Cerro Alto del Padre

Alto del Padre

 

  • Altitud: 3.349 msnm.
  • Ubicación: Termas del Flaco - VI Región.
  • Fecha: Febrero del 2010 (27-F)
  • Integrantes:
    • Elvis Acevedo (P. Alpinos)
  • Ruta: Cara Oeste.

Ya de vuelta del viaje al cajón de Río Blanco, en la VI Región, me encontré con algo de tiempo pero sin cordadas, así que decidí -aunque no es lo que más me gusta- partir solo en busca de algún cerro.

Busqué en los recovecos de mi cerebro alguna de las tantas ideas que tengo y que se adaptara a mi situación de “desencordado”, o sea, algo sencillo, pero que al mismo tiempo me motivara lo suficiente para partir. Recordé el Alto del Padre, en la VI Región, en la zona cercana a Termas del Flaco, lugar que conocí muchos años atrás cuando fui con mi hermano a visitar las huellas de los Dinosaurios, muy famosas en el sector.

Averigüé como irme ya que no tengo auto, ni quiero tener, y encontré unos buses que partían del Terminal de Estación Central, llamé, saqué pasaje, y quedé listo para partir.

Día viernes, 12:30 hrs, Terminal de Buses, me encanta este terminal, repleto de gente, buses salen y entran, gritos, bulla, todo tipo de personajes, notable. Me subí al bus con dirección a Termas del Flaco, la primera parada fue en San Fernando; un rato en el terminal, comer algo, recorrer un poco y al bus de nuevo. En él iban todo tipo de personas, algunas de edad que me comentaban que siempre van a las Termas. Entretenidas conversaciones. Una de las cosas que más me gusta de hacer montaña, trekking, escalada etc., es conocer gente, conversar, compartir, arrieros, mineros, personas “locales” etc., en fin, experiencias de vida...

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Foto: El buen puente...

Luego de algunas paradas más durante el camino llegamos a las termas, bastante más grandes y pobladas de lo que recordaba, un mini pueblito en toda regla. Estando allí me di cuenta que no tenía idea cual era el cerro, de lejos se veían todos más o menos iguales, así que después de un par de vueltas locas por el pueblo me salí de él para buscar el puente que cruza el río Tinguiririca y ubicarme un poco más.

Fuí por el camino principal devolviéndome, saliendo del pueblo, buscando la forma de llegar a la orilla del río y buscar el puente. Lo logré a través de un sendero bastante marcado que me llevó justo donde quería.

El puente algo maltratado era bastante firme, lo crucé y pasé por lo que vendría a ser el patio de una casa, pero nadie me dijo nada, tampoco había cercos o nada por el estilo que impidiera la pasada.

Seguí mi camino con dirección sur hasta dar con el sendero que comienza a subir, iba con jeans y chalas, urgido por encontrar el puente primero no me había dado el tiempo de cambiarme de ropa. Comencé a subir por el claro sendero, siempre con chalas y las patas con arena, a lo lejos vi un arriero arreglando una cerca de alambres, pensé que me iba a poner problemas, que no me iba a dejar pasar.

Llegué donde estaba, comenzamos a conversar, resultó ser muy amable y no me puso ningún problema, incluso me indico por donde seguir, muy agradable el caballero, me lo toparía de nuevo al regreso y me confirmaría lo buena persona que era.

Subí por el sendero hasta llegar a un filo, ya estaba comenzando a oscurecer y quería armar la carpa con algo de luz, busqué un lugar y me instalé, ya estaba completamente claro respecto a la ubicación del cerro y todo, así que me puse cómodamente a leer, comer, escuchar música etc.

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Foto: Termas del Flaco desde el campamento.

Intenté quedarme dormido pero la luz de la luna y mi carpa de una sola tela no me lo hicieron fácil. Salí de la carpa, admiré el paisaje; hacia abajo se veían las luces del poblado, se escuchaban las voces de la gente bastante contenta, el valle estaba completamente iluminado por una luna casi llena, pocas nubes habían en el cielo, y las que habían solo decoraban un paisaje que de por sí, ya era hermoso.

Con todas estas cosas dándome vueltas volví a la carpa para tratar de dormir, y ahora si lo logré, pero desperté de manera bastante brusca...

27 - F

¡¡¡Tiembla!!!!, ¡¡¡CTM!! No soy temeroso de los temblores por suerte, así que no me levanté de inmediato, pero después de algunos segundos aumentó la intensidad del movimiento y ahí sí que me senté.

Salí del saco y abrí la puerta de la carpa. Era impresionante la forma en que se movía la tierra, de un lado a otro, el valle hacia un lado, el filo donde estaba mi carpa hacia el otro, no eran unos pocos centímetros, ¡¡¡Se movía caleta!!!

