Explorando la Ruta al Tupungato

Por Octavio Oltra B.
Con la colaboración de: Adolfo Bañados C.
A nuestros amigos andinistas y a quienes se interesen por nuestra Cordillera.

Vamos dejando atrás el Valle de Santiago, en el amanecer de un día de Febrero de 1975. Nuestra ruta se dirige hacia El Alfalfal, a unos 23 kilómetros al interior del Cajón del río Colorado, contando desde la desembocadura de éste en el Maipo. Allí termina el camino de autos.

Seguiremos después en mulas, en una marcha de tres días, remontando siempre el Río Colorado, hasta alcanzar los faldeos del Tupungato, montaña fronteriza con Argentina o probablemente volcán apagado de 6.550m de altura. Pensamos establecer allí un campamento y reconocer los aledaños en la mayor extensión posible.

En el verano anterior nuestro amigo Plutón Rossel, estableció un campamento base en los faldeos del volcán y continuando solo, llegó hasta la cumbre luego de una marcha de aproximadamente 11 horas. Las informaciones que nos dio nos mueven hoy día a seguir estos caminos. Las empinadas laderas que llevan a la cumbre, así como algunos detalles, ya los conoceremos anticipadamente a través de sus fotografías y explicaciones.

Mientras la población duerme y el auto rueda velozmente, recordamos los mil problemas que hemos tenido que resolver previamente. La selección de lo que llevamos, carpas, pantalones, calcetines, camisas, platos, cubiertos, charqui, máquinas fotográficas, fósforos, botiquín, anteojos, anafes, que es toda una diversidad de cosas que hemos tenido que embalar y encajonar.

Una omisión puede llegar a ser gravemente desgraciada. Todo va ahora acondicionado y preparado para un largo viaje a lomo de mula. Debernos estar a las 08:00 en el Alfalfal, es el lugar de la cita. Desde muchas partes hemos visto El Tupungato, desde el Alto de Los Bronces, desde la cumbre de La Parva y desde otros lugares, podríamos decir que de tanto verlo ahora nos es familiar.

El Tupungato es una cumbre que nos atrae como un imán. Su figura espléndida, sobrepasa los 6.500m en una atmósfera enrarecida. Su denominación parece venir del Quechua, de tupu: medida y catrü: sobrante, queriendo significar elevación recortada, que otra cosa no es, su cono decapitado posiblemente en procesos volcánicos remotos.

Hasta ahora El Tupungato ha sido ascendido siempre por la Cara Norte, de inclinación más suave y que es por donde nosotros pensamos subir, desde el Paso del Tupungato (5.000m). Hasta este lugar puede llegarse en mulas si no hay campos de penitentes de hielo que lo impidan.

Volcan Tupungato

Foto: Volcán Tupungato.

La ruta de acceso es larga, ya que para llegar al pie de la montaña y ubicar nuestro campamento junto a dicho Paso, en sus laderas, demoraremos tres días. Tres días más para regresar, y cuatro para operar, nos hacen presupuestar diez días para esta excursión. Esto es mucho menos, seguramente, que lo que necesitaron Vines y M. Zurbriggen para ascenderlo por primera vez el 12 de Abril de 1897, en que las comunicaciones hasta estos lugares deben haber sido más difíciles.

Luego de "pillar" y aparejar las mulas, partimos desde El Alfalfal. El grupo que conforma esta pequeña expedición está formado por los dos hermanos López, arrieros de la región, por nuestros amigos: el Magistrado de la Ilustrísima Corte de Apelaciones de Santiago, el Economista y Diplomático del Mercado Común Europeo y el Doctor; todos buenos y experimentados conocedores de la cordillera Central.

Cuatro mulas de carga y seis caballos de silla nos transportarán junto con nuestro equipo por estos caminos cordilleranos. El macho negro que ahora se muestra tan apacible tiene una personalidad endemoniada que nos tuvo en ascuas gran parte del viaje.

