Alto Maipo

Adiós al Río Maipo.

Este invierno está previsto que comiencen las obras de la central hidroeléctrica en el río Maipo. Un túnel atravesará la alta montaña, dos glaciares, dos lagunas, y unirá el agua de tres afluentes para desviarla por un tubo que desembocará 79 kilómetros más abajo sobre enormes turbinas. Recorrimos el Maipo desde su nacimiento para ver, quizás por última vez, la cuenca tal como la conocemos. Nada volverá a ser igual en el río que regula la temperatura de Santiago y provee de agua potable a la ciudad.

El río es como una sinuosa serpiente que se desenrolla desde la cordillera hasta el mar, se me ocurrió decirle poéticamente a un hombre ciego que recogí camino al nacimiento del río Maipo. Puso cara agria. Deduje que le pareció una idiotez. Antes veía, así es que sugirió:

¿Ha visto el dibujo de las venas de un pulmón? "Es un abanico de muchas y finas venitas alveolares donde la sangre se carga de oxígeno. Luego se van uniendo hasta formar un solo torrente impetuoso que sale del pulmón y llena de vida el cuerpo. Así es el río, dijo. No es uno solo. Son muchos. Comienza allá arriba, en muchas quebradas, arroyos y esteros que se van uniendo hasta que se forma un solo gran río, el Maipo"

Tuve que admitir que cuando era chico y recitaba de memoria “El río Maipo es la hoya hidrográfica más importante de la Región Metropolitana”, no entendía cabalmente que el Maipo es un ancho abanico de 200 kilómetros de finos cursos cordilleranos que se reúnen en un solo gran torrente que baja hasta el corazón de Chile. Santiago.

Pero una aguja hipodérmica atravesará este pulmón y le extraerá su sangre.

Un túnel de cuatro metros de ancho por dos de alto, cavado en la roca viva, atravesará 100 kilómetros en la cordillera y captará el agua de los ríos Yeso, Volcán y Colorado, afluentes del Maipo, para formar un grueso torrente que será desviado 79 kilómetros cuesta abajo por un tubo, hasta dejar caer el agua sobre unas turbinas en el sector Las Lajas (cerca de Las Vizcachas). Recién ahí el agua volverá al Maipo.

Es la central hidroeléctrica de paso Alto Maipo, que la transnacional eléctrica norteamericana Aes Gener comenzará a construir este invierno.

Puesto así parece sencillo. Pero echar una mirada por dónde pasarán el túnel y el tubo casi mata de la impresión. Llegué con mis últimas fuerzas de fumador hasta el glaciar San Francisco, a 3.200 metros de altura, donde nace el estero Morales, afluente del río Volcán. La zona es Monumento Natural administrado por Conaf y forma parte de un sistema de glaciares de donde se saca el agua potable de Santiago.

En una grieta que parece sin fondo, enormes cuchillos de hielo celeste y calipso terminan en gotas de agua que caen una a una con un sonido musical. Es el conmovedor nacimiento de un río que será gigante. Por debajo pasará el túnel: una impresionante obra que atravesará dos glaciares, varias cumbres, doce quebradas, dos lagunas y tres ríos.

Si bien ya hay cuatro centrales hidroeléctricas de paso en el Maipo, ésta es la única que tomará el agua de tres ríos y la devolverá en otro lecho.

Debido a su gran impacto en el Cajón, la obra fue rechazada dos veces en la Corema (Corporación Regional del Medio Ambiente) y recibió 300 objeciones de organismos del Estado, pero en marzo de 2009 los consejeros regionales de medio ambiente cambiaron de opinión y la aprobaron por 17 votos, 4 en blanco y uno en contra, sin haber resuelto todas las objeciones.

Por ejemplo, la directora regional de Conaf, María Teresa Latorre, había recomendado rechazar el proyecto, porque intervendrá el glaciar del área protegida de El Morado y afectará la irrigación de toda la cuenca del Cajón, considerada Reserva de Biodiversidad de la Región Metropolitana. Sin embargo, en un mail que divulgó la prensa en marzo, la directora nacional de la Conaf, Catalina Bau, le ordenó a Latorre aprobar el estudio de impacto ambiental sin objetarlo. Y así ocurrió. La Conaf, sin embargo, le pidió a la empresa un plan de mitigación para salvar olivillos y guayacanes. Esto en ningún caso, detendría las obras.

Aunque Alto Maipo será la central de paso más grande del río, generará 290 MW en promedio. Una represa típica genera quince veces más. Y una termoeléctrica, treinta veces más. Gener recuperará los 600 millones de dólares de la inversión en diez años.

La empresa, que no dio entrevista para este reportaje, en su página web sostiene que los 2.500 GWh/año que espera producir son equivalentes a más del 14% de la energía que actualmente consumen los hogares, el comercio y las industrias de la Región Metropolitana. El indefenso estero Morales y los glaciares San Francisco y Echaurren, que llevan 20 millones de años dándonos su agua, no van a continuar intactos. Pensa, desde las alturas del glaciar San Francisco, cómo un túnel atravesará el inmenso pulmón que el ciego veía fluyendo, impacta.

