Volcanes Chilenos - 1956

Para todos los andinistas que escalan en la Cordillera Central de Chile y también para los esquiadores de la zona sur, los volcanes son siempre una atracción. Aunque no sea más que por la simple curiosidad de mirar el interior de un cráter, un andinista o un esquiador llega a tomar contacto con unas cuantas nociones elementales de la geología y también con el vulcanismo, al cual muy poca importancia se le ha prestado por parte de los científicos del país.

Hace algunos años murió el señor Heriberto Trewhela, conocido por algunos pocos como el primer vencedor de La Paloma, montaña tan visitada por los andinistas de Santiago. Su muerte paso inadvertida a pesar de ser el señor Trewhela uno de los precursores del andinismo Chileno. Acostumbraba a escribir a periódicos de su país natal sobre Chile y sus montañas, y en Inglaterra, su país, se le conocía con el seudónimo de " Wayfarer" (EI Precursor).

Por desgracia nunca nos será posible reunir los escritos del andinista británico, diseminados en muchos periódicos Ingleses anteriores a la Segunda Guerra Mundial. En ellos el tema principal era el vulcanismo. Pero fue precisamente un corto relato sobre el Volcán Planchón que él escribiera, el que me movió a mi vez a mirar los volcanes con más atención, a los cuales yo concedía una importancia inferior a la de cualquier otro picacho en razón de su carencia de dificultades técnicas.

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Foto: Volcán Planchón.

En 1949 tres andinistas alcanzamos el cráter del Tinguiririca (4300 mts), ubicado en la Cordillera de Colchagua. Pocas cosas tan interesantes he visto yo en la Cordillera de los Andes como ese cráter. Por desgracia por ese entonces yo no tomaba en cuenta las ventajas de la fotografía en color, única forma de describir - yo creo - el ancho circulo de roca roja y lavas negras en cuyo interior habían vastos campos de nieve penitente de extraños colores: rosado, amarillo y negro.

Esto se debía a que el viento impulsaba tierra de colores a todas direcciones. El amarillo se debe al azufre, el negro a la ceniza. En cuanto al rosado no pude saberlo. ¿Es acaso veta de cobalto?

Andinistas interesados en escalar volcanes pueden elegir sin vacilar entre los varios centenares que existen en Sudamérica, especialmente Chile, Bolivia y Argentina. La mayor parte están concentrados en la Puna de Atacama. Un buen número de ellos hay también en el sur de Chile.

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Foto: Fumarolas en el cráter del Volcán Tinguiririca. Archivo Wolfgang Foerster.

Quizás el que presenta mayores facilidades y un gran interés es el Tacora. Su altura es de 5.950m a 6060m. Según la historia alpina fue escalado por primera vez por el poeta alpino Henry Hook, en 1906. Pero por conversaciones con el andinista Dauelsberg, de Arica, supe que hay en el cráter del Tacora una aguja de roca quebradiza que al parecer no ha sido trepada.

Parece ser la verdadera cumbre del Tacora. Si la es, entonces el Tacora aún no esta escalado. La mejor vía de acceso para un viaje a esta montaña es el ferrocarril de Arica a La Paz, y su estación de Villa Industrial. Andinistas que deseen intentar su ascensión deben ir preparados para enfrentar un clima bastante frío y un viento constante.

Más al sur, en la frontera con Bolivia, esta el Volcán Licancabur (5930m.). El ingeniero norteamericano señor William Rudolph, residente en Chuquicamata, estimuló la organización de una expedición que logró escalar el Licancabur.

Esta tuvo resultados valiosos e interesantes. Se comprobó que su ascensión había sido realizada con anterioridad; también se comprobó en su cráter la existencia de la masa de agua ubicada a mayor altura en todo el mundo, pues existe en él un pequeño lago. (NDLR: Datos del relato son del año 1956)

Una interesante teoría puede desprenderse de estas observaciones. ¿Fue el Licancabur habitado por los Atacameños que lo usaban como alto atalaya para vigilar toda la gran extensión de su país de desiertos?

El señor Rudolph si lo cree. En varios informes enviados a la Sociedad Geográfica de Nueva York analiza todas las posibilidades y pruebas. El Licancabur presenta una historia fascinante y quizás aún algunos secretos por hoy ocultos puedan extraerse con una ascensión al cráter.

Andinistas interesados en encontrar mayores detalles pueden repasar los extractos de The Geographica Rewiew, Nº1, 1951 y Nº2, 1955, que yo he hecho llegar a la biblioteca del Club Andino de Chile, sección Santiago. En ellos se puede encontrar cuanta información se pueda desear.

En el macizo de Tres Cruces, vecino al Paso Internacional San Francisco, está la gran agrupación de montañas que cuenta, según noticias de última hora, con picachos que exceden la altura del Aconcagua. (NDLR: Dato de la época, incorrecto).

Personalmente yo no creo esto posible, las mediciones anteriores fueron muy cuidadosas como para permitir tal error. Con todo, es en este macizo donde están los volcanes más altos del mundo.