Son las 09:20 hrs, el cielo está despejado y la temperatura agradable. Las cuatro mulas acarrean casi todo el contenido de tres automóviles, cajones, mochilas, fardos, paquetes, etc. Son veteranas de esta cordillera y parecen subir sin esfuerzo los empinados senderos. Vamos siguiendo el curso del Río Colorado. A nuestra izquierda, hacia el norte, se despliega primeramente la Quebrada de La Gloria, que cae al río en ángulo recto, con sus característicos cerros en forma de serrucho.

Pronto nos enfrentamos al Río Olivares, tributario del río Colorado, viene desde el norte y nace en los Ventisqueros Juncal, Juncalito y Olivares. En el tramo final las aguas transcurren por una garganta estrecha y abrupta, cerca de ella serpentea un sendero hacia la Cuesta del Coironal, que abre paso al cajón del Río Olivares.

En este mismo lugar existe un puente suspendido, en muy buen estado, que une las dos riberas del Colorado. No encontraremos otro puente hasta el día siguiente, a mediodía, en el cruce del Estero Museo y Azufre. Aunque la vegetación se aprecia en general de menor tamaño, todavía en este punto podemos ver maitenes y quillayes, creciendo gracias a su capacidad de adaptación.

Alguien improvisa canturreando:

"Angostos desfiladeros
de roca verde azuleja
dejan la mente perpleja
en el humilde viajero ... "

La caja del río se ensancha, nos encontramos con un torrente de agua fresca y muy transparente: el estero de Los Relbos, que baja por nuestra derecha entre unas añosas matas de Lunes, su rumor colma alegremente todo el ámbito de música y frescor. Esta quebrada de Los Relbos, se empina hasta el Portezuelo de La Paloma a 3.577m que da acceso a la Laguna Negra.

Hacemos un aro; hombres y bestias sacian la sed. Cerca de las dos de la tarde, llegamos a los Baños de Salinillas. Un islote de vegetación constituido por manchones de Ñipas o Lunes, una vertiente de agua cristalina, y una poza de aguas turbias y tibias, son las características del lugar.

Al fondo divisamos cerros desnudos de vegetación y libres de nieve en esta época; hacia abajo el Río Colorado y las empinadas laderas por las cuales ha pasado nuestro camino. Para los que gustan de un buen baño termal, esta es la oportunidad de hacerla. Tenemos sol brillante y brisa suave.

Poco más arriba en un recodo del sendero vemos que nuestros arrieros hacen alto y se descubren; este gesto de los muchachos frente a una pequeña cruz, nos induce a imitarlos. Después nos cuentan, que se trata del lugar en que un tío de ellos, el viejo y respetado baqueano Exequiel Ortega, cayó y murió hace algunos años víctima de un caballo bagual que estaba "arreglando".

Cruzamos a poco andar un rodado cubierto por tierras y piedras, que han retardado su derretimiento durante ya varios años. En un comienzo bloqueó todo el cauce, por lo que el río tuvo que abrirse paso a través de él. Recordamos que en Alaska se ha dado el caso que una gruesa capa de tierra que cubría un glaciar, ha permitido el crecimiento de un bosque sobre ella.

Cerca de las 7 de la tarde llegamos al lugar en que haremos nuestro primer campamento. Este es Potrero Nuevo, una explanada llana y bastante holgada. Pasto para los animales, coirones y chacayes de forma arbustiva y al fondo la primera vista al cerro Polleras.

Hacia el sur de nuestro vivac, las faldas de los cerros; y hacia el norte un talud de varias decenas de metros sobre el curso de agua. El color naranja de las carpas responde a los arreboles que enciende la tarde. Los caballos y mulas quedan a su albedrío, se revuelcan y patean formando un breve alboroto, luego a pastar.

