Cerro Eslovenia

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  • Altitud: 5.380 msnm.
  • Ubicación: Cordillera Real - Bolivia.
  • Fecha: Julio del 2023.
  • Integrantes:
    • Elvis Acevedo (P. Alpinos)
    • Fernanda Weinstein (P. Alpinos)
  • Ruta: Glaciar Sur y Filo Oeste.
  • Expedición: Cordillera Real 2023.

El Eslovenia era una montaña que siempre se me aparecía en la mente cuando pensaba en Bolivia, por mis visitas anteriores a la zona de la laguna Chiar Kotta, y de estar siempre mirando mapas, primero lo ubiqué más o menos, y después, con unas fotos tomadas desde la cumbre del cerro Austria en mi primer viaje a la cordillera Real, por fin lo pude identificar bien.

Es una montaña con escasas ascensiones y muy poca información, y claro, tiene de vecinos al Condoriri, Pequeño Alpamayo, y todos los demás cerros de esa zona, Pirámide Blanca, Austria, etc., o sea, estaba difícil en los actuales tiempos que alguien le diera pelota a una montaña que ni siquiera se ve desde el campo base, porque está en el valle de al lado, ni siquiera los guías bolivianos que abundan en el sector tenían muy claro cuál era el Eslovenia.

Justamente las montañas que más me gustan..

Me había pasado de Perú a Bolivia en bus, descansado unos días en La Paz, subido al campo base de la laguna Chiar Kotta, y mientras esperaba a mi cordada, Fernanda Weinstein, que venía desde Santiago, subido algunas cumbres más pequeñas. Cuando la “Fer” llegó abrimos una ruta en el cerro Austria, y ahora, después de un día de descanso, estábamos listos para lo que era para mí al menos, el principal objetivo de este tramo del viaje, el cerro Eslovenia.

La tirada iba a ser larga, había que subir por el clarísimo sendero que lleva a la cumbre del Austria, pero en el paso que separa ambos valles, bajar para el otro lado y buscar un camino decente entre morrenas hasta la base del glaciar de la montaña. Despertamos temprano, aprovechando que al menos las dos primeras horas van por un sendero muy marcado, salimos en oscuridad, calculando llegar al portezuelo con las primeras luces del amanecer, no queríamos bajar con oscuridad al otro valle, necesitábamos ver bien por donde bajar, cuando bajamos del Austria descendimos un poco para estudiar el terreno, así que alguna idea teníamos, pero queríamos luz en este tramo.

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Amanece desde el portezuelo. De fondo el Huayna Potosí.

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Eslovenia desde el portezuelo.

El sol nos llegó unos 20 minutos antes del portezuelo creo, así que el cálculo fue preciso, había nubes en algunos sectores de montañas más lejanas, pero parecía que íbamos a tener un buen día. En el portezuelo tomamos algo de té, y nos lanzamos, aquí comenzaba la verdadera aventura.

Bajamos por unos acarreos sencillos, luego cambiamos el plan original que era ir directo a la laguna, y rodeamos algunos sectores rocosos tratando de no perder altura, se veía una quebrada profunda y decidimos pasarla por su parte más alta, donde se veía más sencillo, ya que en la medida que bajaba se ensanchaba mucho y se volvía muy profunda.

Entre piedras y acarreos nos fuimos acercando al glaciar, nos cruzamos con algunas pircas que marcan la aproximación al Condoriri por este lado, ruta muy poco usada, y luego de superar uno que otro arroyo llegamos al mundo de los hielos. Desde las anteriores cumbres habíamos estudiado lo mejor que pudimos el glaciar, se veía bastante compacto y con pocas grietas, la ruta parecía ser bastante evidente. Nos equipamos, nos encordamos, tomamos algo de té y partimos.

La primera parte de poca pendiente tenía penitentes en formación que incomodaban un poco, pero nada muy serio, ya en pleno glaciar decidimos comenzar a ganar altura en dirección a la pirámide final de la montaña, en este tramo tuvimos que esquivar algunos sectores de grietas no abiertas aun, pero donde se formaban hoyos bastante grandes, algunos conectados entre sí por puentes por los que pasamos con cautela pero que en general estaban firmes. Superado este sector pensamos subir de manera directa hasta la zona de cumbre, pero fue imposible por la inconsistencia de la nieve. Fernanda que iba abriendo este tramo, simplemente no avanzaba, y yo más abajo me hundía sobre la misma huella. Decidimos salir de este terreno.

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Para eso tuvimos que realizar un largo traverse por nieve inconsistente hasta la arista, que era nuestra idea de ruta en el comienzo, pero que habíamos dejado de lado pensando en una ruta más directa. El trayecto sin ser difícil estaba expuesto, y la nieve parecía querer irse cuesta abajo en cualquier momento, también nos hundíamos, pero al ir avanzando de lado era menos penoso que al ir de subida.

Esfuerzos más esfuerzos menos logramos llegar a una concavidad en la nieve donde pudimos descansar y relajarnos un poco, estábamos a pocos metros de ganar la arista, así que después de comer algo partí para arriba por un tramo de pendiente fuerte pero corto, que me dejó en el filo mismo, con lo que parecía ser la cumbre ya a la vista, no se veía muy largo el trayecto, al salir a la arista ganamos visual del valle siguiente, estábamos altos, sobre 5.000 metros ya, y se notaba en los kilómetros de valles y montañas que podíamos observar en todas direcciones.

Comenzamos a subir por la arista, no era difícil pero tampoco un paseo, había que ir atentos, algunos tramos de nieve dura tenían bastante pendiente pero los crampones mordían con fuerza, algunos sectores de roca suelta nos obligaban a buscar las mejores pasadas, era una subida bastante dinámica, iba muy entretenido.

