Cerro Ciervo

Ciervo

 

  • Altitud: 4160 msnm.
  • Ubicación: Embalse El Yeso - RM.
  • Fecha: Noviembre del 2020.
  • Integrantes:
    • Wilson Acevedo (P. Alpinos)
    • Juan Carlos Caro (P. Alpinos)
    • Elvis Acevedo (P. Alpinos)
  • Ruta: Cara NO.

En enero del 2019 intentamos con Roberto “Eiger” Toro, el cerro Ciervo, no por la “variante Vipato” sino por el filo oeste, la ruta original. Termino en rebote, por un filo absolutamente erosionado y expuesto que me cuesta entender como pasaban los viejos montañeros. Secos. Ese fue mi último rebote, después puras cumbres y felicidad, así que cuando pensé en volver al Ciervo no pude evitar pensar que quizá sería el fin de mi buena racha cumbrera.

Estábamos organizando la cosa con mi compadre Wilson Acevedo, cuando un día de la nada me escribe Juan Carlos (si, el famoso Juan Carlos Caro) mi compañero de tantas aventuras pasadas, pero que llevaba bastante tiempo sin salir, estaba muy entusiasmado con retomar el ritmo de cerros y se sumó a la salida. Nos pusimos de acuerdo en todo bastante rápido y un sábado de finales de octubre de este pandémico año, partimos hacia el Cajón del Maipo. Pasamos por San Gabriel y tomamos el desvío al embalse El Yeso, llegamos a la zona donde están las horribles faenas de Alto Maipo, y a un costado del camino, lejos de los estacionamientos de esa gente, acomodamos el jeep y nos dispusimos a caminar.

Me apestan los acarreos, a quien no, y este cerro era un su mayor parte una monumental “oda a los acarreos”, un poema épico de cómo las piedras pueden juntarse por siglos formando gigantescos cúmulos de piedras sueltas de todos los tamaños destinados a amargar la vida de los pobres montañeros. Pero el Ciervo era un clásico del sector que hace rato quería subir, así que tendría que aplicar mi estado más paciente, equilibrado y espiritual para zamparme ese montón de piedrotas acumuladas que desde abajo se veían eternas.

Cruzamos parte de las instalaciones de Alto Maipo, y después de subir por unas pendientes con algo de vegetación llegamos al sector de piedras. Igual es increíble ver tanta piedra junta, que desde alguna parte debe haber caído, obviamente desde las laderas superiores del cerro mismo, cambiando su fisionomía lenta y permanentemente a través de los siglos, de manera tan sigilosa, que, para nosotros, que pasamos por esta vida como un pestañeo, esos cambios resultan imperceptibles.

No hay mucho que decir sobre las horas que estuvimos metidos en el primer gran acarreo, solo que, según yo, esta era la parte más jodida, porque después conectaríamos un sencillo traverse para salir al filo y armar la carpita. Pensando en eso me animaba bastante al ver que poco a poco nos acercábamos a la base de la parte superior de la montaña, y al final del primero acarreo.

Llegamos arriba y comenzamos a hacer un rodeo hasta dar con una entrada que subiera rompiendo las barreras de farellones en dirección al filo. Esta era una especie de quebrada bastante amplia, y de terreno bastante suelto, como todo en este cerro, pero que según calculábamos, al final de ella, nos depararía la grata sorpresa de la salida al filo y el lugar para acampar. Pues que llegué arriba y me vi encerrado por un farellón vertical a un lado y una caída de muchos metros al otro, repasaba el trayecto y no me cuadraba que nos hubiéramos equivocado, básicamente porque no había otras opciones de subida. Llego Willy, estudiamos la situación un rato y decidió treparse por el farellón rocoso, salió arriba y dijo que parecía, que tal vez, que quizá por ahí se podía seguir…

Llego Juan Carlos y nos mandamos la trepada, con buenos agarres, pero bastante expuesta y más complicada con el peso de la mochila en la espalda, fuimos ganando metros entre acarreos y más trepadas, y salimos al filo, solo para ver que de filo nada, porque el terreno seguía subiendo hasta el infinito y más allá de piedras. Ya iba medio aburrido, básicamente porque no tenía idea de done estaba. No me cuadraba un error en la ruta ya que durante la subida no vimos otras alternativas lógicas como para habernos equivocado en algún punto, pero encerrado entre gendarmes y acarreos de piedra suelta con sectores de tierra dura como palo, no lograba hacerme una idea de que tan cerca o lejos podríamos estar de cualquier parte.

