Expedición "Soberanía" H.P.S, Volcán Lautaro
EI día 10 de Febrero de 1986, a las 18:00 hrs, se conquistó en su primera ascensión nacional el imponente Volcán Lautaro de 3.380 metros de altura, bajo un fuerte temporal de lluvia, viento y nieve. El asalto se realizó por la vertiente sur y fue abierta por la Expedición compuesta por cinco andinistas de la Universidad de Santiago de Chile, cuyos nombres son:
Claudio Gálvez Santibáñez (Jefe de Expedición), Gonzalo Chauriye Aguad, Patricio Jara Monje, Ramón Labbe Santibáñez y Milan Munjin León.
El acercamiento a la zona de los hielos se efectuó cruzando cerros y enmarañadas selvas vírgenes de una exuberante vegetación. Se abrió un sendero a golpe de machete y así poder trasladar, en permanentes abastecimientos, una carga cercana a los 500 kilógramos, entre equipos y alimentación. Durante esta primera etapa las condiciones de clima son inestables y con una persistente lluvia.
Se instaló el Campamento Base en la ribera norte del Fiordo Exmouth, el campo número 1 al comienzo de la línea de hielos (950 metros de altura), el campo número 2 sobre el plateau de hielo a 1.200 mts de altura sobre el nivel del mar.
A continuación se hace una reseña acerca de los días previos que culminaron con la conquista del Volcán Lautaro.
Febrero 8:
Una tras otra se suceden las arrolladoras fuerzas de la naturaleza, ante las cuales estamos indefensos y guardamos resignada serenidad. Cuando no es lluvia torrencial, es viento o nieve. Anoche fue un temporal de nieve, nuestras carpas permanecen semienterradas bajo una gruesa capa de 60 centímetros de nieve, afuera la visibilidad es nula.
Nuevamente las horas son tan largas en espera de mejores condiciones. Sólo cabe esperar un milagro, pues la alimentación se reduce exponencialmente, quedan 14 días de expedición y solo 8 bolsas de raciones diarias, con 8 litros de combustible. Se hace necesario un cambio de escenario, leemos mucho en las horas libres y permanentemente se vive en mundo fantástico protegido por la relativa calidez de una carpa de alta montaña, que de pronto se convierte en un frío y húmedo calabozo que nos mantiene prisioneros varios días. Llevamos cuatro días encerrados por la tormenta, hemos construido una barrera de protección de ladrillos de hielo, formando un grueso cinturón alrededor de nuestras carpas, donde se estrellan una tras otra las fortísimas ráfagas de viento patagónico.
Este es el campo número cinco, y está ubicado en la salida de la cuenca de alimentación del gigantesco Glaciar Bruggen. Se aprecia el lecho del valle, con una formación en "U" que revela la fuerte erosión a que está sometido el glaciar. Hemos sobrepasado la primera línea de cumbres del Cordón Mariano Moreno y nos acercamos al Cordón Pío XI donde se encuentra nuestro objetivo.
La presión atmosférica tiende a aumentar, estamos en 870 milibares, el altímetro registra 1.150 metros. Mañana saldremos de todas formas, no podemos esperar más.
Febrero 9:
!Increíble! después de semanas sin ver el sol hoy lo tenemos radiante y pleno de calor. Nos despertamos a las 04:00 de la madrugada y desayunamos algo rico en calorías: Milo con avena y leche, galletas con mermelada. Comenzamos a caminar desde las 8:00 hrs. tirando los dos pesados trineos, deslizándonos sobre las grietas en nuestros esquíes con fijaciones de randone. Costó una enormidad desarmar las carpas pues todo está congelado y el trabajo se dificulta mucho con los guantes.
Después de una agotadora, alegre y gran jornada por el gélido desierto de hielo hemos llegado a la base del Volcán Lautaro. Su ubicación y aspecto se ajustan a la información que poseemos mediante cartas y fotografías. Tres torres o agujas señalan éste coloso de las alturas y los hielos patagónicos, en que según la mitología Mwomo, el dios de las cumbres, castiga a los osados que penetran en sus dominios.
Ahora estamos en frente del otrora gran misterio geográfico, el que pretendemos develar del todo.
Son las 18:00 hrs, existe gran ambiente preparando la ascensión de mañana: cuerdas mosquetones, crampones, piolets, linternas frontales, material de escalada, raciones de marcha. Todo se ordena de tal forma no obviar ningún detalle que ponga en peligro la seguridad de los escaladores.