Así de a poco fuimos ganando metros, pero la ruta se alargaba, había cansancio ya, la cumbre a la vista parecía alejarse a cada paso, algún tramo de nieve honda empeoraba las cosas, pero seguimos hasta la base de un sector rocoso con una corta pero empinada canaleta de nieve por donde subimos, bien atentos, porque era pendiente abierta. Una vez arriba, de nuevo arista, nieve y roca, y algunos pasos mas allá, una pirca...

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Si, estábamos en la cumbre del cerro Eslovenia, una montaña muy poco conocida, poco considerada, opacada por la fama de sus vecinos inmediatos, y hoy por hoy, la mayoría solo busca ese tipo de cerros para tacharlos de una lista, de manera mecánica, casi nadie lee, casi nadie investiga un poco más... una pena...

El lado positivo es que hay muchísimas montañas de este tipo, escondidas, poco consideradas, esperando regalar sus hermosas visuales desde el punto más alto, desafiar en sus pendientes de nieve y hielo a quienes se atrevan a salir de los caminos más transitados, estaba más contento que perro con dos colas, el Eslovenia representaba casi todo lo que busco en las montañas, casi, porque no era una ruta técnica, pero tampoco se puede tener siempre todo en la vida.

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Estuvimos bastante rato en la cumbre, estaba nublado y hacía frío, el cerro Austria se veía mucho más prominente por este lado, otras montañas y valles desconocidos adornaban el paisaje, y podíamos ver caras inéditas de cerros famosos como el Condoriri. También nos dimos cuenta de que estábamos cansados, y la vuelta era bastante larga, bajar el cerro, cruzar el valle, y subir nuevamente hasta el paso Austria para recién bajar al valle de la laguna Chiar Kotta donde teníamos el campamento... ideas que se le ocurren a uno...

Como sabíamos que quedaba mucho aun nos tomamos las cosas con humor, y sin muchas ganas comenzamos el descenso, me hubiera gustado quedarme más, pero quería llegar al paso con luz día, desde ese punto al campamento el camino va por un sendero mega marcado, pero toda la primera mitad no tiene nada y había algunos sectores donde podríamos tener problemas si nos equivocábamos.

Bajamos por la arista con calma, después para evitar el traverse de la mañana seguimos la bajada directo hacia abajo, hasta un punto donde los resaltes rocosos impedían seguir en línea recta, teníamos que entrar nuevamente a la parte menos pendiente del glaciar, pero para llegar a ella tendríamos que hacer un corto traverse por un sector de una pendiente de 70 grados más menos con nieve muy blanda, y para rematar el paisaje, justo abajo de nosotros, una grieta profunda nos esperaba con sus oscuras fauces abiertas en caso de resbalón... qué bonito.

Paso a paso fui abriendo la huella, lento, calmado, atento siempre a cualquier señal que indicara un deslizamiento que terminaría con nosotros en el fondo de la grieta, como si me sirviera de algo darme cuenta, no entendía como nieve tan blanda podía sostenerse en pendientes tan fuertes, bueno, si entendía, en Perú y Bolivia es algo común, siempre digo que no me voy a meter más en este tipo de terrenos, pero ahí estaba, otra vez...

De una u otra forma y más apretado que tornillo de submarino la pendiente fue cediendo y llegamos a la parte más plana del glaciar, decir alivio es poco. De aquí bajamos rápido desviándonos un poco de la ruta de la mañana para salir mas rápido a las morrenas, lo que después nos daríamos cuenta de que no había sido tan buena idea.

Ya fuera del glaciar descansamos un poco y tomamos algo de líquido, nos desequipamos y después de guardar todo continuamos. Aquí ya estábamos en terreno seco y la mayor incertidumbre era saber que tan jodido iba a ser pasar la quebrada gigante que en la mañana pasamos por arriba. Cuando llegamos al borde no parecía que nos fuera a dar muchos problemas.

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Descenso.

Por un nervio de rocas y acarreos bajamos, y subimos al otro lado, pero casi en el borde, menos de dos metros antes de la salida, el terreno era de tierra dura y vertical, sin nada de donde agarrarse. Fastidio.

Era imposible subir, Fernanda intentó por un lado, pero no logró avanzar, yo miraba y miraba, pero conozco esos terrenos, son resbalón seguro, así que sin muchas ganas comencé a subir por la quebrada buscando alguna debilidad en el paredón de tierra, tenía que haber algo, siempre hay...

Y había, por un acarreo más firme quedamos más cerca del borde y con un traverse por tierra más amigable logramos salir. Estábamos listos.

La subida hasta el paso Austria fue bastante agotadora, pero nos demoramos menos de los que yo hubiera pensado, estaba muy nublado y frío, y el viento traía algunos copos de nieve de las nubes más lejanas, que se venían acercando...

El cálculo fue preciso, llegamos al portezuelo con las últimas luces, y poco después de comenzar a bajar oscureció. Daba lo mismo, el terreno acá es sencillo. Se puso a plumillar y estaba bastante helado, pero íbamos recontentos, tan contento y relajado iba que pisé un pedazo de pasto tapado con nieve, me resbalé y rodé como dos metros. Me paré rápido y lo más dignamente que pude para que Fernanda no me viera y se riera...

Al rato llegamos a la carpa, nos metimos, y al ritmo de RHCP terminamos una estupenda jornada de montañismo puro y duro... un día maravilloso...

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Autor: Elvis Acevedo Riquelme.

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“Solo un hombre que ha sentido la máxima desesperación, es capaz de sentir la máxima felicidad…”

Alejandro Dumas