Cerro Atalaya
|
Ya habían pasado algunas semanas desde nuestro viaje a la quebrada Matienzo, Argentina, donde durante dos semanas anduvimos paleando nieve, hundiéndonos hasta las rodillas y conociendo maravillosos rincones olvidados de nuestra cordillera; todo muy lindo pero también cansador.
Pero ya había descansado y era hora de pensar en alguna salida buena para el 18 de septiembre. Wilson no podría, pero Fernanda estaba animada viendo alternativas, ¿yo? Mucho menos animado porque el pronóstico del clima venía fatal.
Tan malo parecía venir, que decidimos arrancar a la V región, después de desechar muchas otras ideas, pensando que el mal clima golpearía menos fuerte en esa zona. El objetivo serían los cerros Atalaya y Gimnástico, lo cual me entusiasmó bastante porque hace rato que quería entrar por esos cajones a los que he ido poco. Sin embargo el pronóstico para la zona solo era menos malo, así que al final partí con súper pocas ganas, me entusiasmaba mucho más la idea de quedarme tomando café al lado de la chimenea…
Me levanté temprano y agarré la primera micro que baja de San José a Santiago, tan temprano que en Puente Alto el Metro estaba cerrado, así que tuve que esperar como treinta minutos. Lo bueno, de las nubes anticipadas no se veía mucho, aunque se suponía que los peores días venían después…
Me junté con Fernanda cerca de Tobalaba y partimos rumbo a la V región, otra vez, solo hace pocas semanas íbamos recorriendo el mismo camino rumbo a Argentina; esta vez no íbamos tan lejos. El camino tranquilo, pasamos a comprar algunas cosas y comernos una empanada en Río Blanco, y después rumbo al Paso Libertadores, pero solo hasta poco después de la primera curva de la cuesta Caracoles, ya que en este punto nos desviamos por el camino de tierra que lleva al Parque Andino Juncal. Poco llevábamos recorrido cuando nos topamos un auto de frente, algunas maniobras para acomodarnos y el tipo hace una señal para conversar. Nos dice que no sigamos, que el camino primero está cortado por la nieve y después por derrumbes de roca, que es imposible pasar y que esto y aquello… bueno, le dijimos, le dimos las gracias y optamos por ir a ver por nosotros mismos, total en el peor de los casos comenzábamos a caminar antes.
Llegamos a un punto donde había una lengua de nieve dura que se comía parte del camino, según yo había espacio suficiente, pero como yo no manejo, decidimos sacar un poco a punta de pala y piolet. Estaba bastante dura pero después de un rato dejamos la pista prácticamente libre. Mas adelante habían algunas piedras, me bajé a moverlas y pasamos sin problemas, eran bastante pequeñas, así que el resto del camino nos fuimos riendo un poco de los tipos que dijeron que no se podía pasar… pero con amor, como todo en este país…
Y llegamos al lugar de estacionamiento, frente a la quebrada Chorrillo, nombre oficial, pero que es bastante conocida como Chorrillo de la Mona, ¿Por qué? ni idea, pero con Fernanda comentamos lo extraño del nombre y de cómo coincide con bastantes nombres en el sector que hacen alusiones a monos: cerros Mono Blanco, Mono Negro, Rabo de la Mona, Mono Verde etc. etc., no deja de ser llamativo, básicamente porque en Chile no hay monos que yo recuerde…
Foto: Lugar de estacionamiento e inicio de la caminata. De fondo la quebrada Chorrillo, de La Mona, Chorrillo de La Mona, Chorrillana de Mono etc. etc. |
Acomodamos todo, dejé mis galletas en la parte delantera del auto solo para olvidarlas y encontrarlas al regreso, y partimos en dirección al puente que nos permitiría cruzar el río. Tengo un rollo con los puentes altos en mal estado, básicamente la altura me da igual, el agua corriendo por abajo no me da tan igual, como que me mareo. Recordaba cuando subí con el Pelao Correa la Punta Desconocida, allá por un lejano 2004 creo, y también recordaba que me costó cruzar el puente, que era otro, pero del mismo tipo; son los puentes que quedaron del Ferrocarril Trasandino, mantienen sus estructuras firmes, pero en estos tiempos básicamente son un delgado fierro que va de lado a lado, sin baranda ni nada.
Así que bien concentrado en eso me acerqué al puente solo para darme cuenta de que le habían hecho mantención, tenía tablones y un fierrito a modo de baranda, estaba apto para vehículos creo, ya que el camino vehicular también se veía en buen estado. En fin, yo, feliz…
El primer día como siempre es subir y subir, enganchamos un buen sendero desde el comienzo y subimos tranquilos por la típica ladera de tierra con vegetación achaparrada hasta quedar a cota con el cajón, luego en dirección sur y con menos pendiente avanzamos hasta el final de la quebrada, y buscamos el acarreo que nos permitiría subir a la base de los cerros, que son visibles buena parte del camino.
