Cerro Mulas Muertas
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El año 2005 estábamos por la zona del Ojos del Salado con mis amigos de la época. Acampando en Laguna Verde con el pelao Claudio Correa decidimos aclimatar un poco en el Mulas Muertas. Salimos tarde, sin reales intenciones de llegar a la cumbre. Una siesta de como una hora terminó por liquidar ese intento, si es que se le puede llamar intento. Bajamos relajados.
El año 2022 estaba acampado después de muchos años nuevamente en Laguna Verde, mi compañera, Marcela Backit, estaba pasando la desagradable etapa de aclimatar mientras esperaba que se le pasara el dolor de cabeza. Como a mí no me dolía, decidí partir por el Mulas Muertas.
Partí más convencido que la vez anterior de llegar a la cumbre, pero mi mente estaba en los objetivos de los siguientes días, así que ahí por los 5.700 metros creo, me paré a sacar fotos, aguantar la ventolera, y decidí volver para no cansarme tanto, ya que se suponía que al día siguiente íbamos por un cerro grande, lo que no pasó porque el dolor de cabeza se demoró más días en desaparecer que lo calculado.
Foto: Vista del Mulas Muertas durante alguna caminata alrededor de Laguna Verde. |
Año 2023. Otra vez-y espero sea la última- estamos acampados en Laguna Verde, el lugar es hermoso, pero es poco grato, lleno de domos y carpas satélite de los “comerciales”, lleno de gente que te mira con una cara como si estuvieran evaluando si eres o no montañista, y solo al verlos te das cuenta que son clientes que no pueden andar solos en el cerro, lleno de pseudo guías que por repetirse una y otra vez los mismos senderos año tras año se sienten dueños del lugar sin siquiera saberse la historia de las montañas que los rodean. Tengo amigos guías, pero guías de verdad, buenos en su trabajo. No se ve mucho de eso en Laguna Verde, algunos si, y ellos me cuentan de todos los problemas que se dan en el competitivo mundo de las expediciones comerciales. Una porquería.
Mi cordada este año, Fernanda Weinstein, estaba igual que Marcela el año anterior, disfrutando sus días de aquel molesto dolor de cabeza mientras lograba aclimatar. Yo, de nuevo no tenía, así que durante el día de descanso que nos tomamos, mientras me tomaba una cerveza y me comía un melón calameño, decidí que ahora sí que sí me sacaba el Mulas Muertas de encima. El pronóstico venía bueno, así que no había excusas. Fernanda prefirió esperarme en el campamento.
Partí tempranito, tomé el sendero que sube desde la orilla de la laguna hasta la carretera, la crucé sin mirar y conecté la huella que del otro lado comienza a subir por todo el filo norte del Mulas Muertas, la que conocía del año anterior. Todo el primer tramo es muy sencillo, el camino está marcado y se gana altura de manera progresiva, lo que permite disfrutar maravillosas vistas cuando comienza a salir el sol. Hacía poco frío y por el momento había poco viento.
Foto: El sendero nace a un costado de la carretera, a la derecha de la foto. |
Así gané la primera de las puntas, donde descansé un rato, ahora ya no hay un sendero claro, a veces se sigue una huella algo difusa entre acarreos, también hay pircas, pero el camino es obvio ya que va por todo el filo, con algunos desvíos menores, pero siempre por la arista.
Así continué la subida, sabiendo que son muchos lomajes que parecen cumbre los que hay que ir superando, aunque en algunos puntos de la ruta la cumbre es visible bastante lejos aún. El viento viene desde el Pacífico, así que a ratos intentaba mantenerme cargado a la cara este, pero llegué a un punto donde me monté en la arista final, la cual se angosta un poco, y desde donde se abre la visual hacia el oeste, con el Vicuñas, Barrancas Blancas, Tres Cruces como protagonistas, y en todas las demás direcciones que ya había podido disfrutar desde más abajo.
Me gustan las aristas.
Venía un tramo semi plano, entre subidas y bajadas cortas, veía la cumbre al fondo y al menos tres lomajes más por superar. No me importaba, sabía que hoy era el día. La arista tenía tramos con bastante nieve, así que en algunas partes muy angostas avancé con cuidado, sin apurarme, el cielo estaba completamente despejado, el viento aumentaba un poco, pero era manejable, me sentía bien, ahora sí que tenía ganas de subir el cerro, no como las veces anteriores.