Los arrieros han venido cerrando las tranqueras y portillos a lo largo de la huella, de modo que la recua no podrá devolverse clandestinamente a la querencia. Nuestro amigo el economista y diplomático, organiza un buen asado con su arte de gourmet, el vino generoso hace lo demás. Hay recuerdos y música. El magistrado aprovechando el espectáculo de una noche despejada hace comprobaciones con la carta celeste y de paso nos interioriza en detalle acerca de las constelaciones y planetas. Sobre nosotros la de Escorpión que según la mitología, muerde el talón de Orión, el cazador. Localizamos Antares, la estrella principal en la cabeza de Escorpión. Hasta tarde espiamos la carrera de los perros mitológicos.

Altura del lugar, 2.000m, en el interior de la carpa +21ºC, bajando a +5ºC a medianoche. Desayuno no muy de alba, luego ensillar, aparejar y en marcha. A medida que vamos ascendiendo las plantas son de menor talla, aquí ya no puede hablarse de árboles. Poco hemos dicho de la vegetación de la zona. Al comienzo era corriente ver Maitenes, Quillayes, Litres, Lunes y manchones de Romerillos, que los observamos, hasta poco más arriba de los Baños de Salinillas.

Termas

Foto: Pozones termales camino al Tupungato.

Es notoria la pugna entre las especies y como poco a poco van siendo desplazadas las menos resistentes. La lucha es grande para conseguir los aportes extras de agua del escurrimiento superficial o subterráneo. En Potrero Nuevo apreciamos todavía matas de Chacayes pero no más de 2 mts de alto. Desparramadas en la ruta hacia el Estero de los Chacayes, se ven Mutisias en flor, doquillas o patas de guanaco, y en los tramos pedregosos y a mayor altura, empiezan a aparecer "repollitos", y también llaretas.

En el trayecto entre Potrero Nuevo y Baños Azules, más al interior, observamos también extensos manchones de Cuscuta o Cabello de Ángel, parasitando los arbustos de la región. Carece de clorofila, motivo por el cual no puede fotosintetizar los hidratos de carbono bajo la acción de la luz solar. Solucionan el problema chupando los jugos nutritivos de otras plantas.

En general puede decirse que la Cordillera de los Andes está caracterizada por un clima semi seco, y los aportes de agua, aún cuando las nevadas pueden ser abundantes, son estacionales y separados por períodos secos. El aire es seco y luminoso. Las plantas que se desarrollan en este medio son de tipo Xerofitas, es decir, adaptadas a la sequedad, o de tipo de vida muy corto. Ejemplo de las primeras: las cactáceas de vistosas flores, sus hojas transformadas en espinas nos están indicando la necesidad que tienen de defenderse de la sequedad impidiendo la evaporación del agua.

No todos los cactus son columnares, en el sector del Alto de Los Bronces, he encontrado por mi parte sobre los 2.000m, algunas cactáceas de tallos reducidos y globosos y de flores muy llamativas, y en la quebrada de La Gloria interesantes adaptaciones de este tipo de vegetales a las difíciles condiciones de vida que allí se presentan.

Identificamos algunas gramíneas vivaces y alfilerillos, plantas que completan muy pronto su ciclo de vida, produciendo semilla en breve. Recordamos que el día anterior tuvimos la compañía de una planta que en ciertos períodos puede ser útil como forraje; extranjera de nacimiento pero con carta de ciudadanía chilena, el Dedal de Oro o Scholtzia Califórnica, ilumina de amarillo naranja algunos parajes.

Cerca de las 11 hrs cruzamos el Estero Chacallal y aproximadamente media hora después, desde una elevación del sendero recién dejado atrás el Estero Aguas Blancas, tenemos una nueva aparición del Polleras, ya bastante cercano.

Esta cumbre se levanta hasta los 5947m, y ha sido escalado con muy poca frecuencia. Según Lliboutry, glaciólogo francés que estuvo en Chile, y autor del libro "Nieves y glaciares de Chile", fue ascendido por primera vez por Reichert el 5 de Febrero de 1908.

Polleras

Foto: Cerro Polleras, a su derecha el Sierra Bella.

