Cerro El Guanaco

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  • Altitud: 1280 msnm.
  • Ubicación: Santiago - RM.
  • Fecha: Junio del 2018
  • Integrantes:
    • Edwin Acevedo (P. Alpinos)
  • Ruta: Arista Oeste.

Esta aventura comienza a gestarse un día cualquiera, cuando regresando a la empresa donde trabajo me fijo, esta vez más detenidamente, en un cerro de forma piramidal que se levanta al final de Avenida Recoleta. En perspectiva claro. Le había visto antes, vestirse de verde en aquellos pasados inviernos lluviosos, pero generalmente su estampa habitual es de pastos amarillos y vegetación achaparrada, lo que no llamaba mucho la atención de nadie en realidad.

Pero estaba ahí, y ya sea por su ubicación u otra razón se mostraba alto e irradiaba cierto encanto natural. Al mirarle desde Avenida Vespucio Norte me di cuenta que estaba atado a otros cordones de cerros que llegaban por la parte de atrás al conocido Manquehue. Vaya, si servía para mover huesos y piernas, como aventura previa a otras ya planificadas, por mi estaba bien.

Busque en la web, y me di cuenta que recién se comenzaba a nombrar por ahí en alguno u otro foro. Y como solemos hacer para engrandecer la oferta, le han agregado una caminata hasta el mismísimo Manquehue (10 kilómetros), pasando por otros dos ignorados, El Pincoya y el Monte Gordo, invisibles si miráis desde el barrio alto, pues el cerro Carbón, es quien se lleva la fama y los retratos cuando las personas inmortalizan el Manquehue desde el lado oriente de nuestra ciudad. Atrás, ocultos, permanecen estos cordones que llegan casi a los mil quinientos metros.

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En el inicio de esta travesía, aquel que robaba mi atención. Le llaman El Guanaco, y al usar mi vieja cámara para hacer zoom desde algún punto de Huechuraba, me doy  cuenta de que su recorrido nace un par de lomas antes, y se muestra bien interesante. Es como cuando vez algo cien veces, pero un día, en algún minuto te detienes a ver sus detalles. Y vaya, sabía que no me desilusionaría si le subía, de seguro le robaría bellas panorámicas y más aún, un místico atardecer de aquellos que hacía tiempo no disfrutaba.

Temprano un día sábado puse rumbo por Avenida Américo Vespucio Norte, hasta la salida de Pedro Fontova (Huechuraba). Siguiendo en dirección norte por la mencionada Avenida, llego a un Supermercado Santa Isabel. Ahí, como suelo hacer, previa negociación con "Seguridad" del lugar, obtuve el permiso para aparcar mi vehículo seguro mientras me iba de caminata. El precio, a conciencia.

Avance por Pedro Fontova hasta calle El Carmen, doble a la derecha y casi de inmediato  aparece la calle Los Fresnos, a la izquierda y hasta su final, "Calle sin salida". Podría haber estacionado allá, pero el súper estaba  a ocho minutos del inicio del ascenso, así que creo que valía la pena el ir tranquilo. Me he valido de unas satelitales sacadas de Google Maps para avistar dos estanques de agua que marcan el inicio de la subida, luego de llegar al final de la calle.

Por su lado izquierdo, donde se están levantando casas,  y en dirección al cerro, cruzar un portón y un puente sobre el canal "El Carmen", todo muy sencillo, y aparecen de frente los mencionados y redondos depósitos de agua, que rodeados por atrás le dejan a uno en la primera loma, y que en el proceso de descenso, serán el punto de referencia para salir directo por donde se ingresó.

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Ya desde lo alto un sendero y el infaltable cerco, serán los acompañantes en una visual perfecta sobre una cumbre que pocas veces se esconde, pero siempre formando un triángulo muy fácil  de distinguir. Se alcanza casi por lógica en un tiempo prudencial, que permite disfrutar mientras se asciende de fauna y paisaje, tiuques, conejos y otros especímenes que tienen su hábitat en aquellos parajes. Sus amarillos pastos no engañan, le visten casi todo el año y aun así, se presenta como un típico cerro que mirado de cerca, quiere subir uno cuando es un niño.

Y así me he sentido hoy, como volviendo a nacer, inhalando a pleno poder el aroma de la tierra y del olor de la alfalfa, sintiendo cada paso, perdido  en aquellas serranías, hasta lo más alto, donde me aguardaba en pleno, una postal llena de encanto de nuestra alta cordillera. Y de la ciudad en cualquier dirección. Del atardecer y del horizonte, cual montaña famosa y pretendida. Pero no, le llamaban "El Guanaco". Y  sus 1.280 metros son un canto a la sencillez y a la belleza, que se disfruta quedándose cauto y en silencio, aferrado a su cumbre por un buen rato. Soñando. Como un niño

Autor: Edwin Acevedo.

 

"Quien ha escuchado alguna vez la voz de las montañas, nunca la podrá olvidar..."

Proverbio Tibetano.