Nevado Chimboya

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  • Altitud: 5.489 msnm.
  • Ubicación: Cordillera La Raya - Perú.
  • Fecha: Julio del 2023.
  • Integrantes:
    • Elvis Acevedo (P. Alpinos)
  • Ruta: Arista Oeste.
  • Expedición: Cordillera La Raya 2023.

Después del trekking del Ausangate con sus respectivas cumbres, me tomé unos merecidos días de descanso en Cusco de los cuales para ser honestos recuerdo poco...

Pasando la resaca en la hostal, mientras jugaba ping pong con unas alemanas, decidí que era necesario partir de nuevo a las montañas, si no, mi hígado no iba a resistir...

Preparé todo y partí un día bien tempranito al terminal donde salen los buses a la ciudad de Sicuani, mi objetivo, el Abra La Raya, o Paso La Raya, límite provincial entre Cusco a un lado, y Puno al otro. Desde este punto intentaría el ascenso del nevado Chimboya, perteneciente a la cordillera La Raya, un sector mucho menos conocido de montañas en Perú, que ciertamente son más pequeñas, y con glaciares que están retrocediendo rápidamente, lo que la hace menos llamativa a los viajeros, pero mi idea de este viaje era justamente buscar este tipo de sectores montañosos, perdidos en medio de la mismísima gran nada...

Llegué a Sicuani, me tomé una trimoto hasta el lugar donde salen las combis hasta las termas de aguas calientes, ahí llegan todas, desde ese lugar tendría que ver cómo llegar al Abra, los taxistas y choferes de todo tipo no les gusta ir porque hay que pasar un peaje, saldría muy caro dicen ellos... se nota que no conocen Chile...

Le expliqué al chofer lo que quería hacer, al final se ofreció a llevarme no recuerdo por cuanto, 10 lucas quizá, un trayecto que no quiero pensar cuanto saldría acá en trasporte particular, así que contento por dentro, pero disimulando que lo encontraba caro por fuera, para que no agarraran confianza y me cobraran más, me pegué una siesta durante el resto del viaje.

Me bajé en el Abra, un lugar con puestitos de artesanía muy pintoresco, la verdad es que si no fuera por esos puestos comerciales seria casi como estar en mitad del desierto. Al fondo a la distancia, se veía clarito el Chimboya...

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Abra La Raya, al fondo el Chimboya.

Me acerqué a una de las vendedoras que me saludó muy amablemente, le pregunté si había algún problema en que pasara hacia el cerro, en estos lugares siempre es mejor abusar de la educación para evitar problemas, me dijo que no había inconveniente, pero que no entendía porque me iba a ir para allá a puro pasar frío... tan tiernas... la verdad yo tampoco entiendo mucho...

El primer día caminé casi en línea recta hacia la base del cerro, al comienzo por pastizales y vegas secas, nada muy hermoso la verdad, después evité la entrada principal a la quebrada y subí por un filo pensando que me serviría para ganar altura en dirección a la montaña, pero no, después de un rato tuve que bajar a la quebrada y perder la poca altura que había ganado.

El sendero va por la orilla izquierda del vallecito, evitando una zona central que parece un verdadero pantano, luego comienza a ganar levemente un poco de pendiente en dirección al Chimboya, y el terreno se vuelve más verdoso y con piedras y rocas, más parecido a cualquier sector de montaña típico. Los días de juerga en Cusco se notaron y a media tarde decidí parar y armar la carpa porque estaba molido, de todas formas, estaba donde tenía que estar, como siempre, justo donde comienza la subida final a la montaña.

Se suponía que por algún lugar había una laguna, yo quería armar la carpa en su orilla, pero no la encontré, me dediqué un rato a buscarla por aquí y por allá y no apareció, al día siguiente desde la altura también observé, pero no estaba por ningún lado... se esfumó...

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Mi casa portátil…

La tarde en el campamento fue tranquila, leer, descansar, relajarme, y sacar conclusiones de mi pasada por Perú, cinco semanas bastante intensas, ya que al regreso me quedaban un par de tours arqueológicos y después tenía que viajar a La Paz a encontrarme con mi cordada, Fernanda Weistein, y partir con ella a la cordillera Real...

Con muchas cosas en la cabeza y viendo a lo lejos luces de autos en la carretera, me fui al tuto...

Desperté con sol, amanece muy temprano acá, tomé desayuno y agarré la mochila que había quedado lista la noche anterior.

