Cerro Corona

Corona

 

  • Altitud: 4.112 msnm.
  • Ubicación: Cajón de Lo Valdés - RM.
  • Fecha: Enero del 2007.
  • Integrantes:
    • Elvis Acevedo (P. Alpinos)
    • Jaime Wastavino (P. Alpinos)
    • Fernando Yáñez (Ramuch)
  • Ruta: Cara NO - "Del Torreón".

"Every rose has is thorn" sonaba en mi MP3 mientras comenzábamos a caminar rumbo a las "Vegas del Corona", en el cajón de Lo Valdés, junto con Jaime Wastavino, mi compañero en innumerables jornadas de montaña. En ese lugar nos encontraríamos con Fernando Yáñez, que estaba desde ayer escalando por la zona. Nuestro objetivo, el cerro Corona, de 4.112 metros, y su descompuesto torreón final, para terminar un mes de enero “cargado” a la roca, después de las ascensiones del Morro Escondido y la Punta Camanchaca, ambos en el valle del Mesoncito.

El cajón de Lo Valdés es uno de esos lugares que recorrí de niño, quizás por eso me siento tan cómodo en él. La caminata hasta las vegas fue tranquila y relajada, el día con sol pero agradable, el valle seco y el río cristalino recorriéndolo desde sus comienzos, varios kilómetros más adentro.

Avanzamos rápidamente por el sendero claramente marcado durante un par de horas, hasta que nos encontramos con Fernando, que había entrado al valle la noche anterior y vivaqueado en “cualquier parte”; conversamos un rato y decidimos avanzar un poco más, hasta la entrada a la quebrada que se forma entre los cerros Corona y Vega.

Nos adelantamos con Jaime y comenzamos a buscar algún lugar apropiado para instalar nuestro vivac, mientras Fernando se quedaba ordenando sus cosas. Para felicidad nuestra y comodidad de nuestras espaldas, encontramos una pirca junto a una roca grande, lo suficientemente amplia para los tres. Ahí nos instalamos y comenzamos a rezongar mirando a lo lejos, 1.200 metros más arriba de nosotros, la cumbre del Corona y su torreón final... a los pocos minutos llegó Fernando.

Corona

Foto: Corona desde el vivac.

El resto de la tarde se nos fue entre comida, once y pelambres, además de relajo y descanso, Jaime encontrando fósiles donde ponía el ojo. Algunas nubes un poco amenazantes nos hacían pensar en el clima, pero al final no pasó nada con ellas.

Cuando se escondió el sol y la temperatura bajó, nos enfundamos dentro de los sacos y tratamos de dormir, aunque la luna lo hacía un poco complicado por lo mucho que iluminaba.

Nuestra intención era levantarnos a las 04:00 am, nos esperaba una dura subida por interminables acarreos para llegar a la base del torreón, y queríamos ganar tiempo avanzado un rato a oscuras, sin embargo, y a pesar de que el día anterior fue muy relajado, nos quedamos dormidos, de hecho, al parecer fue culpa del exceso de relajo.

Despertamos a las 06:00, y una hora después comenzamos a caminar buscando avanzar de cualquier forma. La subida fue bastante tediosa, acarreos de todos los tipos y colores, piedras sueltas grandes y chicas, terrenos de tierra blanda y dura, todo muy seco salvo un manchón de nieve bastante arriba.

Salió el sol y ganábamos altura, sin embargo las horas avanzaban rápido, llegamos al manchón de nieve y avanzamos por él un rato para salir de las infernales piedras y tierra suelta. Después de unos minutos llegamos al filo que viene desde el cerro Valdés y que llega a la base del torreón final del Corona.

Panoramica

Foto: Atardecer desde el vivac.

Aquí paramos a equiparnos; arnés, casco, y parafernalias varias, en un lugar muy ventoso. Mirábamos el torreón, se veía descompuesto pero no podíamos quejarnos, ya sabíamos que era así, no se veía tan simple desde donde estábamos pero decidimos ir a ver “in situ”.

A medida que nos acercábamos se veían más líneas a seguir y la dificultad parecía disminuir, escalamos todo un primer tramo en "libre" por una chimenea, hasta llegar a un lugar donde se "taponaba". Nos habían dicho que la roca no daba para poner mucha protección y lo estábamos comprobando, la dificultad no era alta, pero la roca se desarmaba sola.