A las 2 de la tarde en la confluencia del Colorado con el Río Museo, alcanzamos los 2.400m. Estamos en los Baños Azules, nombrados desde antiguo en cartas y mapas. No nos tienta un baño por falta de tiempo y porque son helados. Aunque el paraje es amplio, hay poco espacio seco para acampar debido a los hilillos de agua que brotan de las laderas próximas. El suelo con gruesa capa de cal depositada por el agua blanquea por todas partes. Sólo plantas que soportan fuertes concentraciones de ésta, como cortaderas o colas de zorro, gramíneas y algunos clonquis, decoran el lugar.

El Río Museo nace en el Cerro Trono, cumbre de 5.500m que se encuentra cerca del límite internacional y al Oeste del Nevado de los Piuquenes; logró ser dominado por primera vez por J. Harsein el 20 de Enero de 1946. El nombre del río Museo se debe probablemente a que en estas quebradas se han encontrado especies fósiles, tales como ostiones gigantes y otros moluscos marinos, porque aún cuando es difícil imaginarlo, fueron estos lugares alguna vez fondo de mar. La corteza terrestre no permanece estable, sino que ha sufrido profundas transformaciones sometida a fuerzas cósmicas poderosas.

Trasponiendo la cuenca del Río Museo, muy pronto bajamos por una huella de mucha inclinación al Río Azufre. En lo alto hemos observado el panorama de su desembocadura en el Río Colorado. El río Azufre tiñe de color café rojizo al río Colorado, por las tierras y arcillas de ese color que arrastran sus aguas y constituye un contraste con los esteros, ríos y vertientes que ya cruzamos, todos cristalinos.

Es decir, el Río Colorado debe su nombre al aporte que le entrega el Río Azufre. Las laderas del Cajón del Colorado muy inclinadas y con marcado desnivel permiten calificarlo como un río en plena juventud. Más arriba del Azufre, sus aguas son de un gris claro, probablemente debido al transporte de arcillas glaciales que acarrea desde sus orígenes.

Diez minutos después llegamos a Los Negros, sitio de amontonamientos de lava y piedra volcánica de subido color oscuro. Hemos cruzado laderas de regular pendiente, con pastos y coirones, potreros de regular inclinación donde según nos informan nuestros arrieros, se ha mantenido ganado ovejuno hasta hace algunos días atrás. En esta forma se aprovecha el forraje de verano que se produce en estas soledades. Una vez que se agota este pasto, se traslada lentamente el ganado por arreo, a otros cajones de quebradas que puedan disponer de más verdor.

La primera vista del Chimbote la tenemos por el boquete que presenta una quebrada de enfrente, río por medio, los arrieros, nos informan que esta se conoce como Quebrada del Agua, debido al curioso fenómeno de que siendo seca, en una temporada apareció un chorrillo de agua que desde entonces no ha dejado de correr. Es probable que este punto pueda corresponder al lugar Estero Quebrada marcado en plano del Instituto Geográfico Militar.

Chimbote

Foto: Cerro Chimbote.

El Chimbote es una curiosa cumbre: por el sur muestra un gigantesco paredón vertical, y en ella se yerguen tres torreones de roca a cual más escarpado. Al poco rato, asoma el Tupungatito, teniendo en primer plano formaciones volcánicas teñidas de múltiples colores.

Es volcán activo con 5.640m pero se ve empequeñecido por su cercanía al Tupungato, que lo supera casi en un kilómetro vertical. De tanto en tanto vemos salir humo blanco de una de las fumarolas que permanecen activas, se sabe que este volcán tuvo erupciones en 1897, 1901 y 1907, al decir de Lliboutry. Se encuentra totalmente en territorio chileno y es llamado también Volcán Bravard. El Río Azufre, tiene sus fuentes en las laderas de este volcán.

La primera aparición del Tupungato surge entre dos cerros. Las nubes cubren su cima, pero podemos entrever su librea de nieves y rocas, todo es silencio; nos impresiona esa masa gigantesca y solemne.

