La Paloma: Se cierra un ciclo

Al llegar a la cumbre de La Paloma el viernes 1 de marzo de 1974, luego de haber escalado su Glaciar Sureste, última ruta posible en la montaña, recordé las palabras de Heriberto Thewhela en su relato de la primera ascensión absoluta de dicha cumbre:

    “Al dirigir nuestros pasos hacia la cima del Paloma le vamos cerrando una época; ya no gozará de fama de inaccesible, con cada pisada le arrebatamos su virtud de virgen".

Han transcurrido sesenta y dos años entre el momento en que aquellos pioneros dibujaron la primera ruta en la montaña inviolada, abriendo su cúspide al hombre, y el día en que nuestra cordada trazó la última vía nueva en hielo vertiginoso, cerrando con ella el ciclo andinístico.

Han sido sesenta y dos años de sueños, búsquedas, aventuras, esperanzas, éxitos o fracasos. Por eso creo que, concluido el ciclo, cuando ya las opciones futuras sólo son repetición o variante de las rutas existentes, ha llegado el momento de sintetizar la historia de la lucha por la alba cumbre.

No describiremos esta montaña que sitúa sus 4.930m a 33°10' latitud sur y 70°16' longitud oeste, pues es bastante conocida por fotografías, artículos o como hito característico e imponente del paisaje que circunda Santiago; el esquema adjunto ayudará, en cambio, a precisar las diferentes rutas que conducen a su cumbre.

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Croquis de las nacientes del Estero Yerba Loca

Nada sabemos de los primeros acercamientos a La Paloma. Es posible que los incas, que antes del siglo XVI enterraron un niño en las cercanías de la cumbre del vecino Plomo, hayan recorrido el Cajón de Yerba Loca en busca de un camino a los puntos predominantes del cordón. Pero esto nunca podrá dilucidarse, como tampoco se conocerán con certeza las búsquedas de pasos cordilleranos, pastizales o vetas que puedan haber realizado conquistadores, arrieros o mineros, en los siglos siguientes, en los cajones de San Francisco y Río Blanco.

Tampoco tenemos antecedentes de quién dio nombre tan hermoso, como dijera Arnold Lunn en su "Recuerdos de Montaña" (Ed. Juventud, Barcelona, 1949, pág. 150) a nuestra montaña, ni qué motivos tuvo para hacerla. ¿La forma, la albura, la eternidad con que se la divisa desde Santiago?

Sólo podemos asegurar que La Paloma aparece cartografiada por primera vez en 1896, en los "Mapas de la Región Andina", editados por la Comisión de Límites y que su nombre es mencionado, también por primera vez, en la obra de Luis Riso Patrón "La Cordillera de los Andes entre las latitudes 30°40' y 35°S" (Imprenta Cervantes, Santiago, 1003, pág. 36).

En mapas y estudios inmediatamente anteriores "Geografía descriptiva de la República de Chile" (Enrique Espinoza, 5° ed, Imprenta Barcelona, Santiago, 1903); "Diccionario Geográfico de la República de Chile" (Francisco Solano Astaburuaga, 2° ed, Imprenta Brockhaus, Leipzig, 1899); "Atlas de Chile" (Enrique Espinoza, Imprenta Erhard Hnos, París, 1897); "Geografía Física de la República de Chile” (Amado Pissis, Delagrave, París, 1875); y "Plano Topográfico y Geológico de la República de Chile" (Amado Pissis, 1875), no se menciona; pero sí, en cambio, se nombran o dibujan, en todos ellos, los Ríos Blanco, "Que tiene su origen en las montañas de la Deheza” (A, Pissis, Op. cit., pág. 228); Mapocho, que "Nace en el noreste de  Santiago, en las montañas de las Condes" (A. Pissis, Op. cit., pág. 232); Y Yerba Loca, en cuyo "Interior y a bastante altura se explotan minas de plata y plomo" (F. A. Astaburuaga, Op. cit., pág. 897); lo que nos hace suponer que los faldeos de nuestra montaña eran conocidos desde tiempo antes, como se desprende también de las observaciones de Benjamín Vicuña Mackenna "El libro de la plata", (Imprenta Cervantes, Santiago, 1882), y que su nombre fue dado por los mineros de la región.

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Foto: Cara Norte de la Paloma, cuyos glaciares en la actualidad han sido practicamente destruidos en su totalidad por la intervención minera de la zona.

Dicho nombre, por lo tanto, parece haber sido recogido por Riso Patrón, quien en todo caso fue el primero en darlo a conocer. El dato concreto más antiguo sobre la exploración andinística de La Paloma lo da Heriberto Trewhela en su relato de la primera ascensión a la cumbre, relato histórico para el andinismo chileno y que me fuera facilitado gentilmente por su hijo Edwin:

"Por los mapas conocíamos la posición del Altar; nuestro primer paso era ahora localizarlo i examinar la ruta que nos daría más fácil acceso a su cima. Tanto éste como el Paloma, eran cerros sobre cuyos vértices el hombre aún no había posado su planta. Esta sería la cuarta vez que emprendíamos ataque contra el Altar; las tres anteriores habían sido por el lado poniente, pero ahí sus faldas casi verticales nos habían rechazado sin siquiera dar ocasión para intentar el ataque final".

Se desprende con claridad, pues, que en su búsqueda de ruta al Altar, Trewhela y sus compañeros habían recorrido el Cajón de Yerba Loca hasta su nacimiento en tres oportunidades. No hay fechas, pero es obvio que fue antes de 1912, año de ascensión a La Paloma.

