Cerro El Paso
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Los años 2006 y 2010 fui a la zona del glaciar Juncal Sur entrando por el Alfalfal, el 2007 con casi nada de información de la zona logramos abrir una ruta en el Nevado Sierra Blanca, y el 2010 un temporal nos rompió la carpa y tuvimos que “retroceder” haciendo tres vivacs para poder volver.
Pasaron muchos años, y cuando me enteré de que la DGA había instalado un refugio en las cercanías del Nevado del Plomo me dije a mi mismo, ¡mismo, es hora de volver!…
El tema pasaba por convencer a alguien, así que estando en una expedición invernal en el valle de Matienzo, en Argentina, casi un año antes, empecé a trabajar sicológicamente a mi sobrino segundo Willy “Kukuzka” Acevedo, que se interesó rápido en la idea.
Sobre el diseño de la expedición tenía algo claro según mis experiencias en los glaciares Universidad, Mañke, Cortaderal , Sierra Negra, Esmeralda y Bello, y obviamente mis experiencias anteriores en el glaciar Juncal Sur; la expedición debía ser en octubre, a todo reventar en noviembre, pero no más, el cambio climático es real y los glaciares ya están demasiado maltratados en verano o primavera tardía, ¿el problema?, sabíamos que Bienes Nacionales no nos iba a dar permiso por la buena para entrar en las fechas que necesitábamos, y caminar desde La Parva haciendo lo mismo que el gran Elías Lira y su compañero Sven Gleissner para su travesía invernal no era opción para nosotros.
Ellos andaban de travesía y nuestros principales objetivos eran montañas, gastar la mitad del mes en solo llegar y volver no tenía mucho sentido, además, siendo solo montañeros amateur que trabajan de lunes a viernes, no me puedo conseguir un mes a cada rato, y ahora que lo tenía quería sacarle provecho. Nos dimos cuenta de que estábamos justo conmemorando los diez años de la Beer Machine Climbing I, aquella expedición que para superar las prohibiciones de acceso de la zona del glaciar Universidad, entro por aire, en helicóptero, lo pensamos un rato, más que nada para sacar cuentas, y ante la misma situación, decidimos hacer una BMC-II, no se hable más…
No nos gusta abusar de ese recurso, pero ante los constantes problemas de acceso, o de poder ingresar en la fecha que a nosotros nos servía, nos pareció una buena opción.
Filo con las restricciones de acceso… una vez más… |
Contrario a lo que muchos puedan creer, si bien nos ahorramos tres o cuatro días de aproximación, la mula mecánica nos ponía bastantes limitaciones, la principal, los 280 a 300 kilos que podía llevar como máximo, incluidos nosotros. Si tomamos en cuenta que Willy solito gastaba 94 kilos, casi un tercio del total, íbamos a tener que olvidar nuestro sueño de llevar muchas delicatesen, y planificar muy bien todo lo referido a comida y equipo, porque pedirle a Willy que bajara unos kilitos… estaba difícil…
Así que, tomada la decisión, buscamos una empresa en Santiago, encontramos a Suma-Air, y, nobleza obliga, se comportaron increíblemente bien, muy responsables, serios y amigables, además que Willy se topó a un viejo amigo trabajando ahí. Encontrar una buena empresa de helicópteros no fue menor, ya que de las demás que contactamos algunas ni siquiera se dignaron a responder.
Después vino todo el tema logístico, diseñamos el menú calculando cada gramo, igual que el equipo, y tratamos de no subir más de peso antes del viaje, fuimos comprando las cosas y embalando todo en cajas para guardarlo en el departamento en Santiago de uno de nuestros apoyos logísticos, Anita Peronard, a quien aprovechamos de agradecer el espacio usado en su casa.
Nuestra mula voladora… |
Y así pasaban los días planificando y planificando cosas, decidiendo que para la salida -el helicóptero era solo para entrar- haríamos la gran “Elías” y saldríamos por el estero Barriga, cayendo directo hacia las instalaciones de Codelco Andina, para que ellos nos echaran de “sus dominios” y nos fueran a tirar a Río Blanco, donde otro apoyo logístico (¡son tan importantes los amigos!) nos iría a buscar desde Los Andes; Ian Peronard, hermano de Anita, a quien también aprovechamos de agradecer infinitamente su buena onda.
