Cerro Monte Gordo

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  • Altitud: 1530 msnm.
  • Ubicación: Santiago - RM.
  • Fecha: Septiembre del 2018
  • Integrantes:
    • Edwin Acevedo (P. Alpinos)
    • Sandra San Martín (Invitada)
  • Ruta: Arista NE.

Existen en la ciudad de Santiago varios cerros isla, de alturas que promedian la media entre 700 a 1.635 metros. Este último el mas prominente y conocido, el cerro “Manquehue”, retratado en infinidad de postales cuando se trata de inmortalizar una foto de nuestra ciudad capital, en donde figura con su hermano menor, el cerro “Carbón” que  300 metros mas bajo, por su ubicación, aparece a su lado casi en forma obligatoria, ya que esta unido por un extenso filo visible desde la zona sur de la ciudad.

Cuna de numerosos ascensos en mi adolescencia, las rutas que se conocían para subir el “Manquehue” no eran muchas y pasaban casi obligatoriamente por el cerro “Carbón”. Siguiendo con el derrotero que hace muy poco vio la luz, la ya conocida “Ruta del Guanaco”, y habiendo hecho ya cumbre en este último y en el “Manquehue” por su cara norte, ambos en salidas distintas a fin de ganar experiencias individuales con cada uno, relataré aquel que llamaba más mi atención, pues era visible solo desde ciertas comunas, o desde la misma cumbre del “Manquehue” o “El Guanaco”.

Dentro de la travesía que une los cerros ya nombrados, pasando además, por el “Pincoya”, esta el  “Monte Gordo”, de 1.530 metros, una cúpula que emerge al final del filo del “Manquehue” que da hacia el norte, y que tras un largo derrotero puede ser abordado cuando se llega al portezuelo que existe entre el “Manquehue” y “El Peñón”, un promontorio que tiene la gracia de ocultar al “Monte Gordo” desde varios puntos de la travesía con sus aproximados 1,200 metros.

Habiendo ya cumplido con los demás ascensos, el “Monte Gordo”, si bien geográficamente lo ubicaba bien, otra cosa es en terreno. Su cima surge prácticamente al final, una vez superado Ell Peñón”, y mas aún, queda una larga arista con una pared que merece respeto, visible al irse acercando, pero que se bordea por una planicie sin ninguna dificultad. Generoso en vegetación y en fauna y flora silvestre, típica de estos cerros citadinos, tome mochila y enseres para completar mi proyecto de cumbres en este cordón montañoso, desde cuyas alturas se ofrece al visitante una memorable sucesión de panorámicas que permiten observar todo el sector de Farellones, Cordón de los Españoles, cerros hacia Colina o Lampa, hacia la costa, y por supuesto la cordillera central, con el “Provincia” y todos aquellos que le siguen. Es decir, un cerro que no esta en discusión el visitar, pero del cual muchos ignoran su existencia.

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Foto: Hermosa visual hacia el oriente durante el ascenso del Monte Gordo.

Sábado. Temprano. En plena celebración de fiestas patrias, tomo rumbo hacia la comuna de lo Barnechea para utilizar parte de la ruta que me llevo a coronar el “Manquehue”, desde el final de la calle “El Golf de Manquehue”, o ruta “Los Trapenses” como le denominan en la Web. Un portón indica el final del camino, y a estacionar entre los 4x4 y cuanta gente en navecillas de grandes proporciones llega por ahí a practicar distintas disciplinas. Yo quería tan solo emprender rumbo por un sendero demarcado, algo difuso en algunos tramos, pero que como todo, debe complementarse con algo de instinto, lógica y orientación, imprescindibles en cualquier cerro.

El día pintaba bien, mas que despejado total, me gusta el asomo imprudente de algunas nubes, que le dan al cielo un aspecto diferente, especial, quizá el sol luce más tratando de mostrarse. La vegetación puebla las laderas, con algunas rocas que embellecen el paisaje. La primera parte discurre hasta alcanzar un portezuelo que debo seguir en el sentido opuesto al cerro “Manquehue”, dejándolo atrás. Voy por aquella pirámide redondeada escondida hacia el norte, por una antecumbre, “El Peñón”, que hace gala a su nombre por su forma agreste y rocosa.