Cronológicamente, el siguiente dato corresponde al de la primera ascensión. Existen dos relatos al respecto: el anteriormente citado, cuya copia obra en nuestro poder y que utilizaremos para resumir aquella jornada; y otro, escrito también por Thewhela bajo el pseudónimo de Wayfarer, y publicado en el South Pacific Mail inmediatamente después de la ascensión. Tuve oportunidad de leerlo y es, en todas sus partes, similar al que usaremos. (Existen, también dos artículos de Félix Mondini al respecto: Revista Mensile 1912, pág. 80; y Revista Mensile 1915, pág. 1. No hemos tenido acceso a ella).

Trewhela y sus compañeros no cejan en la búsqueda. Es cierto que sus esfuerzos están encaminados a la conquista del Altar, pero en definitiva ellos culminarán con la primera ascensión de La Paloma, cuya cumbre "inspira y conmueve". Fracasadas las búsquedas por el sur, deciden hacer un intento por el norte. Heriberto Trewhela, Félix Mondini y Ridley Temperley parten de Santiago el sábado 17 de Febrero de l912, a las 8 horas, "vestidos tartarinescamente", para recorrer a caballo la distancia que los separa de Cometierra, donde vivaquean junto al río Mapocho.

Al día siguiente, a las 7.30, acompañados del baqueano Alejandro Berríos y un mozo, "El Rucío", parten río San Francisco arriba hasta llegar al Cajón del Infiernillo, a la vista de Los Bronces; ascienden por dicho cajón hasta las 16 horas, instalando campamento en una explanada a aproximadamente 3.700m, luego de despachar a baqueano y mozo al valle.

El lunes 19, a las 10 horas, dos miembros de la cordada suben los 400 metros que los separan del filo a fin de tener una vista orientadora de la posición exacta de la montaña. Desde allí, con día despejado y frío, pueden apreciar la ubicación del Altar y La Paloma y admirar el amplio panorama que se extiende hacia la otra vertiente. Decidida la ruta.

    "Convinimos hacer el ataque al Altar o Sierra Bella subiendo primero al Paloma, continuar por su perfil hasta llegar a la depresión que los separa i de ahí emprender la ascensión de los tres o cuatrocientos metros que quedarían por escalar del Altar"

Al mediodía regresan en busca del compañero y vuelven a subir al filo, armando unos pocos metros más abajo, en la vertiente opuesta, la carpa, a las 15 horas.

"Teniendo ante nosotros a pocas cuadras de distancia el Pedestal (actual cerro Negro de Olivares), cuyo largo cuello de armiño cuelga de sus hombros hasta tender sus extremos en el valle de Río Blanco".

Luego de una noche "terriblemente fría", con las "primeras claridades del alba" comienzan la ascensión el martes 20, siguiendo directamente el filo de Infiernillo.

    "Mientras subíamos, el camino demandaba toda nuestra atención, pues un paso en falso podía precipitarnos por las paradas gradientes que teníamos a ambos lados. El suelo estaba cubierto de piedras grandes superpuestas una sobre otra pero sin firmeza de manera que muchas, al pisarlas, perdían su estabilidad i partían rodando i precipitando otras que encontraban en su camino, hacia el fondo del valle. Cuando llegaban abajo, eran verdaderas avalanchas entre nubes de polvo que al estrellarse contra las rocas producían el ronco sonido del trueno".

La ascensión continúa así varias horas, variando sólo el frío del amanecer por un cierto calor a media mañana. La cordada gana cada vez mayor altura, hasta que...

    "A la una de la tarde llegábamos a la cima más aproximada del Paloma. De ella pudimos dominar el panorama que se extendía hada el sur i en especial el valle de Yerba Loca, nuestro campo de acción en varias otras excursiones. Varias veces de su fondo habíamos contemplado el punto en donde ahora nos encontrábamos i ansiábamos estar aquí. Nuestros deseos de entonces estaban ahora cumplidos i el panorama que suponíamos sería imponente, superaba por mucho nuestras expectativas pues no hai palabras con qué describirlo como tampoco habrá pincel que lo pueda reproducir, pues sería como tratar de pintar una flor: a ésta le falta su frescura, su perfume, i a aquél el ambiente. Durante largo rato contemplamos desde aquí la belleza de los hielos del Paloma. Formando un gran ventisquero, baja en suave y ondulada sábana hasta tenderse en una larga avanzada que llega próxima a la Casa de Piedra Carvajal, en el dintel de la vegetación en Yerba Loca. Después de un corto descanso reanudamos nuestra marcha. Hasta ahora nuestra dirección en toda la mañana había sido de Norte a Sur por los cerros que cierran el infiernillo por el lado poniente. Desde ahora nuestros pasos serán por el perfil del Paloma".

Continúa la ascensión lentamente, cruzando manchones de nieve y campos de penitentes...

"Fenómeno peculiar de nuestras cordilleras en que cientos de pináculos de nieve se alzan en formas caprichosas i compactas como raros i delicados adornos de cristal"....."A la una i media llegamos a la 2da cima del Paloma. Sobre ella hicimos una "T" con piedras, representando nuestra insignia de alpinistas, y dentro de una cajita de lata dejamos un papel con nuestros nombres, fecha i otros detalles".

Desde allí y a pesar de que "El cansancio i la hora avanzada habían determinado que no debiéramos seguir", Temperley inicia de nuevo la marcha ascendente. Al poco rato hace lo propio Mondini, y ...