Avanzamos por algunos llanos, lidiando con las mulas ya inquietas que quieren desparramarse, trasponemos el Agua Mala a las 17:25 y alcanzamos una planicie con el Cerro El Biscocho al fondo, luciendo sus tonos acres y pardos.

Al término del llano, pasamos por los Baños del Tupungato. Todo se reduce a un modesto pozo de bordes algo elevados de barro rojizo, endurecido por depósitos de minerales.

Un trozo de alambre les da ciertas garantías a los rústicos bañistas que por allí suelen llegar. Nos señalan los arrieros que en este pozo de agua termal, añadiendo dos largos lazos no se logra topar fondo.

Plantas verdes y coriáceas, muy resistentes a las altas concentraciones salinas y a la temperatura del agua, crecen en profusión, siguiendo la línea de desaguadero del pozo, pero aquí no hay pasto que puedan comer los animales, y no es aconsejable por lo tanto acampar. Debemos seguir a Vega Los Flojos.

Luego de atravesar el Agua Azul, chorrillo de poca monta, llegamos hasta el Estero Tupungatito, que corre muy encajonado. Bajamos al lecho del mismo un poco tensos, las mulas alargan el cuello y olfatean ruidosamente el terreno, tanteando antes de dar el paso. El lado opuesto es un talud con mucha pendiente, de una consistencia poco compacta. Hay arenisca y piedras grandes diseminadas por doquier producto del acarreo glacial. El sendero está apenas esbozado en algunas partes y en otras desaparece por completo. He aquí, pues el Mal Paso que no desmerece a su fama.

Tupungatito

Foto: Volcán Tupungatito.

Nuestro arriero López estudia brevemente la situación, espuelea con vigor y se lanza hacia arriba, sesgando continuamente. El día declina y estamos envueltos en semipenumbra. Saltan piedrecillas en todos sentidos y el paso de su caballo queda marcado en el suelo removido. Breve pausa. Ahora cambia de dirección y suben jinete y caballo medio agazapados, otro tramo. Nuevo zig zag, y lo vemos sortear piedras grandes con decisión que nos infunde ánimos, ya no lo divisábamos, pero una lluvia de cascotes nos indica que prosigue su intento y pronto escuchamos su voz con que nos invita a seguirlo.

Entreverados con las mulas, algunos desmontados, nos protegemos de las piedras que saltan. La reciedumbre de los animales, su providencial instinto y la familiaridad que tienen con la montaña, nos ha permitido poco rato más tarde salvar este obstáculo.

Sentimos profunda simpatía por estos animales. El Mal Paso ha sido la mejor demostración de su capacidad; y su premio unos cuantos yerbajos que ahora ramonean en lo alto. Son las 19:20 hrs. Proseguimos nuestro camino. La caja del río se abre con amplitud, formando un llano rodeado de cumbres. Estamos en Vega Los Flojos, donde instalaremos nuestro campamento.

Hay pasto para los animales y buenos revolcaderos. Hay agua sabrosa para nuestros paladares, suelo muelle para echar los huesos, temperatura soportable y cumbres, glaciares, nubes cambiantes, regalo para los ojos. Hay una invitación a la flojera para hombres y animales.

Altura 3.220m. Temperatura del aire 9ºC, bajando en la noche hasta +5ºC. En una breve tertulia junto al fogón cambiamos impresiones. A excepción de los huasos, todos sentimos las piernas terriblemente agarrotadas. La tez acusa el efecto del sol y las barbas incipientes nos van dando un nuevo aspecto. Antes que desfallezca la lumbre estamos enfundados en los sacos, sumidos en el sueño.

La mañana nos permite apreciar el espléndido cerro fronterizo que se encuentra al fondo de la quebrada. Es el Sierra Bella que se ve muy cerca. Su cumbre más alta alcanza a los 5.340m. A los pies de esta montaña nace el Río Colorado, que hemos venido remontando durante dos días y que ahora rumorea débilmente cerca nuestro.