Foto: Arista Norte del Mulas Muertas. La cumbre al fondo. |
Luego del tramo más planito venía una bajada corta y el primero de los últimos lomajes o antecumbres. Un acarreo algo suelto con tramos de nieve blanda me dejó arriba, acá se veían bien las últimas dos puntas de las cuales la de más atrás -obvio- era la cumbre. Otra bajada corta, algo más complicada por la nieve blanda y algunas rocas grandes me dejaron en un sector plano, previo a la subida de la última antecumbre. Acá tuve que buscar y fijarme bien por donde subir para no terminar enterrado en zonas de nieve muy blanda, así que al final subí la antecumbre de manera directa por tramos de acarreos duros, pero menos cansadores que la nieve. Otra bajada y ahora sí, la subida final.
Estaba bastante seguro de que esta si era la cumbre, igual en la subida me pasaba rollos de qué hacer si no era y estaba mucho más atrás, ya estaba algo cansado, el viento ahora soplaba con intensidad y la temperatura por lo mismo, había bajado bastante, pero estando tan cerca no creía que me dieran ganas de bajar por la sencilla razón de que no quería volver a subir todo esto otra vez. En eso estaba cuando llegué arriba, y si, era la cumbre, al otro lado comenzaba a bajar, no había más puntas que subir. Felicidad y frío, mucho de ambas.
Durante la última subida había pensado hacer 1,2 3 por mí y para abajo, pero estando arriba pude aguantar un rato y tomar buenas fotos y grabar un par de videos locos. De todas formas, no creo haber estado más de diez minutos, la vista era linda, el viento era mucho, y la bajada era bastante larga. Así que para abajo.
Foto: No se nota, pero soy yo. Cumbre en el Mulas Muertas. |
Foto: Laguna Verde desde la cumbre. |
Me apliqué y bajé constante y rápido todo el tramo de la arista final, quería salir de la zona más ventosa, aunque este me golpeó fuerte hasta muy abajo. Como sea no hubo mayores complicaciones y bajé tranquilo y feliz.
Una vez que logré salirme de la zona más ventosa me tomé todo con más calma, ya veía la laguna, sabía dónde estaba el campamento, estaba cerca de conectar los senderos más claros y ahí era todo modo piloto automático.
Las luces del atardecer le daban a todo el sector unas coloraciones increíbles, a ratos parecía que todo el altiplano estuviese en llamas, fue acá donde paré bastante rato, saqué algunas fotos, pero básicamente me quedé sentado en una piedra mirando el paisaje con cara de idiota y de agradecimiento por tener la oportunidad de vivir estos momentos. Era sobrecogedor.
Rato después y con las últimas luces llegué a la carretera, crucé sin mirar y bajé al campamento.
Foto: Sobran las palabras... |
Cuando joven siempre escuché del Mulas Muertas como un cerro solo útil para aclimatar para objetivos “mayores”, sin saber bien a que se refieren con “mayores”, ¿seis miles?, ¿solo la altura los hace objetivos “mayores”? Cuanta limitación mental en ese tipo de montañismo.
Nunca entendí ese trato despectivo a una montaña tan linda como cualquier otra, y a veces más…
En Laguna Verde escuchaba a los pseudo guías comerciales, cuando les da por dar consejos de montañistas expertos que nadie les pide, que el Mulas Muertas no era muy vendible por no llegar a los 6.000 metros, los clientes quieren su fotito para redes sociales en una montaña de 6.000 metros, como si la altura por si sola significara algo, y al mismo tiempo era un cerro muy desgastante para no tener esa altura…
Qué mundo más vacío y hueco el de los ascensos comerciales pensaba, y todos los que lo componen, dándole valor a una montaña en función de su altura y lo vendible que pueda ser…
1.600 metros de desnivel y 16 kilómetros ida y vuelta a la carpa, hacen del Mulas Muertas un cerro mucho más rudo que varios de los seis miles de la zona, a los que les están forzando como sea llegar lo más arriba posible en auto.
Es un asco lo que hacen en el Ojos del Salado, ya era muy ordinario llegar a Tejos (5.900m) en camioneta, abriendo huellas y erosionando todas las laderas con tal de subir y subir sin tener que caminar, pero ahora pasan de largo, hasta los 6.000 metros aprox. En el San Francisco lo mismo, darle y darle para arriba con tal de caminar lo menos posible…
La zona del altiplano atacameño es hermosa, de una belleza difícil de describir, tiene también objetivos que nadie toma en cuenta, incluso montañas sin nombres ni ascensos, por suerte los “comerciales” se dan vuelta en los mismos cerros año tras año, y se vanaglorian de ellos.
Quiero volver muchas veces a esas montañas, y tendré que hacer el intento de toparme lo menos posible con un mundo que es cualquier cosa menos “montañismo”… Vengan todos juntos o de a uno, me importa un pepino atómico.
Autor: Elvis Acevedo Riquelme.
“Me gusta escalar por placer, pero no me gustaría hacerlo por dinero. La misma cosa que para el sexo”
Guillaume Dargaud.