El acarreo final es algo latero como todo acarreo, pero en poco tiempo salimos a un lugar relativamente amplio y seco, con agua cerca, y vista clara de las nevadas laderas que debíamos subir al día siguiente. Acá decidimos armar campamento.
Foto: Campamento Base. |
La vista era amplia, abarcaba muchos kilómetros hacia el norte y permitía ver un montón de grandes montañas tanto del lado chileno como del argentino, el día había estado bueno, nublado pero no frío, ideal para caminar, y el pronóstico decía que el día siguiente caía nieve, así que mientras comíamos buscábamos estrategias para el intento de cumbre.
Llegamos a buena hora así que tuvimos harto tiempo para descansar y hacer todo lo que hay que hacer en el campamento, y en una de las salidas al baño vi como desde el valle llegaban las nubes, esas que debían traer la tormenta, me metí a la carpa y nos fuimos al sobre…
Dormí poco, como siempre en todo caso, así que casi me dio lo mismo cuando sonó la alarma, me asomé para ver la tormenta y solo vi un cielo azul azul, muy azulito, así que arriba, se venía un día de montañas…
Tomamos desayuno, armamos todo y partimos, la nieve estaba a solo un par de metros de la carpa y por el frío y la hora estaba durita, así que aplicamos crampones de una para avanzar más cómodos. En la medida que subíamos terminó de aclarar, y el sol comenzó a iluminar las montañas más altas y lejanas primero, y las demás después, luego de un rato ganamos la primera pendiente y salimos a un planito, un estupendo lugar para acampar, por la vista y todo el entorno, saliendo temprano desde Santiago se puede llegar perfectamente a este punto el primer día, claro, nosotros comenzamos a caminar como al mediodía, por lo cual habríamos llegado muy tarde, aparte que no lo conocíamos, pero de que estaba bonito estaba bonito. Acá nos pusimos bloqueador, comimos algo y miramos bien por donde seguir, ya que al comienzo no se veía tan claro, hasta que recordé algunas fotos y logré ubicarme mejor.
Foto: Este sería un buen lugar para acampar, con una estupenda vista. |
Nos desviamos un poco para mantenernos la mayor parte del tiempo sobre nieve, esquivando algunos sectores secos, y luego subimos directamente en dirección a la base del Atalaya, la ruta lo rodea y en la medida que se gana altura va perdiendo un poco la majestuosidad que tiene desde abajo, ya que básicamente es una punta de roca que sobresale del filo que viene del Gimnástico, y este a su vez podría ser considerado perfectamente solo una estribación del Rafael Saavedra, que junto al Halcón Alto son los cerros más prominentes de ese sector de la quebrada. En fin, no dejan de ser bonitas montañas, lo demás es solo dato estadístico.
Foto: Halcón Alto, Atalaya y Rafael Saavedra. |
Subiendo y bajando llegamos a la base del sector rocoso, acá Fernanda estaba descansado un poco, y no veía tan claro por donde seguir, me sumé al descanso pero la curiosidad me ganó y decidí partir a buscar la pasada. La encontré rápido, unos trepes locos y luego un filo cómodo, acá me desvié y me estaba tirando por un sector muy expuesto cuando Fernanda me corrigió, me devolví para ver como se le iba un pie en una pasada vertical, pero se estaba bien firme con las manos y el otro pie, subió rápido, la seguí por el mismo sector, superamos más trepes, algún acarreo corto y plaf!, cumbre…
Pequeña pero cómoda, con una vista soberbia, un día esplendoroso, si, esplendoroso, nada de viento y un sol exquisito, vivan los meteorólogos…
La disfruté, sobre todo después de aquellas dos heladas semanas pasadas en argentina, que también disfruté, pero más helado. No hacía calor pero estaba muy agradable, había señal así que mandamos algunos mensajes, supongo que al estar frente a Portillo y el Paso Los Libertadores nos llega bien la señal de celular, cosa que me da bastante lo mismo pero fue divertido saludar a los seres queridos.
No queríamos bajar rápido, estábamos contentos y cómodos, así que nos quedamos un buen rato, pero como en Santiago teníamos claro que el Atalaya era solo el primer objetivo del día, con algo de flojera decimos partir a lo que venía…
Foto: Afeando la visual desde la cumbre del Atalaya. |
Lindo el Atalaya, buena vista, agradable subida, roca decente, que da para pensar tal vez en sus laderas más verticales. Feliz de esta nueva cumbre y en un sector que no conocía, con lo que me gusta conocer lugares nuevos. Feliz feliz…
Autor: Elvis Acevedo R.
“No suba a la montaña para clavar su bandera, sino para abrazar el desafío, disfrutar del aire y contemplar la vista. Suba para que puedas ver el mundo, y no para que el mundo pueda verlo…”
David Cullough