Según Lliboutry esta montaña es más accesible por el lado SE, o sea desde el paso del Tupungato. Según el mismo autor fue ascendido por primera vez por W. Foerster, L. Krahl y Eberhardt Meir, el 10 de Enero de 1949.

Sierra Bella

Foto: Sierra Bella

Con +2ºC, y un poco de escarchilla, comienzan las labores del día. Ya apercibidos reemprendemos el viaje. A poco caminar encontramos aglomeraciones de material detrítico o morrénico, pasamos al lado de rocas de diversos tamaños, algunas muy grandes, de material triturado, arenas y hielo de transporte glaciar.

El Río Colorado se abre paso, podríamos decir, recién nacido, bajo un caos de rocas y hielo. La denominación de morrenas a estas acumulaciones, parece proceder del latín morana o dique.

En el suelo se advierten huellas de una guanaca con su cría. La caza feroz los ha hecho muy temerosos de modo que es muy difícil verlos. Contra lo que puede creerse, los guanacos no son animales exclusivos de las montañas, pues pueden vivir en otros sitios, independientes de la altitud y temperatura, con la condición de que haya sequedad ambiental.

Pueden adaptarse hasta los 4.000m. Acostumbran a vivir en rebaños, en que un macho comanda a un grupo de hembras y crías, mientras el resto de los machos se mantienen aparte pero junto al rebaño, esperando la oportunidad de desplazar al jefe y amo del harem. Su alimentación es exclusivamente vegetal, y su denominación científica: Lana Guanicoe. Antes de la llegada de los españoles era una bestia común en el Valle Central.

Dejando atrás las morrenas, y salvando un desnivel de gran pendiente que nos recuerda un poco al Mal Paso, llegamos a la amplia caja de una quebrada, con abundante material pedregoso proveniente del acarreo del río. Nos enfrentamos a la Cara Occidental del Tupungato, que se muestra en todo su esplendor.

Hemos dejado ya muy abajo, los últimos hilillos del Río Colorado, y ahora, cerca de los 4.000m y con cielo muy despejado, tenemos una hermosa vista al Sierra Bella, y el primer contacto con los penitentes. Estamos ya en los faldeos mismos del Tupungato.

A esta altura la vegetación es nula. Hace frío. Los penitentes que encontramos forman un pequeño campo que nos habría cerrado el paso a no ser por una delgada franja que este año nos permite franquear el tramo.

Más arriba y en un plano con fuerte inclinación, divisamos un grupo de rocas que sobresalen, cual grandes monumentos en el arenoso suelo. Su altura debe ser superior a los 30m sobre la superficie. Son gendarmes, productos de la erosión, esculpidos por el viento.

Cerca de las 16 horas instalamos nuestro campamento más encumbrado, aproximadamente en los 5.000m. Dos grandes campos de penitentes de hielo, nos proporcionan el agua que necesitamos, quedan cerca de La Plancha, que es el hito de fierro situado en la línea divisoria Chile-Argentina. Los penitentes constituyen una curiosa formación de hielo, característica de las cordilleras con aire seco y períodos de sol. Según Lliboutry...

"...son láminas de nieve, neviza o hielo, alineadas aproximadamente en el sentido este-oeste, e inclinada hacia el sol”.

El penitente, según este autor:

"...resulta de una ablación desigual de la nieve y crece hacia abajo. La orientación del penitente es tal, que a toda hora del día los rayos solares alcanzan la superficie lo más tangencialmente posible; no da sombra ni puede interceptar la mucha radiación solar. La altura de los penitentes, crece con el tiempo. En Los Andes de Santiago, en pleno verano se pueden observar micropenitentes de unos 8cm de alto y en Octubre hasta 15cm. En verano, los corredores entre los penitentes llegan a alcanzar el suelo, encontrándose de 1 a 3m de alto"

Penitentes

Foto: Penitentes en el Campo II del Tupungato.