"Ya éste se había ocultado detrás del perfil del cerro, cuando a pesar del cansancio i la puna, también seguí el ejemplo. Dejé detrás todo lo que significaba peso, hasta la máquina fotográfica, i con una constancia que me admiraba a mí mismo trepé toda la ladera en poco más de veinte minutos".

Pero aquélla no es aún la cumbre. Deben, cada uno separadamente, vencer todavía otras eminencias y otros penitentes:

    "Yo era el último de los tres i aunque también estaba mui cerca de la meta presentía que mi entusiasmo no resistiría el último esfuerzo para dominar el Paloma. Sin embargo seguí mui lentamente i descansando cada cinco o seis pasos; la rarificación del aire i el cansancio así lo requerían. Reposaba un momento con la frente apoyada, cuando un hurra de victoria bajó en sonoras ondas de la cima repercutiendo de cuesta en cuesta i avisando a las rocas i hielos de los Valles de Río Blanco, Yerba Loca e Infiernillo que el hombre había trepado la virgen cima del Paloma. Levanté la vista i divisé a Temperley, veinte metros más alto que yo, en cabeza, blandiendo su mano en el aire, con la ajilidad propia de la alegría, celebrando su triunfo".

"El Altar lo había vencido por cuarta vez pero en cambio hoi se llevaba la gloria alpina de haber escalado los 4.970 metros del Paloma por primera vez. Una inesperada hemorragia nasal hizo detenerme entre un cúmulo de penitentes e hizo tanta depresión en mi ánimo que mis siguientes pasos fueron para dar comienzo al descenso"

"A las cuatro i diez minutos", Mondini se reunió con Temperley en la cima, dándose un abrazo de mutua felicitación. En ella se dieron reposo hasta las cuatro y medía, gozando en ese lapso de tiempo de la magnífica vista que rodea al Paloma.

"La cima misma estaba cubierta por un bruñido ventisquero que esmalta las faldas que bajan a Yerba Loca, ostentando en la cima una fuente de agua cristalina formada por una gran taza que hai en el hielo. A pocos pasos de distancia había una mancha de piedras; con ellas Temperley formó la insignia de nuestras escursiones i debajo de una de ellas dejó un papel con la fecha, nuestros nombres i la hora de la ascensión".

Comienza entonces el descenso. "El sol ya se aproximaba al ocaso cuando nos reunimos nuevamente los tres en el lugar en que habíamos dejado nuestras prendas". Debido al poco tiempo disponible, deciden bajar directamente: "Por otra ruta, desconocida, probablemente más peligrosa, con una gradiente mucho más pronunciada, pero que en cambio iba casi recta a nuestro campamento i así aprovecharíamos mejor los cortos momentos de luz".

Bajan los primeros lomajes para caer luego a un acarreo que termina abruptamente en un muro infranqueable, a los 4.500m, que no se atreven a bajar con la cuerda dada la oscuridad reinante. Organizan allí el vivac, por fortuna en una noche fría pero sin viento. Al amanecer prefieren ascender un poco y cruzar hasta el filo del Infiernillo, por el que descienden hasta llegar a la carpa, a las 9 de la mañana, "Rendidos de cansancio, sin sueño pero también sin fuerza para nada".

Trewhela continúa el descenso de inmediato, pues debe estar en Santiago al día siguiente, llegando al mediodía al valle; toma el caballo y, al galope, alcanza Las Condes a las 22 horas. Temperley y Mondini regresan al día siguiente.

Termina así la época de la montaña virgen y comienza la de las rutas nuevas...

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Foto: La Paloma y el Altar desde el Manchón.

La vertiente Norte de la montaña ha continuado siendo la normal para las ascensiones. (NDLR: Antes de que las mineras prohibieran los accesos). Sin embargo, la ruta inaugural arriba descrita no ha sido seguida habitualmente con posterioridad: se ha preferido no tomar el filo del Infiernillo, que Manuel Bazán califica de "largo difícil y peligroso" (comunicación personal), y sobre el cual se construyó, en 1955-1956 el Observatorio homónimo, a 4.320m, sino hacer la siguiente ruta, detallada por José Ambrus en el Anuario de la Federación de Andinismo de Chile 1963-1967 (pág. 220):

"Desde La Disputada se cruza el Portezuelo de Infiernillo. Se pasa por el Este de la Punta Monolito hasta llegar al frente del Glaciar Rinconada; se sube por una loma de acarreos a la izquierda del glaciar (filo del Rincón) para instalar un campamento en la ribera Este de la Cuenca de Neviza del Glaciar Rinconada. Se da un rodeo a la derecha para tomar una canaleta que da al Glaciar Olivares Alfa y se sube. Se cruza el Glaciar Olivares Alfa en forma oblicua hacia la derecha para tomar los acarreos que llevan al filo Este del cerro y por él a la cumbre".

Esta ruta, que puede también alcanzarse cruzando el Portezuelo de la Copa, o subiendo por el Cajón de Río Blanco, es la actualmente llamada normal. No sabemos quién la hizo por primera vez; el dato más antiguo que tenemos de ascensión por ella, nos fue comunicado personalmente por Santiago García, quien en compañía de Santiago Roi, Alejandro Reyes y Estanislao Echenique, coronó la cumbre de La Paloma el 22 de Enero de 1939, habiendo partido el día anterior de La Disputada, vía La Copa. García asegura que hubo ascensiones anteriores, de las que no recuerda nombres ni fechas.

La ruta normal tiene "numerosas ascensiones... hasta en invierno" (Luis Lliboutry: "Nieves y glaciares de Chile". Ediciones de la Universidad de Chile, Santiago, 1956, pág. 266); e incluso ha sido hecha en el día, ida y regreso, desde Santiago.