Deje la mochila y partí más liviano a mirar, Juan Carlos venia más abajo, y en ese momento me preocupaba un poco, ya que me di cuenta que el Ciervo no es como el cerro ideal para volver después de un tiempo de inactividad; Willy había subido en busca de un pequeño manchón de nieve para tratar de obtener algo de agua, y yo me fui más a la derecha tratando de ganar algo de altura para tener mejor visual de lo que fuera que había alrededor. Fui subiendo y de un momento a otro pude ver “los cachitos”, buena, por fin un sector del cerro conocido como punto de referencia. Esos dos torreones rocosos que más de algún chamullento hizo pasar por cumbre, los tenia a la vista y eso significaba que el lugar de campamento estaba justo algunas decenas de metros más arriba de donde estaba, en un filo que parece que esta vez sí era filo, y no solo el borde de otra quebrada más.

Tuve que bajar a buscar mi mochila, le di las buenas nuevas a Willy mientras pasaba cerca de él y más abajo le pegue el grito a JC tratando de ilusionarlo de que faltaban sus 15 minutos más menos, aunque yo pensaba que serían 30, pero no tuve corazón para decirle eso.

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Foto: Campamento.

Me puse la mochila y vuelta para arriba, lateado, pero sabiendo al menos que estábamos donde teníamos que estar, y no habíamos metido la pata en algún punto. Casi arriba me tope con Willy y en pocos minutos estábamos en el filo, con “los cachitos” a la vista, y bastante nieve por todos lados, lo que eliminaba el problema del agua, que en algún momento nos inquietó bastante. Baje un poco a ver si encontraba un lugar más plano en la nieve, porque la zona seca era muy pequeña para la carpa, cuando regrese JC ya había llegado, no sin antes recibir de lleno en el muslo un camote suelto que decidió ceder mientras el subía.

Estábamos pensando si bajar a hacer una terraza en la nieve, o simplemente vivaquear, ya que el lugar igual estaba cómodo para un vivac, cuando se me ocurrió asomarme por un montículo de nieve que estaba algo más arriba, y al otro lado la vi, hermosa como ella sola, cómoda, espaciosa, un lujo; una terraza lo suficientemente amplia para la carpa, lisa, con nieve cerca, y protegida del viento por las rocas que la rodeaban. Felicidad.

Armamos la carpa, fundimos nieve, comimos etc., y el cansancio nos ganó y nos quedamos dormidos temprano supongo, porque de la noche recuerdo casi nada, hasta que sonó la alarma.

Con un nivel de aplicación que me extraño a mí mismo, nos levantamos, tomamos desayuno y preparamos el equipo para la subida; me dio gusto ver que Juan Carlos aperraba, había llegado tan molido el día anterior que pensé que podría haber querido quedarse descansando, pero no fue así.

Con un día claro y de cielo azul partimos la subida. El primer tramo desde el campamento sigue el filo en dirección a la base de “los cachitos”, tramo sencillo que sirve para entrar un poco en calor. Buen ánimo y avance fluido marcan los primeros minutos; Willy con su tranco de medio metro por cada paso se adelanta un poco. Llegamos a la parte superior del filo y viene una leve bajada que nos deja en la base de los ya ultra mencionados “cachitos” y desde ahí se hace un traverse en dirección a una canaleta nevada que logramos identificar bien desde el punto en donde estamos.

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Foto: Durante la travesía por abajo de "los Cachitos".

Descansando un rato nos fijamos bien en los detalles de la ruta para no meternos mal en algún punto, la tenemos clara, y aunque el traverse pareciera que va a ser muy latero por las piedras sueltas, resulta ser bastante menos tedioso, y después de pasar un nevero por arriba, llegamos a la canaleta, de la cual solo vemos la entrada, pero que esperamos suba bastante para poder ganar altura en terreno amigable.

