Cerro Allende

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  • Altitud: 4.782 msnm.
  • Ubicación: Glaciar Juncal Sur - RM.
  • Fecha: Octubre del 2023.
  • Integrantes:
    • Wilson Acevedo (P. Alpinos)
    • Elvis Acevedo (P. Alpinos)
  • Ruta: Glaciar Sur - Primer Ascenso Absoluto.
  • Expedición: BMC - II.

La P-4730 (4.782 Inreach) es una hermosa cúpula de nieve y hielo ubicada justo al este del cerro El Hombro, en el rincón occidental del glaciar Juncal Sur, una especie de lengua glaciar que nace desde la principal -que corre más menos de norte a sur- y en dirección este llega a la base de las caras orientales de los Picartes y el Nevado de Olivares, y de las caras sur de la P-4730, del cerro Jara, al que le habíamos hecho el primer ascenso algunos días atrás, y de la Punta Patricia, la cual también habíamos escalado, pero ambos desde el norte, por el otro lado.

Desde la cumbre del Jara se veía hermoso y bastante vertical, completamente glaciado por sus lados sur, este y oeste, y rocoso por su cara norte, la que cae al ventisquero Escondido, a los pies del Alto del Potrero Escondido. Cuando uno se acerca desde la Loma Rabona, se ve el cordón completo, y destaca para quien tiene buen ojo para mirar montañas menos comunes y famosas, si no, toda la atención se la llevan la Punta Patricia y el Juncal Chico, más las montañas de la Sierra Blanca.

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Foto: Desde la cumbre del cerro Jara, en primer plano la P-4730, atrás el cerro El Hombro y de fondo el Nevado de Olivares.

Vimos este cordón el año 2006 cuando subimos el Nevado Sierra Blanca, pero en esa oportunidad solo estuvimos una semana en la zona, lo que no nos permitió un intento, además era verano y el glaciar era un extenso campo de penitentes, grietas y ríos de fusión, en parte por esa razón es que ahora habíamos escogido octubre para nuestra expedición, el glaciar estaba en estupendas condiciones.

Varios grupos, no muchos, pero si unos cuantos, ingresaron a la zona durante todos estos años, ninguno le prestó atención a estas bellas montañas sin nombres ni ascensos -suerte para nosotros- la mayoría fueron al Nevado del Plomo, las montañas de la Sierra Blanca tampoco recibieron visitas en todos estos años, solo el Picarte, pero fue ascendido desde el glaciar Olivares Gamma durante la tremenda travesía invernal que hicieron Elías Lira y Sven Gleissner, sin duda una de las mejores actividades realizadas en la zona central en mucho tiempo.

Pero ahora nosotros estábamos aquí, con el glaciar en perfectas condiciones, con ánimo, y sobre todo con tiempo. Había llegado el momento.

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Foto: Durante la aproximación.

Partimos del refugio de la DGA donde estábamos alojando con un día de buen pronóstico, temprano, con frío y viento, pero siendo testigos de las hermosas luces del amanecer. No íbamos completamente convencidos de ir a la P-4730, básicamente era nuestro primer ingreso a ese sector del glaciar, que desde la cumbre de la Punta Patricia parecía muy largo, no teníamos el cálculo de cuanto nos íbamos a demorar desde el refugio a la base de las montañas de esta zona, así que íbamos en onda tanteo, pero evidentemente algo íbamos a hacer.

La aproximación fue más corta de lo pensando, el trayecto, aunque subía y permitía ganar algo de altura, no era pesado, poco a poco nos íbamos acercando a la base de las montañas y la figura de aquella hermosa cúpula glaciar comenzaba a llenar el paisaje y los deseos.

Para mí fue claro en un momento, era buena hora y la ruta se mostraba evidente, como invitándonos a subir, comencé a desviarme hacia el NO, a la base de la montaña, donde paré y esperé a Willy, que llegó y había pensado exactamente lo mismo que yo, parecía demasiado obvio lo que debíamos hacer, o la figura de esta montana era tan llamativa que resultaba casi hipnótica.

Comimos algo, tomamos un poco de té, nos cambiamos los neumáticos de raquetas a crampones, y comenzamos la subida.

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Foto: En la base de la montaña.