En efecto, Bión y Osiel González parten de la capital el 25 de Febrero de 1962, a las 2 de la madrugada; alcanzan en jeep las cercanías del portezuelo La Copa, toman de inmediato la ruta normal, hacen la cumbre, regresan en forma rápida, llegan al jeep ya de noche y entran en Santiago a las 23 horas. (Anuario de la Federación de Andinismo de Chile 1962, pág. 36; y comunicación personal de Bión González).

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Foto: Atardecer en La Paloma.

La segunda ascensión absoluta de La Paloma debe haberse realizado, en todo caso, por una de las rutas del Norte. El único antecedente que tenemos en relación a ella es una carta de Heriberto Trewhela a Manuel Abascal, de fecha 4 de Agosto de 1924, que expresa:

"Seis u ocho años después (de la primera ascensión), miembros del Cordillera Club llegaron arriba y bajaron nuestras tarjetas".

No existiendo más posibilidades por el Norte, las búsquedas de nuevas rutas se encaminan, necesariamente, hacia otros puntos cardinales. A pesar de que, cronológicamente y por su importancia, deberíamos examinar ahora las vías de la vertiente Sur, veremos primero las de las otras dos caras de la montaña, por tratarse de una historia bastante corta.

Por el Este no hay posibilidad de ruta, pues La Paloma alarga hacia allá su cresta cimera hasta el portezuelo que la separa del Altar. Portezuelo y cresta pueden alcanzarse por las rutas del Norte y del Sur y forman, especialmente la cresta, parte final de ellas.

El Oeste en cambio, sí presenta una posibilidad, por lo demás rápida y fácil, abierta recién en 1966. Se trata, precisamente del Filo Oeste de La Paloma, contrafuerte de tierra, acarreos y alguna roca descompuesta, que nace a orillas del Río San Francisco, en el sector de Los Bronces, y se lleva en forma regular y directa hasta el punto en que recibe desde el Sur al Cordón del Medio; aquí pierde en parte su inclinación y forma un semicírculo, Noreste, primero, Sureste, después, que sirve de cabecera al Glaciar del Rincón o Suroeste. Cubierto ya de campos nevados, se eleva algo más hasta recibir, desde el Norte, el Filo del Infiernillo, formando en la confluencia la antecumbre occidental, desde la cual alcanza, haciendo otras pequeñas eminencias previas, la cumbre absoluta de La Paloma.

Joszef Ambrus, en ascensión solitaria de la cual sólo sabemos que siguió dicho filo, alcanzó la cumbre y descendió luego por el Glaciar del Rincón hasta el Cajón de Yerba Loca, abrió esta ruta el 2 de Enero de 1966 (Anuario de la Federación de Andinismo de Chile, 1963-1967, págs. 167 y 221).

Siete años más tarde, el 14 de Abril de 1973, Osvaldo Villegas y tres compañeros intentan la segunda ascensión de la ruta, renunciando a los 4.500m debido a una repentina nevazón. A la semana siguiente, el día 21, Villegas, en cordada con Antonio Palacios y César Moena, hace un nuevo intento, esta vez exitoso: parten de Los Bronces a las 6.30, con día despejado; no tienen problemas y alcanzan, a las 14 horas, la base de la cumbre, a la vista del Glaciar del Rincón se atan y engramponan, siguen el filo y llegan a la cumbre a las 16 horas. Prosiguen de inmediato hasta el portezuelo Paloma-Altar, desde donde Villegas sólo hace en forma muy rápida la cumbre del Altar. Reunida la cordada en el portezuelo, ya caída la noche, descienden por la ruta del Norte, a la luz de la luna y las linternas, llegando a medianoche a la Mina San Enrique (Comunicación personal). Hubo luego una tercera ascensión de la ruta, por Manuel Parrines y compañeros.

Al fin de esclarecer la confusión o el desconocimiento existente acerca de la vertiente Sur de La Paloma y de sus varias rutas, confusión que alcanza incluso a la mayoría de las publicaciones al respecto que hablan, por ejemplo, de "La ruta Sur", antes de repasar las ascensiones por allí realizadas haremos un breve descripción geográfica de ella.

Para alcanzar La Paloma desde el Sur se debe recorrer, desde Villa Paulina, antiguo asiento minero cercano al camino de Farellones, el largo Cajón de Yerba Loca, que mantiene una dirección Sur-Norte hasta aproximadamente dos kilómetros valle arriba de Casa de Piedra Carvajal. Al topar con las morrenas del Glaciar del Rincón, glaciar suroccidental de La Paloma, El Cajón tuerce en ángulo recto hacia el Este, encajonado al Norte por los hielos que cubren casi totalmente La Paloma, y al Sur por los acarreos que bajan de la cara Norte del Altar Falso y del Filo van Kiesling al Este.

Cerrando el Cajón en forma de grandioso circo, se yerguen la acanalada pared Suroeste del Altar y el Filo Sierra Bella. Toda esta enorme cuenca está limitada al Oeste por un cordón montañoso que se desprende de la parte superior del Filo Oeste de La Paloma y se dirige al Sur, uniéndose mediante el Paso Gana, al cerro San Francisco, para ir a morir en la confluencia del Estero Yerba Loca con el río San Francisco. ("Cordón del Medio" es el nombre dado desde antiguo por los mineros de la región a todo este cordón, que corre paralelo al estero Yerba Loca).