Fernando comenzó la escalada desde el lugar del “tapón”. Estábamos más menos guiados por la información de Andeshandbook, por lo tanto nuestra “estrategia” consistía en encontrar los clavos mencionados en la página. Además sabíamos qué hace poco nuestro amigo Nolberto Alarcón había subido el cerro y reposicionado los clavos dejándolos a prueba de bombas. Después de algunos metros Fernando encontró el primero, siguió subiendo y encontró algunos más hasta el lugar de los “dos clavos” que se suponía eran los últimos de ese tramo, por lo mismo Fernando armó la reunión ahí.

Feña escalando

Foto: Feña en el "Tapón Rocoso".

Subimos, yo primero y Jaime después  (El burro por delante...) recuperando equipo, nos juntamos en la reunión y no nos pareció tan simple lo que venía como para subir en “libre”, claro, estos no eran los “dos clavos” que buscábamos.

Estos estaban un poco más arriba, pero no lo sabíamos, lo que nos hizo subir un largo corto y perder un poco de tiempo en eso, podríamos haber sacado ese tramo de un solo tirón, pero en fin, da igual.

Una vez ahí nos dimos cuenta de que nos faltaba poco y el terreno se veía fácil, opiné que subiéramos sin cuerda pero no me pescaron, igual subí trepando y en un bloque grande pase una cinta y fijé la cuerda a modo de pasamanos, grité para que mis compañeros subieran, pero no aguanté la tentación y trepé los últimos metros.

Un par de pasadas, el filo, y la cumbre, ¡guau!, al fin, salió largo el asunto pensaba, mientras daba gracias a Dios por estar ahí. Pocos minutos después llegó Jaime y detrás de él, Fernando, fuerte abrazo entre los tres, que más, 15 cumbres junto a Jaime, tantas historias con este viejo montañero, la segunda con Fernando a quien apenas conocí hace un mes en el Morro Escondido, estábamos muy felices, le dedicamos la cumbre a la familia, pololas, hijos, y un larguísimo etc...

El tiempo se había descompuesto bastante, estaba nublado con viento y bastante frío, todo eso sumado a la hora, ya eran las 16:00, el Turismontaña nos esperaría a las 18:00 en Lo Valdés, asumimos que no llegaríamos ni en sueños.

Cumbre

Foto: Cumbre en el Corona.

Destrepamos hasta el lugar de los “dos clavos”, sacamos con la mano unos cordinos tipo Homecenter  para dejar el cerro un poco más limpio, y pusimos otro cordín para rapelar desde él. Bajó Fernando, después Jaime, y al final yo, sacando la cinta de seguridad y aguantando el viento, tratando de bajar rápido hasta que Jaime me dijo que me detuviera, ¿para qué? pregunté, para sacarte una foto, ¡Plop!

Llegué abajo y nos ordenamos para instalar un segundo rapel desde una roca llena de cordinos de cualquier tipo y en pésimo estado, echamos de menos un cuchillo para dejar más limpia la ruta.

Recuperamos la cuerda apretando los dientes para que no se atascara, y por suerte así fue. Con el segundo rapel -y después de botar un kilo de piedras- quedamos casi en la salida del torreón, de nuevo logramos recuperar la cuerda de manera limpia, y el resto del torreón lo desescalamos libres hasta el filo donde habíamos dejado las mochilas.

Desde ahí fue un rápido descenso por acarreos buscando la manera de llegar lo antes posible al lugar del vivac, no por que fuéramos a volver a Santiago, sino porque estábamos chatos. Una vez que llegamos abajo decidimos quedarnos una noche más en el valle, nos comimos lo poco que nos quedaba, y conversamos hasta altas horas mirando las nubes que estaban mucho más amenazantes que la noche anterior, después a dormir.

Despertamos temprano, la mañana estaba algo fría, tomamos desayuno, armamos las mochilas, y regresamos a Lo Valdés, caminamos hasta el cruce del camino con el que baja a Baños Morales y un poco más para no quedar en plena curva.

Con Fernando nos paramos a hacer dedo y Jaime decidió caminar un poco más, la verdad no estábamos ni ahí con caminar a San Gabriel, confiábamos en que algo nos pararía, y así fue.

Salvo un Turismontaña que no nos quiso llevar, después pararon dos jeep, eran montañeros que iban al Embalse el Yeso, nos dejaron en el cruce del camino, nos bajamos y el mismo Turismontaña que no nos paró arriba y que habíamos pasado en el camino, se detuvo, Jaime venía en él, así que desde ahí hasta Puente Alto, micro, metro y pa' la casa...

Dedicado a "Bunny" (QEPD)

Autor: Elvis Acevedo Riquelme.

 

"No hay rocas descompuestas, sino alpinistas inexpertos"

Georges Livanos.