Decidí traerme la libreta porque debido a su alto deterioro y lo poco protegida que estaba no soportaría muchos inviernos más. Llevaba 54 años en esa cumbre y pensé si me correspondía bajarla, pero la traje igual para poder guardarla como corresponde en la biblioteca de alguna institución o club de montaña que se comprometa a cuidarla como merece.

La bajada fue larga y demoledora, pero a su vez tranquila y feliz. Llegué al lugar del vivac justo con las últimas luces de la penumbra; mi compadre Lobo me había arreglado el lugar del vivac y sólo me estiré arriba del saco mientras Fernando terminaba de cocinar. Lo demás fue un cálido y agradable descanso a casi 4.000 metros, con una luna espectacular en medio de la mismísima gran nada.

Juncal Chico

Foto: Visual desde la cumbre del Nevado Sierra Blanca.

Día 7: A pesar de lo demolido que me sentía, era el último día que teníamos para intentar alguna cumbre más, así que igual nos dirigimos con Fernando a intentar un probable primer ascenso a un cordón de cerros que no figura en el mapa. (Tiempo después averiguamos que el cerro se llama Punta Patricia y tenía una ascensión.)

Para eso tuvimos que meternos hasta el fondo mismo del glaciar, que por este lado formaba una especie de herradura con las montañas de la Sierra Blanca cerrándolo a la izquierda, y el antes mencionado cordón de cerros al frente.

Muchos penitentes de nuevo y esta vez aparecieron las grietas, angostas en su mayoría y muy profundas, mostrando toda la gama de colores azules hasta el fondo negro. Llegamos a la base de nuestra posible ruta cuando el sol la iluminaba de lleno, era un ventisquero colgante por el cual pretendíamos subir.

Una gran grieta fue la primera dificultad, el terreno era caóticamente inestable y lleno de suelos falsos, la hora avanzaba y el fantasma de los refrigeradores cayendo de arriba se hacía cada vez más real. No le dimos muchas vueltas, de regreso al vivac y de ahí a la carpa de nuestro CB, para la otra será. Con el primer paso al vivac se dio por terminada nuestra participación en esta expedición y comenzó nuestro retorno a Santiago.

En el regreso, que consistió en largos cuatro días más de marcha pasaron muchas cosas, me caí en un río de fusión al medio del glaciar, me tuve que comer unas pastas con exceso de condimento picante, me perdí un rato en los lomajes que dan al valle de Olivares, me topé con un refugio semidestruido, nos llovió en el último día bajo la Loma Rabona, Don Walter nos convidó carne de liebre (supongo), cruzamos de nuevo el río Olivares, la gente de la Bocatoma nos invitó a almorzar (un agradecido saludo para ellos por la rica cazuela) y un sinfín de cosas que quedan en la memoria de quienes participamos en la Expedición “Glaciar Juncal Sur 2006”.

Autor: Elvis Acevedo Riquelme.

 

"Crees conocer a un hombre en el llano y después de quince, veinte días o un mes en la montaña, te das cuenta de que es otro muy diferente"

Marie-Joseé VallenÇot.