La vertiente Sur de La Paloma está dividida en dos sectores bien diferenciados por el Morro Negro, formación rocosa visible desde Casa de Piedra Carvajal. El Morro Negro, casi vertical en su frente, se prolonga en su parte superior hacia atrás, hasta formar una extensa planicie pedregosa, debajo y al Suroeste de la cumbre; y separa la cuenca del Glaciar del Rincón, o Glaciar Suroeste de La Paloma, de la canaleta de hielo que cubre, hacia el Este, la casi totalidad del otro sector de la montaña.

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Foto: La Paloma y El Altar.

El Glaciar del Rincón o Suroeste, encajonado entre el Cordón del Medio y el Morro Negro, desciende desde las cercanías del Filo Oeste hasta que, en su curso inferior un promontorio rocoso, llamado El Torito, lo divide en dos, convirtiéndose ambos brazos, poco más abajo, en glaciares cubiertos de gran cantidad de cascajo, lo que los hace parecer acarreos; y que mueren en las primeras morrenas que se alcanzan viniendo desde Casa de Piedra Carvajal.

La canaleta del sector Este, que abarca toda la cresta cimera desde el sector del Morro Negro hasta él portezuelo Paloma-Altar, da origen a dos grandes glaciares: el Sur o Central y el Sureste. El Glaciar Sur o Central, que desciende desde el sector de la cumbre principal y ostenta bajo dicha cumbre un característico islote rocoso, baja con bastante pendiente al oriente del Morro Negro, para bifurcarse, en su parte inferior, en dos lenguas separadas por un promontorio de hielo muerto cubierto de tierra y cascajo: la lengua occidental termina en forma abrupta, colgante pegada a la base del Morro Negro; y la lengua oriental, suave, muere en el fondo mismo del Estero Yerba Loca.

El Glaciar Sureste, de gran pendiente y separado del anterior por una formación rocosa en forma de flecha cuyo extremo muere a los dos tercios de la montaña, cae directamente del sector comprendido entre la antecumbre de La Paloma, y el portezuelo Paloma-Altar, hasta alcanzar con su lengua el fondo del cajón, dando nacimiento al Estero Yerba Loca, luego de haber bordeado toda la pared del Altar.

Resumiendo, la vertiente Sur de La Paloma tiene tres grandes glaciares: uno independiente (Glaciar del Rincón o Suroeste) y dos con origen común, pero totalmente separados luego en su curso (Glaciar Sur o Central, que se bifurca en dos lenguas terminales; y Glaciar Sureste).

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Foto: Paloma, Altar y Hermandad desde la cumbre del Leonera.

Existen dos refugios en la base meridional de La Paloma: el Refugio Federación, pequeña construcción de madera ubicada a, 3.500m de altura sobre las morrenas terminales del Glaciar del Rincón y construida por la Federación de Andinismo de Chile en Enero de 1957 (Anuario de la Federación de Andinismo de Chile 1957-1958, pág. 37); y una construcción de la Compañía Minera La Disputada de Las Condes, situada al fondo del cajón, sobre las morrenas terminales del Glaciar Sureste, lamentablemente abandonada hace algún tiempo y destruida luego, en gran medida, por los elementos. (NDLR: Al año 2018, y desde hace mucho tiempo ninguna de estas construcciones existe).

Los primeros reconocimientos andinísticos conocidos de la región, de la que Kurt Klemm dice que "Es verdaderamente difícil describir tanta belleza y majestuosidad" ("El baqueano del alpinista chileno", Talleres Gráficos del Diario Alemán, Santiago, 1934, pág. 80), se hicieron, como vimos antes de 1912 (Relato de Heriberto Thewhela).

Hemos encontrado relatos aislados que nos indican que la región siguió siendo visitada luego con alguna frecuencia, en excursiones que llegaban hasta las cercanías del Morro Negro o incluso se prolongaban a la parte inferior del Glaciar del Rincón o Suroeste, llamado en aquella época Ventisquero de la Yerba Loca: "Eine Cordillerenfahrt zum Gletscher des Yerba Loca Tales", por Eugen Bonn (Andina, Valparaíso, Marzo/Abril de 1924, pág. 2); y la obra arriba citada de Klemm (pág. 80); y que había andinistas interesados en estudiar su topografía y seguramente sus posibles rutas de escalada (Federico Fickenscher: fotografía de La Paloma desde el Filo de Sierra Bella, Andina, Valparaíso, Julio/Agosto de 1929, pág. 93).

Como es natural, dada su posición geográfica y sus características, que lo hacen ser la ruta menos difícil de la vertiente de la montaña, el Glaciar del Rincón o Suroeste fue el primero en ser intentado como acceso meridional de La Paloma.

No sabemos quién hizo la primera ascensión de dicha ruta. El dato más antiguo existente lo proporciona el Boletín del Club Andino de Chile N° 16, pág. 15, y se refiere a un intento realizado por Vladimir Covacevic, Arturo Gantes, Fric Bertens, Ricardo Kratzer y una quinta persona, entre los días 29 de abril y 2 de mayo de 1939. Desde un campamento situado en las morrenas de El Torito suben hasta los 4.300m, donde desisten de la tentativa a causa de la indisposición de uno de ellos y del tiempo amenazante que pronto se transforma en nevada; pero antes de regresar dos de ellos alcanzan un portezuelo desde donde "declaran haber divisado Los Bronces y una vasta extensión de la Cordillera en  dicha dirección".