En este solo día hemos penetrado más de la mitad de la ruta de aproximación al Volcán Lautaro, que son 50 kms desde el campo número uno. Nos aprestamos a cocinar un contundente plato, rico en calorías. Además de secar nuestras húmedas ropas y mojados sacos de dormir, que muestran las huellas de lo inclemente de los días anteriores.
Arriba sobre el cielo muy azul aparecen algunas nubes, que esperamos sean sólo eso. Todo está tan tranquilo y apacible, nada mejor que la energía del sol que nos renueva y estimula nuestros sentidos y deseos de triunfo. Damos un vistazo al mapa y observamos que hemos superado completamente el cruce frente al paso de los Cuatro Glaciares. Bajo una fuerte tensión nerviosa sorteamos miles de grietas. Afortunadamente nuestros trineos superaban perfectamente cada una de estas dificultades. |
Las grietas mayores estaban abiertas y se podían rodear, no así las menores que se presentan tapadas de nieve, siendo muy peligrosas. Aquí pusimos a prueba una gran dosis de coraje físico y síquico, y pudo más nuestro insaciable afán de conquista y conocimiento de aquellas zonas prohibidas.
Hicimos una travesía siempre ascendente hasta llegar a una altiplanicie que desemboca en un extenso valle cuyas márgenes pertenecen a las faldas del Volcán Lautaro.
Claudio realizó una exploración en esquíes al sendero que hemos de marcar mañana de madrugada. En estos momentos son las 19:00 hrs y el mercurio del termómetro desciende bruscamente marcando 5º C. El hielo a nuestros pies se pone muy sólido. La humedad relativa es 0% y no se aprecian vientos.
Febrero 10:
A las 18:00 hrs hicimos cumbre del Volcán Lautaro!!!, una de las más imponentes cumbres de la Patagonia, si no la mayor. Nos despertamos a las 04:00 hrs de la madrugada, después de un sueño muy profundo producto de la cansadora jornada del día 9. Desayunamos algo muy contundente y comenzamos a caminar. La fría mañana se presentaba tranquila, con muy buenas condiciones para el ascenso. La temperatura es de 2 grados bajo cero, sin vientos, con una presión atmosférica muy estable.
A las 10:00 hrs nos encontrábamos atravesando el más gigantesco campo de grietas que hayamos visto. Parecían cortamos el paso y se perdió mucho tiempo buscando la manera de sortearlas o de cruzarlas. Después de ello, fuertes pendientes de hielo obligan a calzarnos los crampones y avanzamos con rapidez. La ruta más directa es el Sur y esa es la que tomamos. En ese momento llevamos puestos los trajes de Thinsulate, una fibra impermeable y muy térmica, nos sacamos los trajes y aligeramos el paso.
Cerca de las 13:00 hrs vemos el filo del cráter, se distinguen las fumarolas y nos llegan las primeras emanaciones de azufre. Esto comprueba el hecho de la permanente actividad de este misterioso Volcán.
Se divisan nubarrones con vientos arremolinados del norte. Algunas ráfagas sobre los 150 kms por hora nos despiden violentamente contra el suelo y se comienzan a sentir los rigores del clima. El cielo se oscurece y perdimos la visión, nos ponemos nuevamente la ropa de abrigo y cruzamos enormes macizos de hielo llamados seracs.
Debemos frenar nuestro avance y ponemos de espaldas contra el viento. Claudio intuye la ruta y avanzamos por un portezuelo muy expuesto, pensamos que la tormenta nos tiraría al abismo. Por fin la cruzamos y las nubes se disipan algunos instantes. Son las 16:30 hrs nieva copiosamente y comemos de nuestra ración de marcha.
Continuamos avanzando con condiciones extremadamente negativas, vientos racanados, nieve y mucho frío. Faltan unos 600 metros para alcanzar la cumbre. Escalamos una fuerte pendiente y logramos la arista sur del volcán, que ya era una conquista.
El avance se torna penoso y ya no hablamos, nuestros ojos no distinguen nada. Hacia atrás nuestras huellas se disipan como por arte de magia. Caímos a cada momento volteados por las ráfagas. Subimos unos 20 metros más y detuvimos el avance, nos metimos a una grieta buscando cobijo.