En realidad descartando al Kilimanjaro, de apenas 6010m en África (NDLR: Dato de la época, incorrecto) y al Damavand, de 5.670m de Persia, no hay en otros lugares de la tierra montañas volcánicas más elevadas. También están aquí los más altos volcanes del mundo aún en actividad.

Siempre se tuvo en esta categoría al Cotopaxi (5.940m) de Ecuador como el primero de la lista, pero en tiempos más recientes se sabe que han entrado en erupción y aún continúan con actividad de columnas de humos sulfurosos el Parinacota (6.330m), el Huallatire (6.087m), en la frontera de Chile y Bolivia, y el Lascar (5.990m) en Antofagasta.

Pero el Ojos del Salado tiene, o por lo menos tenía en 1937 cuando fue ascendido por los alpinistas Polacos, actividades de humos y sulfataras bajo la capa de hielo de la cumbre. Para el Ojos del Salado se acepta una altura no menor de 6756 m, lo que basta para clasificarlo como el volcán más alto del mundo. (NDLR: 6839 metros, IGM 2009)

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Foto: Ojos del Salado.

Después del Mercedario sigue una región notablemente desprovista de volcanes. El Aconcagua no es volcán ni tiene rocas volcánicas propias. El Tupungato en cambio, más al sur, si lo es, pero su cráter esta derruido por el viento y la erosión sufrida por los cambios de temperatura. En realidad las tres cumbrecillas que lo coronan son al parecer, vestigios de las antiguas paredes del cráter.

El Tupungatito, su vasallo de apenas 5.840m, es mucho más activo. En realidad son sus vapores sulfurosos los que impiden hasta ahora escalar la faz sur de hielo del Tupungato, su vecino, pues basta un cambio de la dirección del viento para arrojar a esta faz el vapor asfixiante. Un campamento alto en tal lugar no sería de mucha duración.

Desde el cráter del Tinguiririca nuestro grupo avistó a gran distancia al solitario Planchón; era extraño ver un volcán glaciado con laderas de color amarillo vivo, estriado de rojo, que dominaba completamente una tierra de bosques y valles verdes.

Su ascensión parece remontarse tan atrás como 1848, pero el andinista Bachmann y Krahl, que lo escalaron separadamente en diversas fechas, anunciaron que hay en el cráter una torrecilla de roca inestable y difícil de escalar. Por lo tanto se repite aquí lo que en el Tacora.

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Foto: Volcanes Tupungato y Tupungatito.

El Monte Osorno, tan conocido por andinistas y esquiadores tiene muchos atributos que no saltan a simple vista. Fue al parecer, una de las pocas montañas reverenciadas por los araucanos, que lo llamaban "Pire Pillán", "El Demonio de Nieve". La tradición de un monstruo que habita en el lago Todos los Santos, con larga cola que termina en hoja de lanza, parece tener también una relación con el mismo Osorno, guarida de monstruos y demonios.

El Osorno es de todos modos la montaña más conocida de Chile y ha sido comparada con otras iguales como el monte Fuji de Japón, o el Popocatepel de México. En cuanta propaganda se dibuja para representar las tierras chilenas, nunca falte el triangulo de nieve que se alza tras un lago de verdes aguas.

Por mucho tiempo se creyó que el Tronador era un volcán. En realidad su nombre le fue asignado por un sacerdote que observó las constantes avalanchas que cruzan la faz Oeste de la montaña. No guarda relación alguna con erupción volcánica. Tampoco lo es el Puntiagudo (NDLR: Incorrecto, el Puntiagudo si es considerado Volcán por geólogos)

Durante años se ha buscado un volcán en los hielos continentales, pero hasta ahora sin éxito. El monte San Valentín no es volcán y en cuanto al San Clemente, su vecino, existen dudas de que lo sea. Pero si hay un volcán en Patagonia, el Monte Burney (1.768m) de tan pequeña altura y tan desconocido, que ninguna atención se le a concedido.

Quizá sea el volcán más austral de América. Darwin lo dibuja en forma audaz como un verdadero Osorno de triángulo más agudo. Pero la realidad de la fotografía lo ha dejado en su verdadera forma, una montaña de vastas proporciones, glaciares que descienden al mar y misteriosa cima, nunca hasta ahora vista sin su penacho de nubes de temporal.

Los marinos chilenos creen que este penacho se debe al humo del cráter. Pero si hay cráter, este debe estar sepultado bajo una capa de hielo como no debe tener volcán alguno sobre la tierra. Con todo parece ser la montaña más misteriosa de la Patagonia. Raramente se muestra al descubierto y quizás el andinista que llegue a su cumbre nada vera que lo haga prolongar su permanencia en ella. El eterno penacho de niebla tormentosa lo hará desear abandonar cuanto antes la cima del más ignorado de los volcanes chilenos.

Autor: Evelio Echevarría Caselli.

NDLR: Extraído del Anuario de Montaña FEACH 1956. Complementado con fotos del archivo de los Perros Alpinos, y del Sr. Wolfgang Foerster (Gentileza del Sr. Sergio Kunstmann)

 

"Cada vez brilla una faceta nueva en el cristal, cada paso, es un nuevo paso hacia nuevas posibilidades ilimitadas..."

Kurt Diemberger.