Antes de dejarlo en la plaza de San José, el ciego mencionó que antes de perder la vista por la diabetes solía sentarse de noche en la ribera a fumar y descansar, y sentenció enigmáticamente:

"El río suena distinto de día que de noche"

Patricio Lavín baja a la orilla del Maipo un par de veces a la semana a leer el río. Lee la densidad del agua. Calcula la velocidad. Indaga si se anticipa una crecida, una merma. No es un científico. Observa las olas, el estado de los rápidos y cómo tomarlos cuando baje en balsa o kayak.

–El río está en permanente mutación– dice.

Es uno de los pocos guías de rafting nacidos en el Cajón.

"Reconoces el peligro del río por el sonido: las piedras suenan. Si hay un remanso, el sonido se calma. Si una piedra se movió una noche, el sonido cambia. Y el recorrido en balsa es distinto"

Veinte mil personas descienden cada año en balsa y kayak por el río. Siete empresas de rafting y kayak operan en la zona de media montaña, desde El Melocotón hasta El Manzano. Casi 40 kilómetros.

En la ribera hace frío pese al sol.

–Un río cordillerano es como un refrigerador– dice Lavín tocando el agua.

Si no fuera por el cordillerano río Maipo que templa el valle de Santiago, la Región Metropolitana sería dos o cuatro grados más calurosa. Los climatólogos no se ponen de acuerdo.

¿Conservará su temperatura la región si la central Alto Maipo le sacará al río hasta 41% de su caudal durante 79 kilómetros?, le pregunto a Lavín.

No sabe, no responde.

Cualquier cambio en un río, por mínimo que sea, tiene consecuencias impredecibles. José Antilef, un Pehuenche de Ralco, me contó una vez que, a ocho años de construidos los embalses de la Central Pangue en el Alto Biobío, el agua se entibió y la temperatura subió.

–Llegaron zancudos a Ralco– me dijo. ¡Nunca antes hubo zancudos en la montaña!

Y llegaron también mariposas negras. Un raro tipo de culebras. Y tras ellas, los ratones del trigo.

Patricio Lavín sigue leyendo el agua del Maipo.

Puede que la central Alto Maipo, incluso, beneficie el turismo, piensa. Podría controlar el caudal en primavera, cuando el río baja gigante por los deshielos. Con menos agua sería navegable y menos peligroso. El problema sería en otoño-invierno, y se volvería crítico hacia junio, cuando el río queda convertido en un hilo de agua, prosigue.

Incluso en abril de este año ya no se pudo bajar mucho en balsa, porque el río era más piedras que agua. Con Alto Maipo funcionando sería mejor bajar en una balsa con ruedas.

¿La central dejará suficiente agua para el rafting o secará el río?, me pregunta Lavín suponiendo que estoy mejor informado. No sé, no respondo. En su estudio la empresa sostiene que sacará 30 metros cuadrados por segundo. En primavera y verano eso equivaldría al 15% del río. En otoño e invierno, hasta el 41% del caudal –según cifras de la propia empresa.

–Ver para creer– dice Lavín pensando que podrían sacar más. Y lee el lenguaje de remolinos, olas y turbulencias como si lo

Pedro Guillón no olvida la noche en que su sobrino llegó a su puerta, en el fundo El Toyo, con la cabeza ensangrentada tras volcarse en las sinuosas curvas del camino, hace dos años. Guillón es uno de los siete grandes propietarios del Cajón del Maipo, junto a las familias Covarrubias, Oyanedel, Astorga y Palazuelos; Sara Larraín y el Ejército. Guillón posee gran parte del lado sur del río. Desde Pirque hasta pasado San José, desde la orilla hasta los cerros. Tampoco olvida cuando el río, en la última crecida, se llevó su puente colgante entre El Toyo y la Pata del Diablo. Y también la media luna. Pasó más o menos todo junto, el accidente de su sobrino y la crecida.

–En un solo día el río puede pasar de 70 metros por segundo a 700 metros por segundo-

Habla de metros cúbicos de agua. Desde la gran crecida de 1982, que aisló San José y se llevó puentes y personas. La Dirección General de Aguas (DGA) instaló 17 estaciones de medición y ahora las conectó en línea. Los propietarios se enteran del caudal del río por internet.

Después del agua potable, el principal aporte del río Maipo a Santiago es el ripio, dice Guillón, presidente de la Cámara de Turismo del Maipo y de la Sociedad de Areneros. Se sacan 30 millones de toneladas de arena y ripio del Maipo. El 70% del ripio que consume la capital en la construcción.

El río desmorona rocas a su paso y las muele en el trayecto.