En el intertanto voy disfrutando de extensos y crecidos pastizales amarillos, viento ligeramente frío, y un sol que comenzaba a mostrarse pero que no hacia daño  a mis pretensiones, como mas tarde, cuando ya tocara descender con una temperatura menos apacible, pero soportable. Este morro gris que pretende en cierta forma dificultar mas que el ascenso, la visual de mi escondido objetivo, se va entregando a medida que marco cada paso por su arenoso y casi invisible sendero. Voy con rumbo norte, y ampliando el cuadro, entiendo porque nadie avista este cerro, el “Manquehue” y “El Carbón” dominan la ciudad como una muralla, unidos, ocultando todo lo que hay atrás. Me detengo en ciertos puntos a contemplar la magnifica vista de Farellones, “El Plomo”, “El Cordón de los Españoles”, joder, una implacable y certera visión que permite ver hasta el mas mínimo detalle.

Esto de media montaña me lo he tomado en serio, ya que mientras los compañeros del grupo van por ahí, por allá, abriendo rutas en implacables moles de piedra, nieve y hielo, yo estoy por acá, descubriendo estas infinitas sensaciones que pueden brindar estos rincones que deben albergar tanta historia en sus laderas, y que hoy me reciben casi con un toque de humildad, al ser apreciados en cada uno de sus detalles. En especial este tímido “Monte Gordo”, el mas austral de este cordón, y me llama la atención la pureza de sus caminos. No hay rastros de pisadas y la ausencia de vestigios de humanoides que no entienden el amor por la montaña, me hace sentir complacido. A mis espaldas, apenas audible, un grupo alcanza el portezuelo, y enfilan desordenadamente hacia el “Manquehue”.

Mi cerro debe ver como casi a diario los aventureros emergen en sendos grupos, siempre hacia el mismo lado. Pero tal vez eso lo convierta en algo especial. El tropezar con una fotografía y ver casi por accidente que existe, que esta ahí. Por otra parte quizá sea la compensación a su soledad, el recibir cada cierto tiempo al caminante ausente que divagando sumergido entre tanta belleza, corone su cumbre y anónimamente se transforme en algo más que en parte de su historia. Un cómplice tal vez, que podrá hablar algún día de aquel silencio brutal que envuelve su cima, amplia y verde, con muchas esquinas para observar y tragarse el horizonte y el mundo entero con una sola bocanada de aire, un aire que despeja por si solo hasta el mas mínimo atisbo de cansancio.

Cumbre

Foto: Cumbre del Monte Gordo.

Hacia el sur, un poco mas abajo, un corte vertical de roca se observa con una caída respetable. Un murallón que tal vez le haga ver mas extraño aun, en medio de su geografía algo revuelta, entre cerro y monte, cuyo punto culmine parece como agregado al final, en la parte mas alejada, una cúpula que alguien olvido y dejo ahí cuando estaba creando, armando o dibujando este amasijo de tierras, árboles y rocas, tal vez sin pensar mucho en sus formas, y se fue quedando así. El resto, lo pone quien le ve.

La historia, el cuento y la magia, lo termina el montañero que se asoma a su cumbre, y abraza acá arriba toda esta tranquilidad. Cada cual le pondrá el final que desee a su experiencia por estos lados. Lo cierto es que ha sido un ascenso que recordaré siempre, incluso descendiendo por la misma ruta, inventando paradas, para poder verle una última vez, pues el cerro se oculta casi cuando empiezas a bajar, y solo a ratos se muestra, hasta que desaparece de la visual por completo.

Es que es así. Es el “Monte Gordo”, el cerro que esta del otro lado del sol.

 

Autor: Edwin Acevedo.

 

"Llámate montañes: Cuando tengas del cóndor la mirada, que penetra la niebla y la bruma, cuando tengas la agilidad del puma, la astucia del zorro, y la pisada firme del esbelto guanaco sobre las escarpadas cumbres. Cuando mas fuerte que la luma tu cuerpo formes y tu ser presuma de ser puro, cual límpida cascada que cae desde las blancas alturas, entonces y solo entonces, llámate montañes..."