Cerro Amarillo de Valdés

Amarillo de Valdés

 

  • Altitud: 3.500 msnm.
  • Ubicación: Cajón de Lo Valdés - RM.
  • Fecha: Noviembre del 2009.
  • Integrantes:
    • Elvis Acevedo (P. Alpinos)
    • Jorge Figueroa (P. Alpinos)
  • Ruta: Filo Este.

Un día cualquiera trabajando en el laboratorio, pensando en clones y cosas que no me resultaban, me topé al JF (Jorge Figueroa) en MSN, no suelo chatear mucho por tiempo, pero no hablábamos hacía rato y aproveché de saludarlo.

Entre conversa y conversa se me ocurrió tirarle la idea de una salida para el fin de semana, casi seguro de que me iba a decir que no, que tenía que trabajar y bla bla bla, lo mismo de siempre, pero no, primero dijo “podría ser” y después ¿qué sería?, y me pilló de sorpresa, “Que le digo, que le digo, si no pensé que me iba a decir que si"... mmmm, ya sé, Lo Valdés...

Algo sencillo pero útil, explorar e intentar ascender alguno de los “Colmillos” que están entre el Diente del Diablo y el Retumbadero Alto, o el Cerro Amarillo, sencillo, pero que nos permite ir completando las cumbres de todo ese valle.

Filo Este

Foto: Jorge subiendo por el Filo Este del Cerro Amarillo.

Para mi sorpresa confirmó y no se echó para atrás, así que sorprendido y contento sacamos pasajes de pura "chiripa" a Lo Valdés.

Nos juntamos el sábado no me acuerdo donde, y "endilgamos" como decía un amigo mío al Cajón del Maipo en la camioneta de JF. Tomamos desayuno en San José, y un par de horas después estábamos en Lo Valdés, ordenando cosas, cargando agua, y viendo a otros grupos que andaban por el sector.

Subimos tranquilos, filmando y sacando fotos. El cajón de Lo Valdés es uno de mis favoritos, lo conozco de niño (en todos los relatos digo lo mismo...) y disfruto mucho cada vez que vuelvo a él.

Caminamos varias horas para llegar al monolito del accidente aéreo, y nos tomamos un tiempo para levantar el mástil que estaba en el suelo, una cruz de aluminio más torcida que la mente de Jorge. La pudimos dejar bien empotrada, a ver cuánto dura.

A lo lejos veíamos gente atrás de nosotros, incluso algunas personas intentando llegar al filo que va del Corona al Valdés, adelante nadie al parecer. Toda la primera parte del cajón estaba seca, solo paramos una vez a comer alguna cosa poca, salame, pan, hidratarse, lo de siempre, el día estaba completamente despejado, pero como siempre en esta zona corría mucho viento. Después apareció la nieve, dura en la mayor parte y solo en el último tercio del recorrido antes de llegar al refugio.

El refugio... ese en el que dormí tantas veces, incluso en el techo cuando lo encontré de noche y tapado por la nieve, y yo andaba con mi hermano sin carpa, solo con sacos playeros... buenos tiempos.

Cerca de la cumbre

Foto: Superando obstáculos.

Ese que está tan maltratado por que algunos tarados simplemente no piensan que si no cierran la puerta (cuando estaba puesta) la nieve se mete dentro y lo deteriora, y nos decimos montañeros…

Llegamos al refugio y nos dispusimos a instalar nuestra súper liviana carpa sin cubretecho. Estaba bastante ventoso, ya había más gente de otros grupos que iban al Vega, más dos perros, uno de los cuales ya conocía hace rato, “Lazie”, que al parecer andaba con su hijo, bastante hiperquinetico, y con un estado físico increíble, corrió de ladera a ladera, de un lado del cajón a otro, subiendo y bajando por piedras y nieve buscando alguna liebre, era empeñoso, pero no muy hábil, tenía pinta de ser joven eso sí.

Bueno, como siempre buena compañía la de los canes, solo mueven la cola y no hablan, solo ladran un poco, les dimos agua y comida entre todos, al final creo que comieron mejor que nosotros mismos.

Nos levantamos temprano y comenzamos la marcha, nos fuimos hasta el fondo del cajón por nieve dura, la caminata fue eficiente y rápida.

Estando ya en la parte final del cajón decidimos subir el Amarillo, muchos lo consideran una estribación solamente, pero la verdad destaca justo en el filo que va del Vega al Diablo, y después al Diente, con una cumbre independiente y clara, más baja y mucho menos imponente de presencia que sus vecinos, pero no por eso menos llamativa, además, no se entregó tan fácil como hubiésemos pensado, se puso tosca la perla...

