Nevado Ishinca
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La subida desde el Campo Base en la Quebrada Ishinca hasta el Refugio Longoni fue muy tranquila. Subí con muy poco peso, lo justo y necesario para un par de días, ya que solo me quedaba tiempo para intentar el Ishinca. El Ranrapalca y otros cerros tendrían que esperar a que vuelva con más tiempo y compañeros.
El sendero es muy lindo, me tope con bastante gente haciendo trekking y algunos montañistas bajando, pero nadie más subiendo. La sorpresa fue mayor cuando llegue al refugio y me di cuenta de que no había nadie, no se por qué será, pero cada vez que subo algún cerro de esos "populares", que en las fotos siempre están llenos de gente, tengo la suerte de subirlos casi solo...espero no sea el olor...
Foto: Tocllaraju y Palcaraju desde el Campo Base. |
Al final disfrute de una tranquila tarde, comí, descanse, tuve tiempo hasta para leer, admire la colosal mole del Ranrapalca, es una montaña de esas que impresionan, y el rojo atardecer en los glaciares del Ishinca, además del hermoso telón de fondo que a la distancia mostraban los tres Urus y el Tocllarraju.
A la mañana siguiente me levante con las primeras luces, preparé mi equipo muy tranquilo y comencé a bajar hacia el fondo del valle para cruzar al otro lado y conectar el sendero que lleva al glaciar.
Foto: Ranrapalca desde las pendientes del Ishinca. |
Me sentía bien y subí a buen ritmo, lo que me permitió alcanzar rápido a los demás montañistas que había visto desde abajo. Los primeros eran clientes con sus guías aprendiendo a usar crampones, los siguientes unos italianos que después no vi mas, y en el tercer grupo unos brasileros con los que había compartido en el base, y donde estaba con cara de aburrido, mi amigo Tito, compañero en el intento al Urus Central y en la búsqueda de los argentinos en el Tocllaraju. |
Fue con este último con me comencé a adelantar al resto de los montañeros, subimos rápido, la primera parte del glaciar era muy sencilla, “cramponeábamos” con facilidad mientras no podía dejar de mirar el Rarapalca y más tarde, cuando ganamos la arista superior el Palcaraju y el Pucaranra.
Luego de un buen rato de ascenso y ya con el sol pegando fuerte, llegamos a la base de la primera barrera de seracs. Aquí paramos a desabrigarnos un poco, comer algo y descansar un rato, mientras esperábamos al resto del equipo brasilero que venía bastante lento. Muy buenos para la pelota serán - pensaba - pero no corren tanto en el cerro
Una vez todos juntos decidí seguir, ya que los brasileros iban a descansar otro rato y yo no quería quedarme tanto tiempo parado, me despedí de Tito que tenía que quedarse con los suyos, y continué el ascenso entre los seracs.
La pasada entre las grietas es sencilla, le da algo de emoción a una subida bastante fácil. Una vez que logré pasar entre las murallas de hielo pude ver por primera vez la cumbre, y el camino que me quedaba hasta ella, tal cual como me lo había descrito Tito, que ya había subido el cerro años atrás, el me dijo: !!Panamericana Ishinca!!
Seguí feliz mi camino hacia la cumbre, la vista en todas direcciones era espectacular, el día estaba perfecto, con sol y muy poco viento. Después de todos los días que había estado en la base me encontraba completamente aclimatado, así que me sentía fuerte. En resumen; en el Ishinca, que sería mi última cumbre antes de comenzar el regreso a Santiago, queria puro disfrutar, subir tranquilo, y aprovechar al máximo la última parte del viaje. |
Foto: Llegando a la barrera de seracs, arriba la cumbre... |
La pirámide final del cerro se empino un poco más, y el sol reblandecía la nieve, por lo que a pesar de todo, no era momento de relajarse por completo.
Subí tranquilo y atento a no pegarme algún resbalón idiota. En algo así como 15 minutos de subida la pendiente cedió, y pude ver la cumbre, completamente blanca contra un cielo absolutamente azul…
Fue una cumbre tranquila, una ascensión fácil, pero en un entorno espectacular. La visual hacia las montañas vecinas era motivante, que ganas de tener más tiempo para poder sacar adelante tantos proyectos, tantas ideas…
Me quede un buen rato, disfrute mucho el poder estar solo en la cumbre, ya que es algo pequeña y habría sido un poco incómodo estar con mucha gente, pero como todo lo bueno debe terminar, para poder volver a empezar, había que comenzar el descenso de una vez.
Foto: Cumbre del Nevado Ishinca. |
La primera parte la baje con cuidado, ya superada la parte de mayor pendiente me relaje y comencé a bajar de manera más tranquila. Al comienzo de la pirámide final me encontré de nuevo a los brasileros, estaban encordados y tomándose un último descanso antes de la subida final. Conversamos un rato, nos sacamos algunas fotos, luego de eso un buen abrazo con mi amigo Tito y la despedida final, ellos continuaban su ascenso y yo partía para abajo. |
Mi plan era bajar ese mismo día hasta el Campo Base en la Quebrada, para encontrarme con mi amiga que estaba puro disfrutando mientras yo subía cerros.
Llegue hasta la laguna Ishinca, descanse un rato. Me di el tiempo de contemplar con calma el maravilloso entorno en el que me encontraba, y agradecí tener la posibilidad de vivir estas experiencias. Traté de darle un toque espiritual al momento, pero no me resultó, así que luego de eso me fume un pucho, saqué algunas fotos y empecé a subir hasta el refugio, donde llegue bastante cansando debido al ajetreo del día.
Me encontré con una cordada de italianos que andaban escalando y bajando en snowboard, ya habían estado en el Tocla y el Urus Este, y ahora pretendían subir el Ishinca y el Ranrapalca para bajar en tabla la mayor parte posible del recorrido.
Echamos la talla un rato y comencé a preparar mis cosas para bajar al Campo Base. Mientras recorría el sendero de bajada conocí mucha gente, pare largos ratos a conversar con gringos, españoles, mas brasileros, e incluso un grupo de Chilenos de la zona sur. Fue una bajada muy entretenida, ya que una de las cosas que más me gusta hacer en estos viajes es conocer gente.
Foto: Tocllarraju, Palcarraju y Pucarranra desde la cumbre del Ishinca. |
Ya en el campamento solo vino descanso y placer, comer en el refugio, tomar cerveza con los demás montañeros, conversar, planificar, y un largo etc.
Una semana se hace corta, dan ganas de quedarse mucho más, pero en fin, para uno que no es más que un simple trepero amateur, es lo que hay, y hay que disfrutarlo a concho.
En la bajada hacia Cochampampa nos hicimos los “choros” y no usamos mulas, grave error, llegamos molidos con todo el peso en la espalda, la bajada que debía ser disfrutona se hizo eterna, y para rematar, el taxi contratado no llego.
Siempre de buen humor y ánimo alto, arreglamos el problema bajando con unos alemanes y su arriero, Hugito, que tenía un carcacho que usaba de taxi en Pashpa, adonde tuvimos que bajar a pie.
Después de un rato de pelear con el auto para echarlo a andar, partimos todos apretujados hacia Huaraz, donde llegamos bastante tarde solo a comer y dormir.
El resto de los días que nos quedaban disfrutamos de Huaraz, y luego viajamos a Lima donde conectamos rápidamente con el avión que nos traería de regreso a Santiago, y a nuestra vida diaria…
Autor: Elvis Acevedo.
"Nunca he encontrado un compañero tan sociable como la soledad..."
Henry David Thoreau.