Intentamos preparar té, pero la nieve y el viento dan fácil cuenta del anafe. Así permanecimos agazapados durante media hora, empiezan a congelarse nuestros pies. La visibilidad es muy mala y se acaba el ánimo para captar fotografías y para abrir las mochilas.
Nos comenzamos a cubrir de nieve y se reanuda el avance. Si seguíamos esperando sería derrota o algún miembro congelado. Así se reunieron nuestras últimas energías y en un último esfuerzo llegamos al filo del cráter, que da a la fantástica cumbre del Volcán Lautaro.
La máquina de filmación capta imágenes que serán vertidas en un extenso documental sobre el hielo Patagónico. Hace mucho frío, hay gran alegría y también angustia creciente por el regreso. Bajamos por un extenso canalón, sin visibilidad, completamente ciegos. Claudio marcha adelante buscando una ruta, los cinco somos uno solo encordados.
Se bajan unos cuantos metros y esperamos, y así transcurre el inexorable tiempo. Afortunadamente no hay grietas o tal vez no las vemos.
El rumbo es hacia el Este, muy desviados del campamento Base pero más seguros. Sorteamos una tras otra las dificultades que nos impone el clima: viento, nieve, bruma y las inmisericordes ráfagas de viento que golpean nuestras espaldas. La nieve blanda va apisonándose en los crampones formando una doble suela, que más que pesada es peligrosa, pues los zapatos no se adhieren al piso.
Fueron tres horas de mucho suspenso y lucha contra fuerzas de la naturaleza muy superiores. Nos olvidamos de la fatiga, el frío y el cansancio, la tarea es sólo sobrevivir, caminar y caminar. De pronto se abre un poco el cielo y con algo de claridad podemos distinguir hacia el Oeste el Fiordo Eyre y hacia el Este, muy lejano, el filo que termina en nuestro campo base. Así se realiza un largo través hacia este filo. A las 22:00 hrs oscurece cuando nos adentramos al gigantesco campo de grietas en la falda del Lautaro.
Una linterna frontal es nuestro guía. Caemos a algunas grietas sin mayor consecuencia. Seguimos descendiendo, grietas mayores nos cierran el paso, allí subimos una loma para tomar el filo, siguiendo la línea de ruptura de una extensa grieta durante una hora y descendemos a la planicie. Atrás quedan las grietas y la muerte !hemos vencido!.
Cruzamos la gran meseta blanca del glaciar buscando nuestro campamento, estamos felices. Una formidable cumbre ha sido conquistada. La marcha sobre el hielo asemeja el regreso de unos combatientes después de una agotadora campaña. Cada paso es una tortura. Llegamos al campamento a las 01:30 hrs del día 11 de Febrero, todos mojados y con agua dentro de nuestros zapatos.
Las carpas también fueron azotadas por el temporal, dentro todo está mojado y revuelto, los trineos se habían desplazado, pero eso no importa, lo imperioso es comer y tratar de conciliar el sueño. Estamos felices y a salvo, nuestro éxito quedará grabado para siempre en la mente de cada uno de los escaladores.
Son las 04:00 hrs de la madrugada, 24 hrs se cumplieron en la ascensión del soberbio Volcán Lautaro.
Febrero 12:
Comenzó el penoso y lento retorno, superando condiciones climáticas tan duras y adversas como al comienzo. Se efectuaron 4 campamentos intermedios, saliendo del hielo por la misma lengua glaciar por la que habíamos penetrado. Ese día fue el 17 de Febrero y superamos momentos de mucha angustia por efectos de una escasa visibilidad y tratar de superar el campo de grietas de hielo cristal de la salida.
Se cumplían 41 días desde que comenzáramos esta aventura del coraje, inspirados y sostenidos por un insaciable afán del hombre por el dominio del conocimiento.
Hemos tenido privilegio de explorar un territorio virtualmente virgen, el que debe estar destinado exclusivamente al aprovechamiento de la ciencia y para beneficio de la humanidad. Una nueva ruta de acceso ha sido abierta por un grupo de chilenos, con medios chilenos y por lado chileno. Este triunfo lo dedicamos a todos nuestros compatriotas, nuestra Universidad de Santiago de Chile y Rama de Andinismo.
Autor: Rama de Andinismo de la Universidad de Santiago.
NDLR: Extraído del Anuario de Montaña FEACH 1988.
Agradecimientos: A Pablo Besser por las fotografías.