Comencé a subir buscando irme directo a la base de la montaña, a ratos por algunos senderos, después por filos de tierra, algunos acarreos, algún trepe loco por ahí, llegué a la zona de las primeras nieves, incluso unas pequeñas pero sólidas cascadas de hielo adornaban el paisaje... casi me detengo a probarlas...

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Cascadas de hielo en el camino a la cumbre…

Entre nieve y rocas llegué al fin a la zona de nieve permanente, me detuve a comer algo e hidratarme, me puse los crampones y elegí la que me pareció una buena línea de subida, ascendente y en diagonal, buscando ganar la arista, para después rematar el recorrido de manera directa hacia la cima.

La subida fue tranquila, nieve honda pero no tanto, día soleado pero fresco, poco a poco fui ganando los metros necesarios para llegar a la arista y asomarme al otro lado.

En las cordilleras Blanca y Vilcanota, casi siempre que uno gana un punto alto, arista, cumbre, lo que sea, se abren unas visuales impresionantes, montañas gigantes por todas partes, glaciares con inmensos seracs, montañas filudas, etc., acá, bueno, acá no, al otro lado se veía una gigantesca altiplanicie seca sin ninguna mancha blanca, y solo las montañas inmediatas tenían algo de nieve, un paisaje menos impresionante, pero siempre hermoso, como son las montañas, bellezas diferentes, hay que saber valorarlas todas.

Aquí descansé otro poco, y me fijé que la ruta por la arista no era un paseo, había unas pasadas bastante angostas y al final había que superar una pendiente de nieve fuerte antes del remate hasta la cumbre.

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No le di muchas vueltas y partí. Después de superar algunos sectores rocosos fáciles llegué a la nieve, opté por irme por la zona de mayor pendiente pero que daba al lado menos vertical del cerro, no sé si se entiende, pero no importa, el tema es que la caída por este lado era más corta.

Fui marcando bien las huellas en una nieve que parecía bastante firme, hice un traverse y en la sección final subí de manera directa, la salida daba a la cara más vertical, hacia el valle donde tenía el campamento, así que me desvié unos pocos metros a la derecha y por terreno mixto dejé atrás esta sección, quedando parado en una nueva pendiente de nieve, menos empinada y más ancha, con menor sensación de exposición.

Aquí subí tranquilo, intuía la cumbre cerca, las montañas vecinas comenzaban a quedar abajo, y después de un breve repechaje vi una pirca de rocas... cumbre.

Otra más y la última de este viaje en tierras peruanas, que ya me son tan familiares, estaba contento, todo había salido bien, me había dedicado a patiperrear por Perú buscando cordilleras y montañas poco conocidas, o al menos no tan famosas y concurridas como las de la cordillera Blanca, tratando de alejarme un poco de lo que resulta tan cómodo y familiar, y había logrado lindas cumbres, aplanado muchos kilómetros y lo más importante, conocido grandes personas. Me sentía pleno.

La vista no era una brutalidad digna de una pintura de Da Vinci, pero era linda igual, como todas las vistas desde cualquier cumbre.

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Vistas desde la cumbre…

Después de un rato decidí bajar, lo que hice con bastante cuidado en las zonas más expuestas, y luego más rápido por terreno sencillo. En unas cuantas horas llegué de vuelta a la carpa y decidí pasar una noche más en las montañas de Perú, la última noche.

Al día siguiente bajé rápido hasta el Abra, no hay trasporte en ese lugar así que después de un rato de hacer dedo sin éxito me dio la tontera y comencé a caminar hasta las termas, donde sabía que si había taxis hasta Sicuani.

Y así estaba, caminando por una carretera casi vacía a todo sol en medio de la nada cuando paré a descansar un rato, y justo una furgoneta que venía quien sabe de dónde se detiene, el chofer se baja y sin preguntarme nada toma la mochila y la sube... y bueno... me parece bien.

Nos fuimos directo a Sicuani, caminé hasta el terminal no sin antes parar a tomarme unos cuantos jugos de naranja que venden en los carritos callejeros, y ya casi al final del día el bus llegó a Cusco donde pasaría algunos días más descansando, jaraneando, y preparando todo para irme a mi próximo destino... Bolivia.

 

Autor: Elvis Acevedo Riquelme.

 

“De alguna manera me encuentro solo en la montaña”
Peter Boardman.