Cronológicamente, la siguiente información encontrada corresponde a la ascensión que realizaron Jorge Alig, Hans Moser, Otto Pfenniger, Richard Keller y Hugh Powers, el 31 de octubre de 1943. En esta oportunidad la cordada parte en esquíes desde las cercanías de Casa de Piedra Carvajal, acampa en los acarreos nevados de El Torito y asciende, el día citado, siempre en esquíes, el Glaciar del Rincón hasta cerca de su nacimiento. A los 4.500m cambian los esquíes por piolet, grampones y cuerda; toman el Filo Oeste y alcanzan la cumbre, a las 14 horas.

El regreso lo efectúan por la misma ruta llegando al anochecer, en esquíes, al campamento (Revista Andina N9 38, pág. 13). La información aludida no indica si ésta fue o no la primera ascensión de la ruta, por lo que podemos suponer que anteriormente hubo otras.

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Foto: Paloma, Altar y Littoria desde las cercanías del glaciar Esmeralda.

Con posterioridad se han hecho varias ascensiones por este glaciar, entre las que cabe destacar la primera femenina, realizada el 27 de enero de 1945 por Isabel Eastman de Edwards en cordada con Carlos Píderit y Fernando Boher (Revista Andina N° 44, pág. 14); y la primera de cordada exclusivamente femenina llevada a cabo el 30 de diciembre de 1956 por Agustina de Velastín, Silvia de Rivera y Silvia Germain (Revista Andina N° 84, pág. 25). En ambos casos el regreso se hizo por el mismo camino.

El Glaciar Sur o Central es el más conocido de La Paloma, por ser su sector superior y su lengua occidental, colgante y espectacular, visibles ya desde Casa de Piedra Carvajal; posiblemente debido a ello muchas personas y publicaciones lo identifican, en forma errónea, como "El glaciar de la vertiente Sur", desconociendo simplemente los otros dos.

La historia andinística de este glaciar, que por sus características, al igual que su vecino Sureste, exige conocimientos serios de las técnicas de escalada en hielo, es breve. En febrero de 1944, Carlos Píderit, seguramente el andinista más estudioso de rutas y técnicas que ha tenido el país, en cordada con Jorge Silva y Siegfried Kosche, realiza el primer intento, atacando el glaciar por su lengua occidental, más conocida como "Ventisquero colgante".  La cordada alcanzó hasta 4.600 m de altura, "Sitio en que les sorprendió un recio temporal que frustró el intento" (Revista Andina N° 52, pág. 32; hay también una información escueta en Revista Andina N° 39, pág. 33.)

Dos años más tarde, Píderit inicia su segundo y esta vez victorioso intento, en cordada con Fernando Boher y Bernardo Rosales, además de Florencio Avaria, que los acompañaría hasta el campamento, y de Carlos Segundo Olivares, que serviría de arriero.

No es necesario detallar la ascensión, pues Revista Andina N° 50 publica un relato completo en su página 32; basta decir que el 18 de febrero de 1946 parten del campamento a las 6 horas, bordean la base del Morro Negro, entran a la lengua occidental colgante, suben luego el curso medio del Glaciar Sur o Central y escalan su parte superior, de fuerte inclinación, por el lado oriental del islote rocoso que hay bajo la cumbre, para alcanzar ésta a las 13 horas.

Comienzan, dos horas más tarde, un regreso lento y cuidadoso: descienden usando la misma ruta abierta al subir y llegan al campamento a las 20 horas, "Muy agotados por el excesivo trabajo y la tensión nerviosa". (Sólo debemos rectificar la ruta marcada en la fotografía que aparece encabezando la publicación mencionada: en su parte superior, la ruta debe dirigirse a la cumbre de la izquierda, que es la principal).

La ruta de Píderit ha sido repetida íntegramente por Jorge Palacios y César Vásquez el 25 de noviembre de 1962, en una ascensión cuyo relato aparece publicado en el Anuario de la Federación de Andinismo de Chile de 1962, pág. 109. (Debe rectificarse la nota con que termina dicha publicación: la ascensión de Píderit allí mencionada corresponde a la que dicho andinista realizara por el Glaciar Suroeste o del Rincón; y la de Eyzaguirre se hizo como veremos, parte por el Glaciar Sureste y parte por el Sur o Central). El arriero Carlos Segundo Olivares nos ha informado también de otros dos intentos, posteriores a la ascensión de Píderit, pero abortados casi en sus inicios, por lo que no vale la pena consignarlos.

Quedaba por abrir, luego de la ascensión de Píderit, la ruta de la lengua oriental del mismo glaciar. Durante el verano de 1958, Manuel Bazán, en compañía de Noemí Larraín, Juan Figueroa y Mario Infante, había llegado a la base del Glaciar Sur con intención de repetir la vía de Píderit. Pero como, según nos comunicara personalmente Bazán, Noemí Larraín no tenía suficiente experiencia en hielo, prefirieron comenzar la ascensión por la lengua oriental, más suave que la colgante, para tomar en el curso medio del glaciar, y seguirla hasta la cumbre, la ruta Píderit. Tuvieron éxito y regresaron por el mismo camino de subida, realizando así la primera y única ascensión de la lengua oriental del Glaciar Sur.

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Foto: La hermosa y espectacular cara sur de La Paloma, por donde discurren la mayoría de sus rutas.

Abiertas las rutas de los glaciares Suroeste y Sur de la montaña, sólo quedaba por intentar el Glaciar Sureste, última posibilidad de ruta nueva en La Paloma. Poco conocido, ya que no se ve sino cuando se alcanzan los tramos finales del Cajón de Yerba Loca; de fuerte pendiente y surcado en todo su curso por grandes grietas y abundantes séracs,"impresiona", nos ha dicho de él Agapito Palacios. Había desanimado con su dificultad evidente a los que alguna vez lo observaron desde cerca: hasta 1952 no hubo ni siquiera intentos.

