Colmillos del Diablo - Colmillo Este

Colmillos del Diablo

 

  • Altitud: 3.751 msnm.
  • Ubicación: Cajón de Lo Valdés - RM.
  • Fecha: Noviembre del 2012.
  • Integrantes:
    • Elvis Acevedo (P. Alpinos)
    • Ulises Espinosa (P. Alpinos)
  • Ruta: Filo Oeste - Primer Ascenso.

Octubre del 2005.

Estábamos en el campo base del Cajón de Lo Valdés con mi compadre Juan Carlos Caro, después de haber abierto una nueva ruta en el Cerro Diablo, compartíamos el campamento con gente de la Católica, que también habían subido el cerro pero por la ruta normal. Ya estábamos desarmando las carpas para partir a Santiago cuando me fijé en tres puntas rocosas que sobresalían en el filo que va del Diente al Retumbadero Alto.

Le pregunté a la gente de la UC si sabían algo de ellas, si tenían ascensiones, nombres o algo, me contestaron que no y que tenían pinta de ser de muy mala roca, lo recuerdo bien, volví a lo mío y dejé el tema ahí...

Noviembre del 2012.

Pasaron siete años desde aquel ascenso al Diablo, y tres desde que fui por última vez al Cajón de lo Valdés, para que recordara aquel proyecto. Estaba en los Manyos practicando algo de escalada deportiva con Ulises Espinosa, mi amigo de infancia, cuando le pregunté si le tincaba organizar una salida de dos días, me dijo que si, y se armó.

Cajón de lo Valdés

Foto: Diente del Diablo (izq) y Colmillos del Diablo (der)

Partimos el primer fin de semana de noviembre, ya estaba haciendo mucho calor en Santiago y era obvio que la poca nieve que cayó en el invierno no iba a durar mucho, esperábamos que en el fondo del valle aún quedara algo.

No teníamos idea de cómo se podía dar la ruta, así que llevamos un par de estacas y un reducido rack de roca compuesto de cuatro friends de distinto tamaño.

El primer día consistió en llegar al campo base; el valle estaba seco y solo quedaba nieve al fondo del cajón, por lo que avanzar por el sendero fue muy sencillo, salvo para Ulises, se notaba su alejamiento de los cerros y venía muy cansado. Al final llegamos al muy deteriorado refugio donde habían algunos montañeros más, el Vega y el Diente del Diablo eran sus objetivos.

Llegamos temprano, con tiempo suficiente para descansar harto, comimos y nos acostamos. Como siempre en este lugar corría bastante viento así que no daban muchas ganas de estar afuera de la carpa.

No me imaginaba un ascenso muy largo así que no pusimos despertador. En la madrugada, de noche aún, sentimos partir a la cordada que iba al Diente, nosotros nos levantamos cuando ya había luz día, tomamos desayuno y comenzamos la aproximación, el muchacho que iba al Vega partió a la misma hora que nosotros.

7

Foto: En primer plano el Colmillo Este, atrás el Central y el Oeste.

La caminata hasta el fondo del valle sirvió para precalentar, el paisaje estaba hermoso, avanzamos por nieve dura, esperábamos que en las pendientes superiores estuviera igual de buena, pero el sol ya comenzaba a iluminar las cumbres más altas del valle.

Cuando llegamos a la base de la pendiente de nieve que nos llevaría al pie del Colmillo Este, el sol nos alcanzó, así que paramos a ponernos bloqueador, lentes, hidratarnos y desabrigarnos un poco antes de empezar a subir.

Mi compañero venía bastante retrasado, por lo que decidí continuar hasta la base del torreón cumbrero, así podría ver si es que podíamos subirlo o no con el equipo que trajimos, de no ser así podría bajar y avisarle a Ulises que no se desgastara en una subida inútil.

Desde donde estaba miraba y miraba la pirámide final, la roca no se veía tan mala pero si muy sellada, subir directamente por el norte no podría ser esta vez, nuestro rack era demasiado escaso para una escalada de dos largos o tal vez más en esas condiciones, así que opté por subir al portezuelo que se forma entre el Colmillo Este y el Central, y ver si desde ahí teníamos más opciones.

Llegué a una roca donde se formaba un balcón de nieve, ahí descansé un rato, después fui hasta el comienzo del torreón final de unos 30 o 40 metros, no era empinado pero la roca se veía sucia, resbalosa y sellada, decidí no intentarlo en escalada libre, en una de esas estando concentrado podía subir, pero no me veía desescalando a pulso.

