Cerro G.A.C
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La ruta más documentada del Gimnástico, o GAC, como le llamaban antes por el “Gimnástico Andes Club”, es una que pasa por la base del Atalaya y sube por las pendientes más cercanas al portezuelo Halcones, pero habiendo leído en los diferentes anuarios que muchas veces se hacían ambos cerros el mismo día, asumí que no debía ser difícil conectarlos.
Primero pensé ir primero por el GAC y de bajada pasar por el Atalaya, pero la ruta que seguimos en la primera parte nos llevó más cerca del segundo, así que el Gimnástico seria el segundo objetivo del día.
Mientras subíamos el Atalaya fuimos mirando hacia las pendientes y filos que lo conectan con el GAC y el Rafael Saavedra, y la pasada se veía bastante sencilla, así que después de pasar por la cumbre del Atalaya optamos por seguir hacia el GAC. Fernanda dudó un poco, cosa que me extraño, pero el día que teníamos estaba perfecto, con sol pero sin calor, poco viento, cielo azul; tener eso después de un pronóstico de tormenta es sin duda un regalo que había que aprovechar.
Foto: Atalaya, Gimnástico y Rafael Saavedra. |
Para pasar de un cerro a otro tuvimos que bajar hasta el comienzo del tramo rocoso del Atalaya, y después para no perder tanta altura hicimos un traverse con una leve bajada para conectar una pala de nieve que en poco rato nos dejó en el filo que une ambas cumbres; desde acá teníamos vista completa de la cara norte del Gimnástico, la que se ve en todas las fotos y durante la aproximación también.
Un tramo de nieve algo más blanda y quedamos en la base de la pendiente final, la cual superamos tranquilamente con unos cuantos zigzag.
El tramo es tranquilo, el Atalaya va quedando abajo, haciéndose casi invisible, las vistas que se ganan muestran a un imponente Aconcagua que sobresale por encima de todos, a un Gemelos que hace rato me está llamando, un Parva del Inca, Tolosa, y muchas otras cumbres, miraba el EMA, sin ascensos, y me daba cuenta que la cumbre son varios torreones de diferente altura, el Level por este lado parece una cumbre patagónica, con verticales paredes de piedra bicolor, recordaba haber leído de una ruta al Alto de la Posada por su cara este, la cual ahora veía como una subida bastante técnica, lástima que no existan más antecedentes de esa y tantas otras buenas actividades perdidas con el tiempo, y con el mal manejo de los clubes de su propio material histórico… en fin.
Foto: Afeando la vista desde la cumbre... |
Di un par de giros y la pendiente subió un poco al final, salí arriba justo en un borde angosto desde donde ya se veía el cajón del estero Polvaderas, y de la nada el grito de Fernanda que me avisa que está en la cumbre. La segunda del día.
Pocos pasos y llegué yo también, abrazo y felicitaciones en un espacio reducido, la cumbre es algo pequeña, pero no expuesta, estábamos más alto por lo que se sentía bastante más frio y viento, lo que no impidió que la cordada se pegara una buena siesta.
En el intertanto me dediqué a sacar fotos, el Alto de los Leones se veía hermoso, y en eso estaba cuando a la distancia, muy lejos, con el zoom, divisé al Piloto y el Alma Blanca, nuestros objetivos durante el viaje a Argentina. Recordaba aquellos helados momentos vividos en esas pendientes, que ahora miraba a muchos kilómetros de distancia, incluso desde otro país.
Foto: Espléndidas vistas de la cordillera. |
Hacia el sur me llamó la atención la súper desconocida punta Dr. Barraquer, con un solo ascenso desde el cajón de Polvaredas, pero que con un poco más de tiempo se podría intentar desde este lado, el camino no se veía complicado, tendrá que ser para una próxima vez.
Un buen rato estuvimos y el frío nos invitó a bajar, cosa que decidimos hacer por la ruta normal del GAC para hacer el circuito completo y conocer bien el sector. La bajada es tranquila pero tiene un par de tramos con pendiente más fuerte donde hay que ir atentos, una canaleta angosta que permite llegar al valle, con buena vista del portezuelo Halcones y del cerro que yo creo es el Rabo de la Mona.
La bajada por el valle tranquila, venia tan contento que justo antes de la última parte, en aquel lugar que encontré muy bonito para acampar, me senté en una roca grande solo para disfrutar la espléndida vista por un buen rato, quedaba sol, veníamos con dos cumbres, el campamento ya estaba cerca, todo era felicidad….
La que se acabó un poco en un tramo de nieve muy blanda, pero era cortito, luego caímos en el punto donde cargamos agua al llegar el día anterior, y había algo similar a pasto; con la carpa a la vista descansamos otro rato disfrutando el sonido del riachuelo, y cuando vimos que la sombra se acercaba peligrosamente a la carpa nos fuimos al campamento.
Foto: Canaleta de bajada. |
Comimos, nos mandamos un vinito navegado de montaña, que es básicamente vino caliente con algo de azúcar, y nos fuimos a dormir, el pronóstico para mañana venia malo pero ya no le creíamos nada, así que daba lo mismo, mañana podíamos bajar como fuera que estuviera el clima.
Amaneció despejado, pero la noche estuvo muy fría, la carpa estaba completamente escarchada. Nos levantamos sin alarmas, contentos aun por la cosecha de cumbres, y mientras estábamos en labores desayunescas nos llegó el solcito, lo que hizo todo el proceso de levantarse, armar la mochila y desarmar el campamento mucho más agradable y armonioso. El sol la lleva.
La bajada fue corta, lo más llamativo fue encontrarse con un guanaco a muy corta distancia, bastante poco interesado en la presencia de uno, básicamente poca bola nos dio, pero se veía hermoso parado arriba de una piedra, como luciéndose, pensar que antes en las expediciones de montaña los cazaban…
Llegamos al auto, encontré mis galletas, nos acomodamos y partimos de regreso, cruzando los dedos por encontrar un lugar donde comer algo en estos feriados patrioteros, por suerte el restaurante que esta poco antes del desvío a Santiago (se me olvido el nombre) cumplió la promesa de la publicidad que dice “abierto todo el año” y estaba atendiendo.
En un ambiente de gente bailando cueca me zampé una cazuela, mientras Fernanda se comía su típica y aburrida ensalada de pasto, así con las energías renovadas volvimos a la capital, y muchas horas después yo llegué a casa, en San José de Maipo.
Fin de semana redondito.
Autor: Elvis Acevedo Riquelme.
“A veces nos olvidamos de dejar tiempo para nosotros mismos y para conectarnos con la naturaleza”
Mamrie Hart.