Cerro Coyesillo
|
Había partido el año bastante bien, con buenos cerros y escaladas en enero y febrero, y cuando ya estaba planificando mis salidas de marzo, llegó el Covid-19 a Chile. Como era previsible, por la ciudad de Talca...
Que les costaba freír el murciélago…
Estuve en casa entre marzo y agosto, igual lo aproveché, no caigo en el fanatismo ni en esa desesperación por salir que se ve tan falsa por redes sociales, onda “mírenme todos, soy un tipo outdoor, no puedo estar encerrado”
Le di como caja a la chimenea en un invierno algo más lluvioso que los anteriores, y donde nevó varias veces en San José. Lindo espectáculo. Me lo tomé con calma. En septiembre San José paso a Fase 2, y justo tuve unos días para hacer algo, ya que también me tocó volver al laboratorio, y además los fines de semana se mantenían las cuarentenas y todo eso, algo enredado el tema, pero no quería más partes por agarrarme con pacos drogadictos y milicos corruptos, así que aproveché de salir un lunes y martes para evitar cualquier problema.
Decidí ir por algún cerro tranqui para retomar el ritmo de competición, y hace rato quería completar las cumbres que me faltan de la quebrada El Yesillo, así que partí para ese lado con la intención de subir el cerro Coyesillo, vecino al cerro Yesillo (o feamente llamado La Gringa).
Tomé la micro que sale de San José a las 05:45, y cuando ya estaba un poco más claro me bajé justo al frente del “velo de la novia”, que es el nombre que le dan los lugareños al salto de agua bastante llamativo y visible desde el camino, y que otros no se de a donde llaman “chorro de la gringa”. Prefiero respetar lo local, incluso si no es muy original.
Por las laderas a la izquierda del gran salto, sube un sendero que en poco menos de una hora deja en un plano lleno de piedras grandes: “el plano de las piedras grandes”; lugar que se ve bastante bonito para acampar y tomar fotos nocturnas, ya que tiene una hermosa vista hacia el norte. Acá me dio el sol y paré a tomar un poco de agua y ponerme bloqueador. Me sentía bien de estar en las montañas después de tantos meses. Era tercera vez que recorría este camino, después de las subidas al San Simón y el cerro Yesillo (o la Gringa, feo nombre, no me canso de decirlo), y me sigue pareciendo una mejor alternativa para alcanzar la quebrada que la que llega por las laderas de más al este, la que pasa por el monolito de los hermanos Planella y que se usa como aproximación para la ruta normal del Retumbadero Alto.
El remate final para llegar al filo tenía bastante nieve, así que incluso pude subir cramponeando. El día estaba soleado, pero no caluroso, y al salir al filo superior gané esa tremenda visual que dan los andes centrales. Tantas montañas que me falta subir y tan poco tiempo.
Aquí, después de avanzar un poco por el filo hacia el sur, viene la bajada final hacia el fondo de la quebrada El Yesillo. Esta bajada cuando el terreno está seco va por un sendero muy claro y marcado, pero ahora estaba todo nevado, y la nieve sopeada no se veía muy estable, así que no me saqué los crampones. El terreno es sencillo, pero cuando uno sabe lo que hay más abajo igual tiende a concentrarse un poco más, ya que la pendiente termina en unos farellones verticales de bastante altura, así que no hay espacio para resbalones, tropezones o cramponasos.
Foto: Vista hacia el norte. Morado y Mesón Alto. |
Caminé tranquilo, la bajada final estaba más empinada, pero con nieve blanda, así que llegué rápido a la parte plana, estaba todo muy hermoso, muy blanco, pero a simple vista no veía agua, el estero estaba tapado de nieve, y solo había traído un conchito de gas que hace rato quería eliminar, así que o fundía agua, o comía caliente.
La primera vez que vine a este lugar, cuando subí el San Simón, estaba todo nevado, y encontré el lugar muy lindo y llamativo, es una quebrada que recibe pocas visitas en comparación a otras, y que está muy a la mano, pero pensaba que en verano debía ser bastante seca y menos llamativa, sin embargo, cuando subimos el Yesillo (nunca más lo llamo cerro La Gringa) con el “pelao Correa”, fue en verano, y me llamó la atención que sin nieve, la quebrada mantenía sus encantos, ahora seca, con agua, vegas verdes, y una hermosa vista hacia el norte, y con dos cerros, la P-3502 y la P-3507 que desde el campamento se ven muy bien definidos, y aunque podría decirse que son cumbres menores en comparación a algunas moles que los rodean, como el Diablo y el Retumbadero Alto, me parecen excelentes alternativas para ascensos tranquilos y más disfrutones.
Llegué algo cansado, la inactividad de estos meses quizá, así que decidí no avanzar más ese día por que en realidad no valía la pena, mucho menos cuando al alero de una roca grande encontré un lugar preciso para acampar, donde había huellas evidentes de campamentos anteriores. Iba a dormir en seco.
Armé la carpita, arreglé las cosas, y partí a darme una vuelta a ver si encontraba algún hilo de agua por ahí, me fui caminando por arriba del estero tapado de nieve, traté de hacer un hoyo al estilo esquimal, no resultó, y cuando ya pensaba en comerme la carbonada fría, di con un cauce líquido y cristalino que caía de las partes altas del Retumbadero. Felicidad.
Me tomé como dos litros al seco, disfruté mi carbonada caliente, y me dediqué el resto de la tarde a sacar fotos, relajarme y descansar. Duermo mucho mejor en la montaña que en la ciudad.