Si no se sacara el ripio, el Maipo se ensancharía y en las crecidas inundaría barrios completos de Santiago Sur. Si se sacara demasiado, el curso del río se hundiría y carcomería los cimientos de puentes y caminos, dejaría zonas sin riego, empobrecería las napas subterráneas, se empozaría y contaminaría. Eso último está sucediendo desde Las Vizcachas hasta Melipilla.

–Están sacando más ripio del que aporta el río– dice Guillón.
–Entonces, si Aes Gener saca un tercio de las aguas del río, el río desmoronará un tercio menos de ripio en su trayecto– continúa.
–Pero la construcción no disminuye. ¡Aumenta! ¿De dónde se sacará ese tercio de ripio faltante?– se pregunta Guillón.
–¡Excavando más hondo!– se responde.

O sea, habrá más erosión. Al recorrer el río por el patio trasero de Santiago, entre Las Vizcachas, el sur de Puente Alto, La Pintana, San Bernardo y Calera de Tango, entre basurales, descargas de mataderos, neumáticos y muñecas sin cabeza, hay cientos de faenas extractoras de arena y ripio. Camiones tolva. Excavadoras. Molinos. Seis o siete empresas medianas y tres gigantes de las transnacionales del cemento que generan dos mil empleos.

José Catalán, sobrino nieto de Juan Catalán, el primer arenero que llegó al sector La Obra con una pala y un arnero, recuerda que hace dos años un pilar del puente ferroviario construido en 1890 sobre el Maipo cedió en sus cimientos.

–Los cimientos estaban cinco metros bajo tierra. Cinco metros es lo que se ha hundido el río y erosionado la cuenca-

Este año el Ministerio de Obras Públicas prohibió la extracción de áridos por tres años bajo los puentes del Maipo, para salvarlos. Con Aes Gener funcionado, probablemente la prohibición tendría que ser permanente. Basta ver el puente de la reciente autopista Nuevo Acceso Sur Santiago. El río ya desnudó los cimientos de dos pilares. Y la autopista todavía no se inaugura.

Tan lejos, tan cerca.

En el Cajón del Maipo, donde se saca el 70% del agua para Santiago, el 40% de la población no tiene agua potable. Donde se generará electricidad para 500 mil hogares, hay muchos sin electricidad. Y si la tuvieran, el kilowatt hora les costaría el triple que en Santiago. No llega ninguna radio FM de la capital. Chilevisión se sintoniza desde el año pasado. No hay locomoción en cajones y ríos aledaños. Hay un solo liceo técnico.

Por donde pasa un gasoducto que trae gas desde Argentina, apenas hay servicio de gas licuado. No hay oficinas de pagos de cuentas. La gente camina horas desde el campo y luego baja dos horas en bus hasta Puente Alto para obtener los mínimos servicios del Estado, como pago de patentes o inscripción de propiedades.

Cajero automático sólo hay uno.

En el Cajón del Maipo el 40% de la gente vive sin alcantarillado, dice el concejal Luis Vargas Sandoval (PS). Somos muy, pero muy pobres, aunque las estadísticas sólo le reconocen 14% de pobres e indigentes a la comuna. Hace años que hay cesantía de dos dígitos. El turismo es estacional. La realidad de quien nace en el Cajón es ser obrero palero en el ripio, ir a Santiago a las obras del Metro o trabajar como nana.

Erta Pérez, vecina de San José, dice que la excavación del túnel dará trabajo a los maridos.

–Dos, tres años y luego nada. Ok. Pero si la mujer es ordenada, mejorará la casa. Tendrá un negocio para los turistas. Ahorrará para los hijos.

Suena un megáfono en la plaza de armas. Es un mitín para protestar contra Alto Maipo en el centro de San José. El 70% de la asistencia es femenina y el resto, turista. Quienes llevan la voz cantante son inmigrantes de Santiago: las hermanas Astorga, las hermanas Miller, algunas seguidoras de Sara Larraín, propietarias de cabañas y un colegio privado de la ribera.

Los hoscos arrieros del Cajón no participan ni soñando. Las mujeres del pueblo pasan de largo con sus bolsas de pan. Ya nadie va al río a meter las patitas al agua, como antaño. La orilla está privatizada y cercada casi en su totalidad.

–Los afuerinos se lo han comprado todo –dice el concejal Vargas–. El río está tan estrujado, tan intervenido, que la gente de San José ya no lo siente como propio.

Indiferencia: el ciego puede pasar una hora haciendo dedo sin que nadie le dé un aventón. Se gana la vida vendiendo confites a los raudos turistas que le empolvan la casa, la ropa y el alma. No le interesa la ecología. Se acuesta todas las noches junto a un vestido de su difunta esposa extendido al otro lado de la cama. Se desvela oyendo el murmullo sereno del río en la noche, sin pájaros ni grillos.

Cuando todos duermen, el río también...


"No nos sentimos lo suficientemente orgullosos de estar viviendo"

Geoffrey Winthrop Young.