Me fui directo por buena nieve intentando mantenerme a la derecha de un sector de seracs con prominencias de hielo, para eso tuve que subir casi directo por la pendiente, estando ya en las laderas de la montaña perdimos la perspectiva de la cumbre pero sabíamos perfectamente donde estaba, la forma del cerro es muy honesta, no engaña ni confunde, sabíamos también que la subida no podía ser muy larga, porque el desnivel a cubrir no era mucho, y eso era evidente al mirar hacia arriba, pero no le daba muchas vueltas al tema de la cumbre para no ponerme ansioso, además, los tramos finales se intuían muy empinados considerando la visual que habíamos tenido desde el cerro Jara, por eso decidimos hacer un travesía que nos permitiera quedar por el lado oeste de la cúpula, evitando la zona que habíamos visto desde la otra cumbre, sin saber de todas formas como era el cerro por este otro lado. Todo era una apuesta, de eso se tratan este tipo de ascensos.

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Foto: Abriendo caminos…

La travesía la abrió Sir William, por una nieve algo más pesada y cansadora, y con bastante calma, ya que ahora transitábamos justo por encima del sector de seracs, que presentaba unos resaltes verticales de varios metros, así que no era buena idea descuidarse en este punto.

La travesía se comenzó a poner ascendente, y vi a Willy parar a descansar un poco, lo alcancé y seguí la subida, ahora casi de manera directa hacia arriba, ya veíamos el filo que une el cerro El Hombro con la P-4730, la subida ganaba pendiente, pero era muy manejable, el día estaba soleado y el cielo completamente azul, todo era un regalo para los sentidos.

Subí y subí, y cuando ya estaba cerca del filo miré a mi derecha y se veían unos promontorios que parecían cumbres, Willy me pegó el grito al mismo tiempo que me di cuenta de que debíamos comenzar a ir en esa dirección.

Llegamos a la base del primero, el que venía era más alto, como siempre, a través de un portezuelo entre ambos se veía impresionante el Alto de los Leones, seguí avanzando, algunas pasadas más empinadas invitaban a no relajarse, en este tramo había una especie de hondonada a nuestra derecha por lo que no veíamos la pendiente abierta de la cara sur, pero sabíamos que estaba ahí.

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Foto: Metros finales…

El filo se fue angostando, lo suficiente para ir más atentos ya que las ráfagas de viento pegaban fuerte y repentinamente, a pesar de eso, el viento era mucho menos que otros días. Subí un par de resaltes más y listo, cumbre, pequeña, hermosa, muy hermosa, realmente bellísima, no sé cómo describirlo, era una cumbre especial, una montaña que desde que la vi la encontré estética, fina, de formas perfectas, y ahora estaba aquí, en su punto más alto, y este no decepcionaba, era pequeño, con caídas en todas direcciones, con espacio suficiente para estar tranquilos, pero no para descuidarse, todo perfecto. Cumbre, otro primer ascenso absoluto, los dos primeros pelmazos en llegar a este punto del planeta, en pleno 2023 queda tanto por explorar y recorrer...

Llegó Willy que venía haciendo el siempre agotante trabajo de filmar, nos abrazamos y disfrutamos las sensaciones del momento.

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Foto: Willy en la cumbre, de fondo El Hombro y el Nevado de Olivares.

Fotos, emociones personales, una historia que comenzó 17 años atrás y terminaba hoy, un día hermoso de cielo azul con poco viento, pero como siempre muy helado, nuevamente no podríamos estar mucho rato en la cumbre.

Willy bajó primero, esta vez me aguanté el frío y quise quedarme un poco más, la felicidad era mucha como para que el momento fuera tan corto, me hubiese quedado una hora o dos, pero me estaba enfriando. Comencé la bajada con pocas ganas, estaba muy feliz por esta cima, no quería que se terminara, pero mi cordada ya bajaba y no podía dejarlo solo.

Me encontré con él pocos metros más abajo, justo en el portezuelo entre los otros dos promontorios que en algún momento pensamos subir, pero que viniendo desde el punto más alto eran muy notoriamente más bajos y de poca prominencia, a pesar de eso Willy pasó por uno de ellos creo, yo pasé por el lado.

En el portezuelo tomamos algo de té, y nos convencimos de que iba a ser un mes muy helado. Luego seguimos bajando con cuidado por nuestras propias huellas, y bastante rápido llegamos abajo, donde habíamos dejado las raquetas.

Nuevo cambio de neumáticos, ración de marcha, jugo, té, fotos y viento. Comenzamos a bajar en dirección del refugio completamente satisfechos por lo realizado.

Llegamos un par de horas después luego de una hermosa caminata glaciar, directo a descansar, comer y tomarse alguna cerveza para celebrar, la P-4730 -ahora cerro Allende- ya era historia, y debíamos pensar en lo que se vendría más adelante...

En tu memoria Chicho, a 50 años de tu muerte en aquel desgraciado día para la democracia y el pueblo.

 

Autor: Elvis Acevedo Riquelme.

 

“Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor…”

Salvador Allende Gossens.