Cerro Cortaderas
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Estaba en la cancha de fútbol del Campus Juan Gómez Millas de la Universidad de Chile, en el clásico entrenamiento de los martes, tratando de retomar la respiración después de darle dos vueltas a la cancha, cuando entre conversaciones varias Kristin me comentó que iban al Cerro Cortaderas, en el Valle del Río San Francisco.
Cuando subimos el Canoitas lo miramos a lo lejos y habíamos quedado de acuerdo en subirlo en algún momento, pasaron algunas semanas y nos pudimos coordinar para ir de una vez al cerro.
El grupo final fue numeroso, eran todos integrantes de la Rama de la Chile, Kristin Meyborg, Juan Pablo Collado, el legendario Pablo Orellana, Ignacio Núñez (quién resultó ser hijo de Tulio Núñez, destacado científico que trabaja en el mismo edifico donde trabajo yo), Valeska Lobera, Carmen Navarro y Karen Castillo, mas quien escribe, representante perruno colado en la salida.
Nos juntamos con Kristin en el metro Escuela Militar y tomamos micro para juntarnos con Pablo, Juan Pablo e Ignacio, en la bencinera Terpel donde comienza el camino a Farellones, cosa que logramos después de caminar de vuelta desde la Plaza San Enrique, ya que nos pasamos en la micro por ir conversando.
Nos acomodamos en el auto de JP donde ya estaba asegurado Pablo, y Nacho se fue atrás más solo que farero de Cabo de Hornos, Valeska venía con sus dos acompañantes con algo de retraso, pero coordinamos por teléfono para encontrarnos en el cerro.
Foto: "Nacho" pisando firme para no volarse. |
Llegamos al lugar donde el camino se corta por una barrera y casetas de vigilancia, donde ya no podemos seguir, donde tenemos la entrada prohibida por la minera Los Bronces. Acá se nos cierra la posibilidad de recorrer gran cantidad de cerros y quebradas, y lugares tan hermosos como las Lagunas de Castro, o cerros tan llamativos como el San Emeterio, todos cerrados por una empresa privada. |
Bueno, después de desechar la idea de atacar la entrada de la minera con palos, porque eran muchos los trabajadores que habían, nos preparamos para comenzar la subida. Lentes, bloqueador, bastones, jugo, cámaras, lo típico.
El día estaba despejado, no hacía mucho calor aún, así que en un ambiente cargado a la buena onda y a las tallas subidas de tono de Pablo comenzamos a subir.
Después de un rato vimos que abajo venían tres personas, seguro eran Valeska, Carmen y Karen, venían subiendo rápido así que bajamos el ritmo para juntar al grupo, cosa que ocurrió pocos minutos después. Echas las presentaciones respectivas le dimos para arriba de nuevo... siempre escuchando a... Pablo.
La subida fue excesivamente eficiente, paramos poco, subimos rápido, el grupo se mantuvo siempre bastante compacto, le dimos directo por que no habían rastros de senderos por ningún lado, o al menos no los vimos, así que después de un rato salimos al filo donde paramos de nuevo para juntarnos todos, algo preocupados por qué no escuchábamos a Pablo, pero este venía algo más abajo acompañando al Nacho que andaba algo enfermo.
En el filo había una ventolera de aquellas, así que refugiados entre unas piedras aguantamos un rato hasta que comenzamos la marcha de nuevo. La cumbre ya se veía, solo quedaba ir directo por un filo sin ninguna complicación, pero donde el viento azotaba con fuerza, todos preocupados por que el Nacho no fuera a salir volando (es chiquitito).
Después de un rato de viento frío llegué a la cumbre, en los siguientes 20 minutos fueron llegando todos los demás. Afortunadamente en la cumbre casi no había viento, estaba bastante agradable, aunque tampoco hacía calor, por lo mismo pudimos estar muy cómodos, sacando fotos, echando tallas, comiendo bastante... y escuchando al Pablo. Después de eso...la bajada... |
Foto: En el filo, con la cumbre al fondo. |
Comenzamos a bajar entre ráfagas muy fuertes de viento, así que bajamos rápido para intentar salir pronto del filo. Rato después ya íbamos ladera abajo muy relajados, la Vale y JP se adelantaron un poco, yo iba atrás de ellos, el resto del grupo nos seguía a alcance visual.
Caminaba y caminaba pensando en cualquier tontera cuando en un momento miré al Cerro Manchón, se comenzaba a quedar atrás y pensé “estamos avanzando mucho al sur”.
Miré a mi alrededor tratando de reconocer la bajada, para mi todas las lomas son iguales, pura tierra y matas de plantas raras, piedras y uno que otro pájaro, pero nada que me dijera por donde bajar. Vi a lo lejos un gran prado verde, "oooh, que bonito... pero por ahí no subimos”.
Así que me apuré un poco a ver si veía a Waleska y a Juan Pablo que se según yo iban más adelante. A esa altura ya dudaba de todo.
Como no los vi, supuse que habían empezado a bajar de manera directa, miré para atrás al resto de mis compañeros, he imaginé que ellos habría dado con la bajada correcta, así que opte por mandarme fuerte y derecho para abajo.
Foto: Panorámica desde la cumbre hacia el norte. |
Recordaba que en estos cerros por el día siempre me pasa lo mismo, el Pochoco lo subí años atrás como 6 o 7 veces y siempre bajé por lados diferentes, arrancando de perros, saltando rejas, pidiendo permiso por el patio de una casa etc. Y así en La Cruz, Alto de las Vizcachas y tantos otros, por lo mismo no me extrañaba que me pasara de nuevo, solo esperaba que mis compañeros no se enojaran conmigo por haberme ido por otro lado, ya que yo asumía que ellos iban bien...