“Ladereamos" con JF hasta salir al filo este del cerro, ya teníamos luz hace rato, pero en este punto recién nos dio el sol, de todas formas, no hacía nada de frío y corría muy poco viento.

Aquí vimos lo que faltaba, la ruta se presentaba obvia y solo se divisaban algunas rocas que podían estorbar un poco la pasada.

Continuamos ascendiendo, la vista hacia los valles al este del Diablo mostraba varios objetivos interesantes, buenas opciones de rutas y travesías.

Torreones

Foto: Último tramo del filo hacia la cumbre.

Mirando y mirando estaba, buscando rutas, imaginando líneas, planificando objetivos, cuando paramos a hacer el segundo descanso, la nieve ya se había puesto blanda y el avance agotaba más. Nos paramos a comer “Canapés de Crakelet con Queso” y tomar jugo, y vimos lo que venía.

El filo se tornaba rocoso, algo suelto pero pasable, superamos un par de escalones algo más parados, conectamos otra pala pensando en ver la cumbre atrás, pero como siempre nunca es así. Otro gendarme, grande, vertical hacia el SE, con una pala nevada algo empinada y "blandengue" al otro lado, por acá nos metimos, sin apuro, es fácil en estas pendientes fuertes de nieve blanda mandarse un resbalón.

Cumbre

Foto: El "apolillado" Jorge en la cumbre.

Una vez rodeado el gendarme, le dimos para arriba fuerte y derecho, llegamos a la base de una gran roca, pero no quería pensar si era la cumbre o no, ¿para qué?, si nunca es.

Jorge pasó adelante, maniobra similar a la anterior, rodeamos por la derecha por un terreno más sencillo, menos empinado y con pequeños penitentes, hasta que al mirar arriba, ahora sí, esta era, o al menos esta “casi era”, ya que no podía estar muy atrás.

Nos salimos de la nieve y nos metimos a las rocas sueltas (¡cuéntate una nueva!), trepamos por lugares diferentes, Jorge se metió por el lado más empinado, yo más cobarde me fui por el otro lado del filo y salimos arriba casi al mismo tiempo, con una ventolera de aquellas, con una vista genial, y con una gran alegría, de esas que te dan las montañas, de esas tan difíciles de encontrar en otras cosas de la vida.

No estuvimos mucho en la cumbre, algo escarpada, había mucho viento y por lo tanto estaba helado, lo justo para las fotos, una filmada, y un testimonio en una pirca. Habíamos pensado bajar por el filo oeste para hacer la travesía del cerro y evitar algunas partes difíciles de la subida, así bajaríamos más rápido.

Cornisas

Foto: Buscando por donde bajar alrededor de una buena cornisa.

Recorrimos gran parte del filo hasta que llegamos a un lugar por donde... no podíamos bajar por lo escarpado, y el filo comenzaba a subir en dirección al Diente, así que tuvimos que volver a subir hasta encontrar un lugar al borde de una buena cornisa por donde descender.

Estaba empinado, pero nada del otro mundo, la nieve con la consistencia precisa para bajar, recorrimos rápido y tranquilos el primer tramo dejando atrás el filo.

Así llegamos a algunos sectores rocosos, conectando canaletas y palas de nieve, hasta que nos encontramos con la pendiente final de la ladera, donde ya no había más farellones entre nosotros y la parte baja del valle.

En vista de esto no lo pensamos dos veces, nos mandamos el "potinboard" más largo que alguna vez haya realizado. Largos minutos deslizándonos por la nieve a bastante velocidad, disfrutando como niños, hasta que llegamos abajo completamente mojados.

Después, un largo caminar por nieve blanda y mucho calor hasta la carpa, en ese trayecto nos secamos completamente, ahí descansamos y preparamos las cosas para volver.

La vuelta fue tranquila y rápida, conocimos un par de niñas montañistas del Pamir que hicieron más agradable la bajada, a Jorge le salieron heridas en los pies producto de las botas plásticas, por lo que le costó bastante llegar a la camioneta, pero lo hicimos, y después de tomar algo de bebida caliente y sin gas, emprendimos la vuelta a la ciudad, a la vida cotidiana.

 

Autor: Elvis Acevedo R.


"Por mucho que recorramos el mundo detrás de la belleza, nunca la encontraremos si no la llevamos con nosotros"

Louis Audobert.