Sentado en la entrada de la carpa estuve otros tantos segundos, no sé cuántos, pero me parecía segura, hasta que escuché el ruido de derrumbes, un ruido ensordecedor, un trueno que no permitía saber si el derrumbe era a un costado de la carpa o a varios kilómetros. Ahí si salí, el ruido me inquietó mucho más que el temblor mismo, tuve la sensación de estar en el lugar incorrecto, en el momento incorrecto, en la situación incorrecta, y con los medios incorrectos.

Aquí sí que me fregué pensé, bonito lugar escogí para que me pille un terremoto. Ya fuera de la carpa miré hacia el cerro, con la luz de la luna fue fácil ver como toda la parte superior de la montaña comenzaba a cubrirse de una capa de tierra y polvo que parecían venirse abajo como una verdadera avalancha. El ruido de las rocas continuaba y yo parado ahí no pensé que la situación fuera de lo mejor.

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Foto: Sólido lugar para pasar un terremoto...

Me puse rápidamente las zapatillas y corrí un poco por el filo, para alejarme de la cara del cerro por donde veía la nube de tierra y polvo que bajaba, no llegué muy lejos, el filo terminaba en forma abrupta, me puse detrás de una roca grande pero después de un rato pensé que si de verdad se venía un alud de piedras y rocas, estar ahí era un chiste.

Sin muchas opciones de nada me puse a mirar a mi alrededor, seguía escuchando derrumbes, pero observando bien el lugar donde estaba, en un filo con quebradas a ambos lados, deduje -con algo de esperanza la verdad- que era un lugar seguro, que las piedras no me alcanzarían ahí.

Observé la nube de tierra y polvo, esta comenzó a bajar de manera lenta, tanto que fue fácil darse cuenta que era solo tierra y polvo, no rocas. La visual del valle fue bastante impresionante, todas las laderas hasta donde alcanzaba la vista estaban cubiertas de tierra y desprendimientos.

Parece extraño pero todo lo descrito -aunque parece largo- pasó en pocos segundos, tanto así que el temblor continuaba, aunque bajando su intensidad. Cuando este se detuvo me di cuenta de que las termas ya no se veían, cubiertas por la nube de tierra que se levantó producto del temblor.

El movimiento terminó, entré a la carpa, afuera no se veía nada, todo cubierto de tierra en suspensión, intenté dormir pero cada cierto rato habían réplicas, tampoco podía dejar de pensar en que pasaría si se venía abajo el lugar donde estaba, pensé en bajar también, en fin, pensé muchas cosas, al final no hice nada. Dormí muy poco, las réplicas fueron muchas durante lo que quedó de la noche, y ahí me quedé, esperando la luz del día y pidiéndole a la tierrita que porfa se quedara tranquila.

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Foto: Tierra en suspensión en la zona de cumbre.

Cuando estaba claro, lo primero que pensé fue en bajar luego, pero con esa sensación de seguridad que da el hecho de estar de día y ver que a mi alrededor todo se veía bastante normal, decidí subir el cerro. Al fin y al cabo me había pegado el manso pique...

En esos momentos yo no tenía idea de la magnitud del terremoto, solo creía que había sido un temblor local, muy fuerte, pero no un terremoto, además miraba el horizonte con mucha tierra en el aire, y asumí que el camino debía tener más de algún corte producto de los derrumbes, por lo que pensé que no sería tan sencillo llegar a San Fernando, no ese mismo día al menos.

Bueno, partí para arriba. En la primera parte del camino no había nada que hiciera pensar en un terremoto previo, sin embargo en las laderas superiores si, derrumbes, grandes bloques de roca, fisuras en la tierra y vegetación arrancada por las piedras que las golpearon, más arriba terreno erosionado e inestable, bloques sueltos, tierra en el aire y algunos derrumbes menores de los cuales tuve la precaución de mantenerme bastante alejado.

Para lograr eso decidí no subir por la ruta normal y hacerlo de manera más directa por las rocas hacia arriba, era sencillo, solo trepar, y en su mayoría estaba todo lo suficientemente firme, salvo una roca que usé de agarre, cedió, y cayó sobre mi legendario bastón doblándolo en 30 grados, al intentar enderezarlo paso a mejor vida, llevaba nueve años conmigo.

A ratos me detuve y dudé si seguir o no, me sentía algo irresponsable, a ratos escuchaba y lograba ver pequeños derrumbes de piedras sueltas y tierra, pero ya estaba ahí y faltaba poco, decidí seguir con bastante precaución.

Al salir al filo volví a ver las huellas del terremoto, la parte superior del cerro se encontraba muy fisurada, con muchas grietas en la tierra que estaba bastante suelta. Miré a mi derecha y vi la cumbre, a unos cinco o diez minutos de donde estaba, el paisaje aunque bastante seco era hermoso, muchas cumbres, la mayoría muy poco visitadas. A paso tranquilo llegué al punto final del Alto del Padre, con una cruz de madera en el suelo y una especie de monolito del IGM según recuerdo.

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Foto: Cumbre en el Alto del Padre.