Nos ponemos los crampones y entramos a la nieve, con bastantes penitentes de tamaño mediano que más que entorpecer el paso sirven de escalera. Voy en la punta mirando para arriba para ver bien por donde seguir, y me doy cuenta que la canaleta dura menos que el amor, y vamos a tener que sacarnos los crampones, pocos minutos después de haberlos calzado; lata por Willy que estrenaba equipo nuevo y tenía ganas de usarlo…

Llegamos al final de la nieve, crampones fuera y a la roca, sabemos que ahora vienen esos tramos de trepes expuestos que nos habían comentado, acá se pone entretenido.

Partió Juan Carlos para arriba, los primeros trepes son sencillos, por canaletas de roca muy suelta, pero nada muy empinado, hasta llegar a un primer resalte que parece taponar la pasada; Willy se va por la derecha y por la cantidad de piedras que caen parece que arriba esta medio suelto el terreno, JC decide ir directo por un tramo bastante más vertical pero que se ve más sólido. Pasa con esfuerzo, pero de manera eficiente y tranquila, le doy unos metros por si cae material, sigue subiendo y parto. El paso es bonito, vertical y con roca relativamente decente, los agarres son firmes, pero es mejor tantearlos por si acaso; es el típico terreno donde no vale la pena asegurar con equipo técnico, pero donde tampoco podría pasar alguien que no esté acostumbrado. La exposición es alta, pero en esta parte agradezco la roca limpia y no llena de piedrecilla tan traicionera como era el terreno por donde veníamos. El terreno no es difícil, pero está completamente prohibido equivocarse.

Salgo a la parte alta del primer resalte; JC ya subió algunos metros más y Willy se ve más arriba; estoy tanteando el terreno para escoger los movimientos que me permitan subir bien con mi limitada elongación de montañista retirado, cuando me pega una piedra en la mano, nada serio; más serio es darme cuenta que aún no me he puesto el casco.

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Foto: Avanzando por la canaleta.

Poco más arriba hay un lugar algo más cómodo donde podré sacarme la mochila y ponerme ese artilugio que me apesta pero que sirve mucho. Estoy trepando un tramo bastante vertical y expuesto, casi listo para salir a la terracita, cuando escucho ¡¡pieeedra!!, seguro va por otro lado pensé, soy un tipo con suerte, no creo que me pegue, cuando plaf!, en toda la zona central del cráneo.

Menos mal que el cráneo es un hueso duro, recordé tantos libros y montañistas tan buenos que quedaron en el camino por algo tan simple como un piedrazo, bueno, si David se echó al bolsillo a Goliat con una piedra, convengamos en que es un buen arma. Me pase rollos, no puedo perder la conciencia pensé, me voy para abajo hasta el embalse El Yeso si me caigo, pero después de unos segundos me di cuenta que más allá de un cototo la situación no era nada de grave. Alivio para todos.

En la terraza me puse el casco, si, un buen consejo, mejor ponérselo al principio, no voy a defender lo indefendible.
Vinieron más trepadas, creo que no tan verticales como el primer paso, pero trepes conectados por esas terrazas con piedrecilla que me incomodan mucho, pero que con calma se van superando sin problemas. Seguía pensado que el Ciervo no era un cerro adecuado para volver después de un tiempo largo de inactividad, pero veía a Juan Carlos subiendo concentrado y completamente tranquilo, tal cual en tantos cerros y rutas que subimos años atrás. Escalar es como andar en bici supongo, más allá de que uno pierda agilidad o estado físico, el cerebro no olvida las tantísimas veces que ha estado en situaciones similares, y se comporta a la altura, sereno, tranquilo, que es como se suben cerros.

Pasamos otra serie de resaltes y se vino un traverse que después de otra trepada más vertical, con hartos agarres, pero esta vez sí que estaban sueltos, nos dejó en el filo, donde nos llegó el solcito por primera vez en el día, y donde se intuía que ya estábamos listos con el objetivo.

Willy embalado para arriba, yo subí un poco, pero me detuve para asegurarme de ver salir a JC al filo, donde el terreno se volvía sencillo, una vez que lo vi asomarse seguí subiendo, y empecé a disfrutar la visual de los gigantes que nos rodeaban, del embalse y la laguna Negra a lo lejos, y como siempre de tantas montañas en tantas direcciones.