Esa estrategia ya la habíamos usado en la BMC-I, cuando salimos por las instalaciones de las hidroeléctricas que operan en la zona, y justamente nos sacaron de “sus dominios” y nos fueron a tirar a Puente Negro, donde con mochilas, esquís y trineos, tomamos micro hasta San Fernando…
Sabemos cómo operan estas empresas y ciertamente, nos aprovechamos de ello…
Llegó el momento de tener todo listo donde obviamente no teníamos todo listo, y el día anterior al vuelo fuimos al aeródromo Tobalaba a dejar nuestros equipos y cajas, donde nos trataron con mucha amabilidad, pesamos todo, y hablamos un rato de la estrategia del vuelo y todo eso. Aprovechamos que el cálculo de peso estaba bien, y al día siguiente pasamos de contrabando unos six pac de cerveza, unas cajas de huevos, y unas cebollas para alegrar la vida.
Refugio de la DGA. |
Temprano llegamos en Uber al aeródromo, conversamos con el piloto, el amigo de Willy había pedido ese turno para estar ahí en el despegue, nos explicaron algunas cosas etc. etc., lo típico, las cosas ya estaban cargadas del día anterior, así que solo debíamos esperar hasta las 09:00 porque no se puede despegar antes, los controladores de torre empiezan a trabajar a esa hora al parecer.
El vuelo fue tranquilo, aunque a ratos iba más agarrado que perro en bote, cuando el helicóptero va pasando capas de aire de diferente densidad, se siente, y uno que no está acostumbrado queda más apretado que abrazo de huérfano…
El vuelo nos mostró lo maravilloso de los Andes Centrales, y también que este año fue más como los antiguos, con más lluvia y con más nieve, a la vieja usanza, quizá el clima no iba a estar tan bueno esta vez como en otras expediciones de octubre o noviembre, lo comprobaríamos en terreno sin duda…
Se vino el aterrizaje y la siempre compleja maniobra de descarga, con un rotor girando a miles de rpm sobre la cabeza. Todo bien, el duchazo de nieve cuando el aparato despegó y touche, ya estábamos en el glaciar Juncal Sur, al ladito del refugio…
La vista era maravillosa, jamás vi el glaciar tan planito, liso, perfecto, sin grietas ni penitentes, sin ríos de fusión, todo blanco, todo hermoso, es la mejor época para expediciones de este tipo, estoy convencido de ello, todo el paisaje era de una belleza fulminante, menos Willy claro, que estaba tan emocionado como yo.
Miré el Nevado Sierra Blanca y su cara este, que escalé el 2006, 17 años ya, no lo podía, o quería creer, se veía precioso, nadie más lo ha vuelto a subir en todos estos años, una pena.
Acercamos las cosas al refugio y procedimos a inspeccionar la que sería nuestra casa en los siguientes días. En noviembre pasado había estado en los refugios de la DGA en el glaciar O`Higgins, en la entrada de Campo de Hielo Sur, así que sabía más menos que esperar; bastante desorden y mucha comida vencida, y así fue.
Había solo una litera, el espacio de la otra estaba lleno de cosas, así que ordenamos y la armamos para tener dos espacios para dormir, de los contenedores de comida muchas cajas Wasil vencidas desde hace varios años, algunas pocas cosas útiles como bolsas de basura, un rincón lleno de más cosas, una bolsa de basura al tope muy hedionda, y poco más, en general, un espacio muy mal cuidado.
Ordenamos, limpiamos y ventilamos bien, ordenamos nuestras cosas y planificamos el día siguiente, era sábado, y para lunes y martes venía mal clima, así que queríamos aprovechar el domingo y partir con el pie derecho el viaje. Nuestro primer objetivo sería el cerro El Paso. Con eso en mente y después de un día lleno de emociones, nos fuimos a dormir en nuestra primera noche en el refugio.
Dormimos bien escuchando el viento rugir afuera, despertamos temprano, tomamos desayuno y nos equipamos felices de tener espacio para movernos sin pegarnos codazos, salimos, calzamos raquetas, y a darle.
A la derecha de la Punta Patricia, asoma tímidamente El Paso. A la izquierda, el Nevado Olivares y el inescalado cerro El Hombro. |
Día despejado, hermoso, todo se veía de una belleza fulgurante, o en parte era yo con mi entusiasmo casi infantil por estar ahí después de tantos años, pero de que estaba bonito estaba bonito.
Comenzamos el avance en dirección de la base de la Punta Patricia, que domina el paisaje en este punto, por su derecha debíamos subir una gran loma glaciar para llegar a la base del cerro El Paso, el sol ya nos iluminaba, pero hacía frío, el glaciar estaba en perfectas condiciones, la caminata fue tranquila y placentera.
