Cerro Imbabura
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A las 03:00 am me despertó Juan Carlos, ese era el acuerdo, saldríamos temprano hacia Ibarra, en mi afán de hacer el último intento por subir otro cerro en Ecuador.
El clima no me ha permitido casi nada de los cerros a los que venía. Es cierto que no he perdido el tiempo, ni me he aburrido, he conocido lugares y gente muy interesante, la familia de mi amigo Juan Carlos, su señora Nina y sus 4 hijos, es una historia aparte muy interesante, admirable.
Esta carretera hacia Otávalo entre mucha vegetación, hace ir muy pendiente del camino, Edin maneja como un condenado entre subidas y bajadas. San Miguel de los Bancos está a 1800 msnm, ahí era donde estaba, cerca de Mindo, un lugar espectacular con muuuucha vegetación, pájaros, mariposas, flores, mujeres lindas, etc.
Debemos llegar a los 2500 msnm en que se encuentra Ibarra y Otávalo, lugar de inicio para la subida de este interesante volcán apagado. Deben ser como 200 km aprox de viaje, incluso hay que pasar por las afueras de Quito, en fin, un viaje cansador, pero espero que valga la pena. Nuevamente está nublado por lo tanto no es posible ver desde ninguna parte alguno de los gigantes ecuatorianos de los andes, TODOS TAPADOS por la nubes &$/%$·, que lata ¡¡¡¡ Ya cerca de las 07:00 estamos en el centro de Ibarra, desde acá a la frontera con Colombia son algo así como 1,5 hrs de viaje. Ibarra se ve una ciudad interesante de conocer, el cerro ya lo vemos a mucho rato pero no su cumbre. De ahí subir por una calle interminable hacia La Esperanza, algo así como un barrio, muchas residenciales onda mística, “artesa”. |
Vamos hacia una de ellas donde conocen a Juan Carlos, la dueña, una viejecita muy católica, muchas imágenes de santos por todos lados, nos permite quedarnos en una pieza para dejar las cosas. Edin aprovechará para ir a la frontera a comprar algunos repuestos para su auto.
Tomamos desayuno, nos lavamos y a las 09:00 mas o menos comenzamos a caminar hacia una plaza desde donde salen una camionetas 4x4 que te acercan a la base del cerro por un par de dólares. Junto a nosotros van unos Checos que estaban en la residencial y que nos encargo la señora. Luego de bajarnos comenzamos a caminar por un sendero que es puro pasto largo. A ratos caen sus chispas de agua pero la temperatura es buena, linda vista hacia la ciudad hay desde acá, a una hora de caminar ya ha cambiado el panorama.
Foto: Cumbre en el Imbabura. |
La niebla comienza a cubrir todo y se ha perdido el sendero, solo es subir por entre piedras y rocas, en varios tramos es escalada pura. En alguno filos el viento y la lluvia dan fuerte, pero como soy porfiado sigo adelante, no voy a dejar de hacerlo mientras la cosa no se complique realmente. Un resbalón en una roca me ha dejado un dolor en el talón de Aquiles, pero trato de no hacerle caso, un Ibuprofeno, un poco de agua y vamos pa”arriba. |
A ratos el agua se deja caer con todo, pregunto a Juan Carlos cuanto falta y sigo, es difícil sacar cuentas porque no tengo punto de referencia, solo que de pronto al final de un tramo de sendero este se eleva por entre las rocas.
Los bastones molestan, los guantes también, las manos se hielan pero es mas seguro sin ellos...
Más o menos a media hora de la cumbre hay una antecumbre con varios montoncitos de piedra, falsa cumbre, hay que seguir. Miro el altímetro y ya estamos en la altura, a partir de aquí se me olvida totalmente el dolor, hay que concentrarse mucho, la piedras están muy resbalosas y al fondo no se ve nada.
A 3,5 horas de haber comenzado a caminar llegamos por fin a la cumbre, fotos de recuerdo y comenzar a arrancar, la tormenta está por comenzar y este filo de bajada no me da confianza. Menos mal, ya no volveré con las manos tan vacías...
Autor: Jaime Wastavino.
"En una vía natural no existen alternativas; hay que ser más fuerte que la piedra..."
Fred Roughling.