Volví al balconcito de nieve donde me mandé una buena pestañeada mientras esperaba a mi compañero que venía subiendo lento, muy lento, pero seguro, muy seguro, hasta que me alcanzó, y nos preparamos para la escalada final.

Escalando

Foto: En el torreón final del Colmillo Este.

La trepada no era vertical, pero en los primeros metros la roca estaba muy sellada, no encontré ningún lugar para poner un seguro de salida y ya estaba comenzando a ganar altura. Estaba con bototos y debía pisar sobre roca bastante lisa, y lo peor era que estaba cubierta de piedrecillas muy resbalosas.

Llegué a un punto que me hizo dudar un poco, debía impulsarme por un terreno sucio con pocos agarres, no había logrado poner seguros, y una caída me mandaría directo hasta el nevero donde estaba la reunión y más abajo aún, sin nada que me detuviera, ya había ganado unos diez o doce metros de altura y la sensación no era muy grata.

Jumar

Foto: Ulises jumareando los últimos metros hasta la cumbre.

Me ganaron las ganas de hacer un primer ascenso y decidí subir. Bien atento y concentrado trepé por algunos metros agarrándome de lo que podía, hasta que llegué a una especie de terraza a mitad de camino de la cumbre, tenía rocas más grandes donde me pude sujetar con algo más de firmeza.

El terreno estaba muy suelto, la roca era de muy mala calidad, por suerte Ulises no estaba en la línea de caída de las piedras, a pesar de eso intentaba moverme con sumo cuidado para no tirarle rocas en la cabeza.

Llegué a una fisura horizontal muy sucia, aquí venia el paso clave, un escalón rocoso con agarres más grandes que la pasada anterior, pero con roca que se desmoronaba tan solo mirarla, y todo parado en un escalón lleno de tierra y piedras sueltas, una delicia...

Limpié lo mejor que pude la fisura para poder poner un  friend, quedó medio suelto, "peor es nada" pensé, en una de esas aguanta pero mejor ni probarlo. Después de limpiar las piedrecillas de la fisura había llegado a roca sólida, al menos parecía que no se rompería, pero en esa parte la fisura era muy poco profunda como para que el seguro quedara bien.

Decidí trepar el escalón y justo cuando llegué a la parte donde debía subir, me fijé que la fisura ganaba profundidad, "que me dijeron", metí otro friend de una, este quedó impecable, aguantaría sin problemas una eventual caída, eso me terminó de dar confianza.

Cumbre

Foto: Ulises en la cumbre.

Pasé sin mayores problemas el último obstáculo, salvo el tener cuidado de que no se desarmara todo, seguí subiendo y me di cuenta de que el terreno perdía dificultad, bajaba la pendiente, aparecía un terreno de tierra y piedras fácil de subir hasta que casi sin darme cuenta... ¡¡cumbre!!

Me llené de alegría, le grité a mi compañero que estábamos listos, que lo habíamos logrado, la vista era espectacular, el día maravilloso, con sol y sin viento, simplemente perfecto.

Busqué donde armar una reunión para fijar la cuerda, encontré quizá el único lugar útil, una roca sólida con una buena fisura donde meter los dos friends que me quedaban, habíamos llevado un rack reducido, nos alcanzó justo. Fijé la cuerda y le grité a Ulises para que subiera jumareando, a los pocos minutos estábamos los dos en la cumbre.

La alegría era absoluta, también me sentía un poco desahogado después de los sendos rebotes en el Cordón del Plata, donde el clima y el viento nos dieron una verdadera paliza, y en la Pared Este del San Gabriel, donde las condiciones de la ruta nos hicieron rebotar por segunda vez en ese proyecto. Se que no es lo más importante pero de todas formas necesitaba llegar arriba esta vez.

Estuvimos un largo rato, disfrutamos bastante, sacamos fotos, filmamos, lo de siempre, hasta que comenzamos la bajada que no tuvo inconvenientes, un rapel hasta la base del torreón, y después fuerte y derecho para abajo, "potinboard" incluido hasta el campamento.

Lo demás fue desarmar la carpa y regresar a Santiago con la sonrisa de oreja a oreja, la montaña te da alegrías y frustraciones, hay que aprender a convivir con ambas, pero esta vez nos tocó el lado bonito, ese que te deja con la satisfacción completa de un trabajo bien hecho.

 

Autor: Elvis Acevedo R.

 


"El más auténtico alpinismo no es un deporte, sino una forma muy profunda de mirar, y vivir la vida"

Andrés Hurtado García.