Estuve un buen rato en la cima, descansé, saqué fotos, lo típico. Desde aquí me quedaba más claro que el camino posiblemente estaría cortado por las nubes de polvo que se veían a lo lejos. Me imaginé más derrumbes o máquinas trabajando para despejar. Comencé a bajar para averiguar qué tan fuerte había sido la cosa en la ciudad.

No lo hice por donde subí, decidí hacer un rodeo por la cara sur, se veía un acarreo sencillo, bastante más largo pero mucho más seguro que por donde había subido, que ahora que lo pensaba, había sido un terreno bastante expuesto.

Después de algunas horas y ya con algunas nubes en el cielo que mitigaban el calor, llegué  a mi carpa, tranquilo porque recién debía viajar mañana de vuelta a la ciudad, por lo que mi idea original era quedarme en mi campamento o bajar a darme un chapuzón a las termas.

Opté por lo último, ya que me ganaba la curiosidad de averiguar un poco más sobre el temblor. Ni siquiera tuve que llegar a las termas, cuando iba llegando a lo plano, cerca de la orilla del río, me topé al mismo arriero que había conocido en la subida, ahí mismo nos pusimos a conversar y me comenzó a contar lo serio de la situación, que habían muchos muertos, que el terremoto había sido 8.8 escala Richter, que afectó a la mitad del país etc.

Se me acabó el relajo y me invadió la preocupación, uno, por saber de mi gente en la ciudad, dos, de que ellos sin saber nada de mí, se iban a preocupar, y mucho...

El arriero me invitó a su pequeño rancho, ahí conversamos más aún y tomamos once, esta gente es siempre muy generosa. Después me dijo que armara la carpa en un plano cerca del lugar, y que fuéramos juntos a las termas, al otro lado del río, y a caballo, él también quería saber de su gente que vivía en la localidad de Teno, para lo cual quería intentar llamar por teléfono, aunque ya lo había intentado todo el día con resultados negativos.

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Foto: Termas del Flaco.

Cruzamos el río a caballo, con la penumbra, en el pueblo entré a un local y por televisión comencé a darme cuenta de la magnitud de todo esto, me vino el bajón y la preocupación, y para rematar estábamos completamente incomunicados, estábamos súper bien, en el pueblo no pasó nada de nada, incluso teníamos televisión, pero no podíamos comunicarnos para avisarle a los nuestros que estábamos en buen estado.

Esa noche deambulé por el pueblo, conversé con harta gente, toda se sorprendía mucho de saber que estaba en el cerro al momento del terremoto.

Ahora que tenía más detalles, yo también me sorprendía de que no hubiera pasado nada peor allá arriba, y más encima subí el cerro... pastel...

Después volví con el arriero a donde estaba la carpa, con una luna extrañamente hermosa, aún tenía la esperanza de poder volver al día siguiente a la ciudad. El domingo todo fue un caos, tranquilo, pero caos al fin y al cabo. Llegaba información incorrecta, que los buses venían, a una hora, después a otra, que el camino seguía cortado, que lo habían abierto, Carabineros no ayudaba mucho tampoco, quizá no tenían mucho que hacer, estaban igual de aislados que nosotros.

La gente se comenzó a alterar hacia el final del día, yo me limité a observar, conversar con las personas, intentar averiguar cosas, fue un largo día sin saber de los míos, y para mi gente debe haber sido peor.

En la tarde llegaron los buses, otra discusión entre quienes exigían bajar inmediatamente y quienes  preferían al día siguiente, los choferes venían cansados, era una tontera viajar de noche, el camino estaba peligroso por los desprendimientos, primó la cordura y nos quedamos una noche más.

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Me alojé en una hostal, pasaron organizando los buses para mañana, tomé once, seguí viendo noticias y traté de mantenerme tranquilo, nada podía hacer desde ahí, solo me quedaba esperar.

Al día siguiente partimos temprano, el camino estaba con evidentes derrumbes en algunas partes, pero no pasó nada. Ya estando arriba del bus solo había que tener paciencia, ya estaba camino a la ciudad, llegar era solo cosa de tiempo. A pesar de todo, los pensamientos estaban en la ciudad, en lo que podría haber pasado.

Llegamos a San Fernando donde nos detuvimos un rato en el terminal, agarré un teléfono público y después de un par de intentos logré contactar a la vieja querida, se largó a llorar al escucharme, a mí al contrario, me invadió una sensación de tranquilidad al poder saber de ella, de mi familia, amigos, polola, etc., estaba todo bien. Después viajamos a Santiago, poco se notaba en la ciudad el terremoto, en mi casa algunos muebles rotos, pero en mi trabajo, el laboratorio completamente destruido, pero bueno, estaban todos bien, que es lo importante.

Y eso fue donde vine a pasar el -en su momento- sexto terremoto más grande en la historia de la humanidad, no quiero ni pensar donde voy a andar metido el día que pase otra cosa.

 

Autor: Elvis Acevedo.

 

"Solo el que ensaya lo absurdo es capaz de conquistar lo imposible..."

Miguel de Unamuno.