En Semana Santa de dicho año lo intenta la cordada formada por Andrés Eyzaguirre y el arriero Carlos Segundo Olivares. No hay relato escrito de aquella ascensión, pero la cordada se encontró en la región con Manuel Bazán, amigo personal de Eyzaguirre, fallecido posteriormente, quien nos ha indicado la ruta seguida y proporcionado algunos antecedentes de dicha ascensión; antecedentes corroborados por Olivares, con quien conversamos sobre el particular en su casa de Corral Quemado.

Eyzaguirre y Olivares inician la escalada desde unas pircas cercanas al fondo del Cajón de Yerba Loca, donde habían pasado la noche. Descienden al lecho congelado del estero, entran al hielo, sortean los primeros seracs y, cruzadas las grietas iniciales, que deben haber estado bastante abiertas dado lo avanzado de la fecha, deciden tomar el borde occidental del glaciar, dibujando una ruta paralela al promontorio rocoso en forma de flecha que lo separa del Glaciar Sur o Central.

La pendiente es muy fuerte y el hielo bastante duro, sin nieve que lo recubra, lo que debe haberlos obligado a tallar escalones en forma incesante. Prosiguen así hasta las cercanías del vértice rocoso, teniendo dificultades con la cuerda, al parecer muy corta, problema grave si se considera la absoluta necesidad del seguro y la escasez de lugares adecuados para realizar una aseguración siquiera medianamente eficaz.

No sabemos exactamente el motivo que lo determinó, Olivares no recuerda los detalles, pero a esa altura la cordada decide no continuar por el Glaciar Sureste, que los habría dejado en el filo cumbrero, sino prefiere cruzar hacia occidente, en las inmediaciones del vértice de la formación rocosa, para ir a caer al Glaciar Sur o Central, haciendo una travesía que los lleva a conectar con la ruta Píderit, por la que continúan hasta la cumbre. Regresan más tarde por el Glaciar del Rincón.

Veintidós años debieron pasar hasta el segundo y definitivo intento. El 27 de febrero de 1974, la cordada formada por el estadounidense Allen Steck y los chilenos René Gamboa, Oscar Espinoza y el autor de este artículo, parte de Villa Paulina, a pie pues no habían mulas, para alcanzar a mediodía del 28, al fondo del Cajón, el refugio de La Disputada, que encuentran semidestruido.

En la tarde estudian la posible ruta (se pensó seguir cerca del costado que bordea la pared del Altar, aunque en definitiva se cambió de idea, trazándose una vía directa por el centro exacto del glaciar) y esperan la noche, que llega con violentas ráfagas de viento. El 1° de marzo a las 6 de la mañana la cordada está lista para salir, pero el fuerte viento los hace esperar algo más de una hora. (hay que recordar que en verano la hora oficial está adelantada una hora con respecto de la hora real para los efectos de aprovechamiento de la luz solar).

Amainado éste, cruzan el nacimiento del estero Yerba Loca, entran al hielo y encaran de inmediato la primera dificultad: un vasto sector de seracs ocasionados por la pendiente rápida de la lengua glaciar. Se busca camino con algunos rodeos, hasta alcanzar la primera gran grieta, que se cruza con precaución por un puente no muy firme. Sigue un trozo de pequeña pendiente, con abundantes grietas de poca dificultad, hasta el comienzo del gran muro, de inclinación muy fuerte y sostenida, que llega hasta la cresta cimera.

La enorme rimaya que lo separa de la parte inferior sólo presenta, entre sus labios muy desnivelados, dos lugares en que grandes y hermosas estalactitas hacen las veces de puente. Se intenta el primero, de unos ocho metros de altura, pero la dureza del hielo vivo y su verticalidad casi absoluta los rechaza luego de varios esfuerzos infructuosos. Cruzan hacia el segundo, última posibilidad de tener acceso al sector central del glaciar, de altura e inclinación similar al anterior, buen seguro, maniobras de cuerda adecuadas, ocho o diez escalones y agarres y más de media hora de trabajo permiten al fin salir a la gran pendiente superior, estimada en 55 grados promedio.

Por ella se continúa en línea recta, escalón tras escalón, trabajando con las puntas delanteras de los grampones cuando el hielo lo permite, muy duro y casi siempre descubierto, sabiendo que la aseguración, a pesar de estar hecha con todo cuidado, es simplemente teórica. Dos o tres veces hay que cruzar grietas precedidas de enormes seracs. Pasan las horas y casi no se habla, pues se necesita la máxima concentración para mantener el equilibrio necesario y realizar las maniobras de cuerda. No hay posibilidad de descanso. Las pocas veces en que es posible mirar hacia abajo, se ve claramente la sucesión de escalones que se hunde recta hacia el valle.

Cerca de las 15:00 horas, cansado por la tensión de la escalada y por la talla constante de escalones, Fernández cede la punta a Steck, quien cubre con rapidez el último tramo del muro y sale a un campo de altos penitentes, cercano al filo. Una sensación de alegría los invade pues el Glaciar Sureste prácticamente ha quedado atrás.

Cruzar los penitentes es cansador y tedioso, pero al fin terminan, llegando a la cresta por unos pocos metros de acarreo, cincuenta metros encima del portezuelo Paloma-Altar. Hermoso día y hermoso panorama casi sin nubes, aunque con fuerte viento. Enrollan la cuerda y recorren con rapidez las distintas antecumbres, llegando a la principal a las 16:30 horas.