Llegamos al final de lo plano y paramos a cambiar raquetas por crampones, elegimos una línea que se alejaba de las zonas que en verano están agrietadas, y aunque ahora se veía todo liso y bien tapado preferimos hacerlo así. Cramponeando felices comenzamos a ganar metros, bastante viento helado nos acompañaba, esquivamos unos resaltes de hielo y la pendiente comenzó a disminuir, estábamos llegando al plateau superior, a la base de la cara NE de la Punta Patricia y la inescalada P-4708 a nuestra izquierda, y a nuestra derecha El Paso.
Enfilamos directo hacia la pirámide final de la montaña, esa que se ve claramente desde el plateau del glaciar Juncal Sur apenas asomándose en el horizonte, la subida ahora era por nieve algo más inconsistente a ratos, pero de todas formas buena para avanzar, el filo se fue angostando un poco, a nuestra izquierda el portezuelo que alguna vez alguien llamó "Marquesonni" (Bazán-Sneberger; 1956) y que permite bajar a la base del Alto del Potrero Escondido, larga pero posible ruta para esta hermosa montaña cuyo acceso natural hoy está prohibido por Codelco Andina. Por esta pasada también es que el cerro lleva su nombre, ya que décadas atrás, cuando se podía entrar por el estero Barriga, servía como punto de acceso o paso para el glaciar Juncal Sur.
Fuimos ganando metros y acercándonos a la cumbre, la pendiente un poco mayor y la nieve más blanda nos dificultaron un poco la salida al filo final, que era de roca muy descompuesta, la cumbre estaba a pocos minutos, pero este tramo más expuesto lo hicimos con calma. Luego de unas subidas y trepes locos, vimos a pocos metros una pirca de piedra...
Emoción, alegría, felicidad, todo mezclado con una intensa dosis de frío producto del fuerte viento, llegamos a la pirca y nos abrazamos con Willy por la primera cumbre del viaje, una montaña que vi por primera vez muchos años atrás, y que hoy tenía la oportunidad de visitar hasta su punto más alto.
Cumbre del cerro El Paso, séptimo ascenso. |
Movimos algunas piedras y encontramos una caja circular de esas de películas Agfa antiguas, con varias cosas adentro, libro de cumbre, una banderita chilena, algunas tarjetas, y... una cabeza de pescado ahumado... sí, no es broma.
Nos entretuvimos un rato mirando y sacando fotos del libro, pero el viento estaba fuerte y nos estábamos helando, así que comenzamos a bajar, lamentablemente no pudimos estar más de diez minutos en la cumbre, hubiese querido quedarme más rato, la vista era preciosa.
Bajamos, con bastante cuidado en la primera parte, evité las rocas por donde salí en la subida y tomé la huella que dejo Willy por la nieve, de fuerte pendiente en los primeros metros, pero firme, clavando bien el piolet desescalé un par de metros de cara a la pendiente y después me di la vuelta, de ahí, rápido para abajo.
Fuimos en dirección al portezuelo que baja hacia el ventisquero Escondido, en la base del Alto del Potrero Escondido, pero no alcanzamos a asomarnos bien, teníamos otra cosa en mente para ese día...
Libro de cumbre cerro El Paso:
Primer ascenso: Manuel Bazán y Radko Sneberger; 7-11-1956. Cajón de Barriga y portezuelo Marchessonni. Bautizaron así la montaña porque era la primera vez que se pasaba desde el cajón de Barriga y el ventisquero Escondido a la zona del glaciar Juncal Sur.
Segundo ascenso: Expedición oficial de la Universidad de Chile; Miguel Gómez, Miguel Fortt y Héctor Palominos; 10-11-1963. Primer ascenso desde el glaciar Juncal Sur.
Tercer ascenso: Expedición glaciológica de la Universidad de Chile; 25-1-1964. Desde el glaciar Juncal Sur. Humberto Miller, Jozsef Ambrus, Omar Vigouroux y Claudio Gallardo.
Cuarto ascenso: Giuseppe degli Esposti y Manuel Bazán; 6-11-1967. Desde el cajón de Barriga.
Quinto ascenso: Christian Ramussen y Sergio Moya; 9-2-1987. Desde el cajón de Barriga.
Sexto ascenso: Manuel Bugueño y Matías Aurtenechea; 10-12-2006. Desde el glaciar Juncal Sur.
Séptimo ascenso: Wilson Acevedo y Elvis Acevedo; 1-10-2023. Desde el glaciar Juncal Sur.
Siete ascensos en 77 años, tres desde el cajón de Barriga y cuatro desde el glaciar Juncal Sur, 16 personas solamente han pisado su cumbre... maravilloso...
Eso fue el cerro El Paso.
Autor: Elvis Acevedo Riquelme.
“Nada habría podido suceder si alguien no lo hubiera imaginado”
Reinhold Messner.