Los andinistas les profesan una sincera antipatía, porque consumen paciencia y energía y malgastan equipo. Las bajas temperaturas suelen transformarlos en peligrosos cuchillos. Un campo de penitentes, constituye un espectáculo llamativo y provoca asombro por el trabajo de la naturaleza. Miles de estáticos peregrinos con casullas blancas, esperan alineados. ¿A quién?, ¿Qué cosa?, contemplamos el espectáculo...

Desde nuestra carpa, observamos el Polleras, Sierra Bella y Orientación, cumbres limitáneas con la Argentina, el primero, más elevado tiene 5.400m.

La puna nos atormentó durante la noche y creo que nadie durmió media hora continua, a excepción de los arrieros que bajaron a la Vega de Los Flojos y que envueltos en los pellones, no han sabido de su alma.

Estamos a 25 de Febrero; a las 10:00 am salimos a hacer un reconocimiento hacia la cumbre. La marcha es muy lenta. Llevamos peso; hay altura y debemos ahorrar energías. Llevamos una carpa chica modelo Aconcagua, suficiente alimentación, en la cual hemos incluido charqui, frutas secas, salame, Quáker, etc. Todo este conjunto es indispensable por si no podemos regresar oportunamente al campamento de La Plancha que dejamos preparado.

Son las condiciones cambiantes del clima en estas alturas lo que puede provocamos dificultades. El peso del equipo se hace sentir.

Cerca de las 15 horas, después de casi 2 horas de bregar alcanzamos el portezuelo alto. Una pausa y a continuación proseguimos por un suave plano inclinado, rematando el lomo norte del cerro.

Cascajo y arenilla. El tranco se hace más lerdo. Desde el punto en que nos encontramos, probablemente los 5.400m enfocamos el Aconcagua con sus 6.957m aprox, que sobresale entre sus congéneres como “El toro entre la vacada"

En toda la extensión que abarca la vista no se aprecian sino montañas y nubes, blancas las cercanas  sobre el macizo que pisamos, azules las que rozan el horizonte. Adelante de nosotros se alza un gran escalón que interrumpe el perfil por donde caminamos, de cerca se advierten dos vías de acceso a la parte superior, una canaleta pedregosa de mucha pendiente desplazada un poco hacia el Oeste, y un rebalse de hielo y nieve algo del Este que llega hasta el plano por donde venimos.

De las dos alternativas, la segunda parece más asequible, si bien es evidente que las grietas que se insinúan en el hielo que en algunos puntos refulge con un color metálico obligan a extremar las precauciones.

Hacemos alto, disfrutamos algunos minutos del espectáculo y emprendemos la retirada. Nuestro amigo, el Economista y el Doctor, descienden a pie al día siguiente a Vega Los Flojos, con ánimo de turistas. Allí nos aguardaron. Acompañado del Magistrado quedo en el campamento, con el fin de visitar el hito fronterizo el día 22.

Antes de partir, instalados frente a nuestra carpa, procedemos con nuestra brújula a tomar las desviaciones angulares respecto al norte, o Azimuts, de todas las montañas visibles de importancia. El Magistrado como buen artista hace además un croquis a lápiz del contorno Norte-Oeste que tenemos al frente, colocando nombres y azimuts, Orientación, Sierra Bella, Polleras, Polleritas, Chimbote, Catedral, etc., quedan registradas e individualizadas convenientemente.

Con un tarro de piñas, piolets y buen equipo contra el viento, partimos hacia el hito fronterizo. Son 45 minutos de marcha hacia el norte, en suave descenso, ya que nuestro campamento se encuentra ubicado en una altura mayor. Atravesamos campos de penitentes, que salvamos con facilidad.

Observamos en el camino curiosas piedras, cuya característica es tener un orificio que la atraviesa de parte a parte. Probablemente es lava volcánica, y el orificio corresponde al desprendimiento de piedras que en un tiempo estaban atrapadas por ella.