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Foto: Filo que une el Altar a La Paloma.

Comienzan de inmediato el descenso, pensando tomar el Glaciar Sur o Central y su lengua oriental, que divisan en toda su extensión; bajan unos metros suaves, hacia la derecha del islote rocoso, y pronto llegan a un sector de gran inclinación y hielo muy duro que los obliga a tallar, nuevamente, docenas de escalones. En vista del estado del hielo y de lo tardío de la hora, a las 18:30 deciden cruzar hacia el pedregal superior del Morro Negro para ir a caer al Glaciar del Rincón, de menos dificultad, lo que les permitirá descender más rápidamente, aunque ya consideran inevitable el vivac.

Llegan a la zona de alimentación del glaciar con las últimas luces del día y aprovechando la luz de la luna, que pronto se oculta, y caminando luego un poco a tientas, lenta y cuidadosamente, descienden poco a poco el glaciar, que afortunadamente les presentó sólo un par de pequeñas grietas sin problema, para salir de él pasada la medianoche.

Más abajo tratan de ubicar el Refugio Federación, pero la oscuridad reinante los hace desistir e instalan el vivac a las 2 de la madrugada.

Con las primeras luces del día descubren el refugio, muy cercano, y recomienzan la subida al otro refugio, a buscar el equipo que allí quedara, para regresar posteriormente a Villa Paulina y Santiago. Quedaba trazada así la última ruta de La Paloma y se cerraba el ciclo abierto sesenta y dos años antes por Temperley, Mondini y Trewhela.

Antes de terminar esta monografía, quisiéramos anotar algunos antecedentes sobre el grado de dificultad de las diferentes rutas descritas, clasificadas en base a la escala internacional.

La ruta normal del norte ha sido clasificada de grado I por Lliboutry (Op. Cit., pág. 226) y de grado II por Ambrus (Anuario de la Federación de Andinismo de Chile 1963-1967, pág. 221). Por tratarse de una ruta que cruza dos sectores con hielo, esta graduación puede variar en parte según la fecha en que se realice la ascensión. Walter Wachmann, en la revista "Andinismo" del Club Llanquihue (N° 6, Santiago, junio de 1941, pág. 8), hace la comparación entre dos ascensiones realizadas por él en una misma temporada, siguiendo dicha ruta: una el 15 de enero y la otra el 13 de Febrero de 1941. Habiendo variado las condiciones del hielo, las cinco horas de la primera ascensión, desde la Mina San Enrique, se transformaron en nueve: "El esfuerzo que hicimos fue muy superior. Penitentes, planchones de hielo durísimo, más el ventisquero que estaba erizado de dificultades, nos exigió energías mayores que la primera vez".

La ruta de Trewhela y compañeros, filo del Infiernillo, no ha sido graduada, pero es evidente que tiene mayor dificultad objetiva que la normal. La ruta Oeste es calificada por Ambrus entre los grados I y II (Op. cit., pág. 221).

Para las rutas de la vertiente Sur, el problema de la graduación es diferente: se trata de rutas de hielo cuyas condiciones, y por ende dificultades, no sólo pueden variar de año un año sino que cambian sustancialmente dentro de una misma temporada a medida que avanza el calendario. Hay que basarse por tanto, en la apreciación que cada cordada haga de su propia ascensión para tener una idea aproximada de las dificultades de la ruta.

Sobre la ruta del Glaciar Suroeste o del Rincón, Manuel Bazán dice que "El paso del ventisquero lo realizamos con relativa facilidad por la ausencia casi absoluta de grietas" (Revista Andina N° 68, pág. 11). Nuestra propia cordada bajó por esa ruta, encontrando condiciones similares, clasificables como de grado III.

La ascensión del Glaciar Sur o Central desde su lengua occidental es clasificada por Píderit de grado IV (Revista Andina N° 50, pág. 32) y por Ambrus de grado V (Op. cit., pág. 221), Lliboutry la define como "Bonita ascensión sobre fuerte pendiente de hielo, poco difícil con buenas condiciones de nieve" (grado II). Hasta ahora ninguna cordada ha encontrado dichas buenas condiciones; y en todo caso las dificultades normales de la ruta son muy superiores a las de una vía de grado II. Creemos que se trata de un error evidente.

La ruta del Glaciar Sur o Central comenzaba en su lengua oriental es la misma de Píderit, con excepción de la parte inicial que es menos difícil. La ruta Eyzaguirre-Olivares, parte del Glaciar Sureste y parte del Sur o Central, es clasificada por Ambrus (Op. cit., pág. 221) en el grado IV, aún cuando no hay antecedentes suficientes para saber qué condiciones encontró la cordada en la montaña. Por último, en la ruta del Glaciar Sureste nuestra cordada encontró condiciones objetivas clasificables en el grado V.

Queremos terminar este artículo agradeciendo a todas las personas, mencionadas en cada caso, que nos ofrecieron valiosa información; y a aquéllas que se han preocupado de hacer las publicaciones que hemos citado. Sin ellas, informaciones y publicaciones, habría sido muy difícil, o simplemente imposible, poder sintetizar lo que han sido estos sesenta y dos años de andinismo en La Paloma, durante los cuales se ha ido conformando todo un ciclo que ahora ha llegado a su fin. (NDLR: ¿Fin?)

Autor: Maximino Fernández

NDLR: Extraído del Anuario de Montaña FEACH 1973-1977, y complementado con fotos del archivo de los Perros Alpinos.

 

 

"El Hombre es mortal por sus temores, e inmortal por sus deseos."

Pitágoras