Foto: Cerros Yesillo (izq) y Coyesillo (der). La punta que se ve del Coyesillo no es la cumbre. El cerro Yesillo también es llamado cerro La Gringa, pero es un nombre que no tiene relación alguna con la cartografía del lugar, y aunque los nombres Yesillo y Coyesillo no parezcan muy originales, al menos respetan mucho más los nombres geográficos de la zona y sus quebradas. La roca grande que se ve bajo las montañas tiene algunas pircas para acampar. |
Madrugué como pocas veces, básicamente porque quería alcanzar a tomar la micro de las 15:30, sino tendría que caminar hasta El Volcán para tomar la de las 19:00. Y bueno, tantos meses sin salir y cuando prendí la linterna frontal las pilas se agotaron, por suerte andaba con mi lámpara de carpa y con esa me pude iluminar mientras aclaraba un poco. Cosas que pasan.
Caminé tranquilo, extrañaba el sonido de los crampones al pisar la nieve, que estaba dura y permitía un avance fluido. Subí por la quebrada que se forma entre los cerros Yesillo y Coyesillo; no tenía un plan bien definido de por donde subir, pero vagamente pensaba que podía llegar al portezuelo entre ambos y rematar los metros finales por el filo este. La subida era simple, hasta que salí de la parte más encajonada y gané la visual de una pendiente de nieve limpia que me sacaba al filo norte y me dejaba cerca de lo que parecía ser la cumbre. Por ahí comencé a subir.
Me llegé el sol a mitad de la pendiente, me saqué algo de ropa y en pocos minutos estaba en el filo norte del Coyesillo, a metros de lo que según yo era la cumbre. Tantos años subiendo cerros y sigo siendo tan inocente en el tema de las cumbres.
Llegué, y el filo continuaba, incluso se angostaba, pero se veía al fondo lo que ahora si debía ser la cumbre. Ahora la cosa, sin ser difícil, se ponía un poco más abrupta, algunas pasadas de roca con sus respectivas trepadas, algún hermoso filo de nieve angosto como cuchilla y bastante empinado por ambos costados, el terreno se ponía bastante dinámico y exigía un poco más de concentración. Llegué a la cumbre, y no era, al fondo un torreón rocoso que parecía estar a kilómetros, distancia que aumentaba en mi cerebro porque ya me había taimado con las antecumbres.
Cerro %$&%&$%, ándate a la &/&//&&$%, ni ahí con voh!, ¡eri terrible feo! no te pienso subir!, ni ahí con tus antecumbres… etc…
Foto: Llegando a la cumbre y ... no era… |
Decidí bajar, la cumbre se veía lejana y quería llegar a la hora a tomar la micro. Opté por no seguir el mismo camino de vuelta, sino bajar por unas pendientes bastante empinadas en un comienzo, pero de nieve blanda, y hacer un traverse hacia el portezuelo entre el Yesillo y El Coyesillo, para después bajar fuerte y derecho hasta la carpa.
En esto estaba, incluso había comenzado a bajar, cuando miré para arriba y la cumbre se veía tan cerquita que me arrepentí y decidí subir de nuevo. Así de idiota…
Gané metros por nieve blanda, esquivé una cornisa pequeña para llegar a la base del torreón final por terreno rocoso. Si no es esta la cumbre te agarro a bastonazos…
Trepada final sencilla y a cobrar. Cumbre del Coyesillo…
Muy linda, hermosa, me gustó, siempre que pienso que un cerro será una caminata fácil termino metido en terrenos bastante más simpáticos. La visual tremenda, y la cumbre con ese gusto diferente que le da al esfuerzo tener que pasar por tramos algo más comprometidos, aunque no diría que el cerro es difícil, tiene tramos que le dan bastante condimento al ascenso.
Llegué con tiempo para disfrutar un buen rato, grabar y sacar fotos en todas direcciones para ver que se me ocurre para más adelante. Al oeste la P-3560 se veía bastante más destacada que lo que se ve cuando uno va hacia el San Simón, son tres torreones de los cuales gente del DAV bautizó uno como Punta Krahl, el más cercano al San Simón, pero quedan los otros dos, de los cuales el principal desde acá se veía mucho más prominente que desde abajo, donde parecía un torreón más. Es la montaña que da inicio a un filo que lo une al Palo Plantado, cerro que conozco bien. Próximo objetivo.
Foto: Vista desde la cumbre al norte, incluso se ven las huellas de mi intento de bajada y posterior arrepentimiento. |
Todo muy lindo, pero había que bajar.
Me lancé por el filo este de la cumbre directo al portezuelo, estando ahí me dieron ganas de pasar por la cumbre del Yesillo de nuevo, estaba muy cerca, pero cuando uno anda en trasporte público no se puede dar muchos lujos de tiempo, así que bajé directo hasta la carpa.
Al llegar me comí unos duraznos con unas galletas tritón, o lo que quedaba de ellas, desarmé todo y empecé a bajar, para lo cual primero tenía que subir. Deshice el camino hasta el filo por mis propias huellas, y después bajé por cualquier parte hasta llegar al “al plano de las piedras grandes”, y desde ahí hacer el último tramo hasta llegar al camino con media hora de anticipación que me permitieron tirarme al borde del camino a disfrutar la sensación de estar tirado en medio de cualquier parte.
Puntual divisé la micro, saludé al chofer y me fui a casita.
Autor: Elvis Acevedo.
"Crees conocer a un hombre en el llano y después de quince, veinte días, o un mes en la montaña, te das cuenta de que es otro muy diferente"
Marie-Joseé VallenÇot.