Quebrada El Manzano (1959)
Se trata de una extensa y hermosa zona especialmente para la práctica de los deportes de montaña, cuyo acceso principal se encuentra a la altura del kilometro 38 del Cajón del Maipo. La Quebrada pertenece a la Sierra de Ramón y tiene un largo de más o menos diez kilómetros, con una superficie aproximada a los 60 km2.
Está cerrada al fondo y al norte por el Portezuelo de Los Azules; a la izquierda por la parte sur de la Sierra del Ramón y a derecha u oriente, por los cerros Boquerón y Culén, que integran el cordón que baja hacia el sur y que en su parte extrema presenta las atracciones máximas de la zona, tanto por su belleza como por las características de su roca, que ofrece toda la gama de accidentes para el escalador, como ser chimeneas, canaletas, sobre pendientes, cornisas y paredes verticales, la mayor de unos 250m y su última y menos conocida maravilla, las casas de piedra naturales o grutas que más adelante describiremos.
Los tres cordones que encierran ésta quebrada dan origen a su vez a otras pequeñas quebradas que caen y desbocan en El Manzano; las principales, por sus caudales de agua, son las que caen desde el Punta de Damas y San Ramón, llamada Quebrada Paso de la Leona; la que cae del portezuelo de Los Azules, llamada de “La Canoa”, y las que caen de los cerros Boquerón y Culén, denominadas respectivamente Quebradas del Estero de Vilches y Estero de la Vega Honda; todos estos cursos de agua se juntan en el mismo punto, en el lugar denominado Puerta de los Sapos, que queda un poco al interior de Casa Pérez. Existen, además, otras quebradas que cuentan con agua solamente en invierno y primavera, tales como Coco, El Pangue y la Batea.
La Quebrada de El Manzano forma parte del fundo del mismo nombre, cuyo administrador es el señor Agustín Ulloa, (NDLR: Año 1959) quien no pone inconveniente para autorizar la entrada a los excursionistas, siempre que estos se identifiquen como tales. Desde el portón de entrada, un ancho camino apto para automóviles gracias a las mejoras mandadas a hacer por uno de los excursionistas más conocedores de la pre-cordillera central, el señor Guillermo Otero Bravo, conduce hasta el primer cruce del estero, ubicado a unos 3,5 kilómetros al interior, camino que hecho a pie lleva alrededor de 45 minutos.
A lo largo de este camino se encuentran diversos lugares especialmente aptos para el camping, tales como “La Canoa”, “Soledad” y “Casa Rommel”, que han sido habilitados por algunos de nuestros excursionistas. La primera se encuentra a unos 2,5 kilómetros de la puerta de El Manzano, en un lugar al que se puede llegar fácilmente en automóvil próximo al estero y con grandes árboles de sombra.
Un poco al interior y hacia la derecha, tenemos la Quebrada del Tío Coco, paso obligado para subir El Torrecillas Grande, de 1.710m desde el Manzano. Esta pequeña quebrada cuenta con tres casas de piedra, siendo la mejor la más alta, que tiene además una vertiente. El acceso a la quebrada es algo difícil por la gran cantidad de arbustos espinosos, especialmente el llamado “Crucero”.
Continuando al interior de la Quebrada de El Manzano tenemos tres lugares de agrado muy próximos, que son Casa Rommel, que tiene dos casas de piedra, que suponemos se han desprendido de Las Torrecillas, y que se prestan para hacer roca, rapel y puente tirolés; inclusive, hay allí algunos clavos y argollas de fierro empotrados en la roca, que permiten hacer práctica totalmente asegurados.
Los otros dos son “Soledad”, que es una pequeña playa rodeada de rocas y con buena sombra, cuenta con unas toscas bancas y un fogón, y "Poza Verde", ubicada a poca distancia del lugar del término de camino de automóviles e inmediatamente al lado de la bocatoma del tranque del Agua Potable. Encima del tranque, un puente de hierro permite cruzar el estero y unos metros más arriba, donde el rio hace una amplia curva, es posible admirar unas formaciones rocosas que llegan hasta el borde del agua y que semejan ruinas de otros tiempos; pequeñas y arenosas playas aumentan los atractivos del lugar.
Poza Verde esta dentro del recinto cercado por la Empresa de Agua Potable, y en sus proximidades existe un hermoso bosque nativo, especialmente abundante en peumos, que alcanzan gran desarrollo.