Al poco rato de bajar me quedé enriscado, justo en ese momento escucho gritos que me llamaban, pero no pude ver a nadie, solo hice unas señas tratando de explicar que no bajaran por ahí. Miré un poco por donde bajar, no estaba ni ahí con volver a subir, así que me puse a desescalar unas rocas mas menos expuestas pero firmes, después llegué a una pendiente de tierra, otra vez a destrepar y así me fui por bastante rato, tragando tierra como loco.
Escuché agua y me encontré metido en una quebrada llena de vegetación, hundido hasta las rodillas, así que me salí y regrese a las rocas, seguí destrepando y resbalándome por pendientes de tierra dura, el camino se comenzaba a ver cerca, mire una hermosa y ecológica torre de alta tensión y me la puse como objetivo, justo en ese lugar, penurias mas penurias menos logré salir al camino.
Fue una buena sensación, solo tenía que caminar de vuelta por que claramente me había pasado del lugar donde estaba el auto, pero por el camino sería algo fácil, yo pensaba que todo el resto del grupo estaría en el auto esperándome con cara de enojados por mi retraso.
Foto: La patota completa en la cumbre. |
Caminé un poco y me di cuenta de que el camino no era de ripio, era duro, como pavimento - que raro, pensé - hasta la entrada de la mina el camino era de tierra, según yo al menos, así que me puse a mirar mi entorno, no reconocía el lugar, veía letreros que nunca había visto, quebradas desconocidas, así que llegué a una conclusión a la que solo yo podría haber llegado, no me había desviado hacia el sur, había bajado antes, la Vale y JP iban bien, yo baje mal y había salido antes del Control de Entrada de la Minera, estaba en los terrenos de la minera...(soy un genio) |
Así que de manera muy inteligente, comencé a caminar hacia el sur...
Escuché un pito, era JP que me hacía señales, se habían separado de la Vale en la bajada, pero yo no lo veía, solo moví los brazos por si él me veía a mí, y así era, Juan Pablo pensaba en ese momento “por que este won va caminando pal otro lado”...
Caminé un buen rato pensando que iba a decir cuando pasara por el Control de la Minera, pero cuando vi el letrero que decía kilómetro 24.5 dude un poco, no recordaba ni por lejos en que kilómetro estaba el control, me detuve a pensar, miré para todos lados y seguí bajando, pero más despacito...
500 mts mas abajo venía subiendo un ciclista “como lo habrá hecho para pasar por el control” pensaba, “derrepente trabaja en la minera”. Antes de encontrarme con él, paso una camioneta de la mina, les hice señas, “estos locos van a parar, me van a retar por estar acá y me van a sacar” pensaba inocentemente (por no decir otra cosa), pero ni me pescaron, seguí bajando y me encontré al ciclista y tuvimos un diálogo más o menos así:
Qiubo! – Hola - ¿De dónde vienes?... - de Santiago - ¿Y más abajo hay alguna barrera que controle el acceso?... - eeeeh, nop, no hay nada, esa esta como en el kilometro 27 o 28, no recuerdo... - aaaah, gracias...Plaf!!!
Conversamos un rato y siguió su camino, mire el letrero verde, Kilometro 24..."&%$(#/% y la "!&%$(#= que me re &/%#"($·#...
Asumiendo lo idiota de mí razonamiento anterior comencé a caminar de vuelta, 4 kilómetros. Llame a la Kristin y me dijo que ellos aún venían bajando, al menos no me iban a retar.
Caminé haciendo dedo a lo que pasara, no me llevó nadie, aunque ya sabía eso, las camionetas de las mineras tienen prohibido llevar gente. Así iba inmerso en mis pensamientos, tratando de no pensar ningún plan absurdo como buscar un atajo o robarme una retro-excavadora que había en la orilla del camino (lo pensé pero solo por un momento) cuando me encontré a JP sentado en la orilla del camino, a la sombrita, me senté al lado y sin decir nada nos matamos de la risa...
Foto: Panorámica hacia los gigantes de la zona centro. |
Ahí nos pusimos un poco al día de las situaciones, y ya estábamos pensando en comenzar a caminar cuando aparecieron cuales fuertes super-héroes el Pablo y el Nacho en el auto, al final fueron los que bajaron menos mal (por que tampoco bajaron bien) pero al menos salieron al lugar donde estaban los autos.
Nos devolvimos al estacionamiento, no había llegado nadie más, “me salve de la retada” pensé, y ahí nos quedamos conversando y comentando los pormenores que cada uno vivió durante la bajada, llamamos a la Kristin, venia con Carmen y Karen bajando lentas pero seguras, igual nos preocupaba que no les fuera a pillar la noche.
Con JP decidimos ir a buscar a la Vale, que calculamos ya habría salido al camino, pero calculamos mal, no avanzamos ni 100 metros y la encontramos con una notoria cara de cansancio y lata.
Después mantuvimos contacto telefónico con Kristin y cuando nos aviso que ya estaban cerca del camino comenzamos a bajar, salieron bastante cerca el kilometro 24, hasta donde yo había caminado voluntariamente de bajada.
Ahí nos reunimos todos, después bajamos, pasamos a comprar empanadas y terminamos un lindo ascenso por el día, que fue tan sencillo en la subida, que decidimos darle más emoción en la bajada...viva el trabajo en equipo.
Autor: Elvis Acevedo.
“No se llega al quinto piso del potala sin antes haber llegado a la planta baja.”
Proverbio Ihasapa.