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Foto: Saliendo al filo...

El filo es tranquilo, llegamos a un punto que parecía la cumbre, pero venia otro, que extrañamente se veía más bajo pero que nos habían dicho que era la cumbre, fuimos a él, y desde ahí el primer punto seguía viéndose levemente más alto, en fin, están casi juntos, así que no hay problema en visitar ambos, ya que la diferencia en metros debe ser mínima, pero no quede muy convencido de que el último punto, donde estaba la pirca, fuera el más alto de los dos.

La maravillosa sensación de llegar arriba, y más aún en un cerro que, aunque no es difícil, tampoco es sencillo, y la verdad sumando el primer día, fue bastante esforzado. Nos juntamos los tres en la cumbre y celebramos esta primera cumbre de los “Perros Piratas”, heredero de aquel glorioso colectivo “Perros Guachos” que se paseó por tantos lugares de Chile, Perú y Bolivia subiendo cumbres, montañas, escenarios y barras de bar…

El día no podía estar mejor, día perfecto de cumbre, sin viento y despejado. Nos aplicamos sacando fotos y descansamos un buen rato, pero decidimos comenzar a bajar, porque igual había que realizar el descenso con precaución, y después de eso venia un acarreo para la que la palabra eterno se queda corta.

Decidimos no perder mucho tiempo buscando los mejores destrepes, y con tres rapeles cortos y unas pasadas a pelo llegamos al comienzo de la canaleta de nieve, terreno fácil. Trabajamos bien, buscando rocas solidas que pudieran aguantar la cuerda, rocas que no abundaban para nada, y realizando todo el proceso de manera segura y eficiente. ¡Esto es vida! Grito Juan Carlos mirando el horizonte, cierto pensé, esto es vida. Había algunos cordines que indicaban antiguos rapeles, pero al tantear una de las rocas donde estaban, esta se salió sin mucho esfuerzo. Nos alegramos que no haya pasado cuando los que vinieron antes la estaban usando de anclaje.

Algún rato después llegábamos a la carpa, a comer y desarmar todo contentos y tranquilos, pero sabiendo que la bajada era larga, y que en la primera parte al menos no podíamos bajar tanto la guardia porque había mucha caída de material.

Cumbre

Foto: Cumbre.

Le dimos para abajo. Por mucho cuidado que pusiéramos los acarreos sueltos se deslizaban pendiente abajo, sin mayor riesgo para nosotros, pero dejando claro lo suelto del terreno, conectamos bien los puntos donde podríamos haber pasado de largo y llegamos al sector de las trepadas del primer día. Acá nos equivocamos un poco, porque no se nos ocurrió mirar que bastaba con seguir derecho para conectar la quebrada por donde subimos ayer, hicimos otro rapel corto para llegar según creíamos a la parte donde comenzábamos a bajar derecho, pero no fue así, estábamos en otra terraza y quedaba otro resalte vertical para llegar al acarreo por donde llegamos el día anterior. Me pareció raro todo, y ahora si se nos ocurrió avanzar un poco más y al final terminamos conectando la quebrada por un terreno horrible de suelto como fue toda la bajada hasta salir de ella.

Después de ver pasar muchas piedras llegamos al último mega gigantesco acarreo, ese que se ve desde el camino vehicular, y aunque buscando las partes más blandas bajamos bastante rápido, daba la sensación de que no llegábamos nunca. Un clásico.

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Foto: Durante la bajada.

Al final le dimos por cualquier parte y llegamos cerca de las instalaciones de Alto Maipo, pasamos entre medio y llegamos al jeep que nos esperaba con una sorpresa.

Molidos pero felices nos limpiamos un poco, ordenamos la cosas y comenzamos a bajar, y al parecer por el gusto de Willy de pasar arriba de cada hoyo que se le cruza en el camino, el auto se dañó y se quedó sin frenos. Nos dimos cuenta porque iba bajando muy lento, y bueno, al final nos demoramos más en volver en el auto, a 20 kms/hora, que en toda la subida y la bajada. Bonito final para un muy buen cerro.

 

Autor: Elvis Acevedo Riquelme.

 

"A la montaña se va para ser libres, sin la libertad, el Alpinismo no existe..."

Bruno Detassis.