Pronto llegamos al hito fronterizo. Erigido en 1901 es un trípode de fierro, con una plancha del mismo metal, con los nombres de Chile y Argentina. Por esta escotadura de las montañas o Paso del Tupungato, pasó Dagoberto Godoy, piloteando su Bristol, en su famosa travesía de Los Andes, arriesgando su vida y conquistando laureles para Chile.

Al pie del hito fronterizo encontramos una botella conteniendo un mensaje en amistosas palabras de andinistas argentinos, fechada en 1971. Para no ser menos y contagiado por este espíritu fraternal, el magistrado garabateó el siguiente mensaje que echamos también dentro de la botella y dejamos en el mismo lugar.

"Este lugar imponente
Que limita dos naciones
Más que separar torrentes,
Unifica corazones"

A pesar del día lleno de sol, el viento del Oeste que sopla con fuerza moderada nos obliga a ajustarnos los capuchones y parkas y situarnos al socaire para observar el escenario. Hacia el lado Argentino y a corta distancia, observamos el curioso fenómeno que presentan algunas  piedras apoyadas en columnas de tierra y guijarros, presentando el aspecto de copas de un banquete de Cíclopes.

A 25° y entre las cumbres más inmediatas, descubrimos una laguna suspendida que refleja el color del cielo. El portezuelo está en la cuchilla que une el Tupungato con el Orientación y desde aquella, tanto hacia el Este como hacia el Oeste, bajan sendas quebradas en violenta caída. Nos sorprende súbitamente un revoleteo que nos desconcierta. Pronto descubrimos un picaflor cordillerano, de gran tamaño y de plumaje grisáceo, que pese a las rachas de viento y a la atmósfera enrarecida, hace alardes acrobáticos frente a nosotros.

Cerro Orientación

Foto: Cerro Orientación.

Ya en nuestro campamento preparamos un buen valdiviano, con harto charqui, y entramos en los sacos de pluma. Veloces nubes pasan reptando sobre la carpa.

Pronto quedamos sumergidos en la neblina. Ráfagas de viento sur nos mueven a reforzar la carpa con otros cordeles y piedras. Será ésta una buena medida. La noche transcurre llena de sobresaltos.

Fuertes rachas de viento Sur que crecen en intensidad amenazan desgarrar nuestro refugio. La temperatura baja a menos de 10°. Durante breves intervalos de calma, a lo lejos se anuncia con truenos lejanos la próxima embestida.

La lámpara danza locamente esparciendo parafina a más y menor. Sueño que vamos en una lancha chilota atravesando el Golfo de Penas; el olor a pescado, que no existe nos hace vomitar.

El día amanece nuboso y frío, las rocas blanquean con finísimo polvo de hielo: 15° bajo cero, y vaya que si se nota. Nos ocupamos en cerrar los cajones, mientras el ruido del anafe nos promete un sorbo caliente.

El viento contribuye a entorpecer la maniobra. Concentrado en mí trabajo no me doy cuenta de la llegada de los arrieros. Pronto la tropilla se pone en movimiento, dejamos los gendarmes. El frío obliga al Magistrado a desmontarse y caminar a pie para evitar congelamientos.

Llegamos a Vega Los Flojos a las 5 de la tarde. A pesar de que nos habría gustado descansar un rato en este lugar, preferimos seguir juntos con nuestros amigos camino hacia los Baños Azules donde llegaremos cerca de las 11 de la noche.

Por el momento conservamos en nuestros recuerdos las cumbres y heleros de allá arriba; y la postrera imagen de Vega Los Flojos con las nubes rezagadas de la tempestad que ocultando la cumbre del Sierra Bella son al mismo tiempo un aderezo y una amenaza...

Autor: Octavio Oltra

NDLR: Extraído del Anuario de Montaña FEACH 1973 - 1977 y complementado con fotos del Archivo de los Perros Alpinos y amigos.

 

"Por mucho que recorramos el mundo detrás de la belleza, nunca la encontraremos si no la llevamos con nosotros"

Louis Audobert.