Continuando hacia el interior, hay abundantes lugares sombreados y con bonitas pozas, como ser, Piedra del Buque, el Bosque de los Canelos, Casa de la Calavera, Pupuya, con algunas comodidades extras este último, debidas a los excursionistas, y a unas dos horas y media, contadas desde el camino público y luego de cruzar varias veces el estero, se llega a Casa de Piedra Pérez, ubicada en un amplio plano que, dado la gran curva que hace allí el estero, parece una verdadera isla.
Arboles y arbustos rodean por todas partes la Casa de Piedra, que es muy amplia, con capacidad para 6 u 8 personas, y especialmente impresionante es el bosque existente a unos 30 metros de su entrada, por la edad y frondosidad de sus árboles, así como por las húmedas yerbas del suelo que denotan que los rayos del sol raramente bajan hasta allí.
Un inmenso rodado que por el lado oeste llega hasta borde del estero, contribuye a dar mayor grandiosidad al paisaje, y es frecuente que los que pernoctan en la Casa Pérez durante las noches de invierno y la primavera, despierten al estruendo de los rodados que caen de lo alto, rematando a muy poca distancia pero sin ningún peligro para los que allí se encuentran, debido a que por la anchura y profundidad del estero, no llegan a cruzarlo.
Desde la Casa de Piedra Pérez y luego de vadear dos veces más el estero, el sendero empieza muy luego a subir en rápidos zigzag empinándose sobre las lomas de los cerros donde empieza a disminuir la vegetación. Tampoco se encuentra ya agua, por lo que es conveniente llevar desde el último cruce que se encuentra a una hora de camino desde Casa Pérez y que se denomina Los Sapos.
Otra hora de camino lleva hasta las canchas de esquí de Los Azules, donde existe el único refugio de la zona, propiedad del Club Alemán de Excursionismo para uso exclusivo de sus socios. Unas vegas proporcionan agua fresca y abundante; unos metros antes del refugio, existe un recinto usado por los arrieros que llevan el ganado a pastar en las colinas, y en las tardes es frecuente oír el bronco bramar de los toros y aún es posible verlos lanzarse unos contra otros chocando con sordo estruendo.
Foto: Hermosa foto histórica del Refugio Los Azules, hoy destruido. |
Una característica típica de El Manzano, es también la abundancia de cóndores que cruzan en raudo y silencioso vuelo sobre los excursionistas; muchas veces también, cuando estos recorren las cuchillas de los cerros que dividen las distintas quebradas, pueden darse el placer de ver pasar a sus pies un hermoso cóndor de blanca golilla, que cuan rey de las alturas, vuela sin preocuparse de la presencia de los extraños, o quizás también, los considera ya como parte integrante del paisaje cordillerano.
En los atardeceres, en que los rayos del sol caen horizontalmente sobre los refugios de Farellones, ubicado hacia el noreste, es posible ver brillar los vidrios de sus refugios. Extensas planicies y hermosas cañadas circundan el lugar, que en primavera, luego que las nieves se han escurrido, se cubre de pequeñas y hermosas florecillas. Algunos cañadones, cuyos fondos están matizados de brillantes bellos colores producidos por la abundancia y variedad de minerales, dan pie a forjar hermosas fantasías.
Un poco más al norte nace dos ríos, que comienzan como tímidos arroyuelos y avanzan más tarde como caudalosos y rugientes torrentes; ellos son, el Covarrubias y el Recauquenes, que más tarde se unen en La Hermita con el Rio Molina y forman el Rio Mapocho que atraviesa la ciudad de Santiago.
Esta maravillosa excursión se puede realizar a pie, a caballo o en mulas, para lo cual es necesario ponerse en contacto con un arriero muy conocedor de la zona, don Segundo Olguín (NDLR: Dato del año1959) que vive casi a la entrada de la quebrada, en el camino a San José de Maipo.
Autores: Guillermo Otero y Gastón San Román.
NDLR: Extraído del Anuario de Montaña FEACH 1959 y complementado con fotos digitalizadas por Don Sergio Kunstmann y Don Enrique Schneider, y facilitadas por el DAV.
"La gran tragedia de la vida no es la muerte. La gran tragedia de la vida es lo que dejamos morir en nuestro interior mientras estamos vivos..."
Bisaurin Lizara.